lunes, 28 de febrero de 2011

Depresión

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Antonia es una mujer joven y hermosa, profesional, con un matrimonio y familia perfectos. Un día cualquiera, mientras esperaba a su marido, comenzó a sentirse mal. Se sentía incómoda, no sabía lo que le pasaba. Los escalofríos y mareos la hicieron creer, en un primer momento, que su malestar era causa de un virus. Hasta que “un sentimiento de muerte” la empezó a invadir. Se angustió aún más y cuando llegó su cónyuge, le imploró que la llevara al médico. Entró directo a Urgencia de la Clínica Alemana, donde los exámenes no se hicieron esperar. Sin embargo, ellos no arrojaron ninguna enfermedad. Hasta que uno de los médicos le asestó un claro diagnóstico: “usted tiene depresión”.

Del episodio han transcurrido ya seis meses y recién puede relatarlo sin mayor ansiedad. Pese a que en un principio se negó a aceptarlo, asumió que su enfermedad era una depresión y que había que tratarla, para volver a ser la misma mujer feliz que hasta entonces había sido. Fue al siquiatra y salió con receta en mano, dispuesta a mejorarse. Casos como el de Antonia se repiten a menudo. Ella no tenía antecedentes “genéticos” que la hicieran pensar en una depresión, pero tal como lo dice la Dra. Alejandra Armijo, es un mito creer que el mal sólo afecta a quienes están “genéticamente predispuestos”

Hoy por hoy, la depresión es una de las enfermedades más devastadoras que aquejan a la humanidad. Según antecedentes de la Organización Mundial de la Salud, 121 millones de personas la padece en la actualidad. Y los pronósticos a futuro no son nada de alentadores: se calcula que en el 2020 ésta será la primera causa de baja laboral en las naciones desarrolladas y la segunda enfermedad más frecuente en el planeta, tras la cardiopatía.

Algunas estadísticas revelan que en Estados Unidos, el 25% de la población sufre de depresión en algún momento de su vida. De otro lado, un reciente estudio realizado por el Instituto de Estudios Políticos-Sociológicos Eurispes de Italia, reveló que el 70% de las mujeres de ese país europeo tiene depresión.

Chile no está libre del flagelo. Según antecedentes de la Sociedad Chilena de Salud Mental, cerca de un millón de personas sufre del mal, una cifra equivalente a la población de las regiones Primera y Segunda. Aún más, estadísticas de la OMS señalan que Santiago encabeza las capitales con más alto número de depresión.

Según la Dra. Alejandra Armijo, estudios de la Universidad de Chile revelan que una de cada tres consultas en todo en el servicio público de Santiago está dadas por trastornos ansiosos depresivos.

La depresión es el trastorno mental más frecuente de todos y no hace distingos de sexo, edad, clase social o nacionalidad. Afecta a hombres y mujeres, de todos los grupos etáreos y de cualquier condición socioeconómica. No obstante, las mujeres son el grupo más expuesto. Tal como lo afirma la Dra. Armijo, “de acuerdo a una serie de estudios que se han efectuado durante largo tiempo, se ha visto que las mujeres en edad reproductiva, desde que comienza el ciclo menstrual hasta que lo finaliza cerca del climaterio, son más proclives a sufrirla”. Agrega que en la adolescencia o en la edad adulta, la frecuencia de la depresión es la misma para hombres y mujeres. 

Cabe tener en cuenta, sin embargo, que son precisamente las mujeres las que buscan ayuda con mayor facilidad, siendo por tanto posible que las depresiones masculinas pasen más inadvertidas.

La depresión puede estar enmascarada por diversas situaciones. Desmotivación, desesperanza, desgano, sentimientos de inutilidad, falta de estima propia. Pérdida de interés o de placer en actividades que antes la persona disfrutaba, incluyendo el ámbito sexual. Insomnio o exceso de sueño, pérdida o exceso de apetito, disminución de la energía, inquietud, angustia, irritabilidad, llanto fácil o agresión. Ideas obsesivas, fobias, celos enfermizos. También puede manifestarse a través de síntomas físicos, como cefaleas, molestias digestivas y dolores crónicos. 

La depresión tiene cura

La depresión no es un simple estado de ánimo triste ni un estado del cual la persona pueda sobreponerse sólo con voluntad. Sin un tratamiento los síntomas pueden durar semanas, meses o años. Así como una gripe requiere muchas veces de antibióticos, la depresión es una enfermedad que necesita tratamiento adecuado. Los medicamentos antidepresivos no generan hábito ni crean dependencia, pero su uso debe estar supervisado por el médico.

Afortunadamente los trastornos depresivos son de los más tratables de la psiquiatría. Como afirma el doctor y académico Luis Risco, subdirector de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, una persona que sufre de depresión y que es adecuadamente tratada, debiera tener un buen pronóstico.

Actualmente existen muchas alternativas terapéuticas, sin embargo es casi impensable un tratamiento de la depresión sin psicofármacos, entre los cuales los antidepresivos son fundamentales. 

En términos de eficacia, no todos los antidepresivos son iguales. Hay quienes opinan que las drogas que sólo funcionan sobre un neurotransmisor del cerebro son menos efectivas que aquellas que actúan sobre ambos. 

Tal como señala el Dr. Risco, “la elección del antidepresivo debe considerar el apego al tratamiento como una aspecto crucial”.

Constancia: La clave del exito

No obstante, tras el correcto diagnóstico de una depresión no todo está resuelto. Los especialistas sostienen que el pobre cumplimiento de los pacientes constituye una gran preocupación. Entre 30% y 68% de pacientes con depresión interrumpen el tratamiento un mes después de iniciado. Este cumplimiento deficiente tiene relación con varios factores, entre los que figura la aversión a la terapia, el estigma de usar antidepresivos [connotación negativa de la enfermedad], además del lento inicio de acción observado con los antidepresivos convencionales y, por cierto, los efectos secundarios.

Sin embargo, los tiempos han cambiado y los tratamientos farmacológicos más modernos hoy tienen la ventaja de hacer sentir rápidamente su efecto. A ello habría que añadir el hecho que existe una nueva generación de antidepresivos fáciles de ingerir y mucho más cómodos para el usuario, lo que facilita el cumplimiento de la terapia. 

Dentro de estos aportes se encuentra el reciente desarrollo y lanzamiento en el mercado nacional de Promyrtil Soltab, del laboratorio holandés Organon. Se trata de un antidepresivo de rápida disolución en la boca, con agradable sabor y que se puede tomar sin agua. Estudios de la Universidad de Chile confirmaron que los pacientes a los cuales se les indica antidepresivos de disolución oral cumplen el tratamiento más correctamente, por lo que este nuevo fármaco busca ser una herramienta eficaz para atacar el abandono de la terapia.

Este nuevo avance cuenta, además, con el apoyo de un sitio Web [www.depresion.cl] cuyo principal objetivo apunta a satisfacer la gran necesidad de información y educación sobre esta enfermedad, llamada “el mal del tercer milenio”.
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Diario El Gong.cl (www.diarioelgong.cl)
6/14/2003

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