El Mito del
Sentido en la obra de Carl Gustav Jung.
"La Individuación"
Aniela Jaffe
"KALIGASTÍAS"
(dios del umbral)
Hernán Valdovinos, pintor chileno
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Imaginación Activa y Vida
El camino
natural hacia la experiencia personal del inconsciente colectivo se abre
mediante los sueños y, con menor frecuencia, las visiones, alucinaciones,
fenómenos sincrónicos, etc. Además de estas manifestaciones espontáneas Jung,
como ya se ha mencionado, introdujo en la práctica analítica otro método de
hacer contacto voluntario con las capas más profundas del inconsciente. Es un
tipo de introspección o meditación, basada en la actividad de la fantasía, que
denominó imaginación activa'. La primera reacción a la propuesta de que
la persona «imagine activamente» consiste por lo general en suspicacia y
resistencia, lo que parece comprensible en vista de la obvia irracionalidad de
dicho procedimiento. Sin embargo, para Jung todo consistía precisamente en el
sin sentido de la actividad fantástica desenfrenada, en el elemento de juego
que debe tomarse con toda seriedad, y cita a Schiller: «La actividad creativa de la
imaginación libera al hombre de su vínculo con el «nada más que» y lo eleva a
la categoría del que juega. Como dice Schiller, el hombre es
completamente humano sólo cuando juega».
La
frecuente objeción acerca de que las supuestas «fantasías» son pensadas
conscientemente, que por tanto las imágenes no provienen de ningún modo del
inconsciente, carece de sustento.
Es verdad
que existe cierto grado de «ilusión», que no es producto del inconsciente sino
que está dispuesto por el ego.
Las
ilusiones son fantasías manipuladas y su naturaleza falsa puede distinguirse
fácilmente a partir de la ausencia de motivos arquetípicos e imágenes númines. Asimismo, falta el elemento
de sorpresa, así como cualquier cosa que pueda sentirse como atemorizante o
perturbadora. La imaginación genuina está inspirada por el inconsciente; el ego se
enfrenta a las imágenes como si fueran la realidad, no sólo con una percepción
pasiva, sino participando activamente en su juego v llegando a un acuerdo con
ellas. Las imágenes son auto manifestaciones de la psique y por tanto
pueden considerarse fragmentos de aquellos sueños diurnos soñados por debajo
del umbral de la conciencia, pero que ésta no percibe debido a su preocupación
con los procesos del mundo exterior.
El
objetivo de la imaginación activa es encontrar una posición intermedia entre
consciente e inconsciente, pues poseee «una cualidad de opuestos combinados». Jung también habló de una
«función trascendental de los opuestos». Una precondición del éxito de la
imaginación activa es que no debería ser un pretexto para escapar de la vida.
«Las fantasías no constituyen un sustituto de la vida; son los frutos del
espíritu que le son regaladas al que paga su tributo a la vida. El que evade el
deber no siente nada más que su propio miedo mórbido y no tiene para él sentido
alguno».
No es
posible decidir con certeza si la conciencia predomina sobre el inconsciente en
la imaginación activa, o si el inconsciente lo hace sobre la conciencia. Es por ello que Jung le
otorgaba el papel dominante ora a uno, ora al otro. «Al ponerse de acuerdo con
el inconsciente... el ego toma la delantera, pero el inconsciente debe tener su
lugar también: audiatur et altera pars». Debe compararse esta afirmación de los
comienzos con una que surgió más adelante: «El árbitro final del patrón es un
impulso obscuro, un inconsciente que se precipita a priori en una forma
plástica... Todo el procedimiento parece estar dominado por un sutil
conocimiento previo no sólo del patrón, sino de su sentido»’. En definitiva es
una interacción entre consciente e inconsciente, donde con frecuencia el líder
se convierte en el que es liderado y viceversa. Aunque Jung y sus pacientes
utilizaron este método de imaginación activa durante muchos años, pasó mucho
tiempo antes de que él fuera capaz de discernir una ley y un sentido en la
variedad de complicados patrones y configuraciones que éstos producían, ya
fuera «en forma de danza, pintura, dibujos o modelado». Sólo gradualmente
descubrió que «estaba siendo testigo de la manifestación espontánea de un
proceso inconsciente que era apenas ayudado por la habilidad técnica del
paciente y al que más tarde bauticé como «proceso de individuación»‘. En la
imaginación activa el proceso, como en los sueños y otras manifestaciones del
inconsciente, se presenta en una sucesión de imágenes, de tal manera que al
menos en parte puede ser percibido por la mente consciente. Al
referirse a «un a priori inconsciente», «un sutil conocimiento previo» que
reina sobre todo el procedimiento, Jung alude al arquetipo del sí-mismo, que es
la fuerza motora detrás de la formación de imágenes y que dispone los
acontecimientos inconscientes. Gracias a él, la fantasía por lo general no se
sale de sus carriles, aunque sorprendentemente siempre llega a destino, a pesar
de que el que fantasea pueda tener la sensación de estar «totalmente expuesto a
los antojos caprichosos y subjetivos del azar».
Como puede
deducirse de los pasajes que he citado, la individuación no consiste únicamente en
sucesiones de imágenes del inconsciente. Éstas son sólo parte del proceso,
representando su realidad interior o espiritual. Su complemento necesario es la
realidad exterior, el desarrollo de la individualidad y el destino que le
espera. Ambos aspectos del proceso están regulados por el poderoso
arquetipo del sí-mismo. En otras palabras, durante la individuación el sí-mismo
surge al mundo de la conciencia, en tanto al mismo tiempo su naturaleza
originalmente psicoide se escinde, de tal manera que se manifiesta tanto en imágenes
interiores como en acontecimientos de la vida real. Por ello Jung
amplió su definición del proceso de individuación como una sucesión de imágenes
interiores describiéndolo como la «vida» en sí: «En última instancia toda vida
es la realización de una totalidad, es decir, de un sí-mismo, razón por la cual
esta realización también puede denominarse «individuación»'º. Básicamente, la
individuación consiste en intentos siempre renovados y necesarios para
amalgamar las imágenes interiores con la experiencia exterior. O en
otras palabras, es el esfuerzo «de hacer de lo que el destino pretende hacer
con nosotros algo completamente nuestro» (W. Bergengruen). Cuando hay éxito una parte del
sí-mismo se realiza como una unión del adentro y el afuera. Luego un
hombre puede reposar sobre sí mismo, pues está satisfecho de sí y un aura de
autenticidad emana de él.
Para Jung
el sentido de la vida es la realización del sí-mismo. «Toda vida está ligada a
carreras individuales que la realizan... Sin embargo, toda carrera está cargada de un
destino y una meta [el sí mismo] individual y sólo la realización de éstos hace
que la vida cobre sentido»". La importancia de esta afirmación tan
coherente se torna evidente al considerar que el arquetipo del sí-mismo es
«indefinible, inefable»", una X oculta cuyas concretizaciones resultan
indistinguibles de las imágenes de Dios. Asimismo, el proceso de individuación
no culmina en la vida más plena posible vivida porque sí y tampoco en la
profunda comprensión intelectual; su sentido fluye de la cualidad númine del sí
mismo. Para ponerlo en términos religiosos, la individuación debe
comprenderse como la realización de lo «divino» en el hombre.
Expresar
el sentido de la vida en estos términos no tiene por cierto la intención de
establecer un dogma o un artículo de fe. Surge, como Jung lo enfatizara en
repetidas oportunidades, sólo de la interpretación de los fenómenos psíquicos y
cada interpretación es subjetiva. Obviamente, el intelecto crítico se enfrenta
una y otra vez con la pregunta de la validez objetiva de los hechos y
experiencias que pueden verificarse en el plano psicológico. Sin embargo, «es
difícil ver cómo podría responderse a esta pregunta, pues el intelecto carece
de los criterios necesarios. Cualquier cosa que sirva como criterio está sujeto
a su vez a la pregunta crítica de la validez. Lo único que puede decidir en
este caso es la preponderancia de los hechos psíquicos» ". Enfrentado a
esta incertidumbre, Jung no descartó una interpretación del sentido opuesta a
la suya, así como de la de todas las demás. «El "verdadero" sentido
es con frecuencia algo que también podría llamarse "sinsentido",
pues hay una gran medida de inconmensurabilidad entre el misterio de la
existencia y la comprensión humana. "Sentido" y
"sinsentido" son meramente rótulos humanos que sirven para brindarnos
un sentido de la dirección razonablemente válido»'.
La
investigación científica termina estableciendo que el arquetipo del sí-mismo
alcanza su objetivo en cada vida individual. En una «individuación natural» lo
hace aunque el mundo del inconsciente permanezca en la penumbra y sin que se haya
visto ni siquiera una sola imagen arquetípica, menos aún que haya sido
comprendida con todas sus consecuencias".
Una
experiencia de sentido sin contar la de la fe viva proviene únicamente de una
profundización de la realidad exterior a través del reconocimiento de su
esencia númine. «La vida que tan sólo sucede para y por sí misma no es una vida real:
sólo es real cuando se hace conocida»". «la vida real» comprendida
aquí como «vida con un sentidos. Al tornarse consciente de sus conexiones e
imágenes trascendentales y al experimentar su cualidad númine, se tiene una
vaga idea de las facultades que operan en forma autónoma detrás del accionar y
del ser, creando un orden en la vida de cada uno, así como detrás de hechos
aparentemente fortuitos. Es así como el individuo experimenta, o intuye, cuán
vasto es el nexo de la vida y la meta que se esfuerza para alcanzar, sin
importar si esto debe interpretarse como sentido o sinsentido y sin importar si
cualquiera de estas interpretaciones es o no buscada. Jung buscó de hecho una
interpretación, intentando «crear» el sentido, aunque plenamente consciente de
las limitaciones de cada interpretación. Como médico se vio enfrentado una y
otra vez con la necesidad de interpretar el sentido: «El hombre puede vivir las cosas
más asombrosas si éstas tienen sentido para él. Pero la dificultad se encuentra
en crear ese sentido»".
Aunque el
hombre esté plenamente consciente de los límites impuestos por la teoría del
conocimiento, la «morada interior» y revelación del arquetipo númine del sí-mismo
constituye una experiencia que puede tener graves consecuencias. El
peligro de confundir la individuación con convertirse en un hombre dios o un
superhombre es demasiado evidente. Las consecuencias trágicas o grotescas de
este error de comprensión pueden evitarse tan sólo si la personalidad del ego
es capaz de llegar a un acuerdo con el sí-mismo, sin perder de vista la
realidad de las limitaciones humanas y la cualidad de ser criaturas corrientes.
«El sí-mismo en su divinidad (vervigracia, el arquetipo)... puede tornarse
consciente sólo dentro de nuestra conciencia. Y puede hacerlo sólo si el ego
está plantado con firmeza. El sí-mismo debe llegar a ser tan pequeño
como el ego e incluso más pequeño que éste aunque sea el océano de la divinidad:
«Dios es tan pequeño como yo», dice Angelus Silesius. «Debe volverse "el
pulgarcito en el corazón"», escribió Jung en una carta (septiembre de
1943) al explicar la paradoja de realizar el sí-mismo. El sí-mismo es la extensión
inconmensurable de la psique y al mismo tiempo su esencia más recóndita.
El «pulgarcito en el corazón» es una alusión a la naturaleza infantil de la
divinidad". Es el purusha indio, «más pequeño que lo pequeño, más grande
que lo grande»20. También Cristo es venerado como gobernante del mundo y como
niño.
"El
proceso de individuación requiere una confrontación despiadadamente honesta con
los contenidos del inconsciente y esto es suficiente para enfriar cualquier
ataque de ebullición. Guarda numerosas penumbras y conocimientos
dolorosos que conducen a la modestia. No obstante, cualquiera que mire
con desdén a los «no iluminados» o que predique «verdades» se ha vuelto víctima
de su propia estupidez. Ha identificado su ego con los contenidos del
inconsciente. El término psicológico para esto es inflación, va desde más o
menos la pomposidad inocua a la completa extinción del ego en la imagen
configurada por el inconsciente. Jung pone como ejemplo de una inflación que
culmina en psicosis la historia de un joven sentimental que se había enamorado
de una muchacha. Cuando descubrió que ella no quería saber nada con él «se
desesperó de tal manera que fue directo al río para ahogarse. Era tarde por la
noche y las estrellas brillaron ante él desde el agua obscura. Le pareció que
las estrellas nadaban de dos en dos a lo largo del río y le sobrecogió un
hermoso sentimiento. Olvidó sus intenciones suicidas y contempló fascinado el
drama extraño y dulce que se desarrollaba frente a sus ojos. Gradualmente se
dio cuenta de que cada estrella era un rostro y que todas estas parejas eran
amantes, los cuales eran llevados juntos en un abrazo onírico. Sintió que
dentro de él nacía una nueva comprensión: todo había cambiado, su destino, su
desilusión, incluso su amor fue cediendo y se desvaneció. El recuerdo de la
muchacha se volvió distante, borroso; pero en su lugar sintió la completa
certeza de que le aguardaban incontables riquezas. Supo que un inmenso tesoro
yacía oculto para él en el observatorio vecino. El resultado fue que la policía
lo arrestó a las cuatro de la mañana, cuando intentaba introducirse en el
observatorio.
«¿Qué
había sucedido? Su pobre cabeza había atisbado una visión dantesca, cuya
hermosura jamás podría haber comprendido de haberla leído en un poema. Pero la
vio y lo transformó. Lo que antes tanto le había lastimado ahora era algo
distante; un nuevo y ensoñado mundo de estrellas, recorriendo senderos
solitarios más allá de esta tierra plagada de lamentos, se había abierto para
él en el momento en que cruzó «el umbral de Proserpino». La intuición de una
riqueza increíble ¿y quién no sucumbiría a ser rozado por esta idea? le vino
como una revelación. Para su pobre cabeza de chorlito fue demasiado. No se
ahogó en el río, sino en una imagen eterna y su belleza murió con él»".
La
individuación sigue su curso de manera significativa sólo en nuestra existencia
cotidiana. La
aceptación de la vida tal como es, de su banalidad, su cualidad de
extraordinaria, el respeto por el cuerpo y sus exigencias, son un prerrequisito
para la individuación al igual que la relación con el prójimo.
Cuanto más
persistente se torna la cualidad espiritual del sí-mismo, más se amplía la
conciencia a través de la integración de contenidos psíquicos, más
profundamente el hombre debe afirmar sus raíces en la realidad, en la propia
tierra, en el cuerpo y con mayor responsabilidad vincularse con los seres más
cercanos y queridos y al entorno‘-, porque el aspecto ;»mundano» del arquetipo
y sus cualidades instintivas también deben verse realizadas. Así, la
individuación puede ir en dos direcciones típicas aunque opuestas. Si el
aspecto espiritual de la totalidad es inconsciente y por tanto indiferenciado,
el objetivo es ampliar la conciencia a través de una mayor comprensión de las
leyes que sostienen la cordura de la psique. Es cuestión de sacrificar
al hombre primitivo e irreflexivo en nosotros mismos. Si, por otro lado, la
conciencia se ha alienado de los instintos, entonces el aspecto mundano de la
totalidad ya está configurado y es cuestión de aceptar la realidad y trabajar sobre
ella, de reestablecer una conexión con la naturaleza y el prójimo. En
el caso del hombre moderno esto requiere con frecuencia el sacrificio de un
intelectualismo parcial.
Ambas
direcciones corresponden a situaciones arquetípicas en todos los niveles de la
cultura, razón por la cual aparecen como variantes constantemente recurrentes
en el simbolismo de los mitos y los cuentos de hadas. En ocasiones la tarea del héroe
es conquistar un animal o dragón (instinto) para poder obtener el tesoro (el
sí-mismo). Y otras veces su tarea es proteger y nutrir a la bestia con riesgo
de su propia vida, a partir de lo cual ésta le ayudará en la búsqueda del
tesoro.
La meta de
la individuación, la realización del sí-mismo, jamás se alcanza plenamente. Al
trascender la conciencia, el arquetipo del sí-mismo nunca puede ser aprehendido
en su totalidad y debido a su infinitud tampoco es posible vivenciarlo
completamente en la vida real. La «individuación exitosa» jamás es absoluta,
sólo es un logro óptimo de integridad. «Sin embargo es justamente la
imposibilidad de esta tarea la que la hace tan significativa», escribió una vez
Jung en relación a este tema. «Una tarea posible, es decir, que tiene solución,
nunca apela a nuestra superioridad». Eso provoca la individuación en el hombre,
pues éste no está a su altura. «Apela a nuestra superioridad y es quizá eso
todo lo que se precisa. Puede haber tareas que puedan resolverse mejor con
inferioridad que con superioridad. En tanto mi superioridad no esté en peligro
absoluto, una parte de mí permanece intocada por la vida» ’. Jung vuelve sobre
el tema en ‘La Psicología de la Transferencia: «La meta [de la individuación]
es importante sólo como una idea. Lo esencial es el opus que conduce a la meta:
ése es el objetivo de una vida»". Debido al impulso del sí-mismo hacia la
realización, la vida aparece como una tarea de orden supremo y allí yace la
posibilidad de interpretar su sentido, lo que no excluye la posibilidad de la
derrota.
La
integración del sí-mismo está ligada, como toda la vida, a las carreras
individuales y «cada carrera está cargada con un destino y un objetivo
individual»".
El arquetipo del sí-mismo infinito e incognoscible asume una forma específica y
única en cada ser y la tarea, la meta de la individuación, radica en alcanzar
el destino y la vocación propias. «La vocación actúa como una ley de Dios de
la cual no existe escapatoria»" 26. En la realidad es un aspecto
del sí-mismo, esa totalidad paradójica que es a la vez eterna y única.
El aspecto
«eterno» del sí-mismo se concreta en la imaginería del inconsciente mediante
símbolos impersonales: figuras geométricas o estereométricas (triángulo,
cuadrado, círculo, cubo, esfera, etc.), números o grupos de números, luz y
fenómenos cósmicos, objetos sagrados, y también mediante abstracciones (lo
incognoscible).
El
aspecto individual «único» está representado en cambio por figuras sublimes,
incluso divinas, del mismo sexo con rasgos bastante definidos, y con menor
frecuencia mediante una voz interior. No es necesario decir que esto no
constituye una regla invariable y que existen combinaciones o superposiciones
de uno y otro grupo.
Jung
utilizó los términos «sí-mismo» y «totalidad» tanto para el
arquetipo no simbólico, trascendental como para la «entelequia» del individuo.
Además de la expresión «sí-mismo» como una entidad colectiva, infinita e
inaprehensible también se encuentra «él mismo" o «ella misma», en el
sentido de la peculiaridad específica de ese individuo; y además del término
indefinido o general «totalidad», también está el específico «totalidad del
soñador», etc., de la. misma manera que en el lenguaje corriente «hombre» no
sólo se refiere a un hombre individual sino a la totalidad de la especie.
El uso en
ocasiones confuso del «sí-mismo» en este doble sentido está dado en el plano
psicológico por su función de unir opuestos. En Aion Jung compara el arquetipo
de la totalidad con la figura dogmática de Cristo, quien como «personaje
histórico es unitemporal y único; como Dios, es universal y eterno»". Lo
mismo puede decirse en el ámbito de lo psicológico: «El sí-mismo como la
esencia de la individualidad es unitemporal y único; como símbolo arquetípico
es una imagen de Dios y, por tanto, universal y eterno»28. Por esta razón los
conceptos «destino y objetivo», o «entelequia» y «si-mismo se fusionan: uno
contiene al otro.
La
conciencia experimenta al sí-mismo en ambos aspectos: como un símbolo universal
y eterno y como «la expresión más acabada de esa combinación irrevocable
denominada individualidad»29.
Sin
embargo, incluso esta «singularidad incomparable»30 jamás puede lograrse
plenamente, continúa siendo la tarea y la meta de la individuación.
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Referencias bibliográficas
1 Las fantasías de los alquimistas también podrían describirse como
un tipo de imaginación activa. Ver Psicología y Alquimia, párrs. 347 y sigs.,
357, 390 y sigs. Para el método de imaginación activa ver «La Función
Trascendental», en La Estructura y la Dinámica de la Psique, párrs. 167 y
sigs., y Mysterium Coniunctionis, párrs. 706, 753.2
2 Objetivos de la Psicoterapia», en La Práctica de la Psicoterapia,
párr. 98.
3 Es verdad que hay fantasías improductivas, fútiles, mórbidas e
insatisfactoria cuya naturaleza estéril es inmediatamente reconocida por toda
persona que tenga sentido común; pero el funcionamiento defectuoso no prueba
nada en contra del funcionamiento normal.» Ibíd.
4 «La Función Trascendente», párr. 189.
5 Dos Ensayos sobre Psicología Analítica, párr. 369.
6 La Función Trascendente», párr. 189.
7 «Acerca de la Naturaleza de la Psique», en La Estructura y
Dinámica de la Psique, párr. 402.
8 Ibíd., párr. 400. Para el concepto del proceso de individuación
ver Jacobi, El Camino a la Individuación. Relatos de sus aspectos prácticos
pueden encontrarse en Jung, «Un Estudio sobre el Proceso de Individuación», en
Los Arquetipos y el Inconsciente Colectivo, y en Gerhard Adler, El Símbolo
Viviente.
9 Acerca de la Naturaleza de la Psique», párr. 402.
10 Psicología y Alquimia, párr. 330.
11 Ibíd.
12 «Respuesta a Job», en Psicología y Religión, párr. 756.
13 «Los Hombres Santos de la India», en ibid, párr. 957 hasta
el final.
14 Psicología y Alquimia, párr. 330.
15 «Respuesta a Job», párr. 330.
16 Psicología y Alquimia, párr.
105. Ver «Respuesta a Job», párr. 756: «La diferencia entre el proceso de
individuación «natural», que se desarrolla en el plano inconsciente, y aquel
que se realiza en el plano consciente, es inmensa. En el primer caso la
conciencia no interviene en lo absoluto; el final continúa siendo tan obscuro
como el comienzo. En el segundo caso, es tanta la obscuridad que se ilumina que
la personalidad resulta permeada de luz y la conciencia gana indefectiblemente
en alcance y sabiduría.»
17 Psicología y Religión, párr 133 hasta el final.
18 Ver «Respuesta a Job», párr. 758: «Es decir, aún la persona
iluminada continúa siendo lo que es y jamás es más que su propio ego limitado
ante Aquel que habita dentro de ella, cuya forma no tiene límites conocidos,
que lo abarca por completo, insondable como los abismos de la tierra y vasto
como el cielo.»
19 Ver Katha Upanishad 4, 13 (Los Diez Principales
Upanishads, pág. 34): «Esa Persona es el corazón, no más grande que un pulgar
ardiendo como la llama sin humo, hacedor del pasado y el futuro, el mismo hoy y
mañana, es el Sí-mismo.»
20 Ver Svetasvatara Upanishad 3, 20 (Los Trece Principales
Upanishads, pág. 402).
21 Dos Ensayos sobre Psicología Analitica, párrs. 231-2.
22 Ver, <
448: «La individuación presenta dos aspectos principales: en primer lugar, es
un proceso de integración in- terno y subjetivo y en segundo, es un proceso
igualmente indispensable de relación objetiva. Ninguno puede existir sin el
otro aunque algunas veces predomina uno o el otro. Este doble aspecto posee dos
peligros correspondientes.
El primero es el peligro de que
el paciente utilice las oportunidades de desarrollo espiritual que surgen del
análisis del inconsciente como un pretexto para evadirse de responsabilidades
humanas más profundas y para simular cierta «espiritualidad» que no logra
sostenerse ante la crítica moral; el segundo es el peligro de que las
tendencias atávicas puedan ganar mayor peso y arrastren la relación hasta un
nivel primitivo.»
23 Ver, «Las Etapas de la Vida», en La Estructura
y Dinámica de la Psique, párr.771: «Los problemas serios de la vida jamás se
resuelven plenamente. Si alguna vez pareciera ser que están resueltos, eso
constituye una señal segura de que algo se ha perdido. El sentido y propósito
de un problema pareciera hallarse no en su solución sino en el permanente
trabajo que se realiza sobre el mismo. Únicamente esto nos preserva del
embrutecimiento y la petrificación.»
24 Párr. 400.
25 Psicología y Alquimia, párr. 330.
26 El Desarrollo de la Personalidad, párr. 300. «Todo el que tiene una
vocación escucha una voz del hombre interior: se siente llamado.» Ibíd.
27 Aion, párr. l 16.
28 Ibíd.
29 Dos Ensayos, párr. 404.
30 Dos Ensayos, párr. 266.
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