Convergencias entre Física y Psicologia en la Construcción de un Nuevo Paradigma
ML Paula Durán H. y María Paz Soublette
1. Introducción
El presente y el pasado
tal vez se hallan presenes en el futuro
y el futuro, contenido en el pasado
(Eliot, Cuatro Cuartetos)
tal vez se hallan presenes en el futuro
y el futuro, contenido en el pasado
(Eliot, Cuatro Cuartetos)
En los últimos treinta años se han hecho importantes descubrimientos en la física moderna -y otras disciplinas científicas afines- que plantean una nueva visión del universo y de la naturaleza del hombre. Los avances científicos están demostrando que la supuesta linealidad de los sucesos del mundo físico no son tal y que los conceptos de los que se ha valido la conciencia para aprehender la realidad –tiempo, espacio, materia- fueron definidos en términos de teorías que han quedado obsoletas y que han dejado de explicar los nuevos hallazgos del conocimiento.
La tradicional polaridad de los conceptos espíritu – materia está siendo definitivamente disuelta y ambos estados del ser están reposicionándose como extremos de un mismo fenómeno o expresiones de un sustrato primordial a-priori que los sostiene y desde el cual despliegan su existencia y sentido. Esta visión, que sugiere un fundamento ontológico anterior, la tuvo Jung en uno de sus conceptos finales, el de Unus Mundus que, tal como se está comprendiendo hoy en día, nos lleva a pensar que la energía física y la energía psíquica pudieran ser entendidas como dos aspectos de lo mismo.
Esta nueva comprensión de la realidad trae consigo la promesa de reconciliación de contrarios, con consecuencias extraordinariamente positivas para el desarrollo evolutivo del hombre como ser humano conciente: el reencuentro de opuestos es parte de las acciones que deben ser emprendidas para dejar definitivamente en el pasado el dominio del arquetipo patriarcal y facilitar a la humanidad el tránsito hacia la alteridad. Nada puede ser más indicativo que despejar esa dicotomía en el ámbito científico que es, justamente, del que da cuenta la era racional.
Hemos analizado algunas de las convergencias entre Física y Psicología para la construcción de un nuevo paradigma, basadas en la proposición hecha por Von Franz, quien plantea tres aspectos fundamentales en relación a los paralelismos de los modelos de pensamiento: El primero de ellos es “el concepto de complementariedad, tal como lo aplica la física cuántica a la relación partícula-onda y la psicología profunda a la existente entre los contenidos de la conciencia y los del inconsciente”; una segunda correlación se refiere a la necesidad de crear “un modelo de pensamiento que intenta comprender todos los procesos como energéticos, así como el descubrimiento de una cierta relatividad de tiempo y espacio, tanto en el ámbito de las partículas elementales, como en los estratos más profundos del inconsciente”; una tercera concurrencia es que en ninguno de ambos sectores pueden ser excluidas las condiciones del observador. (Von Franz, 1982, 212)
Una vez hecha la exposición se da término al Informe con algunas conclusiones.
Para poder pronunciarnos al respecto, debimos incluir un breve estado de la Física.
En los últimos años la física ha ido modificando su objeto de estudio, desde el cosmos, hacia el macrocosmos y el microcosmos: en lo muy pequeño se ha centrado en lo subatómico y en lo muy grande, en la astrofísica. Los descubrimientos hechos en lo microcósmico, indican que los átomos –elementos fundamentales, en la física newtoniana- están compuestos por partículas de menor tamaño -protones, neutrones y electrones- y estas partículas demostraron comportarse, unas veces como corpúsculos y otras, como ondas; es lo que se ha llamado, paradoja onda-partícula (Grof, 2002, 20). Las partículas subatómicas son patrones dinámicos que tienen un aspecto espacial y un aspecto temporal. Su aspecto espacial las hace aparecer como objetos con una cierta masa; su aspecto temporal, como procesos que contienen la energía equivalente (Capra, 2000). Estos patrones dinámicos son los que forman las estructuras nucleares, atómicas y moleculares, que constituyen la materia y le dan su aspecto sólido macroscópico, aspecto estable que induce a creer que está formada por sustancia material. En lo macro, esta idea es útil; en lo micro, no tiene sentido, porque lo que se observa a nivel atómico no es materia sino modelos dinámicos cambiantes, danza de energía (Capra, 2000).
Con la nueva teoría, la partícula -como patrón de probabilidades dentro de una infinita telaraña cósmica- (Capra, 2000, 263), lo que se entendía por “materia” –en lo subatómico- hoy es una “tendencia a existir”, que los nuevos físicos llaman “vacío dinámico”, porque el microuniverso no se compone por elementos sólidos y discretos sino por una red de relaciones. En términos físicos, hoy en día no podría decirse que el objeto ocupa un espacio ni que, entre objeto y objeto, existe un espacio; más bien, el universo es un campo continuo de densidad variable (Capra, 2000, 263).
La teoría actual dice que la materia es intercambiable con la energía, y la conciencia –que no se limita a las actividades desarrolladas en el interior del cráneo- forma parte del mismo tejido del universo. El universo de la física moderna es más parecido a un gran pensamiento, un sistema complejo de fenómenos vibratorios (Grof, 2002, 21).
2.a) Paralelismos en los modelos de pensamiento de la Física y la Psicología
2.a.i) El concepto de complementariedad.
Bohr –físico cuántico- descubrió que “las ondas y las partículas son dos descripciones complementarias de la misma realidad, siendo cada una de ellas sólo parcialmente correcta y teniendo una gama limitada de aplicación. La descripción completa de la realidad atómica requiere de las dos representaciones” (Capra, 2000, 207). Ej.: La luz: unas veces se comporta como onda y otras, como partícula.
Las polaridades surgen de la ley del todo, no se oponen una a la otra sino que ofrecen un relato complementario del desplegamiento de los fenómenos (Peat, 1987). También la causalidad y la sincronía serían percepciones dobles de la misma realidad fundamental, como igualmente lo serían lo conciente e inconsciente (Peat, 1987). En el primer caso, la causalidad daría cuenta de relaciones horizontales y funcionales –en las que las categorías de tiempo y espacio juegan un papel indispensable-; la sincronía, por el contrario, de relaciones analógicas, verticales y trascendentales –donde lo que ahora importa es la capacidad de materialización del arquetipo-. En el segundo caso, la conciencia e inconsciencia, como formas de expresión de la psique, en la que la primera ordena el caos que al parecer tendría la segunda; albergando, probablemente en ese mismo orden y caos, las funciones de sensación, intuición, pensamiento y sentimiento- que, necesariamente deberán ser integradas al completar el proceso de individuación.
Así, el concepto de complementariedad en las ciencias abre la posibilidad de conservar una experiencia objetiva de la naturaleza y un sentido del significado e interconexión de las cosas sin necesidad de rechazar el planteamiento científico, como también, combinar lo subjetivo y lo objetivo y construir un puente entre la mente y la materia (Peat, 1987).
2.a.ii) Todos los procesos son energéticos….
La teoría del campo cuántico nos ha conducido a lo que se pensaba antes de Einstein: Que el espacio está lleno y es un inmenso campo de energía, siendo la materia una pequeña ola sobre ese mar. Esto implicaría que el universo entero es una minúscula onda sobre un fondo de vacuidad –que también es plenitud-. De forma que, por lejos que vayamos -en términos de nuestros conocimientos-, siempre estaremos en la superficie sin poder comprender la totalidad de todo lo que pueda existir. Ej.: teoría del holograma de Bohm; dentro de cada elemento de materia y espacio-tiempo estaría plegado el universo entero (Peat, 1987, 82).
Al respecto, los planteamientos Jungueanos nos muestran que la energía psíquica es una forma más de una energía de la naturaleza que permanentemente avanza en una evolución coordinada con el todo de la existencia, anulando el modelo heredado de Freud de la energía psíquica como explicable a partir de un modelo mecanicista. Es decir, la energía psíquica, disponible a la conciencia en cada ser humano, no es más que una pequeña “gota de aquella ola sobre el mar” de la que habla la física. Von Franz señala que ambas energías podrían ser “dos aspectos de lo mismo, apareciendo el mundo de la materia como una imagen especular del mundo del espíritu o de la psique, y viceversa” (Von Franz, 1982, 212).
Nuevamente se nos presenta la idea de la relatividad del espacio y el tiempo, en tanto que la física moderna ha confirmado que los conceptos que utilizamos para describir la naturaleza son creaciones de la mente y que no corresponden a la realidad (Capra, 2000), porque resultan del movimiento –una energía-, es decir, son relativos. Ej.: la vida de una partícula depende de su velocidad -a mayor velocidad, mayor tiempo de vida-.
Desde el punto de vista de la psique, el tiempo interno también es relativo y profundamente distinto al que se ve en el reloj. Una parte de la mente puede estar envuelta en una especie de conciencia intemporal mientras otros aspectos siguen un hilo de pensamiento lineal. Nuestro mundo interior no cumple con los criterios en los que se basa la causalidad -cadena lineal y horizontal de hechos en los que unos son efectos de otros; verdad estadística; concepto que surge de una mezcla de costumbres, creencias y sentido común-, sus espacios son diferentes-: los sucesos no son claramente distinguibles ni independientes; no hay un flujo claro de influencia de un suceso al siguiente; el espacio no parece ser necesario al no haber un antes y un después; el tiempo no es lineal y sin ambiguedad (Peat, 1987, 50). Al investigar la causalidad hasta sus últimos límites, se ha descubierto que todo causa todo lo demás y que cada suceso surge de una red infinita de relaciones causales. (Peat, 1987, 59)
El poder profético de las ecuaciones matemáticas han dominado la ciencia durante generaciones, de forma que hoy es difícil ver dónde hay lugar en el universo para la libertad, la novedad y la creatividad. (Peat, 1987) La causalidad no parece ser apropiada para explicar hechos como “el orden implicado de Bohm” o “los campos formativos de Shedrake”. Los sucesos de la mente requieren ser descritos de una forma más general que lo que ofrece la causalidad, como transformaciones y desplegamientos. (Peat, 1987, 54)
Los sucesos sincronísticos son a-causales y ejemplo de estos fenómenos ajenos a las categorías de tiempo y espacio, en los cuales ambos quedan relativizados, pudiendo incluso invertirse su orden lógico. La sincronicidad exige la presencia y combinación de varios sucesos: a) la vinculación a-causal de un acontecimiento interior y exterior; b) la simultaneidad relativa en que ambos hechos se dan; c) el sentido significativo que dicha simultaneidad tiene para el individuo, quien vive internamente el suceso de la misma forma como se le presenta en el exterior (Von Franz, 1982). En la sincronicidad presenciamos una materialización del arquetipo, por lo que podría pensarse que el psiquismo y el mundo material podrían no ser entidades separadas sino estar íntimamente ligadas.
En definitiva, algunos elementos de la física subatómica y psicología profunda sólo pueden definirse en función de sus conexiones; conexiones de naturaleza estadística, son probabilidades y no certezas.
2.a.iii) No puede excluirse las condiciones subjetivas del observador del modelo explicativo del fenómeno objetivo.
La ciencia busca dar respuesta a las preguntas fundamentales del hombre, básicamente acerca de su identidad y sentido. La Astrofísica se pregunta por la naturaleza del universo, nuestra posición en él, su propósito. La Física Cuántica, de qué está hecho el universo, cómo se creó su materia y comenzó la vida, los átomos, el movimiento. La Psicología, intenta desentrañar el sentido del individuo, su posición como ser individual y social que desarrolla y comparte un proceso vital. En ambos casos, las respuestas científicas, serán teóricas, abstractas, objetivas y, en consecuencia, distanciadas de la experiencia inmediata. (Peat, 1987)
La realidad experimentada por el individuo –a través de la música, la literatura, el arte, la mística- parece estar escindida de la realidad explicada, demostrada y validada por la ciencia –a través de los experimentos, laboratorios, investigaciones-. Por una parte, está la vida impactando a los sentidos y la conciencia; y por otra, esa misma conciencia, siendo explicada como un conjunto de reacciones electroquímicas complejas; o esa misma vida, comprobándose como producto del azar de procesos moleculares (Peat, 1987). Pareciera erigirse un vacío entre el sujeto y el objeto, en el cual el rol del hombre en el universo es poco evidente. La ciencia explica lo que la experiencia no contacta y la experiencia vive lo que a la ciencia pareciera no interesarle. (Peat, 1987).
El universo se afecta al ser observado, de la misma forma que los individuos. La situación experimental influye en las conductas presentadas por los seres que se estudian. Wheeler resumió diciendo que la experiencia científica no se constituye por observador y observado, sino por participantes en un universo de participación (Peat, 1987).
En el análisis de las convergencias entre Física moderna y Psicología profunda, comienzan a desbaratarse muchas de las concepciones o comprensiones de la realidad que tenemos los seres humanos respecto del universo en el que nos situamos, nos pone en un escenario en que es evidente que tales convicciones tenían que ver con construcciones necesarias de la conciencia para desenvolver su vida en el universo y, por lo tanto, se hace evidente que no pueden excluirse las condiciones subjetivas del observador de las explicaciones que se da de la existencia, del universo y de lo que comúnmente llamamos “realidad”.
Cuando se avanza un poco más en estas reflexiones, puede percibirse que el encuentro entre dos ciencias, en principio tan disímiles, plantean la posibilidad de que TODO sea UNO y materia sea idéntica al espíritu, salvo por su “densidad”. El Unus Mundus, intuido ya por Jung, podría estar siendo una realidad ad portas para la ciencia.
Por otra parte, si los fundamentos en los que está basada la Psicología -como ciencia de la Psique- y la Física -como ciencia del universo- son uno y el mismo, ambas disciplinas podrían ser también polos de una misma instancia; dos manifestación de la misma realidad. El misterio de la conjunctio –la integración de los opuestos- podría comenzar a ser realidad y significar la unión del Eros y Logos, de la Ciencia y la Religión.
El arquetipo –habitante del inconsciente colectivo- podría materializarse para siempre y constelarse fuera de la psique, para darnos cuenta en un eterno presente de esa ordenación a priori de la naturaleza e invitarnos a participar en forma activa del orden universal, que Jung llamó “saber absoluto” -un factor formal de sentido- (Von Franz, 1982).
La promesa… de un mismo mundo, que el Físico observa como “material”, porque lo mira desde el exterior y que el Psicólogo observa como “psíquico”, porque lo mira por introspección; pero que, en sí mismo, no sería lo uno ni lo otro, sino enteramente trascendente…. el misterio del ser y de la vida… DIOS ¡!
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Tema corresponde a Psiconeurociencia: Causalidad y Sincronidad
Referencias Bibliográficas
1. CAPRA, F. (2000) El Tao de la Física. Málaga: Sirio
2. CAPRA, F., BOHM, D, DAVIES, P, LOVELOCK, J., SHELDRAKE, R., otros. (2000) El Espíritu de la Ciencia. Barcelona: Kairós.
3. CAZENAVE, M. (1983). Sincronicidad física y biológica, en H.Revés, Cazenave, et al. La Sincronicidad. ¿Existe un orden a-causal?, Barcelona: Gedisa, 29-62
4. GROF, S. (1999) El Juego Cósmico: Exploraciones en las fronteras de la conciencia humana. Barcelona: Kairós.
5. GROF, S. (2002) La Mente Holotrópica: Los Niveles de la conciencia humana. Barcelona: Kairós.
6. GROF, S., HARMAN, W., FONTANA, D., BARING, A., FENWICK, P., Otros (2003) Más Allá del Cerebro: La expansión de la conciencia. Barcelona: Kairós.
7. HEISENBERG, SCHÖDINGER, EINSTEIN, JEANS, PLANCK, PAULI, EDDINGTON. (2006) Cuestiones Cuánticas. Barcelona: Kairós.
8. JUNG, CG (1952) Sincronicidad como principio de conexiones acausales, en OC, 8:18, Madrid: Editorial Trotta 415-507 (2004) Cap. A, B, C y D
9. JUNG, CG (1951) Sobre Sincronicidad, en OC, 8:19, Madrid: Editorial Trotta 509-520 (2004)
10. PEAT, DF (1987). El Físico y el Psicólogo, en Sincronicidad, Barcelona: Kairós, Cap1: 9-45
11. PEAT, DF (1987). El Universo Mecánico, en Sincronicidad, Barcelona: Kairós, Cap2: 46-72
12. PEAT, DF (1987). El Universo Vivo, en Sincronicidad, Barcelona: Kairós, Cap3: 73-101
13. PEAT, DF (1987). Patrones de la mente y de la materia, en Sincronicidad, Barcelona: Kairós, Cap4: 102-132
14. PRIBRAM, K. (1993). Funcionamiento del cerebro, en H.Revés, Cazenave, et al. En La Sincronicidad. ¿Existe un orden a-causal?, Barcelona: Gedisa, 101-107
15. VON FRANZ, ML., (1993) Algunas reflexiones sobre sincronicidad, en H.Revés, Cazenave, et al. En La Sincronicidad. ¿Existe un orden a-causal?, Barcelona: Gedisa, 145-162
16. VON FRANZ, ML., (1982) Apertura al Unus Mundus, en CG Jung, Su mito en nuestro tiempo. México: FCE. Cap. XII: 211-225
La tradicional polaridad de los conceptos espíritu – materia está siendo definitivamente disuelta y ambos estados del ser están reposicionándose como extremos de un mismo fenómeno o expresiones de un sustrato primordial a-priori que los sostiene y desde el cual despliegan su existencia y sentido. Esta visión, que sugiere un fundamento ontológico anterior, la tuvo Jung en uno de sus conceptos finales, el de Unus Mundus que, tal como se está comprendiendo hoy en día, nos lleva a pensar que la energía física y la energía psíquica pudieran ser entendidas como dos aspectos de lo mismo.
Esta nueva comprensión de la realidad trae consigo la promesa de reconciliación de contrarios, con consecuencias extraordinariamente positivas para el desarrollo evolutivo del hombre como ser humano conciente: el reencuentro de opuestos es parte de las acciones que deben ser emprendidas para dejar definitivamente en el pasado el dominio del arquetipo patriarcal y facilitar a la humanidad el tránsito hacia la alteridad. Nada puede ser más indicativo que despejar esa dicotomía en el ámbito científico que es, justamente, del que da cuenta la era racional.
Hemos analizado algunas de las convergencias entre Física y Psicología para la construcción de un nuevo paradigma, basadas en la proposición hecha por Von Franz, quien plantea tres aspectos fundamentales en relación a los paralelismos de los modelos de pensamiento: El primero de ellos es “el concepto de complementariedad, tal como lo aplica la física cuántica a la relación partícula-onda y la psicología profunda a la existente entre los contenidos de la conciencia y los del inconsciente”; una segunda correlación se refiere a la necesidad de crear “un modelo de pensamiento que intenta comprender todos los procesos como energéticos, así como el descubrimiento de una cierta relatividad de tiempo y espacio, tanto en el ámbito de las partículas elementales, como en los estratos más profundos del inconsciente”; una tercera concurrencia es que en ninguno de ambos sectores pueden ser excluidas las condiciones del observador. (Von Franz, 1982, 212)
Una vez hecha la exposición se da término al Informe con algunas conclusiones.
Desarrollo
Von Franz dice que “el mundo atómico microfísico muestra rasgos cuya semejanza con la esencia de la realidad psíquica llama la atención…” y que “… quizá resulte posible algún día reconstruir los procesos psíquicos en otro medio aparte de ellos mismos: en el mundo de las partículas elementales” (Von Franz, 1982, 212).Para poder pronunciarnos al respecto, debimos incluir un breve estado de la Física.
En los últimos años la física ha ido modificando su objeto de estudio, desde el cosmos, hacia el macrocosmos y el microcosmos: en lo muy pequeño se ha centrado en lo subatómico y en lo muy grande, en la astrofísica. Los descubrimientos hechos en lo microcósmico, indican que los átomos –elementos fundamentales, en la física newtoniana- están compuestos por partículas de menor tamaño -protones, neutrones y electrones- y estas partículas demostraron comportarse, unas veces como corpúsculos y otras, como ondas; es lo que se ha llamado, paradoja onda-partícula (Grof, 2002, 20). Las partículas subatómicas son patrones dinámicos que tienen un aspecto espacial y un aspecto temporal. Su aspecto espacial las hace aparecer como objetos con una cierta masa; su aspecto temporal, como procesos que contienen la energía equivalente (Capra, 2000). Estos patrones dinámicos son los que forman las estructuras nucleares, atómicas y moleculares, que constituyen la materia y le dan su aspecto sólido macroscópico, aspecto estable que induce a creer que está formada por sustancia material. En lo macro, esta idea es útil; en lo micro, no tiene sentido, porque lo que se observa a nivel atómico no es materia sino modelos dinámicos cambiantes, danza de energía (Capra, 2000).
Con la nueva teoría, la partícula -como patrón de probabilidades dentro de una infinita telaraña cósmica- (Capra, 2000, 263), lo que se entendía por “materia” –en lo subatómico- hoy es una “tendencia a existir”, que los nuevos físicos llaman “vacío dinámico”, porque el microuniverso no se compone por elementos sólidos y discretos sino por una red de relaciones. En términos físicos, hoy en día no podría decirse que el objeto ocupa un espacio ni que, entre objeto y objeto, existe un espacio; más bien, el universo es un campo continuo de densidad variable (Capra, 2000, 263).
La teoría actual dice que la materia es intercambiable con la energía, y la conciencia –que no se limita a las actividades desarrolladas en el interior del cráneo- forma parte del mismo tejido del universo. El universo de la física moderna es más parecido a un gran pensamiento, un sistema complejo de fenómenos vibratorios (Grof, 2002, 21).
2.a) Paralelismos en los modelos de pensamiento de la Física y la Psicología
2.a.i) El concepto de complementariedad.
Bohr –físico cuántico- descubrió que “las ondas y las partículas son dos descripciones complementarias de la misma realidad, siendo cada una de ellas sólo parcialmente correcta y teniendo una gama limitada de aplicación. La descripción completa de la realidad atómica requiere de las dos representaciones” (Capra, 2000, 207). Ej.: La luz: unas veces se comporta como onda y otras, como partícula.
Las polaridades surgen de la ley del todo, no se oponen una a la otra sino que ofrecen un relato complementario del desplegamiento de los fenómenos (Peat, 1987). También la causalidad y la sincronía serían percepciones dobles de la misma realidad fundamental, como igualmente lo serían lo conciente e inconsciente (Peat, 1987). En el primer caso, la causalidad daría cuenta de relaciones horizontales y funcionales –en las que las categorías de tiempo y espacio juegan un papel indispensable-; la sincronía, por el contrario, de relaciones analógicas, verticales y trascendentales –donde lo que ahora importa es la capacidad de materialización del arquetipo-. En el segundo caso, la conciencia e inconsciencia, como formas de expresión de la psique, en la que la primera ordena el caos que al parecer tendría la segunda; albergando, probablemente en ese mismo orden y caos, las funciones de sensación, intuición, pensamiento y sentimiento- que, necesariamente deberán ser integradas al completar el proceso de individuación.
Así, el concepto de complementariedad en las ciencias abre la posibilidad de conservar una experiencia objetiva de la naturaleza y un sentido del significado e interconexión de las cosas sin necesidad de rechazar el planteamiento científico, como también, combinar lo subjetivo y lo objetivo y construir un puente entre la mente y la materia (Peat, 1987).
2.a.ii) Todos los procesos son energéticos….
La teoría del campo cuántico nos ha conducido a lo que se pensaba antes de Einstein: Que el espacio está lleno y es un inmenso campo de energía, siendo la materia una pequeña ola sobre ese mar. Esto implicaría que el universo entero es una minúscula onda sobre un fondo de vacuidad –que también es plenitud-. De forma que, por lejos que vayamos -en términos de nuestros conocimientos-, siempre estaremos en la superficie sin poder comprender la totalidad de todo lo que pueda existir. Ej.: teoría del holograma de Bohm; dentro de cada elemento de materia y espacio-tiempo estaría plegado el universo entero (Peat, 1987, 82).
Al respecto, los planteamientos Jungueanos nos muestran que la energía psíquica es una forma más de una energía de la naturaleza que permanentemente avanza en una evolución coordinada con el todo de la existencia, anulando el modelo heredado de Freud de la energía psíquica como explicable a partir de un modelo mecanicista. Es decir, la energía psíquica, disponible a la conciencia en cada ser humano, no es más que una pequeña “gota de aquella ola sobre el mar” de la que habla la física. Von Franz señala que ambas energías podrían ser “dos aspectos de lo mismo, apareciendo el mundo de la materia como una imagen especular del mundo del espíritu o de la psique, y viceversa” (Von Franz, 1982, 212).
y…. el tiempo y el espacio son relativos
Nuevamente se nos presenta la idea de la relatividad del espacio y el tiempo, en tanto que la física moderna ha confirmado que los conceptos que utilizamos para describir la naturaleza son creaciones de la mente y que no corresponden a la realidad (Capra, 2000), porque resultan del movimiento –una energía-, es decir, son relativos. Ej.: la vida de una partícula depende de su velocidad -a mayor velocidad, mayor tiempo de vida-.
Desde el punto de vista de la psique, el tiempo interno también es relativo y profundamente distinto al que se ve en el reloj. Una parte de la mente puede estar envuelta en una especie de conciencia intemporal mientras otros aspectos siguen un hilo de pensamiento lineal. Nuestro mundo interior no cumple con los criterios en los que se basa la causalidad -cadena lineal y horizontal de hechos en los que unos son efectos de otros; verdad estadística; concepto que surge de una mezcla de costumbres, creencias y sentido común-, sus espacios son diferentes-: los sucesos no son claramente distinguibles ni independientes; no hay un flujo claro de influencia de un suceso al siguiente; el espacio no parece ser necesario al no haber un antes y un después; el tiempo no es lineal y sin ambiguedad (Peat, 1987, 50). Al investigar la causalidad hasta sus últimos límites, se ha descubierto que todo causa todo lo demás y que cada suceso surge de una red infinita de relaciones causales. (Peat, 1987, 59)
El poder profético de las ecuaciones matemáticas han dominado la ciencia durante generaciones, de forma que hoy es difícil ver dónde hay lugar en el universo para la libertad, la novedad y la creatividad. (Peat, 1987) La causalidad no parece ser apropiada para explicar hechos como “el orden implicado de Bohm” o “los campos formativos de Shedrake”. Los sucesos de la mente requieren ser descritos de una forma más general que lo que ofrece la causalidad, como transformaciones y desplegamientos. (Peat, 1987, 54)
Los sucesos sincronísticos son a-causales y ejemplo de estos fenómenos ajenos a las categorías de tiempo y espacio, en los cuales ambos quedan relativizados, pudiendo incluso invertirse su orden lógico. La sincronicidad exige la presencia y combinación de varios sucesos: a) la vinculación a-causal de un acontecimiento interior y exterior; b) la simultaneidad relativa en que ambos hechos se dan; c) el sentido significativo que dicha simultaneidad tiene para el individuo, quien vive internamente el suceso de la misma forma como se le presenta en el exterior (Von Franz, 1982). En la sincronicidad presenciamos una materialización del arquetipo, por lo que podría pensarse que el psiquismo y el mundo material podrían no ser entidades separadas sino estar íntimamente ligadas.
En definitiva, algunos elementos de la física subatómica y psicología profunda sólo pueden definirse en función de sus conexiones; conexiones de naturaleza estadística, son probabilidades y no certezas.
2.a.iii) No puede excluirse las condiciones subjetivas del observador del modelo explicativo del fenómeno objetivo.
La ciencia busca dar respuesta a las preguntas fundamentales del hombre, básicamente acerca de su identidad y sentido. La Astrofísica se pregunta por la naturaleza del universo, nuestra posición en él, su propósito. La Física Cuántica, de qué está hecho el universo, cómo se creó su materia y comenzó la vida, los átomos, el movimiento. La Psicología, intenta desentrañar el sentido del individuo, su posición como ser individual y social que desarrolla y comparte un proceso vital. En ambos casos, las respuestas científicas, serán teóricas, abstractas, objetivas y, en consecuencia, distanciadas de la experiencia inmediata. (Peat, 1987)
La realidad experimentada por el individuo –a través de la música, la literatura, el arte, la mística- parece estar escindida de la realidad explicada, demostrada y validada por la ciencia –a través de los experimentos, laboratorios, investigaciones-. Por una parte, está la vida impactando a los sentidos y la conciencia; y por otra, esa misma conciencia, siendo explicada como un conjunto de reacciones electroquímicas complejas; o esa misma vida, comprobándose como producto del azar de procesos moleculares (Peat, 1987). Pareciera erigirse un vacío entre el sujeto y el objeto, en el cual el rol del hombre en el universo es poco evidente. La ciencia explica lo que la experiencia no contacta y la experiencia vive lo que a la ciencia pareciera no interesarle. (Peat, 1987).
El universo se afecta al ser observado, de la misma forma que los individuos. La situación experimental influye en las conductas presentadas por los seres que se estudian. Wheeler resumió diciendo que la experiencia científica no se constituye por observador y observado, sino por participantes en un universo de participación (Peat, 1987).
Conclusiones
En el análisis de las convergencias entre Física moderna y Psicología profunda, comienzan a desbaratarse muchas de las concepciones o comprensiones de la realidad que tenemos los seres humanos respecto del universo en el que nos situamos, nos pone en un escenario en que es evidente que tales convicciones tenían que ver con construcciones necesarias de la conciencia para desenvolver su vida en el universo y, por lo tanto, se hace evidente que no pueden excluirse las condiciones subjetivas del observador de las explicaciones que se da de la existencia, del universo y de lo que comúnmente llamamos “realidad”.
Cuando se avanza un poco más en estas reflexiones, puede percibirse que el encuentro entre dos ciencias, en principio tan disímiles, plantean la posibilidad de que TODO sea UNO y materia sea idéntica al espíritu, salvo por su “densidad”. El Unus Mundus, intuido ya por Jung, podría estar siendo una realidad ad portas para la ciencia.
Por otra parte, si los fundamentos en los que está basada la Psicología -como ciencia de la Psique- y la Física -como ciencia del universo- son uno y el mismo, ambas disciplinas podrían ser también polos de una misma instancia; dos manifestación de la misma realidad. El misterio de la conjunctio –la integración de los opuestos- podría comenzar a ser realidad y significar la unión del Eros y Logos, de la Ciencia y la Religión.
El arquetipo –habitante del inconsciente colectivo- podría materializarse para siempre y constelarse fuera de la psique, para darnos cuenta en un eterno presente de esa ordenación a priori de la naturaleza e invitarnos a participar en forma activa del orden universal, que Jung llamó “saber absoluto” -un factor formal de sentido- (Von Franz, 1982).
La promesa… de un mismo mundo, que el Físico observa como “material”, porque lo mira desde el exterior y que el Psicólogo observa como “psíquico”, porque lo mira por introspección; pero que, en sí mismo, no sería lo uno ni lo otro, sino enteramente trascendente…. el misterio del ser y de la vida… DIOS ¡!
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Tema corresponde a Psiconeurociencia: Causalidad y Sincronidad
Referencias Bibliográficas
1. CAPRA, F. (2000) El Tao de la Física. Málaga: Sirio
2. CAPRA, F., BOHM, D, DAVIES, P, LOVELOCK, J., SHELDRAKE, R., otros. (2000) El Espíritu de la Ciencia. Barcelona: Kairós.
3. CAZENAVE, M. (1983). Sincronicidad física y biológica, en H.Revés, Cazenave, et al. La Sincronicidad. ¿Existe un orden a-causal?, Barcelona: Gedisa, 29-62
4. GROF, S. (1999) El Juego Cósmico: Exploraciones en las fronteras de la conciencia humana. Barcelona: Kairós.
5. GROF, S. (2002) La Mente Holotrópica: Los Niveles de la conciencia humana. Barcelona: Kairós.
6. GROF, S., HARMAN, W., FONTANA, D., BARING, A., FENWICK, P., Otros (2003) Más Allá del Cerebro: La expansión de la conciencia. Barcelona: Kairós.
7. HEISENBERG, SCHÖDINGER, EINSTEIN, JEANS, PLANCK, PAULI, EDDINGTON. (2006) Cuestiones Cuánticas. Barcelona: Kairós.
8. JUNG, CG (1952) Sincronicidad como principio de conexiones acausales, en OC, 8:18, Madrid: Editorial Trotta 415-507 (2004) Cap. A, B, C y D
9. JUNG, CG (1951) Sobre Sincronicidad, en OC, 8:19, Madrid: Editorial Trotta 509-520 (2004)
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