lunes, 8 de julio de 2013

Símbolos de redención en los cuentos de hadas




"SÍMBOLOS DE REDENCIÓN EN LOS CUENTOS DE HADAS 

(Primera conferencia)"
Marie-Louise von Franz
La palabra redención no debe asociarse forzosamente con el dogma cristiano ni con la teología, con la  que su concepto tiene tantas connotaciones. En los cuentos de hadas, la redención alude, específicamente,  a las circunstancias en las que alguien que ha sido maldecido o hechizado es liberado a través de ciertas contingencias o sucesos en el curso de la historia. Su naturaleza difiere esencialmente de la idea cristiana.
El tipo de maldición es variable. En un mito, fábula o cuento de hadas, un ser por lo general es  condenado a asumir la forma de un animal o la existencia de una vieja y monstruosa mujer o de un  horrible anciano y luego, por medio del proceso de redención, se transforma en un príncipe o en una  princesa. Los más diversos animales, distinguidos en los dos grandes grupos de sangre caliente y sangre  fría, como por ejemplo los osos, zorros o leones, que encontrarnos con frecuencia en el tema que nos  interesa, han proporcionado al mismo, símbolos o mitos. También podemos hallar aves —patos, cuervos,  palomas, cisnes, búhos— o simplemente puede tratarse de serpientes. En otros casos, alguien que ha sido maldecido, se ve forzado, como consecuencia de ello, y sin desearlo, a ejercer el mal y la destrucción.
Por ejemplo, una princesa asesina a todos sus amantes, pero al final, cuando es liberada del hechizo, y en virtud de esa redención, explica que fue impulsada violentamente por el poder del rito mágico a  conducirse de ese modo, situación que no volverá a repetirse. No volverá a hacer el mal. Éstos son los  principales tipos de destinos malignos que puede sufrir una persona en los cuentos de hadas, esos fatales  encantamientos, de los cuales él o ella son redimidos finalmente.  Entre los múltiples cuentos de hadas no he optado por una ficción en particular, sino que he preferido  examinar minuciosamente diversos temas creados por la fantasía presentes en todos ellos, para poder  señalar los diferentes tipos de encantamientos o maldiciones, puesto que ese aspecto, aparte de constituir  el motivo principal, tiene asimismo importante significado psicológico. 
Una persona presa de un estado neurótico, en algunos aspectos puede muy bien compararse a un ser humano hechizado. Forzados a un nivel muy bajo de comportamiento, la gente que padece una neurosis  es capaz de obrar de modo discordante y destructivo hacia ellos mismos y hacia los otros, con  motivaciones básicas o instintivas. Los cuentos de hadas que describen a tales seres no se detienen  explícitamente en el problema de la maldición, sino que abordan el método de la redención, y en este sentido hay mucho que aprender, por su similitud en los procesos terapéuticos y de recuperación.  Durante estos procesos, para dar un ejemplo general, hay personas embrujadas que tienen la  necesidad de ser bañadas en agua o en leche y, algunas veces, hasta de recibir golpes al mismo tiempo.
Algunas personas piden ser degolladas como cuando se les corta la cabeza a los zorros o a los leones. Otras consideran indispensable que las amen, que les hagan caricias, que las besen e incluso hay quienes precisan alimentarse con flores u otras cosas por el estilo.  También hay quienes quieren que se les cubra con una piel que pertenezca a algún animal  determinado. Hay personas que experimentan la necesidad de ser interrogadas y otras que no soportan  que se les pregunte absolutamente nada. Todos estos aspectos constituyen pues el tipo de asuntos, sobre  los que vamos a reflexionar atentamente.
Durante la terapia sucede a menudo que los doctores esperan encontrar recetas y fórmulas, pero contrariamente a otras escuelas psicológicas, los seguidores de Jung —lamentándose— dicen que no hay recetas para los distintos tipos de enfermedades. Cada caso es singular, un proceso único, con sus circunstancias únicas y un camino único. Cada caso es individual y diferente. Ante semejantes características podemos decir que no tenemos recetas terapéuticas para los distintos tipos de dolencias. Por lo tanto, tampoco es posible, entonces, que tratemos el tema de una manera general en el transcurso de una conferencia. Podemos, eso sí, aconsejar a aquellos que tienen la responsabilidad del seguimiento profesional de casos, acerca de cuál debe ser su conducta ante cada paciente singular. En esta difícil situación en la que el médico o el psicoanalista carece de reglas para alcanzar la curación de su paciente, adquiere una gran importancia la interpretación de los sueños. Creemos que si desarrollamos una  profunda interpretación de los sueños de nuestros pacientes, cuidando de mantener una objetividad cabal,  tratando de reconocer y separar nuestras propias teorías, contamos ya con una pauta de actuación.
Lo que acabamos de mencionar deja claro que hasta ahora en una situación terapéutica sólo  disponemos, como guía y ayuda teórica, de la capacidad para interpretar de manera objetiva y esmerada  los temas que aparecen en los sueños, a través de los cuales puede llegarse a la comprensión de las  propuestas del inconsciente a los efectos de la curación.  Aquí entramos en un campo que no es sólo individual, pues aunque el proceso curativo es siempre  singular, los cuentos de hadas y los mitos ofrecen representaciones de procesos instintivos en los que la  psique presenta una validez general.  A ese nivel del inconsciente colectivo, encontramos representaciones de procesos de tratamientos  típicos para enfermedades igualmente típicas. De una manera general, si por ejemplo, sabemos lo que  significa un baño para una persona embrujada y el paciente sueña que el análisis es comparable a un  baño, tenemos un conocimiento directo del tipo de tratamiento que se nos propone. Por otra parte, si en  un sueño encontramos un tema donde aparece la necesidad de cortar en pedazos a una persona, tenemos  además, una percepción intuitiva de la dirección a seguir en el proceso de curación y un indicio para  escoger el método a aplicar en ese caso individual. Es obvio que siempre existe la cuestión de quién es el  que debe bañarse y cuál el que tiene que ser degollado, pero esa información, por lo general, es  proporcionada por los sueños mismos del paciente.
Por lo tanto, debemos examinar minuciosamente esa materia y observar el problema desde el punto de vista general, lo cual dificulta la comprensión de la materia mitológica y en especial de los cuentos de  hadas o fragmentos de las narraciones épicas del Gilgamesh, observamos cómo la identificación es  apoyada por el hecho de que los héroes se comportan como seres humanos: sufren, tienen miedo, están  tristes, son felices, experimentan en fin todos los matices de los sentimientos. Además, suelen  preguntarse como cualquier persona: «¿Qué debo hacer?». A través de todo esto se acercan al reino de los humanos y a la posibilidad de que la gente pueda identificarse fácilmente con ellos. Los héroes de los  mitos, los encontramos más limitados a una determinada nacionalidad que los de los cuentos de hadas.
Con razones convincentes, los científicos han señalado que los héroes o las heroínas son muy diferentes  ya se trate de cuentos de hadas o de mitos. En los cuentos de hadas son mucho menos humanos, es decir, no tienen vida interior, vida psíquica. No hablan consigo mismos, no tienen dudas ni incertidumbres, ni reacciones humanas.
Allí el héroe es valiente, nunca pierde el coraje sino que por el contrario sigue luchando hasta vencer  al enemigo. La heroína puede soportar una prolongada tortura, sufrirá hasta el final, hasta alcanzar su  meta. Nunca se nos mencionan las reacciones humanas que puedan tener. Por eso, un científico, el doctor  Max Lüthi, ha llegado hasta expresar que los héroes del folklore son figuras en negro y blanco, una  especie declichés, con rasgos muy característicos como la destreza, la capacidad de sufrimiento, la  lealtad, etcétera, y son figuras inmutables hasta el fin de la historia. En un cuento de hadas nunca nos  encontraremos con algo semejante a una conversión psicológica de sus héroes, mientras que en un mito  muchas veces apreciamos en ellos cambios de actitud. En despecho de sus características muy humanas,  estos héroes de cuentos de hadas no son del todo humanos. Esto se debe a que no se trata sólo de tipos de  seres humanos sino de arquetipos y por lo tanto no pueden compararse directamente con el yo humano.  No podemos tomar al héroe como si fuera un hombre, o a la heroína como a una mujer.
Personas que hayan indagado superficialmente una parcela de la psicología de Jung, pueden ser más peligrosos teóricamente que si no supieran nada, pues toman un cuento de hadas y unos cuantos conceptos jungianos, y se los aplican a los personajes confundiendo y mezclando el yo con el sí mismo, con el ánima o con la sombra. Esto es peor que la carencia total de interpretación, pues es una forma sin base científica, sin objetividad, ingenua y hasta deshonesta, ya que a fin de poder aplicar conceptos jungianos a determinado personaje se ven obligados a distorsionar la historia. Por ejemplo, suponiendo  que uno está simplemente atrapado en un error y le adjudica la cualidad de sombra a una de las figuras  del cuento de hadas, y se da cuenta al final que esa forma no encaja completamente, tal persona dirá que debió equivocarse desde el principio, o que no lo entendió del todo, o que todo el cuento de hadas estaba equivocado. Otras veces pasan por encima la parte embarazosa con una declaración general y eludiendo los problemas con varias ideas para hacer que sus conceptos armonicen. Si somos cautelosos podremos ver cómo estos conceptos de psicología jungUiana sólo pueden utilizarse con restricciones en la interpretación de los cuentos de hadas. Yo misma descubrí esto; de pronto, me di cuenta de que debe ser así porque los cuentos de hadas no son producidos por la mente individual y no son por lo tanto un  material individual. 
El doctor Jung construyó parte de sus conceptos a través de las observaciones de su propio proceso psíquico y en parte efectuando observaciones sobre los de los demás. Cuando hablamos del ánima pensamos en el hombre como individuo, en el ánima que pertenece a cierto individuo, o si nos referimos  al yo es de una persona humana de lo que hablamos, y la sombra, lo oscuro significan el lado inferior de  la persona. Pero sería un fraude introducir tales términos en un cuento de hadas, donde no corresponde, y  si fueron concebidos durante el proceso de observación de muchos individuos, es bastante dudoso que los conceptos puedan aplicarse a una materia como los cuentos de hadas —materia que probablemente ha sido producida por muchas personas o por un grupo—. Por lo tanto, debemos regresar al problema básico de los cuentos de hadas. La explicación sobre su origen no ha sido aceptada enteramente y podemos aventurar una hipótesis más, a partir de una que estudia estos temas desde el punto de vista psicológico.
Entre la gente sencilla, como por ejemplo, entre campesinos y leñadores, se ha creado el círculo en el  que hoy en día se sitúa la mayoría de los cuentos de hadas, de los que existen dos tipos muy particulares:  los que pertenecen a la saga local y los cuentos de hadas propiamente dichos. Con frecuencia los del  primer tipo no difieren mucho de los cuentos de hadas, sino que generalmente se trata de historias  fantásticas que suceden en algún lugar determinado, o en un castillo concreto. Se dice que la gente del  pueblo presenció algún acontecimiento particular en ese lugar, etcétera. La historia se recorta y se radica  en un sitio bien delimitado donde el héroe se convierte entonces en un ser humano definido y el cuento se  relata como si se tratase de un suceso determinado que realmente sucedió, a pesar de tener todas las características de los cuentos de hadas. En éstos encontramos con frecuencia fenómenos parasicológicos  mientras que elementos como apariciones o fantasmas son más frecuentes en las sagas locales. Las  leyendas generalmente poseen un fundamento histórico o parcialmente histórico. Los santos o los  personajes históricos pueden figurar en este tipo de narraciones tradicionales.
En Suiza tenemos la leyenda de Guillermo Tell, y los historiadores discuten entre sí buscando saber si  se trata de una historia verdadera, de un cuento de hadas o de un motivo de saga, ya que este personaje también se encuentra en las narraciones tradicionales nórdicas donde reclaman su pretendido origen histórico y se comenta que los hechos sucedieron en un tiempo y lugar determinados. Desde el punto de vista psicológico se trata de algo discutible. Sucede en ocasiones que este tipo de eventos fantásticos pueden ocurrir en la vida ordinaria de un ser humano, y si no podemos comprobar su veracidad decimos  que nos están contando un cuento de hadas. Esto me ha sucedido con frecuencia y aquí entramos en el problema de la sincronicidad. Es realmente sorprendente constatar la frecuencia con que hechos, como  los de los cuentos de hadas, suceden en la realidad si es propiciada una situación arquetípica. Si tal  motivo mitológico se repite realmente, es muy posible que se le adornara al añadírsele elementos que no ocurrieron. Se le puede agregar algún pequeño detalle que lo hace mucho más interesante y hay que aceptar que esto ocurre con frecuencia, cristalizando así un evento mitológico.
Por lo tanto, yo diría que tanto la saga local como la leyenda histórica se basan en acontecimientos verdaderos que realmente ocurrieron y que luego han sido prolongados y extendidos convirtiéndose en historias, y de esta forma se han relatado durante un largo período. Me he encontrado con evidencias actuales que confirman esta teoría. En un pequeño pueblo de las montañas suizas cerca de Chur vivía en  un tiempo la familia de un molinero que poseía un libro en el cual se narraban todos los hechos  familiares. Algunos de los descendientes de esta familia, que ahora viven allí, aún poseen este antiguo  libro de familia en el cual se encuentran escritos sucesos que vivieron sus antepasados desde hace ciento cincuenta años. Una de las historias trata de un molinero que se encuentra con un zorro fantasma que le  habló; poco tiempo después, el molinero murió. Éste es un motivo que se ha extendido por todo el  mundo: si alguien se encuentra con su alma (con su propio ser) o con un animal que habla, significa un  anuncio de su destino fatal. 
En 1937 un estudiante de folklore entrevistó a los viejos del pequeño pueblo y los interrogó acerca  del molinero; le dijeron que allí había un fantasma y le contaron la misma historia, en parte empobrecida  y en parte enriquecida, contando cómo el zorro se atravesó delante del molinero pasando entre sus  piernas y causando su muerte. En toda esta región se tiende a creer que un zorro simboliza el alma de una  bruja y puede provocar irritación o enrojecimiento de la piel (zorro colorado = piel colorada). De esta  manera, una creencia folklórica ampliamente difundida se añadió a la crónica original. También se dice  que el zorro es el alma de una tía del molinero y que la muerte de éste fue causada por el almabruja  de la  tía. Con frecuencia la vida de un pueblo pequeño es bastante monótona lo cual favorece la invención de  emocionantes historias.
En tales casos podemos observar cómo surge una leyenda local, una saga local, debido a la invasión  en la conciencia de una imagen arquetípica. Además, si esta saga local tiene un carácter generalizado  entonces se extiende desde su lugar de origen a aldeas vecinas y al emigrar pierde su interés local. Por ejemplo, el molinero original tenía un nombre conocido y vivía en un lugar conocido, pero al cambiar  éstos, la saga migratoria pierde las características locales que la limitaban a un cierto tiempo y lugar,  convirtiéndose en algo más general, al privarse de ese modo de interés local, pero adquiriendo una  aceptación más amplia.
Por consiguiente, cuando estudiamos un motivo de un cuento de hadas es como si efectuáramos un estudio de anatomía comparada de la psique humana: en su mayor parte, todo lo que es individual o local desaparece porque no es de interés. A pesar de este hecho tendré que volver sobre esta teoría y modificarla más tarde porque los cuentos de hadas no se encuentran lo suficientemente purificados de factores específicos. Si llevamos a cabo una comparación de leyendas, veremos que, a pesar de que existen algunas similitudes —brujas, animales serviciales, etcétera— la puesta en escena de la historia es bastante diferente ya se trate de los cuentos de hadas de los indios de América del Norte o de los cuentos europeos aunque omitamos nombres y lugares. Estudiar un mito es como estudiar todo el cuerpo de una nación, pero si estudiamos un cuento de hadas es como estudiar su esqueleto, a pesar de que creo que muestra características más básicas de una forma más pura, y si queremos estudiar las estructuras básicas  de la psique humana es mejor estudiar el cuento de hadas que el mito. Si aplicamos esta hipótesis regresamos a lo que expresamos anteriormente, a saber, que el héroe y la heroína no son individuos humanos sino figuras arquetípicas.
Cuando en un principio traté de impulsar esta teoría intentando enseñar a otras personas a aceptarla, me vi frente a frente con grandes dificultades emocionales y tuve que admitir que a mí misma no me gustaba la teoría. Una vez más hube de persuadirme de que los personajes de los cuentos de hadas no eran sujetos humanos; sin embargo, no puede uno desprenderse de la idea sugestiva que inspira nuestro ánimo de tratarlos como a seres humanos. Durante mucho tiempo esto constituyó la verdadera dificultad hasta que llegué a la conclusión de que debía existir una base instintiva general de la persona y que  debemos suponer que hay una tendencia innata que es una de las características típicas del ser humano.
Ahora bien, si estudiamos la psicología de los niños —y a este respecto me gustaría remitirles a los trabajos de Michael Fordham—, observarán que el yo puede aparecer proyectado como si «no fuera yo». Muchos niños hablan de sí mismos objetivamente denominándose por su nombre y no dicen «yo» porque su «yo» está proyectado sobre su propio nombre. Pronunciar el nombre propio es en algunas ocasiones algo muy importante: «Juanito tiró la leche». La experiencia de sentimiento de identidad con el yo se encuentra ausente. Si observan detenidamente, con frecuencia notarán que en la siguiente etapa de la personalidad el yo se proyecta hacia una persona sobre quien sienten una tremenda admiración. Puede tratarse de un amigo de escuela a quien el niño imita como si estuviese sometido a él. Se puede decir que la futura forma del yo en ese caso es proyectada hacia ese amigo. En tal caso, puede afirmarse qué cualidades que más tarde corresponderán al yo de ese determinado niño, todavía no se identifican con él mismo, sino que son proyectadas hacia otro ser humano.
Aquí observamos la presencia del factor de la construcción del yo a través de una fascinación que induce a la imitación. Por otro lado, si estudiamos las sociedades primitivas nos encontramos con el mismo fenómeno pero de distinta forma ya que en ellas sólo el rey, o el jefe, o el curandero, tienen la cualidad de ser auténticamente alguien, un individuo. En una tribu primitiva, si se comete un crimen, a pesar de poder probarse quién es el culpable, la culpa puede atribuírsele a otro que quiera aceptar el castigo. Esto, por supuesto, desconcierta a los misioneros. La explicación psicológica es que un crimen cometido en una tribu tiene que ser castigado, pero cualquiera (no necesariamente la parte culpable), puede aceptar el castigo, y todo continúa en el orden normal. Por otro lado, si un blanco hiere los sentimientos de alguno de sus sirvientes negros, éste es capaz de ahorcarse, con la creencia de que ese hecho provocará un shock a su amo. Que la persona muera por producir este shock, no les importa, lo fundamental es el shock producido en el otro. El yo es tan débil que lo individual no prevalece, y lo más importante es la venganza. Podemos decir que un paciente con un yo débil se encuentra en esta misma situación.
Si pensamos acerca del complejo del yo nos encontramos con que se trata de un fenómeno muy complicado y debemos admitir que sabemos muy poco al respecto, aunque aparentemente parece tener ciertas características muy difundidas. Se podría anticipar una hipótesis de trabajo, diciendo que el héroe de los cuentos de hadas tiene una imagen psicológica que demuestra esta tendencia a la construcción del yo y nos sirve de modelo. Esto sugiere la palabra «héroe», ya que él es una persona modelo. La reacción de querer imitar esta figura es espontánea. Más adelante, quiero detenerme detalladamente en este tema. El estudio de material mitológico a través de la comparación de héroes y heroínas muestra que tienen en común muchísimas características típicas que identifican ampliamente la imagen con lo que Jung denomina el arquetipo del sí mismo, es decir el aspecto de la personalidad que queda fuera del yo. El yo es únicamente una parte de la totalidad, es la parte consciente de la psique. Una gran parte de la psique no es idéntica a la persona. Jung define la actividad autorreguladora de la totalidad, como el arquetipo del sí mismo. La identificación con el sí mismo, dice Jung, es catastrófica, es muy importante mantener separados los conceptos del sí mismo y del yo.
En Mysterium Conjunctionis, Jung señala que el factor desconocido que constituye el complejo del yo  y lo mantiene funcionando es, en realidad, el arquetipo del sí mismo. El complejo del yo tiene una gran continuidad. Por ejemplo: si algo me pasa un día, lo recuerdo al día siguiente. Si cuento con el poder de la voluntad, puedo mantener recuerdos o actitudes en completa continuidad y ésta es una de las maneras de medir la fuerza del complejo del yo. La perseverancia de un pensamiento es la muestra típica de un complejo del yo bien desarrollado y esto puede cultivarse. La continuidad o perseverancia del yo es psicológicamente algo muy misterioso. Podríamos decir que esta fuerte cualidad de continuidad que tiende a desarrollar el complejo del yo de un ser humano, se encuentra respaldada por el arquetipo del sí mismo.
Así, cuando interpretamos historias de hadas, nos encontramos con la constante dificultad de cómo explicar los principales personajes de esa historia. Si la figura se comporta como el yo o como el sí mismo, podemos fácilmente ser despistados. Por lo tanto yo lo llamo: esa parte del arquetipo del sí mismo que es el modelo del complejo del yo y de su estructura general. Una de las principales funciones del arquetipo del sí mismo es apoyar la conciencia del yo y su correcta continuidad. Si tomamos la personalidad humana como una esfera, con el sí mismo abrazando la totalidad de la misma siendo a la vez el factor autorregulador en el centro, cualquier desviación será compensada.
Estas compensaciones las encontramos en los sueños. Si alguien tiene un sentimiento destructivo en contra de otra persona, puede soñar que le arroja algo; debe tomarse en cuenta este aviso, porque los sueños comentan lo que uno hace. Quizá tenga largos períodos sin sueños, pero si se encuentra de nuevo en el peligro de desviarse de la propia totalidad, los sueños volverán. La salud del individuo es mejor cuando el complejo del yo funciona de acuerdo con el sí mismo porque entonces existe un mínimo de perturbaciones neuróticas.
Cuando en los cuentos de hadas el héroe o la heroína han sido maldecidos y es por esta razón que se ven obligados a comportarse de una manera destructiva y negativa, es tarea del héroe entonces redimir a la persona embrujada. Podemos decir que se puede maldecir o embrujar cualquier complejo arquetípico o cualquier unidad estructural del inconsciente colectivo de la psique. Puede no ser el héroe sino cualquier otro complejo. Siempre debemos analizar cuidadosamente para saber qué factor ha sido embrujado o maldecido. En general, podemos decir que esto puede compararse a un estado neurótico. De acuerdo con las leyendas, con frecuencia se inflige una maldición sin ninguna razón. Se trata de un estado en el cual uno se involucra involuntariamente, y en general con inocencia; o, cuando existe culpa, es de naturaleza secundaria, como acontece en la historia de la manzana en el Jardín del Paraíso.
La culpabilidad en un cuento de hadas es, aparentemente, un mal menor, debido a lo cual, la maldición cae sobre cualquier personaje. Tenemos por ejemplo el cuento Los siete cuervos de los hermanos Grimm; en este cuento el padre envía a sus hijos a buscar agua para bautizar a su hermana pero ellos rompen la vasija en donde debían llevarla. En su enfado el padre expresa el deseo de que sus hijos se conviertan en cuervos, momento en el cual los hijos se transforman en cuervos y su hermana tiene que redimirlos. En ocasiones se menciona este tipo de culpa pero generalmente no se nos da razón para la maldición. Por regla general el cuento comienza con el hecho de que existe una princesa embrujada sin que se nos proporcione ninguna explicación o razón por la que sucediera tal maldición. Otro tema es el de una fea bruja que hace el amor con un hermoso príncipe quien la rechaza y uno de los dos maldice al otro, quien, a su vez, se convierte en un animal.
Las sociedades primitivas viven en un miedo constante de la maldición. Es algo que puede ocurrirle a cualquiera en cualquier momento sin que la persona sea culpable de nada. Las vacas, por ejemplo, pueden no tener leche, lo cual puede sucederle a las vacas de cualquiera. En lenguaje psicológico eso lo podemos expresar diciendo que un impulso nos obliga a tener una actitud equivocada, por lo que nos alienamos de nuestros instintos y perdemos nuestro equilibrio interno. A través de la herencia de caracteres uno puede encontrarse empujado hacia tales situaciones. Una persona puede amar la aventura pero si es muy sensible no puede vivir una vida aventurera. Por lo tanto, el ser humano nace con impulsos contradictorios.
En términos psicológicos podemos comparar a una persona embrujada de un cuento de hadas con alguien cuyo funcionamiento de una entidad estructural de la psique humana se encuentra dañada, siendo incapaz de funcionar normalmente. Los complejos actúan unos sobre otros, influyéndose mutuamente. Si un hombre tiene un ánima neurótica, a pesar de que el hombre mismo no lo sea, se sentirá a sí mismo como embrujado, en parte. Esto puede observarse en la vida de los sueños. Un día me desperté y me despedí del mundo con un «adiós» porque pensé que me iba a morir. No estaba triste, sin embargo el extraño estado de ánimo en el que me encontraba se prolongó durante todo el día. Miraba las flores con emoción, tenía un comportamiento agradable con todo el mundo, todo era muy romántico. Esa noche soñé que en realidad un joven sentimental había muerto. Pero lo que en realidad murió fue una especie de Animus infantil, que ya era hora de que se fuera, pero su moribundo «adiós» afectó mi humor y mi psique entera. ¡Esto es típico!
Se puede decir de alguna gente que no está completamente neurótica pero que tiene enfermo un complejo y por consiguiente, hasta cierto punto, toda la persona está enferma. En ocasiones también nos encontramos con un complejo neurótico en una persona normal. Un complejo se ve afectado y consecuentemente tiene un efecto neurótico sobre el resto de la persona, esto concierne a los diferentes grados de neurosis. Por otro lado, cuando ciertos complejos se ven afectados, una persona normal puede volverse completamente loca. Estar embrujado significa, en general, que una estructura particular de la psique está deteriorada o dañada en su funcionamiento y el todo resulta afectado, porque todos los complejos viven dentro de un orden social establecido por la totalidad de la psique y es por esto por lo que estamos interesados en el motivo del embrujamiento y su cura.
(Tomado de http://www.pabloanalitica.blogspot.com)



"SÍMBOLOS DE REDENCIÓN EN LOS CUENTOS DE HADAS 

(Segunda conferencia)"
 "Marie-Louise von Franz
Anteriormente tratamos de determinar cuál es el personaje a quien le corresponde el papel de héroe en un cuento de hadas y llegamos a la conclusión de que es imposible comparar al héroe con el yo de un ser  humano. El héroe, en un cuento de hadas, más bien corresponde a ese aspecto del sí mismo que se ocupa o dedica a la construcción del yo, su funcionamiento y su desarrollo; también es un arquetipo y un patrón en cuanto a la forma de un comportamiento correcto.
Sin embargo, nos encontramos con una gran variedad cuando comparamos un cuento con otro. Algunos héroes sólo tienen que sentarse cerca de la estufa y bostezar, sin aparentemente lograr nada, pero al final terminan casándose con las princesas, mientras que otros tienen que resultar vencedores en la lucha con malhechores y brujas, etcétera. No obstante, cuando leemos un cuento de hadas tenemos la sensación de que ésta es la manera correcta, de que únicamente a través de este tipo particular de comportamiento puede el héroe alcanzar su meta mientras que todos los demás fracasaron. Por eso en algunos casos no importa que el héroe sea tonto y torpe mientras que en otros tiene que ser muy listo y hasta heroico. En algunas ocasiones se requiere la magia o el animal útil, mientras que otras veces el héroe es el único protagonista, cumpliendo su acción. Siempre parece existir un comportamiento correcto típico. Si participamos emocionalmente nos da la impresión de que ésa es la forma correcta de llevarlo a cabo y, a través de esta identificación, sentimos que éste es el camino secreto de encontrarnos con la vida.
Por lo tanto podemos decir que el comportamiento del héroe sólo puede ser entendido dentro del escenario de la historia y que representa a la persona cuya acción instintiva es la correcta en esta situación específica. Pero ¿cuál es el tipo de comportamiento «correcto»? Ésta es una de las dificultades en los cuentos de hadas, ya que son tan ingenuamente convincentes que uno no los cuestiona. Es obvio que el comportamiento del héroe no está de acuerdo con las normas del ciudadano ordinario; puede ser estúpido, ingenuo o cruel y usar toda clase de trucos que nosotros condenaríamos y, sin embargo, de cualquier forma que se comporte, tenemos la impresión de que está haciendo lo correcto.
Por lo tanto esta «rectitud» puede quizá definirse mejor como guardando una completa concordancia con la totalidad de la situación. Nunca podemos decir: «Muy bien, los malhechores tienen que morir y las brujas siempre son las que tienen más artimañas», porque siempre encontraremos otras historias donde no suceda así. Por consiguiente no existen recetas. Sólo podemos decir que en esta historia es obvio, por los resultados, que el héroe hizo lo correcto a pesar de que nadie podría adivinar de antemano cuál sería su siguiente paso, porque lo que hace el héroe, siempre es una sorpresa. Por lo tanto esta manera de llegar a la posibilidad correcta es algo mucho más primitivo que una actitud intelectual correcta; proviene de las profundidades de la personalidad y está de acuerdo con el sí mismo. En este sentido nos aclara el hecho que también observamos en situaciones individuales psicológicamente difíciles, es decir, que no existe una respuesta convencional a un complejo o problema individual. 
Generalmente, cuando alguien decide comenzar un análisis, ya ha tratado lo que puede hacerse en la situación consciente y por lo tanto nos encontramos enfrentados a la delicada pregunta que la sociedad nos impone, como es la de determinar qué es lo que la persona, en sus condiciones particulares, debería hacer. Aquí podemos decir que el comportamiento «correcto» puede describirse como aquel que esté de acuerdo con la totalidad de la personalidad. La situación en los cuentos de hadas es similar porque el héroe y la heroína pueden representar modelos de funcionamiento del yo que se encuentran en armonía con la totalidad de la psique. Son modelos para un yo saludable y sano, un complejo del yo que no perturbe la composición total de la personalidad, sino que al contrario funcione normalmente como su órgano de expresión.
Comparado con otros animales de sangre caliente, el ser humano es único en el sentido de que ha desarrollado una forma de conciencia específicamente enfocada que no encontramos en otros seres, por lo menos no en este planeta. Los animales parecen encontrarse ceñidos, en un grado mucho más elevado a sus patrones de comportamiento, con frecuencia hasta el punto de la destrucción. Por ejemplo, los lemmings (pequeños roedores del ártico, parecidos a los ratones del campo y a las ardillas), como muchos otros animales, de tiempo en tiempo, tienen la tendencia a reunirse en grupos y emigrar.
Obviamente la naturaleza dotó a esos animales con esta urgencia instintiva para forzarlos a cambiar sus sitios de alimentación y no acabar con todo en un solo lugar. El instinto de migración es tan fuerte que se mueven en línea recta de tal modo que incluso llegan a meterse en una corriente de agua en donde pueden perecer. Son incapaces de detenerse y tomar otro camino. Por lo tanto, los animales no pueden desprenderse de sus patrones de comportamiento, aun cuando éstos puedan ser destructivos para ellos.
El ser humano, sin embargo, posee una capacidad mucho mayor para adaptarse y vivir en todo tipo de climas, a lo largo y a lo ancho del mundo, en condiciones que no tienen por qué ser semejantes a aquellas en las que nació. Pero para esto tiene que pagar un precio muy alto porque a través de esta adaptabilidad mucho mayor, y por su capacidad de contrariar sus propios instintos animales, es capaz de reprimirlos en tal grado que puede convertirse en un neurótico, y la totalidad de la personalidad dejar de funcionar. Éste es el pesado precio que paga el hombre por su mayor libertad. Por esta razón el yo humano también se ve confrontado con la tentación de desviarse de sus instintos a tal grado que surgen esas dificultades. Por lo tanto es tremendamente importante para la conciencia humana el tener un modelo en la mente, un patrón de cómo el yo puede funcionar de acuerdo con el resto de las condiciones instintivas. El héroe en los mitos y cuentos de hadas tiene esta función redentora de la correcta dirección del comportamiento en concordancia con la totalidad del ser humano. El hecho de que existan muchas posibilidades, únicamente nos muestra la dificultad de la tarea.
El primer motivo de redención que quisiera comentar es el del baño. Se trata de una técnica de redención muy difundida. En muchos cuentos de hadas éste es el motivo de la persona maldecida o embrujada, ya sea hombre o mujer, que, condenada a hacer el mal, puede redimirse tomando alguna especie de baño. Puede tratarse ni más ni menos sólo de un recipiente de agua dentro del cual el héroe tiene que sumergir a su compañero tres veces, logrando así como respuesta, la redención, o puede ser también leche de vaca u orina de caballo. La temperatura del baño puede no mencionarse o puede tratarse de un baño de vapor de muy alta temperatura o quizá la persona que se encuentra bajo maldición tiene que ser cocida en el agua. En ocasiones aparece el motivo de la estufa en lugar del tema del baño, pero eso lo veremos por separado
Un ejemplo del procedimiento del baño nos lo da un cuento de hadas noruego llamado El camarada, en el cual la princesa se encuentra en las garras de un demonio de montaña, un hombre muy viejo con una barba blanca. Es el amante secreto de la princesa y juntos traman la manera en que la princesa atraiga a los hombres capturándolos en su red y sometiéndolos a pruebas de acertijos. Si ignoran la respuesta son decapitados; el resultado es que la princesa mata a todos sus pretendientes independientemente del hecho de que disfrute haciéndolo o no. En otra variante, la princesa lleva puesta una piel de duende (de acuerdo con el diccionario de Oxford un duende es un «ser sobrenatural, un gigante, o [más tarde] un enano amistoso pero malévolo de la mitología escandinava»). En ambos casos nos encontramos con un héroe a quien ayuda un colaborador fantasma, que le va diciendo cómo comportarse. Este ser sobrenatural tiene alas y puede volar al sitio donde se maquinan las conspiraciones, de esta forma escucha mientras que el viejo demonio y la princesa deciden acerca de los acertijos y por lo tanto el héroe será capaz de contestar las preguntas que le hagan, y de esta manera despotencializa el mal en la princesa y ella accede a dormir con él y lo acepta como esposo, pero entonces el ser sobrenatural le dice que la batalla aún no se ha ganado y que la princesa tiene la intención de destruirlo en la noche de bodas; sin embargo, todavía puede salvarse si prepara un recipiente de agua y la sumerge en él tres veces.
En la versión alemana la inmersión se lleva a cabo colocando un recipiente con agua cerca de la cama de modo que, cuando la princesa salte en la noche con la intención de huir, caiga en el agua. En ese momento tiene que atrapar a la princesa, entonces verá que de ella sale un cuervo y tratará de escapar, luego una paloma a quien también tiene que sumergir en el agua; después de esto la princesa aparecerá en su verdadera forma y podrá casarse con el príncipe sin ningún riesgo. En la versión nórdica el peligro es terrible. El héroe se va a la cama y pretende dormir. La princesa trata de averiguar si efectivamente está dormido, toma un cuchillo para matarlo pero en ese momento él la atrapa y la golpea con unas varas de avellano hasta que éstas se rompen. Después de lo cual, primero la baña en leche agria y en seguida en leche dulce, a consecuencia de esto su piel de duende cae por tierra junto con sus intenciones de hacer el mal. En esta variante no sólo habría huido sino que también habría matado al héroe en su noche de bodas.
Este mismo motivo lo encontramos en el apócrifo Libro de Tobías. Otra variación de la misma historia dice que la princesa tiene cuchillos en todo su cuerpo y que al dormir con ella, el esposo muere. El motivo de las armas secretas en el cuerpo de la novia también lo encontramos en textos de alquimia en donde también es necesario el exorcismo a través del baño. Al considerar el simbolismo del baño también podemos compararlo con todos los diferentes ritos bautismales de nuestra propia religión y con los rituales precristianos. Por ejemplo, en los misterios eleusinos o los más comúnmente conocidos como los misterios de Ceres, los participantes, primeramente, tomaban un baño ritual en el mar. Estos baños purificadores tomados antes de iniciarse en los misterios profundas, son símbolos difundidos en todo el mundo. Los indios norteamericanos generalmente acuden a una pequeña casa de baños de vapor donde se sientan en un cuarto bajo tierra; se arroja agua sobre las piedras calientes y mientras el hombre recibe el vapor, se frota con salvia para limpiarse a sí mismo de los pecados que ha cometido y eliminar a la vez los espíritus malignos.
En antiguas interpretaciones el bautismo cristiano también se entendía como una purificación y separación del pecado y una manera de arrojar a los espíritus malignos. Aquí existe una conexión con la idea de renovación porque la persona bautizada ha sido renovada en Cristo y se ha despojado de antiguos pecados paganos. Como prueba de esto usaban un vestido blanco, símbolo de purificación y de la nueva personalidad. Lo mismo encontramos en la mayoría de los diferentes baños rituales junto con la idea de renovación por el agua.
En general, el agua simboliza al inconsciente, y sumergirse en el agua y salir de nuevo parece tener una cierta analogía con penetrar en el inconsciente. La pila bautismal que se usa en el cristianismo se compara, frecuentemente, con el útero de la madre Iglesia y tiene por consiguiente un aspecto maternal, el renacer en el eterno vientre que es el agua. Es la matriz de donde se sale y a la que se retorna en forma renovada. En tiempos antiguos únicamente las personas adultas se bautizaban y se sumergían completamente. Al bautismo infantil se llegó a través de la creencia de que únicamente el bautizado podía ir al cielo y ver a Dios, y naturalmente los padres cristianos no querían que sus hijos murieran como ateos. En los pergaminos del Mar Muerto también se menciona la renovación a través del bautismo.
En muchos sueños, el proceso analítico se asemeja a un baño y con frecuencia el análisis se compara con el acto de lavarse o bañarse. En alemán usamos una expresión que alude al «lavado de cabeza de alguien» que significa regañarlos, o hacerles ver los aspectos incorrectos o errados de sus ideas. La mayoría de la gente cuando empieza el análisis tiene la incómoda sensación de que algo por el estilo es necesario y de que sus culpas pueden quedar al descubierto. Por lo tanto, la idea del baño es un ejemplo muy obvio. La suciedad que cubre el cuerpo puede significar influencias psicológicas del entorno que han contaminado la personalidad original.
Es mucho más fácil y natural ser uno mismo si uno vive solo. Los introvertidos son muy sensibles y con frecuencia dicen que están bien mientras se encuentran solos porque cuando están con otras personas «recogen» toda clase de influencias perturbadoras y pierden su serenidad íntima. No todos los pacientes son ambiciosos pero si alguien hace un movimiento indicando un deseo vehemente de lograr algo, todos los demás aspiran a lograr lo mismo. Ése es el fenómeno de la psicología de masas en donde prevalecen las emociones primitivas. El contagio aniquila la razón y la gente menos educada contamina a los otros y todos son arrastrados hacia abajo. Si alguien tiene la misma potencialidad es excitado al instante. En el momento empezamos a formar parte del rebaño humano, nos deterioramos y nuestra sombra comienza a formarse. Podemos decir que nuestra propia oscuridad es activada desde fuera pero también podemos realmente «recoger» oscuridad que no es nuestra. La gente se puede dejar seducir por actitudes que no son suyas y cuando se dan tiempo para pensar se preguntan qué les sucedió. Eso es algo que debemos limpiar una y otra vez y por lo tanto generalmente interpretamos el baño como la necesidad de combatir los problemas de la sombra.
Existe la gran tentación de aplicar este significado a los cuentos de hadas y decir que la figura del ánima tiene que entrar en el proceso de renovación, pero si hacemos esto estamos olvidando nuestras propias hipótesis, a saber, que los personajes son arquetípicos y no humanos. Por lo que podemos señalar que el baño, el agua, es un regreso al inconsciente a efectos de purificar ciertos aspectos de la sombra que en realidad no pertenecen al sujeto. Si el ánima tiene que entrar en el proceso, no es lo mismo que si el ser humano es quien tiene que hacerlo. Es el complejo neurótico el que se enfrenta, no el ser humano; se le hace regresar al agua, esto es, sumergirse en el inconsciente donde los impulsos neuróticos destructivos son tratados a través del método de la amplificación. Uno tiene que observar los sueños para saber qué es lo que existe detrás. Cuando un sueño se amplifica se le coloca nuevamente en su contexto original. El fragmento del sueño se sumerge en el flujo amniótico para enriquecerlo y para que a través de este proceso de amplificación aparezca de nuevo bajo una forma diferente.
El baño tiene que ver también con esa ampliación; es decir, con la actitud psicológica que se ocupa de devolver al complejo aparecido recientemente su dimensión original, así como de buscar y analizar qué especie de fuerzas están actuando en dicho complejo. Con frecuencia, los síntomas neuróticos son el resultado de algo que se atasca entre lo inconsciente y lo consciente. Les daré un ejemplo; una joven tenía un complejo que la mantenía aprisionada en su apartamento. Tenía miedo a la infección. En cuanto se encontraba en la calle o en el tranvía su complejo le hacía pensar que cualquier obrero que encontrara a su paso le transmitiría la sífilis; a pesar de que sabía muy bien que esto era imposible, no podía actuar razonablemente, ni tampoco lograba deshacerse de esa idea.
Obviamente la joven esquivaba el trabajo puesto que el obrero representa la energía de trabajo. Al faltar al trabajo, su energía de trabajo se volvió negativa y perturbó sus funciones eróticas. La enfermedad apareció causada por su complejo de padre. Una y otra vez empezaba con diferentes trabajos, pero después de un tiempo los abandonaba y su padre, un hombre rico, siempre se doblegaba ante sus decisiones. El obrero en ropa de trabajo podía contaminarla: la energía no utilizada infectaba su personalidad de manera destructiva atacando especialmente a la mujer, donde ella era más vulnerable, eso es: en su feminidad. La energía de la libido no utilizada contaminó y destruyó el deseo y el amor. El inconsciente le transmitió, claramente, un mensaje pero no había llegado a entenderlo. El doctor Jung tardó sólo media hora en diagnosticar y la paciente se curó en esa media hora. La joven poseía una fuerte integridad ética, comprendió el diagnóstico y comenzó a trabajar. Jung le dijo que si no lo hacía terminaría en un manicomio.
En este ejemplo vemos cómo la joven parecía estar aprisionada por algo completamente destructivo y cómo el inconsciente, a través del simbolismo del síntoma, le había mostrado la cura. En algunas ocasiones ciertos mensajes de alivio se vuelven destructivos si no son comprendidos y utilizados correctamente. Permanecen en la barrera de la conciencia. Un mensaje simbólico del inconsciente puede compararse con un ser hechizado: un contenido se quedó atrapado en un nivel intermedio debido a condiciones particulares en el inconsciente que no le permitieron resurgir; si se le hace regresar al fondo, y se le permite que vuelva a surgir en toda la grandeza de su significado original, el efecto destructivo desaparece.
Examinemos el tema de la princesa golpeada con varas de avellano. El árbol de avellano y sus ramas, en especial en las mitologías celta y germana, se relaciona estrechamente con el conocimiento de la verdad —el sabio salmón que comió las avellanas que crecían en la orilla del agua es capaz de aconsejar a los héroes—. La vara de avellano se relaciona con la verdad impersonal y la objetividad. En la antigua Thing germana (consejo de los hombres libres de la tribu) cuando uno de sus miembros tenía que ser juzgado, antes de que el juicio comenzara, tomaban una vara de avellano desprovista de hojas, símbolo mediante el cual se expresaba que aún sin considerarse genuinamente subjetivos, al mismo tiempo exteriorizaban su intención de ser lo más objetivos y honestos posibles en el juicio. Esto recuerda el cetro real que también representaba un principio impersonal de autoridad y no un complejo de poder personal.
Por lo tanto si el héroe golpea a la princesa con la vara de avellano le está dando una verdad desagradable de manera objetiva, del mismo modo que la interpretación de un sueño nos acerca a una verdad objetiva que tiene un efecto exorcizante. El significado de un sueño puede ser doloroso y cortar como un látigo, puede decirnos por ejemplo que una persona detestada es semejante a uno mismo, pero la crítica impersonal y objetiva se ha purificado de su aspecto destructivo. El hecho de que la vara de avellano crezca silvestre, también es muy significativo. Dios permite que algunas personas sean personas débiles y uno no debe ser tan arrogante como para pretender saber exactamente cómo debe actuar la gente; otras pueden permitirse las cosas más sorprendentes, sin recibir por ello castigo. En ciertas civilizaciones la pereza es muy normal sin que por ello estas personas sean neuróticas. Pero si aparece como síntoma, entonces ya es otro asunto, puesto que en ese caso, ha crecido en el alma del paciente.
La completa represión de un complejo puede compararse con encerrarlo dentro de un cajón; mientras que la muerte de un complejo puede ilustrarse a través de la transferencia de la libido (energía psíquica), como por ejemplo en el caso que comentaremos a continuación. Una joven campesina practicaba magia negra y con frecuencia soñaba con su abuelo, que ella nunca vio y quien durante su vida había llevado a cabo sesiones de espiritismo. En un sueño, el abuelo apareció como un ser hermafrodita, mitad hombre, mitad mujer. En el lenguaje inconsciente, hermafrodita simboliza «esto y también aquello». Ilustra la naturaleza de «cuña» del complejo. En este caso, había dos aspectos involucrados: por un lado una mente insatisfecha mal y poco desarrollada, y por otro una naturaleza femenina muy apasionada y reprimida. La mezcla de las dos había dado por resultado un monstruo hermafrodita. La joven tenía que resolver esa equivalencia en el análisis. Tuvo un sueño en el cual debía bajar al dormitorio de su madre que se encontraba en una cavidad subterránea muy profunda, donde una mujer extraordinaria daba a luz a un niño, un nacimiento milagroso llevado a cabo por un ángel. Al mismo tiempo oyó insistentes lamentos y vio al abuelo que estaba en una cama, muriéndose. De esa manera, apenas nació en su alma la personalidad femenina, el monstruo perdió su energía, desapareciendo a la vez el poder de la magia negra del abuelo y con esto su interés por ella se desvaneció. Comprendió que había sido un intento impotente por obtener lo que quería. La libido, hasta entonces canalizada hacia la magia negra, pasó a la psique poniéndose al servicio del proceso de individuación.
Por lo general, los baños no se toman en el mar sino en una bañera, lo cual nos proporciona una distinción muy definida puesto que la bañera es un recipiente de tamaño definido, fabricado por el hombre y dentro del cual puede introducirse el ser humano. Representa de una manera muy específica, el inconsciente, por lo cual tenemos que entrar en el simbolismo del recipiente, que es inmenso. El recipiente es el vientre de la madre Iglesia, el útero, y por lo tanto posee una cualidad concreta materna y femenina. Mitológicamente, con frecuencia se encuentra contaminada con su contenido. Para el alquimista, el recipiente y el agua son la misma cosa. El agua es el recipiente en el cual se produce la piedra filosofal, porque en alquimia el contenedor y el contenido son creados enteramente juntos. Puesto que el recipiente está hecho por el hombre para retener el agua, éste está relacionado con la función de la conciencia; ser capaz de utilizar este instrumento es una prerrogativa de la conciencia humana y marca sus actividades como un símbolo. El recipiente representaría un concepto o una manera de concebir una cosa.
La Iglesia es este recipiente por tener la capacidad de proveer las condiciones para mantener unidos, a través de un sistema dogmático, los valores religiosos cristianos y las ideas. Psicológicamente, el recipiente se relaciona con votos, ideas, sentimientos básicos y conceptos que tratamos de mantener unidos impidiendo que se escapen por la vida, pues es el recipiente que conserva junto todo esto para evitar que se pierda. Por lo tanto constituye un medio de volverse consciente.
En muchos idiomas la concepción y la comprehensión expresan la función del recipiente —un medio de atrapar y captar de alguna manera, la idea o cosa, moldeándola de tal forma que pueda controlarse—. La técnica del alquimista no era la de tener aquí un sistema y allá un fenómeno de la psique, sino tener un concepto psicológico de la psique derivado de sí mismo. Esto se olvida fácilmente. Hemos aprendido el sistema junguiano con conceptos como animus y ánima, pero en eso existe un peligro. En realidad, Jung llegó a estos conceptos a través de su propia experiencia con el inconsciente por lo que aquí, pues, el recipiente y el contenido son uno mismo. Tratamos de entender la psique a través de la psique y a esto se le llama «pensamiento simbólico». No concebimos una neurosis compulsiva compuesta de tal y cual fenómeno y tratada terapéuticamente de tal y cual forma.
La idea es que debemos observar cómo la psique se conecta con el problema, y es ésa la identidad secreta del contenido y del contenedor. Los alquimistas pensaron que la materia podía enseñarles cómo tratar la materia. No obstante, contamos con varios recursos en cuanto a métodos: interpretación de sueños y ciertos puntos de vista sobre la naturaleza de la psique; estas actitudes generales pueden compararse con el símbolo del recipiente. A diferencia de los freudianos no alentamos al paciente a perderse en un interminable río de asociaciones, sino que nos limitamos al símbolo y al motivo para impedir que éste no se disuelva en el mar del inconsciente. Trazamos una frontera elástica entre lo que pertenece y lo que no.
Saber qué cosa pertenece a un problema es una cuestión de habilidad que se adquiere con la práctica. Si existe un complejo semiinconsciente, como por ejemplo en el caso de la joven con el complejo de sífilis, lo empujamos de regreso al agua de la bañera sin dejar que se desparrame por todos lados; las reminiscencias infantiles por ejemplo, no tendrán sitio aquí. Nos mantenemos dentro de determinado campo e intentamos el método siguiendo la emoción del paciente. De esta manera encontramos suficiente material desconocido a través del cual puede manifestarse el complejo; de lo contrario nos perderíamos en la infinidad del inconsciente. Lo que sigue después es el cocimiento o baño de agua caliente, el baño frío, el baño caliente y el baño de fuego. El simbolismo de la temperatura naturalmente se refiere a la intensidad emocional: lo que surge de una emoción es calor. El enfriamiento se asocia con el apaciguamiento, es menos emotivo o puede tratarse de una manta mojada aquietando el entusiasmo.
También el agua representa un tipo de emoción y las olas del mar son el movimiento del agua. Generalmente esto no se menciona. El enfriamiento se relaciona muchas veces con la razón. Es posible tratar de convencer al analizando de que en esta situación particular no se debe decidir nada sino que debe entenderse qué es lo que está sucediendo. La peor pasión surge cuando la gente se enfrenta con un factor desconocido. El pánico es destructivo. Es una alteración sin sentido, semejante a la que experimenta un animal en estado de pánico. En las psicosis con frecuencia encontramos explosiones de pánico como la que puede producir una conflagración del Universo o la situación de un hombre casado, enamorado de otra mujer y por ese motivo lleno de pánico por no saber qué hacer. La excitación repentina de no ser capaz de enfrentarse a la situación constituye un serio conflicto de la personalidad sumamente peligroso. En esta situación, la comprehensión es el instrumento calmante. Se trata de orientar a la persona hacia un concepto más amplio y mostrarle que el conflicto es provocado por nuestra alma y no por nosotros mismos. Si se puede lograr que la persona se dé cuenta de lo que sucede aun cuando no entienda y se llegue a la decisión de no actuar por el momento, el peligro del pánico disminuye y hasta desaparece, siendo reemplazado por una actitud de espera.
Entonces puede esperarse una solución humana razonable en lugar del destructivo pánico. El hombre se vuelve muy peligroso cuando el fuego de la pasión se apodera de él. El agua en el baño tiene mucha relación con la proximidad de la comprehensión. En su ensayo «La psicología de la transferencia»,* Jung nos proporciona varios comentarios interesantes sobre el agua y el baño en donde la comprehensión del símbolo del agua está expuesto en una gran cantidad de materiales y se compara con el agua de la sabiduría de los alquimistas. También se menciona la necesidad de comprehensión intelectual y una relación de sentimientos hacia los contenidos del inconsciente. Tuve ocasión de seguir el caso de una mujer que se encontraba atrapada en un pánico de muerte.
Deseaba compulsivamente el suicidio y el psiquiatra con quien yo trabajaba quería internarla. Pregunté a la mujer por sus sueños y me contó que había tenido una visión en la cual vio un huevo y oyó una voz que decía: «la madre y la hija». Estudiamos este material aclarándole que el huevo significaba el germen de una nueva posibilidad, etcétera. Se encontraba tan fuera de sí misma que no entendió una sola palabra de la explicación, y después me dijo que no había sido capaz de concentración para escuchar, a pesar de lo cual, después de haberle hablado durante un largo rato se calmó y dijo que se iría a su casa. Por ese motivo sugerí que no fuera internada. Más tarde me explicó que aunque no había entendido lo que yo le había dicho, pensó sin embargo que la doctora von Franz había considerado el sueño como positivo.
El hecho de que alguien entienda es suficiente, a pesar de que uno mismo no comprenda —entonces la temperatura baja, surge una cierta calma, y quizás el paciente también pueda entender—. Con frecuencia contenidos arquetípicos se encuentran muy lejos de la conciencia y si no se acerca al paciente a la comprensión de ellos en estos términos, no puede transmitirse el significado, pero el hecho de sentir que alguien entiende tiene por sí mismo un efecto calmante.