Mircea
A. Tamas. Rose-Cross Books. Toronto 2002. 98 pp.
Mircea Tamas continúa en Agarttha,
The Invisible Center la búsqueda emprendida en The Everlasting Sacred Kernel, por lo que no es casual que este
nuevo volumen arranque con una cita del Principito,
el libro al que el autor rumano dedica el capítulo final de su anterior obra.
Advertidos en The Everlasting Sacred
Kernel los ecos del 'núcleo de inmortalidad' en la literatura de Occidente
de todos los tiempos, Tamas se lanza en Agarttha,
The Invisible Center al encuentro del Centro en la tradición a la que está
adscrito por razones de geografía y época. Dicho recorrido lo realiza, una vez
más, de la mano de René Guénon, a quien Tamas reconoce como "el 'servidor'
que ha presentado y ha transmitido, principalmente en el mundo occidental, la
unidad fundamental de todas las formas tradicionales, ofreciendo una síntesis
metafísica de varias doctrinas ortodoxas y teniendo a la Verdad como núcleo
sagrado, una Verdad que puede ser encontrada en todas las tradiciones
particulares. René Guénon era y es el 'servidor del Único'. Su nombre islámico,
Abdel Wahed Yahia, da testimonio de ello" (p. 15).
El prefacio de Agarttha, The
Invisible Center es una lúcida síntesis de la vida y la obra de Guénon con
la que Tamas rinde homenaje al guía intelectual de su obra. En dicho prefacio,
el autor rumano escribe acerca del propósito de su libro lo siguiente: "No
es el lugar ni nuestra labor emitir juicios relativos al orden individual, pero
hemos de mencionar que tras la muerte de Guénon, varios de sus 'colaboradores'
trabajaron muy activamente con el fin de reducir la obra de Guénon al nivel
profano. Marco Pallis, por ejemplo, a quien Guénon animó y ayudó en sus
estudios tradicionales, escribió un curioso artículo contra Le Roi du Monde de Guénon; Pallis
intentó demostrar que Agartha y el Rey del Mundo sólo eran frutos de la
imaginación de Guénon, que nadie había oído en la India o en el Tibet acerca de
Agartha y del Rey del Mundo. Nuestro estudio tiene que ver con este tema. Hay
una extraordinaria incomprensión acerca del simbolismo del Rey del Mundo,
acerca de lo que Guénon transmitió realmente en su libro fundamental Le Roi du Monde. Marco Pallis es uno de
los ejemplos de esta incomprensión, y nuestro trabajo intentará descifrar el
profundo simbolismo de Agartha y de su Rey en base al legado tradicional que
René Guénon transmitió mediante sus escritos" (p. 13).
El capítulo primero del libro de Tamas contiene una rica glosa de
símbolos fundamentales del Centro en la tradición rumana, heredera de la
antigua tradición dacia y entroncada como ésta en la Tradición Unánime. Entre
estos símbolos destaca Leuke, la 'isla blanca' que Pausanias sitúa en la
desembocadura del Danubio donde Aquiles, tras alcanzar la inmortalidad, desposó
a Helena de Troya. Leuke es, en palabras de Tamas, "una imagen de la Thule
hiperbórea de Apolo que simboliza al Centro único. La Isla Blanca en medio del
Mar Negro es un cuadro perfecto que ilustra la manifestación (blanco) emergiendo
de la no-manifestación (negro), pero también el centro espiritual puro y
luminoso como la 'tierra de inmortalidad' rodeada por las pasiones mundanas y
la agitación efímera" (p. 17). El Monasterio Blanco del que hablan
distintas leyendas, canciones y cuentos del folklore rumano es otro símbolo del
Centro sagrado análogo a Leuke. Dice Tamas: "El Monasterio Blanco es
equivalente a Agartha, y es inviolable e inaccesible; hoy nadie puede
encontrarlo. Por dentro, el Monasterio Blanco está pintado de oro, oro que
simboliza la luz del Sol espiritual; por fuera, está cubierto de musgo"
(p. 17). El regente del Monasterio Blanco
es el Emperador Negro, que ostenta a la vez la autoridad espiritual y el poder
temporal. Por otra parte, "el
Castillo Negro donde el viento no sopla" al que debe acceder el héroe de
distintos cuentos rumanos para liberar a una doncella "simboliza, como el
Monasterio Blanco, el Centro supremo", "subraya el aspecto interior
e invisible del Centro, y está relacionado con el simbolismo de la Virgen
Negra" (p. 18). Tamas añade: "En una antigua balada, la
doncella está escondida 'en un profundo valle, en soledad, bajo bloques de
piedra, donde el viento no sopla y nadie puede verla'. Obviamente, la morada
escondida de la doncella es el Castillo Negro, 'donde el viento no sopla', y la
balada especifica que los bloques de piedra están cerca de un río negro. La
balada indica claramente que la doncella se esconde bajo bloques pétreos en un
valle profundo, lo que indica un centro subterráneo" (p. 18), como el
Agartha hindú, el abismo de la tradición china y la caverna de Zalmoxis, el
dios dacio. "El valle es, pues, un centro secreto y silencioso, pues el
silencio y el encubrimiento son, juntamente con el vacío, la inmutabilidad y la
oscuridad, aspectos de la no-manifestación, e implícitamente, del Centro
supremo que se esconde en la Noche absoluta y superluminosa" (p.
21).
Tamas concluye la vasta exposición de elementos tradicionales del
capítulo primero de su libro advirtiendo que "la importante densidad de
dichos vestigios hizo jugar a las regiones rumanas un extraño papel en la
historia ocultista de los últimos dos siglos" (p. 26), y dedica los
siguientes tres acápites a revisar distintas labores tenebrosas realizadas por
la antitradición y la contratradición con los Cárpatos y Transilvania como
telón de fondo, historias de vampiros incluídas. Tras este particular descenso
a los infiernos, el autor prosigue el estudio de los símbolos del Centro a la
luz del sol y escribe con maestría: "¿Es Asgartha [Agartha] algo real?
Respondamos a ello con otra pregunta: ¿es el Paraíso algo real? Al
igual que el Principio representa la última y absoluta realidad y todas las
cosas extraen su realidad del Principio, del mismo modo el Centro supremo,
visto como un Monasterio Blanco o un Castillo Negro escondido en la Noche
superluminosa, tiene una realidad absoluta y suprema. Su proyección en
el mundo como centro espiritual primordial del actual grado de existencia
(nuestro mundo) es más real que el propio mundo, y no es necesariamente visible
o debe tener una localización corpórea. Los centros secundarios, que reciben su
realidad del centro primordial, también pueden ser más o menos accesibles. Por
otro lado, los centros sustitutos, que han tenido distintos nombres a lo largo
de las épocas y han desempeñado el papel de 'coberturas exteriores' para el
centro espiritual, tienen una realidad inmediata y por ello son visibles. Y
dado que los hechos geográficos e históricos tienen, como todos los demás
elementos corporales, una realidad inmediata y un valor simbólico, tales
centros poseen la cualidad de simbolizar el centro espiritual supremo sin
borrar su propia realidad. No podemos esperar encontrar el Reino de los Cielos
o Asgard aquí, en la tierra. En el caso de una realización espiritual, un
centro es un estadio espiritual y representa consecuentemente un estado que el
iniciado alcanza y asimila. El Asgard de la tradición nórdica, el
Shambala tibetano y el Monasterio Blanco rumano, con independencia de
los nombres, ilustran el uno-y-único Centro, al igual que las diversas
tradiciones secundarias reflejan la Tradición primordial única. Es por ello por
lo que encontraremos descripciones y elementos similares que no han sido
'prestados' uno del otro, sino que tienen una fuente suprema común" (pp.
66-67). Y agrega: "Agartha, tal como René Guénon lo definió, es una realidad. El
individuo profano no puede alcanzarlo, pero ello no lo hace menos real"
(p. 67).
Los capítulos sexto y séptimo son los que Tamas dedica
específicamente al estudio de El Rey del Mundo. Entre las circunstancias que
condujeron a René Guénon a escribir esta obra, el autor rumano destaca la
publicación de Bestias, Hombres y Dioses
de Ferdinand Ossendowski en 1922, y una década antes, de la Misión en la India
de Saint-Yves d'Alveydre, libros que aportan datos tradicionales acerca de
Agartha y su regente entremezclados con elementos ajenos a la tradición.
"El libro de viajes de Ossendowski", escribe Tamas, "brindó a
Guénon una buena oportunidad para publicar, en 1927, su libro-joya Le Roi du Monde intentando poner orden
en este mito acerca del centro subterráneo Agartha y su Rey del Mundo
distorsionado y mistificado durante demasiado tiempo" (p. 75). Más
adelante añade: "¿Qué representó Agartha para Guénon? René Guénon afirmó
enérgicamente que conocía el mito de un reino subterráneo en Asia 'a partir de
fuentes absolutamente diferentes' a las de Saint-Yves y Ossendowski. Él sólo
citó a Ossendowski y a d'Alveydre para tener un punto de partida de sus
desarrollos metafísicos y simbólicos. Del mismo modo que empleó el Budismo sólo
como una aplicación particular para ilustrar la doctrina de los ciclos cósmicos
y la revuelta de la casta guerrera, al igual que Dante usó detalles históricos
para exponer su viaje iniciático, Guénon
utilizó Agartha para enseñar sobre el simbolismo del centro y el significado
del Rey del Mundo" (p. 87).
Mircea Tamas concluye su libro con unas palabras a las que nos
adherimos plenamente y que demuestran la recta comprensión doctrinal del autor
de Agarttha, The Invisible Center:
"Parece extraño que muchos de los que reclaman comprender y seguir las
enseñanzas de Guénon sobre la metafísica, la realización espiritual y los
estados múltiples del ser hayan recibido con suspicacia y desconfianza Le Roi du Monde tomándolo como un simple
cuento, o sea, como una fantasía. Es un cuento, pero no en el sentido ordinario
de la palabra. Como Agartha, Le Roi du
Monde es un cuento sagrado perteneciente al dominio suprahumano. Si algunos
han dudado de la realidad de Agartha, ello sólo ha sucedido porque no han
sabido como sobrepasar los límites de su individualidad y del mundo profano.
Agartha no pertenece a la geografía profana y no puede ser hallado por un
turista o por los paparazzi. Como el Reino de los Cielos, Agartha debe ser encontrado
primeramente en nuestro corazón, y sólo entonces aparecerá como recompensa de
nuestra realización espiritual. El centro más profundo de nuestro corazón se
revelará como idéntico al centro subterráneo únicamente si se completa un viaje
iniciático y una realización espiritual; sólo entonces podremos penetrar en el
palacio invisible del Rey del Mundo. Esto es lo que René Guénon nos ha
transmitido. Del mismo modo que un ser humano (considerado como un individuo)
puede simbolizar al Hombre Universal, los distintos centros pueden simbolizar
al Centro supremo; pero el Centro supremo no puede ser alcanzado más
que en el momento en que el individuo traspasa su condición limitada y realiza
el estado de Hombre Universal" (p. 98). M. G.
EL BRILLO DEL
ICONO
Alicia
Wiechers
Editorial Symbolos, órgano de difusión de la
Tradición Unánime que inició hace 20 años su Programa Agartha, publica hace 15
la revista que lleva su nombre. Aunque el cumplimiento de estos aniversarios es
motivo de un Nº especial, podemos decir que se ha recorrido este camino
"celebrando", al actualizar permanentemente el pensamiento
Tradicional, no en el sentido histórico de modernizarlo, sino como un rito
perenne en el mundo de los arquetipos y de los símbolos. Porque –como dice su
director Federico González a quien festejamos especialmente por su septuagésimo
aniversario.
La Tradición, es decir el Arquetipo en acción, es idéntica a la
actualización permanente del ser –que jamás ha salido de sí– y su
reabsorción en el Sí Mismo cuando esa Tradición se acaba y cesa de girar el
movimiento de la Rueda. Este instante de detención, análogo al
solsticio en el año, y por lo mismo de simultaneidad, es la coyuntura por la
cual el tiempo se hace Eternidad, lo cósmico es un soporte de lo supracósmico,
y se realizan otros estados del Ser Universal, y donde una vez que este tiempo es
absorbido por el espacio, da lugar a un nuevo mundo, a una nueva humanidad,
fabricados por un nuevo Demiurgo, por su perpetua readecuación a las leyes de
los ciclos. (Federico González, Esoterismo
Siglo XXI. En torno a René Guénon. Muñoz Moya eds., Sevilla 2000, págs.
123-124
Rueda, símbolo del movimiento del devenir cíclico que se
posibilita sólo porque su circunferencia está conectada al centro por cada uno
de sus rayos o radios, y que se mueve en virtud del vacío central por el que
pasa el eje del mundo, es el título del libro de Federico González con el que Editorial
Symbolos da inicio a su serie de publicaciones de la Tradición Unánime,
"arquetipo en acción" que por "conservar la frescura virginal de
los orígenes", ha podido recorrer este ciclo de 20 años
"celebrando" y con ello, iluminando con su brillo los corazones de
los lectores, al servir de "rayo" o hilo conductor entre el mundo
visible de las formas y su Origen. Misma tarea que los "artistas" que
en ella colaboran realizan, gracias a la capacidad visionaria de su director
quien ha sabido "ver" en cada uno la luz interior que les anima,
encendiendo en ellos el fuego de la obra alquímica, Arte por antomasia.
La posibilidad que da el Arte Regia de volver
al origen a través de los rayos de la rueda, y acceder al vacío del corazón
desde donde irradia la eterna belleza, es lo que hace de la vida una poética,
como luz auroral que mueve la rueda del ciclo diurno y motiva a la acción de
realizar un arte con minúscula (bellas artes) como "canto de
alabanza" desde la tierra que en sus ritmos coincidentes con aquellos del
cielo, promueve la armonía, y en esta coincidencia brilla como teofanía. Este
brillo que evoca la luz del Verbo Creador, lo invoca también
"celebrando". Porque el esplendor que es la iluminación del
intelecto, se vuelve alegría, o motivación de la voluntad que devuelve lo
recibido recreándolo1. SYMBOLOS es por eso una revista de Arte, Cultura,
Gnosis, donde –como dice Fernando Trejos en la introducción a La Rueda– se "encara al arte
como algo sagrado, íntimamente vinculado con el amor y con el misterio,
como un rito o un símbolo que permite la posibilidad de comunicarse con la
verdad interior por mediación de la belleza y de encarnar la idea arquetípica,
haciéndonos ver a la vida como una poética relacionada con la búsqueda de esa
verdad”.
Cuando uno o varios ciclos llegan a su fin, se da un
acontecimiento coincidente: el fin se une con el principio y las cosas son
restauradas en su estado primordial, y este es un motivo de
"celebración". El artículo de Ananda K. Coomaraswamy que apareció por
primera vez en 1917 en la revista Études
Traditionelles (París) XLII, y que ha sido publicado en castellano en SYMBOLOS
Telemática, llamado "Belleza, Luz y
Sonido", devela el sentido de la palabra "celebrar" en
sánscrito:
… encontramos con textos tales como Jaiminîya Upanishad Brâhmana
III.33, donde (…) la 'Muerte' (el Padre), procediendo desde la despiración a la
espiración, deviene el 'Año', el 'Sol' (el Hijo) y se le describe como haciendo
su camino 'celebrando' (arcan), lo cual, ciertamente, no excluye la idea del
'brillo', pero en este contexto, según Shankarâcârya, significa 'cantando un
canto de alabanza' (arcate, pûjâm kurvate); y a la 'delectación' que se
experimentó en este oficio se le llama el 'brillo' (arkatva) del 'brillo'
(arkya), con referencia particular al del Fuego Sacrificial, cuyas hipóstasis
son los mundos.
Aquí–dice Coomaraswamy– la palabra arcan que en este contexto
significa "canto de alabanza" no excluye el sentido de
"brillo" ya que "brillar" y "cantar" es
el doble significado de la raíz arc.
La idea de "cantar" un canto de alabanza referente al
sonido supone un recorrido cíclico y rítmico, algo que se sucede en el tiempo,
mientras que la de "brillo" referente a la luz tiene una connotación
espacial o simultánea. El tema del tiempo convertido en espacio, y de nuevo en Tiempo;
del discurso en luz y en Verbo; o de lo sucesivo en simultáneo, y en Eterno,
signa el recorrido del ciclo creativo, ya sea que este
ciclo se manifieste en el arte del hombre como algo visible o se revele en él,
como es el caso del arte de Dios. Ciclo que para el artista-buscador de la
verdad tiene su punto de partida en el Paraíso terrestre y el de llegada en la
Jerusalem Celeste, la que por obra del cielo ha de convertirse inmediatamente
en un nuevo Paraíso Terrestre como comienzo de otro ciclo. Paradoja
representada por el problema geométrico de la cuadratura del círculo,2 que
cumple con la analogía inversa de lo sucesivo y lo simultáneo. Pues el sol al
mismo tiempo que recorre un ciclo, (círculo), con el brillo de sus rayos o su
belleza convoca por "encantamiento"3 y asombro al tiempo cíclico o
tiempo sucesivo a concentrarse en la inmovilidad del presente para ser
"succionado" por esa misma luz hacia su centro inmóvil, haciéndolo
entrar así en otro Tiempo, esta vez el Tiempo vertical y simultáneo de otra
Nueva Tierra limítrofe entre el tiempo y la eternidad.
EL NO DONDE
Y de
nuevo juntos ahí,
donde el tiempo se detiene
y su enmarañado acontecer sonríe
pidiendo perdón por ser irrevocable
EL ayer
se aleja y se lleva con él
la trama que parecía insondable
EL ahora
semeja enorme puerta
que ya no encierra
sino al Paraíso perdido de esta
tierra.4
EL Agartha (nombre que también toma el Programa de Introducción a
la Ciencia Sagrada que inició en 1985 y que la revista SYMBOLOS publica en su
número 25-26 del 2003), que por razones cíclicas permanece oculto en el Kali
Yuga, tenía –dice Guénon en su libro El
Rey del Mundo– el nombre de Paradêsha que significa en sánscrito
"comarca suprema", del que los caldeos hicieron Pardés y los
occidentales Paraíso y al cual se atribuye forma redonda. Agartha, en tanto que
Paraíso oculto, está en la base de todo este ciclo editorial
La liturgia invisible
La palabra celebrar se usa no solamente para festejar un
aniversario donde uno o varios ciclos coincidentes unen su fin con su
principio, en una unión analógica y armónica de un paso de cuerda o de hélice,
entendida como la distancia vertical constante que separa las extremidades de
un ciclo evolutivo (muerte), sino que se dice también de la "celebración de
un rito", indicando con ello que durante todo el recorrido de la acción
ritual, realizada en el presente mediante una muerte continua, la luz transluce
a través de los símbolos y los gestos, ya que iluminados por esta luz del sol o
el Verbo se convierten en gestos arquetípicos, liturgia invisible y
sagrada descrita en el Avesta de la tradición irania como sucediendo en la
Tierra de Visiones Hurqalya y que en la Cábala hebrea corresponde al plano de
Beriah o mundo de la creación o manifestación informal. Análogo al mundo
"real" del mito de la caverna de Platón, cuya puerta de
entrada es el Paraíso Terrestre (oculto en la caverna del corazón como Agartha)
y la de salida la Jerusalem Celeste.
La superficie de la rueda de la vida gira una y otra vez; y así
vemos pasar las etapas del día, los años, los seres que amamos y por los que
fuimos amados, y todo aquello que ha de morir, lo sujeto a causa y efecto, a
principio y fin. (Federico González, La
Rueda, una imagen simbólica del Cosmos. Symbolos 1986, pág. 152
Lo que hace posible que ese ciclo se regenere y se transfigure es
el "medio", el centro por el que pasa el eje del mundo, la muerte que
deviene el hijo, el sol, que es el Cristo, a la vez el alfa y el omega de un ciclo
dado. Esta idea del tres que son uno, se
puede entender mediante el modelo del Arbol de la Vida Sefirótico5 que se
dice fue la sabiduría revelada a Moisés en el Sinaí. Si ensamblamos los cuatro
planos o mundos manifestados (ver diagrama), se forma una escalera o
"escala" (que también tiene un sentido musical de cuatro octavas que
ensambladas alinean en el eje central las diez sefiroth, permitiendo un ascenso
ordenado) semejante a la que vio Jacob en su sueño visionario y donde Kether, corona,
fuente o principio, Tifereth, belleza, esplendor o medio y
Malkhuth, el reino, la tierra o el fin, se ensamblan intercambiándose
dependiendo desde qué orden o mundo se contemplen. Tal es el caso que vamos a
destacar durante este texto, el de la esfera de Tifereth en Beriah sitio del
Mesías, Profeta, Guía o Mediador (Artista), Belleza de la creación; y que en
esta posición es a la vez la corona o fuente, Kether, del mundo de las
formaciones, Yetsirah, y reino o cuerpo de Dios, Malkhuth del mundo de los
atributos divinos, de Atsiluth. Misma situación que se da en este último plano,
donde la corona Kether de Beriah, fuente de las creaciones (el Verbo), coincide
con el esplendor de la Belleza divina, Tifereth de Atsiluth, o corazón de Dios,
como dice Coomaraswamy: "… ya que el brillo del Sol Supernal in principio
y la pronunciación creativa de la 'Palabra' primordial, por la que todas las
cosas son al mismo tiempo reveladas y evocadas, son uno y el mismo
'acontecimiento' coincidente". ("Belleza,
luz y sonido”)
Pero tanto la Belleza como el amor serían inaccesibles sin el
conocimiento (Daath en hebreo), porque "La inteligencia brilla con lo que
la refleja"6 y el conocimiento es su dote.
Debes saber que el primer ser creado por Dios fue una
esencia de luz, cuyo nombre es Inteligencia (Nous, Aql). La tradición
dice así: "El primer ser que Dios creó fue la Inteligencia". Y el
Altísimo le dio como dote a esta esencia tres características: conocimiento de
Dios, de sí mismo, del hecho que antes no era y que en seguida empezó a ser.
De
aquella característica que se refiere al conocimiento de Dios, procede
la Belleza, que en persa se dice Niku'i. Del conocimiento de sí mismo,
procede el Amor, que en persa es Mihr. Del conocimiento del no-ser
anterior propio, procede la Nostalgia, que en persa es Anduh. Y estos
tres seres, surgidos del mismo, son hermanos. Belleza –el mayor de
ellos– tuvo visiones de sí mismo como el Bien Supremo, y desde entonces se
contempla eternamente; en Ella nace la alegría, y ella sonrió. De la sonrisa de
la Belleza procedieron los Ángeles del rango más alto. El Amor –cercano a la
Belleza– no hacía otra cosa que hacer que aspirara a serle devoto servidor.
Pero cuando vio la sonrisa, fue como sometido por la locura y ya no regresó en
sí. ¡Qué no hubiera dado por irse, escapar! Pero la Nostalgia, el más joven de
los hermanos, se aferró a él. Y de este abrazo tomaron para nacer el Cielo y la
Tierra. (Sohravardi, L'árcángelo purpúreo. Cap. IX II: "Vademecum dei
Fedeli d' amore". "La tríade
Belleza, Amore, Nostalgia". Coliseum Editore, Milán 1990, pág. 150.
Traducción de Carlos Gayou).
Arcángeles y ángeles son las inteligencias, espíritus o almas,
dotadas de conocimiento que pueblan el mundo de los arquetipos en la Tierra
Celeste.7 Y Adán por ser la imagen de este conocimiento que tiene Dios de Sí
mismo es el más comprensible de los Arquetipos. Y aunque existe desde el
principio, como Hombre Universal, se manifiesta en cuatro planos, (ver
diagrama) "pues tanto el ser como el símbolo, se expresan primero como
principios, y sucesivamente a tres niveles en el discurso de la
manifestación." (Federico González, La Rueda, obra citada, pág. 29). Es en
el sexto día de la creación, cuando Dios dijo: "hagamos al hombre a
nuestra imagen", que un segundo Adán aparece en el Paraíso como perfección
del mundo de la creación. Y cuando con un soplo, o hálito de vida, le infunde
un alma espiritual estamos en presencia del tercer Adán. Siendo el cuarto nuestro
cuerpo material. El despertar de la conciencia comienza en la
corona de este cuerpo material con la primera incursión al Mundo de las
creaciones o plano de Beriah, o aspecto del alma ligada al espíritu. El
Paraíso es la primera experiencia psico-espiritual que el hombre puede tener
del mundo invisible en el camino de vuelta hacia el origen. El
Paraíso Terrenal, es el hogar del alma, la casa del hijo pródigo, que
para el hombre común tiene el aspecto de un cuento de hadas.
Con la experiencia del Paraíso o despertar del "alma
viviente",
(en hebreo Neshamah), "Yahvéh… insufló en sus narices aliento de vida, y
resultó el hombre un ser viviente" (Gen 2:7) se tiene el primer
contacto con un grado del Yo superior, Tifereth de Yetsirah, Cuerpo de la
creación, Belleza de la formación y Fuente de la Acción.8 Es la primera experiencia de ser
un individuo, es decir de ser todo y nada a la vez, que queda en la
memoria como una impronta indeleble y que constituye la llave de entrada al mundo
de los arquetipos. Jacob ejemplifica este estado y su sueño visionario sucede
en este mundo habitado por inteligencias angélicas que ascienden y descienden
por una escala.
Mientras el buscador asciende por la escala mediante la
reiteración del acto ritual, el contacto se vuelve más estable. La
luz, por sí misma ordenadora, purifica el alma de sus apegos
pasionales, haciendo de su corazón el foco consciente del alma y el espíritu;
entonces la conciencia Arcángel Gabriel (Yesod de Beriah y Daath de Yetsirah)
se vuelve el fundamento permanente del mundo arquetipal. "En este estado –dice Zev ben S. Halevi– las revelaciones abundan en la forma de extraños viajes a través de
palacios de los cielos,… y la percepción de maravillosos seres, lugares y cosas"9.
Es el caso de las revelaciones de San Juan, el viaje nocturno de Mahoma guiado
por el Arcángel Gabriel, de la Divina Comedia de Dante, o del Viaje que
emprenden los pájaros del libro de Attar en busca del ave Simorgh.
El desarrollo del alma va tejiendo un cuerpo invisible de luz del que el buscador se viste
para recibir el bautismo de fuego en Tifereth de Beriah que en cualquier gran
tradición tiene un enorme significado. Es el sitio de la individualidad humana
transfigurada, la Naturaleza Perfecta del Hermetismo, que el Hinduismo llama
Atman. La Presencia de Dios en la Tierra (en hebreo Shekinah) el cuerpo
de Dios (Malkhuth de Atsiluth), la Belleza de la creación tras la cual yace el
No Ser, y la fuente del mundo de la formación. Este cuerpo de luz es Adán hecho
a imagen de Dios, el Icono de Dios.
El sitio ocupado por el Arcángel Gabriel, ángel Espíritu Santo, Yesod de Beriah o
imagen de la creación es un sitio crucial ya que él es el anunciador de la
venida del Mesías; ángel de la conciencia y la "concepción"
que corresponde al bautismo de agua, y que da el conocimiento de las formas y
de la psique humana. Gabriel conduce al alma en su ascenso por
los cielos inspirándola en la comprensión de los símbolos. En
cada peldaño el descorrer de cada velo supone una purificación. Una
última es todavía necesaria (bautismo de fuego) para llegar a la perfección de la
creación (Naturaleza Perfecta) o segundo Adán hecho a imagen de Dios;
realización que se da cuando se alcanza la esfera de Tifereth en Beriah que
está bajo
la influencia del Arcángel Miguel cuyo nombre significa "Igual a
Dios”.
El Paraíso Terrestre se convierte en Jerusalem Celeste al final
de cada ciclo. Este no es un lugar sino un estado de transparencia a la luz, porque
en este punto, donde se han unido los tres mundos y las seis direcciones que el
número siete simboliza, no hay un afuera y un adentro. El
hombre comienza a ver las cosas tal y como son en Dios, "se
convierte en sus ojos, sus oídos…" y contempla a la vez que comprende las
leyes que gobiernan el universo o su Diseño.
Cuerpo Espiritual y Tierra Celeste
En el mundo islámico, esta idea de cuerpo espiritual y tierra
celeste es recogida por Suhrawardi (1153-1191) de la teología antigua de
Zoroastro, Hermes Trimegisto y Platón, e integrada al Islam Shiíta
Suhrawardi, maestro de la Teosofía Oriental, Shaik al-Izraq,
revive en el siglo XII la teosofía de la antigua Persia con el motivo de
Xavarna, la luz de gloria, y mediante la angeología mazdeísta, interpreta las
ideas platónicas.
En en el centro de la teosofía de Suhrawardi se halla el mismo
concepto de un cuerpo espiritual que es desarrollado mediante la oración y la
meditación. En ese cuerpo, el adepto puede explorar un mundo interno de
suprema variedad y maravilla. Suhrawardi lo llama Hurqalya. Su traductor e
intérprete francés, Henry Corbin, utiliza el término "Mundus Imaginalis"
(el Mundo Imaginal), urgiendo a sus lectores a no confundirlo con el mundo
imaginario de la fantasía y la ficción. Hurqalya es un mundo real, sólo que no tiene un substrato material.
(Joscelyn Godwin, "Anales del Colegio Invisible. II: Zoroastro". SYMBOLOS 11-12, pág. 81)
El Avesta, libro litúrgico, y el Bundahishn, libro cosmogónico de
los persas,
… narraban historias de Zoroastro que sólo tienen sentido situadas
en Hurqalya:10 relatos de sus encuentros con seres celestes, su ascenso a
cumbres inaccesibles, y la otorgación de su Xvarnah o cuerpo radiante. (ibid.)
La cristalización de un cuerpo radiante de belleza es propio de
los profetas, y mesías, como Moisés, Zoroastro, Hermes, Buda, Jesús, Mahoma.
Dice A. K. Coomaraswamy: "la experiencia directa del Brahman se
ha comparado a la visión cegadora del relámpago, y se ha contrastado con la
formación de los conceptos mentales y con la reminiscencia, y esto corresponde
al 'percibe repentinamente' de Platón" (artículo citado). Cuando
Moisés sube al monte Sinaí, (montaña polar) está por un breve momento en el
mundo de las emanaciones o atributos divinos, Atsiluth, donde Dios le deja ver
su espalda, "porque ningún hombre mortal puede ver el rostro de Dios y
vivir" (Exodo XXXIII, 20-23). "Cuando Moisés bajó de la montaña la
gente estaba asustada por el brillo de su cara". El libro sagrado es
considerado el cuerpo de Dios ya que se trata de una imagen impresa por la
experiencia directa de la luz.
Cuando Adán fue creado "a imagen de Dios", su cuerpo era
un cuerpo de gloria, sin distinción de género, anterior a la creación de Eva.
Dice la tradición que su aspecto femenino era Sophia. En la tradición irania, la
realización del cuerpo de luz Arquetipo del hombre está asociada con figuras
femeninas, y como el Arquetipo del hombre es el pináculo de la creación y
"toda creación es femenina respecto de su creador", este cuerpo de la
deidad toma el aspecto de Sophia. Al Arquetipo celeste del hombre, en
la Tradición Mazdeísta se le da el nombre de Daena Fravarti (Sophia, paredro
del Adán celeste). Daena es hija del ángel de la tierra Spenta Armaiti,
pensamiento perfecto, meditación imaginal o meditación silente, hija del dios
de la Luz Ormuz o Ahura Mazda. La tierra es un arcángel madre del Yo celestial
Daena, porque la meditación silente da nacimiento al Yo celeste. Daena
corresponde a la Naturaleza Perfecta del Hermetismo. Las
demás hijas del Arcángel de la tierra llamadas Fravartis representan otros
ángeles
femeninos o etapas del alma en su viaje de encuentro con su "doble"
espiritual Daena Sophia o Luz del conocimiento que tiene como flor emblemática
a la rosa. Así, Ardvi Sura es el ángel de las aguas celestiales de las
que emerge el Monte Victorial, la montaña del paraíso idéntica a la montaña
polar Alborj (Monsalvat de la leyenda del Grial); Chisti es espejo y mediadora
de Daena que ve el significado de las palabras y gestos simbólicos; Ashi Vanuhi
es Fuego Victorial asimilable a la Nike griega; Arsthat la radiación perdurable
o transfiguración, y Zamyat la Gloria Terrestre. Estas ángeles o
fravartis, han hecho un pacto para ayudar a que la tierra sea transfigurada.
En la cosmogonía Irania, heredada por el Islam shiíta, todo el proceso de iniciación
se refiere a esta transformación del mundo sensible en Teofanía que revela su
arquetipo celeste, que es lo mismo que decir: la transformación de la
Naturaleza en Arte. Porque todo arte, ya sea el de Dios o el del hombre
pretende esta transfiguración. Por eso el hombre realizado investido de un
cuerpo de luz es el icono por excelencia.
El tema del espejo como herramienta de conocimiento abunda en la
literatura irano-islámica. El proceso de conocimiento pasa de la
percepción del mundo como un "otro que yo", (velo) a la conciencia
del mundo como un espejo del mundo interior; Chisti espejo de Daena ve el
significado de las palabras y gestos, que permite el conocimiento de sí mismo y
conduce al conocimiento del Señor Personal porque "el que se conoce a sí mismo"…
se convierte él mismo en espejo de Dios y …"conoce a su Señor".
Spenta Armaiti (ángel de la tierra) es el espejo de la sabiduría que refleja su
propia transfiguración.
En el sufismo shiíta, frente a la prohibición hecha a Moisés:
"A Dios, nadie le ha visto jamás", el Profeta exclama: "He visto
a mi Señor en la más bella de sus formas" (célebre hadîth de la visión que
cumple con el sello de la profecía). El deseo de la Visión de la Visión
('iyan-e'iyan) rehusada a Moisés, es el leitmotiv de toda la vida espiritual de
Ruzbehan, autor del Jasmin (citado en n. 11), llamado entre los sufís el
"Príncipe de los Fieles de Amor”.
Los Fieles de Amor
Aquellos para los que el amor humano por un ser de Belleza ha sido
la premisa del amor divino, los Khawâss al mahabba, son los que se llaman Fieles de
Amor del siglo de Dante. Una forma de amor que no tiene
evidentemente un fin social (formar una familia) sino que es un medio para
purificar el alma de todos los instintos posesivos del alma pasional
(nafs ammâra, nefesh en hebreo) o amor vulgar, para llegar a la contemplación
de la Belleza divina.11 Un tema análogo al de las dos Venus que menciona Ficino en su libro sobre el Amor.
Una de las dos Venus es celeste, la otra,
vulgar y que la celeste ha nacido solo del cielo, sin la intervención de
ninguna madre, y que la vulgar ha nacido de Júpiter y de Dion….
Porque la primera es llevada por amor natural a considerar la Belleza de Dios,
la segunda es llevada también por su amor, a crear la divina belleza en los
cuerpos mundanos. La primera abraza en sí misma el esplendor divino;
después lo trasfunde a la segunda Venus. Esta segunda a su vez trasfunde en la
materia del mundo los destellos del resplandor que ha recibido, por la
presencia de estos destellos, todos los cuerpos del mundo, según su capacidad
resultan bellos. (Marsilio Ficino, Sobre
el amor, Comentarios al Banquete de Platón. Universidad Nacional Autónoma
de México, México 1994. Cap. VII, págs. 41, 42)
“Lo visible debe ser percibido como un velo y transformado en un
espejo" mediante su pulimento. Y se sale victorioso de la prueba
del velo cuando el velo se vuelve espejo teofánico, y esto es llegar a la
Visión de la Visión, donde el ojo por el que el hombre ve a Dios es el mismo
por el que Dios ve en el hombre: " … cuando la creatura se borra, o
mejor dicho se hace transparente, ya no es Dios quien es contemplado por la
creatura, en y por la mirada de ésta. Es Dios mismo quien se mira a Sí
Mismo." (Henry Corbin, En Islam iranien III: Les Fideles d'amour. Shî'isme et soufisme. Editions Gallimard 1972,
cap. III, pág. 34). Tal y como vemos nuestra imagen reflejada en el vacío de la
pupila del otro. La misma idea es expresada por Eckhart en su célebre frase: "La mirada por la cual yo conozco a
Dios, es la misma mirada por la cual Dios me conoce", de modo que
las criaturas que han alcanzado la visión son los ojos por los que Dios ve al
mundo. Teofanía es cuando la divinidad entra en la creatura como la imagen
entra en un espejo, por efecto del rayo "porta imagen" de Eckhart. Teniendo
entendido que la sustancia (madre) de esta imagen no está en el espejo sino en
el rayo que la proyecta.
Todo lo que se necesita recalcar aquí es que la luz del Sol
Supernal, la "Única Luz" (jyotis ekam, I.93.4), la "Luz de las luces" (jyotishâm
jyotis, Rig Veda I.113.1 y Brihadâranyaka Upanishad IV.4.16), es
una luz omniforme y porta-imagen (jyotir asi vishvarûpam, Vâjasaneyi
Samhitâjyotishâ V.35; sarûpenâ, Rig Veda X.55.3) que cuando brilla "libera a
todas las formas bellas" (vishva rûpâni prati muñcate, Rig Veda
V.81.2). (Ananda K. Coomaraswamy, artículo citado).
Para los Fieles de Amor,
no se
llega a la conciencia teofánica desviándose de lo visible y lo sensible
sino tomando
conciencia de ello como un velo y transformándolo en un espejo de conciencia.
Es
mediante
esta visión de belleza que la luz convoca a la creatura a regresar a ella. Esto
es diferente a la idea corriente de encarnación, pues no depende del espejo que
el espíritu subsista, pero sí es necesario que ese espejo de la creación (el
símbolo) exista para que la imagen se revele en esta coincidencia por vía del
hombre encarnado que es el caso del artista creador. En este sentido, "los
actos de creación son miradas o contemplaciones divinas
(hazarât)". Los actos creativos son actos de Visión. La visión es nuestro
propio ser. El guía, es quien ha "visto" tu luz interior, y ha
despertado tu Belleza.
El monoteísmo abstracto (que es la degeneración del punto de vista
trascendente de Dios), sólo se sobrepasa –dice Corbin– con la experiencia vivida
de la
teofanía, que no es una encarnación sino una percepción de
la doble naturaleza del ser manifestado, que simultáneamente vela y revela lo
invisible. Donde se instituye una relación de las dos bellezas: belleza
increada y belleza sensible. De ahí que toda teofanía sea símbolo.
Liturgia Visible
El visionario que contempla en sí mismo la Naturaleza
transfigurada la proyecta en la materia por irradiación, al tiempo que con sus
gestos teje las formas ya proyectadas, ejecutando espontáneamente los movimientos
rítmicos en los que se expresa el modelo o Arquetipo. Este modelo es más bien una
acción, un "modo de ser", que una imagen terminada, de manera que un
músico puede escuchar en un relámpago toda una sinfonía o toda su obra
completa. Los modelos del artista tradicional o creador de íconos, aunque sean
modelos de la Naturaleza como es el caso de la pintura china, son modelos
ideales vistos en la Tierra de Visiones donde cada acción es un acto ritual y
certero, porque es propio de los arquetipos el ser acciones puras en las que el verbo
es a su vez sujeto y atributo. El que realiza la acción, la acción y su
resultado son una misma cosa. Intención y propósito son uno solo. Cada
acción es una "celebración" del ser, o un "canto de
alabanza" inserto en una liturgia celeste. En este mundo imaginal
o intermedio, en su Malakut, las formas son siempre simbólicas, es decir
absolutamente coincidentes con sus significados.
El término griego symbolon se refería a dos mitades de algo que se
juntaban, que coincidían, y conformaban un signo de reconocimiento; (Federico González, Simbolismo y Arte. Symbolos, Barcelona
1998, pág. 18).
El término ícono (del griego eikon, imagen, semejanza, del
indoeuropeo eikon, semejanza) se aplica en los casos en que la imagen es
el resultado de esta coincidencia analógica, es decir un
símbolo que revela a los sentidos un orden que sería invisible para ellos sin
esta mediación. El artista es el canal de esta mediación y –como dice Corbin– el conocimiento de sí mismo es
como una exégesis del símbolo porque la exégesis lleva a la
transmutación de lo que está escrito, de modo que "Lo que está escrito se
eleva a la incandescencia, y el significado oculto brilla a través de la
cubierta que se vuelve transparente", "como esos mosaicos
bizantinos cuyo oro ilumina el espacio que acompasa, o como los íconos o
paisajes de alguna escuela Persa, donde el fondo rojo dorado, transfigura los
colores o como el Paraíso de Yima in medio mundi, y también la Tierra de
Hurkalya, …" (Henry Corbin, Spiritual
Body and Celestial Earth. Bollingen Series BXCI-2, Princeton, New Jersey
1977, pág. 21).
Encarar el arte como algo sagrado quiere decir verlo como vehículo
simbólico de unión del cielo con la tierra. "Todo Arte Tradicional es
simbólico ya que el Arte Tradicional pretende 'ensamblar' o lograr la
coincidencia entre lo de arriba, Cosmogonía Arquetípica y lo de 'abajo',
soporte material." (Federico González, obra citada).
Porque es simbólica, la obra de arte busca ser un intermediario
entre el mundo de las ideas o Arquetipos y el mundo sensible y revela al
espectador un mundo invisible "despertando en él una serie de
'reminiscencias' respecto a multitud de imágenes que no recordaba, pero que
formaban parte de su bagaje cultural y personal" (Federico González,
Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon, cap. VI, pág. 101).
El tejedor, promoviendo analogías o cruzando la trama (sruti),
audición o revelación, con la urdimbre (smrti), que tiene el sentido de lo
"recordado" o de la autoridad tradicional, realiza su arte; "…
el único artista verdadero (musavvir) es Dios." (Ananda K. Coomaraswamy,
The Transformation of Nature in Art. Dover, New York 1956, pág. 21).
El rito artístico; comienza por el principio y termina con el
principio.
Este es la luz del Verbo Creador y también la receptividad de la Sofía que es
su paredro femenino. Por ello se comienza por la creación de un espacio que
representa la receptividad de la creación respecto de su creador, y con un acto
de atención porque "en el artista oficiante del rito, la luz del Verbo
está presente en la atención". Los cánones Tradicionales corresponden a
las leyes que gobiernan el arte, e inspirados y dirigidos por Arquetipos y
ángeles, son cánones de proporción o la "gramática" del arte, que
lejos de limitar la labor creativa le otorgan las herramientas para acceder a
ellos. Un ejemplo es el sonido inaudible de las esferas celestes
revelado a Pitágoras y expresado en la imagen Hermética del monocordio
universal de Fludd como una sola cuerda que se tensa entre la corona y los pies de Adán,
el alpha y el omega, y que suena con diferentes tonos según las proporciones en
que se divida la cuerda presionada,
… monocordio –imagen del monocordio universal– que se constituye
en un modelo permanente de la Teoría musical posterior, capaz de sintonizar
(sinfonizar) con la armonía de las esferas y su música celeste, ya que los
distintos sonidos y sus proporciones son expresiones de la manifestación
cósmica a la que reflejan. … estas proporciones establecen también las normas
de la arquitectura y las artes visuales, el plano de la ciudad, el metro
poético… (Federico González, Simbolismo y Arte, cap. VII, pág. 105).
El ejercicio del arte llega a su perfección cuando a través de la
sintonía rítmica de la tierra y la consonancia analógica del cielo, el
observador se eleva por la escala de los armónicos hasta convertirse en lo
observado; es entonces que puede fluir libremente con su tema ya que será el
tema el que se exprese a través de él, y ya no habrá un sujeto que realice la
obra ni que se la apropie.
Recordemos que el Verbo es a la vez sonido y luz. La Música, (de las musas) y la
Geometría (medida de la tierra), artes sonora y visual de la medida y la
proporción, se ubican por ello en el Arbol de la Vida Cabalístico en el mundo
de las Creaciones Arquetípicas, y asociadas a las energías de Gueburah y
Guedulá (Hesed) respectivamente, "llamadas también los dos brazos de
Dios"… son "las dos lámparas que adornan el Trono Real; de este
segundo gran equilibrio nace Tifereth (Belleza)".12 De modo que la
práctica de estas artes de la medida y la proporción edifican un cuerpo de luz
y sonido.
Sonido y luz se expresan en el arte Tántrico hindú como Mantra y
Yantra respectivamente, (de la unión de Mantra y Yantra, surge Tantra) ambos
soportes de encantación y contemplación del arte sagrado que busca unir lo
masculino y lo femenino, como principios ambivalentes y no solamente
como se lo conoce ahora, desde una perspectiva puramente sexual.
Las ambivalencias de arc y chand se ilustran además en los siguientes
pasajes: Rig Veda I.92.3 y 6, "Las Auroras están cantando (arcanti) como
mujeres ocupadas en sus tareas", y "la Aurora brilla en su belleza
con una sonrisa encantadora" (shriye chando na smayate vibhâtî); V.52.12,
"alabando con himnos" (chando-stubhah); y VII.7.3.6 "brillante
de gloria como el Sol" (chando na sûro arcishâ). En Atharva Veda VIII.9.
12 a las Auroras se les describe como chando-pakshe, lo cual puede traducirse
por "teniendo alas métricas" o por "moviéndose con alas de
deseo". Los valores de chandas son de particular interés en relación con
la idea de la "integración de sí mismo en el modo de los metros, o
'encantaciones'" (chando-mayam… âtmânâm samskurate, Aitareya Brâhmana
VI.27), lo cual equivale a decir la edificación de un "cuerpo" espiritual
de sonido rítmico, o de luz, o de beatitud, puesto que chando-maya, podría
sustituirse aquí por mantra-maya, jyotir-maya, o ânanda-maya, a saber, "encantatorio",
"luminoso", o "beatífico". (A. K. Coomaraswamy,
artículo citado).
“La voz es el instrumento por excelencia, y el fraseo y la palabra los
gestos audibles que articulan cualquier lenguaje." (Federico González,
obra citada, pág. 107). En la poesía, que es el arte de la tierra (arte es
hacer, poiesis), se conjugan la voz y el canto que –dice Federico González– dan
"… la posibilidad de reproducir una y otra vez el discurso creacional que
surge de la audición interior de sí mismo" (ibid., pág. 108).
CANTO DEL AGUA
Entono cantos suaves cuando tu aliento toca mi piel
que se despierta en torrente
y arrasando muchedumbres ilusorias
deja solo caracolas …
Sensaciones espirales donde te escucho de nuevo.
Siguiendo rastros, surcando túneles
llegas a mis húmedos cabellos.
Yo, que dormida en un lecho de recuerdos,
siento penetrar tu savia
que mi árbol agita,
me levanto de mi sueño
y te respondo.
Laberinto, cuyos rayos cargados de rocío
evocan a la Fuente,
recorres confundido.
Y no sabes dónde estoy
porque dentro de mí te hallas.
Una voz te llama desde el fondo del vacío
al brotar bulle en sonidos
teje imágenes
y se hace palabra.
Sigue su canto que te desteje
para llevarte a su morada oculta
que es silencio.
Espacio cuya dulzura y exuberancia
no conoce límites,
cámara sagrada donde recluida
tejo tu túnica de luz.
Soy vapores
que por tu calor ascienden
soy el hueco
donde habitan aves transparentes
y el viento que las sustenta
es el soplo de tu aliento.
A veces, mi danza te da terror
el eco de tu voz te paraliza.
Y he de estallar en tormenta
desatando la pasión que te conduzca
donde aquel canto que no cesa…
que es mil nombres y que es tu Nombre.
Adán, ¡Vive!
SE mi mente
SE mi alma
SE mi cuerpo
Yo seré tu Conciencia.
Traspasa mi cuerpo y hazlo transparente.
Séllame con el beso de tu boca y hazme Tú.
Hagamos que el mundo gire de nuevo
concibiendo un niño de luz
hijo del viento y de la noche.
Niño de oro que surcas los dos mundos…
dime niño: qué tiempo recorres?
siempre tan silente…siempre presente.
Acaso es tu correr perenne?
Es acaso el tiempo del gran mar?
Jugar en tu mano quiero
cuando se abre
y deja escapar el dolor
para abrir mis ojos,
verte grande
y saber que Yo Soy.13
Tiempo es medida, ritmo pero también intervalos que permiten la
armonía.
El ritmo una alternancia de sonidos y silencios, los intervalos proporciones de
los tonos musicales. La medida como el tiempo, limita y a la vez revela el
espacio que ella contiene.14
Existen dos tipos de memoria, la que recuerda los sonidos y la que
recuerda los intervalos, o relaciones armónicas o contenidos simbólicos. Recordar
el contenido es re-vivir la experiencia, liberarla de los límites del
pasado y del futuro para recordarla in illo tempore o en un tiempo mítico que
no es sino el Presente eterno, dimensión vertical de la memoria de la que es
símbolo el árbol del olivo en el verso de la Luz donde la lámpara "Es
alimentada por un olivo bendito que no es de oriente ni de occidente"
(Corán 24:35, Sura La Luz).
Se recuerda sólo en el equilibrio del presente, en el espacio
entre dos puntos o mundos, en el intervalo entre dos vidas.
El
recuerdo
semeja una inmensa extensión, similar a una llanura donde galopa flotando una
yegua. Su jinete se desliza por el viento gracias a un obediente acompasamiento
con el ritmo de su galope.15
CANTO DE LA TIERRA
I
Silenciosa… casi caduca,
soy de esas hembras que ya no existen,
servidora del amor,
espejo del amanecer.
Llevo en mí el germen de la vida nueva,
soy el hueco oscuro e invernal
donde habitan aves transparentes.
En mis entrañas llevo,
la savia que penetra los corazones.
Soy devoradora incesante de estructuras,
arrasadora de muchedumbres.
Templo para quienes osen optar por el amor;
para quien recorra el laberinto
y hunda la espada en su propio pecho;
para quien reconozca que la vida
reposa en la muerte y la necesidad.
Soledad interminable para el cobarde,
muralla infranqueable para el orgulloso,
luz para quien llora en anhelos de entrega.
Mis formas cambian sin cesar,
refulgentes relaciones de luces transparentes.
Soy espejo del Infinito.
Soy la hembra siempre anhelada,
el cuerpo de la deidad,
el sonido hecho carne,
la Virgen Negra temida y alabada.
Iniciadora del hombre,
recluida en una cámara sagrada tejo su túnica de luz.
Quien penetre en mí encontrará la vida.
Soy la Madre Tierra.
II
Hembra deseosa,
inflamada por la luz,
convierto en calor cuanto rayo llega del sol.
Soy la vida, esperando ser vivida.
Soy la casa,
el hogar y la hoguera.
El espacio, fuente de espejismos,
donde habita el reflejo de la llama siempre viva.
Soy el arco y la puerta;
el espacio entre dos mundos;
las cenizas de la pasión
y la posibilidad de resurrección.
De mis manos brotan aves,
de mis pechos miel,
selvas arbóreas son mis cabellos.
Sustento son mis pies, raíces firmes.
Entono cantos cuando el viento toca mi piel,
fuente de contacto.
Vellos con sabor a sal crecen bajo mis brazos
que se extienden acogedores en el silencio de la noche.
Solícita servidora del peregrino
dama del caballero
lecho de rosas cubiertas de rocío matinal
azul, para el oro que me fecunde.
Soy entonces
la novia
revestida de luz, tachonada de zafiros,
la Virgen Celeste.16
El fin último del Arte es regresar a la "celebración" en
la sonrisa de la aurora, como un acto de alabanza, porque de la contemplación de la
belleza que es el conocimiento que la Inteligencia tiene de Dios, el amor
obtiene su gozo que mueve al alma a crear de modo "gratuito" (a
cambio de nada, por agradecimiento), como expresión del deleite experimentado
en este acto de contemplación.
En De amore II.ii Ficino
traza el círculo del amor divino en tres fases: "La primera fase surge de
Dios como una especie de faro, la segunda entra en el mundo al cual mueve en
éxtasis y la tercera regresa a su hacedor en estado de gozo". Citado por
Edgar Wind, Los Misterios Paganos del
Renacimiento. Barral Editores 1972.
El libro de La Rueda de
Federico González, inicio de las publicaciones de esta editorial, concluye con
un himno a la Sabiduría porque la Sabiduría es el último peldaño de la
escala al que como hombres podemos acceder.
Se ve claramente aquí que esta hembra es una deidad: una diosa. Y
para ser exactos: la Diosa, que va cambiando sus nombres y quitando sus ropajes antes de
entregarse definitivamente. Ella es madre y esposa, hermana y novia,
hija y concubina, su sexualidad se expande en forma esférica en todas
direcciones. La promesa que exhala su fragancia es la misma que nuestra
necesidad de copular místicamente con ella. Nos llama con el fuego de su
ardiente amor, amor divino, y se nos revela virgen y vacía, oscura, sutil y
misteriosa, perfectamente invisible, pero también pura, limpia y clara como el
esplendor desnudo de la idea. La tierra, la naturaleza y la vida han
heredado estos atributos que reflejan generosamente y nos los ofrecen como
medios de realización.
El número anterior que publicó SYMBOLOS 27-28 (2004) que está
dedicado a lo femenino, y lleva tapa plateada, sale a la luz después del número
de tapa dorada 25-26 (2003) que contiene el Programa
Agartha, espejo en la caverna del corazón donde se llega a reflejar la
imagen Celeste, cerrando un ciclo de la revista. Junto con La Rueda estas publicaciones expresan tres fases del mismo amor:
manifestación, procesión y expresión. Tanto la labor editorial, como el
programa Agartha y la publicación de la revista, cumplen así con ciclos que son
esas tres fases.17 Tres ciclos puestos en movimiento por su director, que en
este número "celebramos" aquellos que hemos sido obsequiados con su
luz.
Notas
1 Esplendor como
iluminación del intelecto. Ver Edgar Wind, Misterios Paganos del Renacimiento.
Barral editores, Barcelona 1972, nota 51 pág. 54.
2 Ver SYMBOLOS 17-18: "La verdadera resolución de la
cuadratura del círculo", de Javier S. Maskin, donde el paso del círculo al
cuadrado, o unión de la tierra con el cielo, se hace a través del número 3. (Existe
otra solución a través del número 5 publicada en el libro de Robert Lawlor
Geometría Sagrada. Crossroad, New York. Cap. VII, pág. 74).
3 Ver A.
Coomaraswamy, "Belleza luz y
sonido", nota 5. "Chando na es 'semejante a una sirena', 'ejerciendo
una fascinación'. Nuestra palabra 'encantador', combina adecuadamente las
nociones de una belleza que es a la vez visible y musical y que ejerce un poder
convocativo y activo; la luz de la Aurora es a la vez una belleza y una llamada
a la acción, puesto que pone en funcionamiento a todas las cosas (vayunâ krnoti,
Rig Veda I.92.6, cf. 59.1 y VII.36.2 para Mitra). El sentido original de
'encanto' implica un 'encantamiento' musical."
4 Alicia Wiechers. Poema
inédito. 1983.
5 Ver: Federico González,
La Rueda, cap. 5, 2: "El Árbol de
la Vida Sefirótico", pág. 123. Y ver
diagrama publicado aquí.
6 Federico González, Esoterismo Siglo XXI, pág. 103.
7 La palabra arquetipo,
del griego archee (principio, base, gobierno), de la que deriva arcángel,
(anggelos, mensajero, en hebreo mal¨akh) de la misma familia que ángulo, en
árabe arcan, contiene la idea de brillo. Pues es mediante los cuatro arcángeles
que el Hijo (expresión de la luz inmanifestada del Padre) se extiende mediante
cuatro radios o rayos, hacia los cuatro puntos cardinales, siendo los ángeles a
su vez los ángulos que irradian hacia innumerables direcciones. Esta imagen
arquetípica, se expresa en la tierra según el cristianismo por la figura de
Cristo en el centro (como ángulo de los ángulos) rodeado de los cuatro
evangelistas, y en el Islam por el Profeta y los cuatro califas. (Ver René
Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLV: "El
Arkan". Editorial Eudeba, Buenos Aires, pág. 256).
8 Ya que este centro
coincide a su vez con la esfera de Malkhuth (el reino) del plano de las
creaciones o plano de Beriah donde tienen lugar todos los acontecimientos
visionarios, y con Kether de Asiyah (coronilla de su cuerpo físico).
9 Zev Ben Shimon Halevi,
Adam and the Kabbalistic Tree. Samuel Weiser Inc, New York 1979, pág. 315.
10 Tanto el plano de la percepción
imaginal Malakût, como el plano del conocimiento inteligible Jabarût, más
asimilable al mundo de los arquetipos de Platón, existen ambos en el mundo de
Hurqalya, bajo el universo de Lalut o esfera de la Deidad. (N. de la autora).
11 Como dice Rûzbehân –citado
por H. Corbin en su libro En Islam Iranien, cap. VI, pág. 118: "Entonces,
he aquí que en medio de los llantos de mi angustia secreta, vi de pronto la
Venus del cielo de los misterios, convertirse en el arpa de los llantos".
Y anota al pie de la misma pág., n. 163: "Es decir que la belleza
terrestre por la que él desespera, porque su presencia misma le deja el gusto
de la ausencia, se convierte en un arpa de gozo, desde el momento que ella se
muestra como una teofanía."
12 Ver: Carlos Ricardo Barnathan,
La Cábala, una mística del lenguaje. Barral Editores, Barcelona 1974. p.40
13 Alicia Wiechers. Poema
inédito. 1988.
14 Este espacio en música se
llama intervalo. Para escuchar la armonía que es una operación analógica, no
han de escucharse las notas sino la relación entre estas, es decir el espacio o
intervalo que entre dos notas tocadas al unísono producen la reverberación
armónica. El intervalo es al no ser lo que el sonido es al ser.
15 Lo receptivo, lo espacial,
era comparado en la antigua China con la yegua, que combina la velocidad del
caballo y la docilidad de la vaca.
16 Alicia Wiechers. Poema
inédito. 1988.
17 Las tres formas de la luz:
Lux fuente de la luz o su sustancia, Lumen radiación de la luz, y Esplendor
refulgencia de la luz como en un tablero dorado, se expresan en la danza de las
Gracias: "Cualquiera de ellas que se tome es la misma que las otras,
porque cada una está en las demás y enraizada en el Uno". Edgar Wind, Los
Misterios Paganos… , nota 19, pág. 49
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