miércoles, 8 de septiembre de 2010

Trastorno de Ansiedad

Trastorno de Ansiedad

I. Introducción
El presente trabajo recorre la sintomatología y etiología de diferentes Trastornos de Ansiedad, con el fin de facilitar su diagnóstico e indicar pronóstico y tratamiento. Estos trastornos emocionales se clasifican como normales o patológicos, según sea la frecuencia, persistencia e intensidad de sus síntomas; en algunos casos, el grado de invalidez que provoca en quien lo padece, es un criterio para abordarlo clínicamente.
El artículo nos propone que estas conductas son arquetípicas. Como tal, se encuentran representadas en mitos y han sido experimentadas por personajes mitológicos, por lo que contextualizarlas de esta forma podrá favorecer la comprensión del cuadro psicológico.
La aproximación que ofrece la psicología clínica analítica a la enfermedad, posiciona la relación médico paciente en un espacio de colaboración mutua plena de amabilidad y afecto, en la cual se busca “conectar” la escisión producida en algún momento del proceso evolutivo del eje ego/self que está obstaculizando el normal desarrollo e individuación de la conciencia personal.

II. Desarrollo
La ansiedad es una emoción y una respuesta de nuestro organismo al estrés; se dice que es normal cuando es adecuada al estímulo y, patológica, según su frecuencia, intensidad y duración. Las diferencias individuales de sensibilidad ante las amenazas y las estrategias de enfrentamiento constituyen elementos predisponentes para el trastorno de ansiedad.
Los trastornos ansiosos son estados emocionales repetitivos o persistentes, en los cuales la ansiedad patológica juega un papel fundamental. El síndrome es un conjunto de síntomas que tienden a coexistir y a comportarse de manera coherente durante un tiempo, independientemente de su causa. La sintomatología puede presentarse física o psíquicamente. La somática puede ser de diversos tipos: autónoma (palpitaciones, vaso-constricción, sudor, náusea), muscular (dolor, temblor), cenestésica (parestesia, escalofríos) o respiratoria (sofocación, dificultad respiratoria); la psíquica, con sentimientos de temor o amenaza, irritabilidad, inseguridad, falta de concentración, sensación de extrañeza, etc.
Los principales trastornos ansiosos son: a) Trastorno de Pánico (TP); b) Trastorno de Ansiedad Generalizada (TGA); c) Trastornos Fóbicos (TF): agorafobia, fobia social (FS) y fobias específicas (FE); e) Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT); f) Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y g) Trastorno Mixto Ansioso y Depresivo.
El Trastorno de Pánico (TP) es un síndrome caracterizado por la presencia recurrente de ataques de pánico (AP), que son crisis espontáneas y súbitas de malestar y sensación de peligro o muerte, con múltiples síntomas de hiperactividad autónoma –palpitaciones, taquicardia, temblores, asfixia, dolor toráxico, náuseas, otros-; entre los síntomas psíquicos del AP están el miedo intenso –a perder el control, morir, enloquecer- el deseo de escapar y la despersonalización; comienza súbita, inesperada y rápidamente, alcanzando su máxima expresión alrededor de 10 minutos después; y prolongándose entre 20 a 40 minutos. Su diagnóstico requiere la presencia de al menos 4 de los síntomas descritos. Se presenta 2 a 3 veces más en mujeres, siendo más común entre la pubertad y los 35 años.
Respecto al Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), su característica básica es la ansiedad persistente durante al menos 6 meses. Sus síntomas son de 2 tipos: expectativas y preocupación aprensiva y síntomas físicos. Inquietud, tensión muscular y emocional, dificultades de concentración, insomnio, irritabilidad, fatiga. Tensión motora e hiper-vigilancia son los criterios que mejor la distinguen de otros cuadros de ansiedad.
Los Trastornos fóbicos (TF), son miedos persistentes e irracionales hacia un objeto, actividad o situación específica, cuyo resultado es la evitación irresistible a ese estímulo. La persona reconoce que su miedo es irracional y desmedido respecto del peligro que eso representa realmente. Se diagnostica sólo cuando dicho miedo causa sufrimiento al individuo. Se distinguen: las agorafobias de las fobias, las que a su vez pueden ser sociales o específicas.
Las fobias sociales (FS), están caracterizadas por el miedo persistente de ser humillado o quedar atrapado en situaciones y vulnerable a un ataque por parte de otros. Temen y evitan situaciones de interacción o en las que tengan que demostrar algo frente a otros. Temen que se descubra su ansiedad y ser ridiculizados por ello. Estas situaciones van restringiendo su campo de acción, las que van evitando progresivamente, con lo cual se les produce ansiedad y sintomatología física -rubor-.
Las Fobias específicas (FE) se caracterizan por el miedo a objetos, situaciones o actividades específicas, las cuales se esquivan. Se caracterizan por presentar ansiedad anticipatoria, un temor central y una conducta de evitación con la que el paciente minimiza la ansiedad. El miedo no es provocado por el objeto en sí, sino por las consecuencias que la persona cree que se producirán al tomar contacto con el objeto fóbico, por ejemplo en la fobia a las serpientes hay un miedo a ser mordido.
La Agorafobia se caracteriza por múltiples y variados temores y conductas de evitación centradas en un miedo a abandonar su hogar, a quedarse solo y a estar lejos de su casa.
Trastorno Estrés Postraumático (TEPT), asociado a la ansiedad y también a la depresión, por lo que no es unánime su clasificación como trastorno de ansiedad. Se distingue por la necesidad de ser precedido por un factor de estrés o trauma. El TEA –trastorno estrés agudo- es muy semejante en su sintomatología, pero no le precede un hecho desencadenante y dura 1 mes. Algunas veces éste se transforma en un TEPT. Su sintomatología y respuesta al estrés conlleva miedo intenso, impotencia, horror. El evento traumático se revive, pesadillas, imágenes del evento, sufrimiento psicológico, sentimiento de vulnerabilidad existencial, evita persistentemente estímulos asociados, insomnio, irritabilidad, desconcentración; puede surgir culpa de sobrevivir, vergüenza, ataques de pánico, desamparo y rabia. La psicodinámica simbólico-arquetípica y asociaciones mitológicas. La ansiedad en su manifestación mórbida presenta factores biológicos –genéticos y somáticos-, psicológicos, sociales y ambientales; éstos, se conjugan de distintas formas y en diferentes intensidades, dando características particulares a nuestra personalidad. El pánico y la ansiedad extrema son reacciones características de las especies animales superiores, inherentes a la condición humana, por lo que son arquetípicas. Los trastornos de ansiedad, son funciones autorreguladoras del sistema psíquico. Son tentativas, a veces drásticas de restaurar un equilibrio por medio de funciones autorreguladoras del sistema psíquico. La psicopatología es entendida como un esfuerzo del Self para que se desarrolle el ser, para que se expresen los símbolos que están fijados en la sombra. El Self trata que se expresen los símbolos ya sea a través del camino creativo o del defensivo. Es importante tener en cuenta que el síntoma es solamente un reflejo de lo que le esta pasando al espíritu y representa simbólicamente el problema que debe resolverse. Cuando los símbolos no pueden ser integrados a través de la conciencia estos se expresan a través de síntomas. En rigor, nosotros pensamos que el problema es espiritual y es la conciencia que debe ser ampliada. La materia es solo su reflejo, es la que puede expresar el síntoma.
Dado que los trastornos de ansiedad son manifestaciones arquetípicas, una manifestación simbólico-arquetípica bastante ilustrativa de este comportamiento es la que ofrece la mitología griega a través de su mito de Pan, quien da origen al nombre del Trastorno de Pánico. PAN representa a la naturaleza, él es mitad animal –instintivo- y mitad humano –espiritual-; él asusta, horroriza de modo incontrolable. PAN crece persiguiendo Ninfas –las que representan el aspecto femenino de la naturaleza-, sembrando horror –despertando el aspecto animal y libidinoso-. Pan como no tiene mayor grado de conciencia vive gustoso su sexualidad, pero cuando invade a la Ninfas, quienes no tienen el suficiente Ego para recibir a Pan, éstas se horrorizan. Pan logra transformarse en Eros gracias a Psique, por lo que para que el ego de la ninfa pueda conectarse con Pan debe primero estar más fortalecido a través de un proceso de psiquización. Las particularidades de PAN dan luces respecto del perfil de las personas que sufren trastorno de ansiedad, ya que suelen ser personas que tienen dificultad para aceptar su sexualidad, de vivirla como Eros más que como una amenaza. Suelen ser personas miedosas e impotentes, con temor a ser violentados, por lo que es común que traten de refugiarse en figuras maternas protectores, con las que suelen mantener una relación ambivalente de protección – nutrición y por otro lado de opresión y castración. Por otra parte, PAN es el único dios mortal que tiene una herida precoz, como es el abandono materno. La psicogénesis del trastorno de pánico es tan inconsciente como precoz la herida que deja en PAN el abandono de su madre. A menudo las personas con trastorno de pánico relatan situaciones de abandono, separación e aislamiento. El miedo siempre está presente en ellas, ya que les ha sido transmitida la idea de un mundo peligroso y amenazador, por lo que necesitan sobreprotección y les está dificultado el normal desarrollo de su proceso de individuación. El arquetipo de la madre afecta la estructuración de la conciencia precoz, de la relación con el otro, situación necesaria para que se produzca la psiquización, la estructuración de la conciencia. La psicología analítica considera que estos síntomas fóbico-ansiosos, tienen motivos para presentarse y éstos se refieren a la completud del individuo que los padece; es decir, se relacionan con su proceso de individuación, como su búsqueda para retornar al si mismo. Nuestra Psique es simbólica y, por lo tanto, cualquier manifestación psíquica debe tener un sentido para aquella persona que la padece. Nuestra tarea como analistas es propiciar una vivencia simbólica (plena) de aquel síntoma para que los contenidos inconscientes pasen a ser vividos por la conciencia. Esto traerá mayor auto-conocimiento, eliminación de las fijaciones y limitaciones que distorsionan su comportamiento.
En nuestro inconsciente nos solemos encontrar con defensas, restricciones, aspectos fijados y sombríos de nuestra personalidad, pero también aspectos que hay que potenciar. De esta forma la psique es vista como un sistema de autorregulación en que se considera que el síntoma también tiene un sentido de buscar un equilibrio o una resolución a comportamientos polarizados.
Respecto a los tratamientos el uso combinado de la farmacología con la psicoterapia es lo que ha dado mejores resultados. En los Trastornos de Pánico, en las Fobias Sociales y en el Trastorno por Estrés Post Traumático se han usado medicamentos que inhiben selectivamente la recaptación de serotonina (benzodiazepinas) y las psicoterapias más efectivas han sido las técnicas cognitivo conductuales (técnicas de exposición, reestructuración cognitiva, entrenamiento respiratorio y de relajamiento). En los Trastornos de Ansiedad Generalizada las benzodiazepinas suelen ser dados para los síntomas físicos y los antidepresivos cuando hay predominio de síntomas más emocionales; el abordaje cognitivo parece ser más eficaz que el tratamiento analítico (técnicas de exposición, reestructuración cognitiva, entrenamiento respiratorio y de relajamiento). En las Fobias Específicas el uso de medicamentos no ha sido beneficioso y nuevamente las terapias conductuales han sido de mucha utilidad. Psicoterapéuticamente en e el Trastorno por Estrés Post Traumático psicoterapia es necesario impedir que, por ejemplo, las vivencias de secuestros se queden fijadas en la sombra, ya que hay que activar el arquetipo del héroe, promocionando así la resiliencia en estas personas.

III. Conclusiones
Cada uno de nosotros es protagonista de su propia historia y en muchas de sus partes está presente alguna dimensión mítica. Es perfectamente válido requerir ayuda para transitar por aquellos caminos diseñados en la inconsciencia, para mejor conocer los personajes estereotipados que participan en nuestra evolución. La enfermedad, el sufrimiento y los dolores psíquicos son también caminos de individuación; caminos trazados con palabras del espíritu que busca de este modo ser escuchado por el ego. La enfermedad se presenta en la materia, pero ella solo refleja la necesidad del espíritu; la materia muestra el síntoma y a través de él podremos “ver” lo que debe ser solucionado. El síntoma ocupa el espacio que ha dejado la escisión del espíritu; el síntoma llama la atención del enfermo y presiona al cambio de conducta. La sanación debe hacerse por redención, incorporando lo que falta en su conciencia, conectando al protagonista con el dolor expresado por ese self. La enfermedad es uno de muchos caminos y representa una oportunidad para conquistar la polaridad para hacer que se produzca la tensión entre los opuestos. La direccionalidad y carácter concreto de los contenidos de la conciencia son propiedades muy tardíamente adquiridas en la historia de la filogénesis, de las que, por ejemplo, el hombre primitivo actual carece en gran medida. Asimismo, están muy quebrantadas en el neurótico, que se diferencia de una persona normal en que su umbral de conciencia es más desplazable o, dicho en otros términos, su pared divisoria entre consciente e inconsciente es más permeable.
Por esta razón, no sólo es comprensible, sino también imprescindible, que el proceso psíquico sea en cada caso el más firme y determinado posible, pues así lo exigen las necesidades de la vida. La ventaja de estas propiedades va, sin embargo, unida a un gran inconveniente: el hecho de estar dirigidas implica la inhibición o la exclusión de todos aquellos elementos psíquicos que, aparente o realmente, sean incompatibles, es decir, que puedan desviar de su sentido la dirección previamente trazada y encausar el proceso hacia un objetivo no deseado.
Pero si a consecuencia de una excesiva unilateralidad aumenta la tensión de los opuestos, la contra-tendencia irrumpe en la conciencia, y lo hace, por lo general, precisamente en el momento en que más importancia tendría la puesta en práctica del proceso dirigido. La fluctuación de los argumentos y afectos es lo que constituye la función trascendente de los opuestos. La confrontación de las posiciones supone una tensión cargada de energía que engendra algo vivo, una tercera cosa, que no nace como lago muerto, sino que es un movimiento progresivo que emana de la suspensión de los opuestos. La función trascendente se revela como un atributo de los opuestos que se han aproximado entre sí. Mientras se mantienen alejados — naturalmente, con el fin de evitar el conflicto —, no funcionan y están en punto muerto.
Ante estas reflexiones nos cuestionamos si ¿Es posible considerar el Trastorno de Ansiedad como una falla en la Tensión Psíquica de la Función Trascendente? ¿Podemos pensar la Ansiedad como una característica del Hombre contemporáneo tendiente a manifestar la tensión de los opuestos a través de la manifestación ansiosa?
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Sintesis artículo Libro “Psicopatología Psicodinámica Simbólico-Arquetípica”
Tema: “Psicopatología Simbólica Arquetípica III”