domingo, 13 de septiembre de 2009

Reflexiones en la Sombra

Reflexiones en la Sombra

M.L. Paula Durán Hurtado[1]

Resumen
Los arquetipos, como contenidos del inconsciente colectivo son parte importante de la Estructura y Dinámica de la Psique. Uno de estos arquetipos es el de la sombra, una estructura psíquica de gran influencia en la personalidad individual.

I. Introducción

Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
(Extracto. V.Huidobro)

El Informe contextualiza el concepto, en base a “Jung o la Búsqueda de Identidad” de Stevens, para luego amplificarlo con lecturas de Jung y contribuciones de Abrams, Bly, Frey-Rohn, Miller y Zweig. El cómo reconocer la sombra -en uno mismo y en otros- es de vital importancia para el proceso de individuación, por lo que se incluyen –además de Jung- aportes de Abrams, Bly, Brinton Pereira, Laing, Miller, Molly Tuby, Sanford, Von Franz y Zweig. Enseguida, se agregan reflexiones que surgen en torno al concepto o -mejor dicho- se incorporan sombras de reflexiones que ameritan, en otra ocasión, ser mejor configuradas de lo que un Informe de esta naturaleza puede hacer: la sombra como consecuencia inevitable de la materia; la sombra como ausencia; la pregunta en torno a si la sombra nos tiene o la tenemos; los no-seres, como habitantes de las sombras; Plutón, el dios-planeta desterrado de la conciencia colectiva.

Unas breves ideas, a modo de conclusión, dejan errante la respuesta en torno a si este destierro infernal podrá o no tener consecuencias para la evolución de la humanidad.

II. Desarrollo

II.a) Contextualización del concepto.
JUNG pensaba que el ser humano contaba con una matriz que le permitía –al niño- adaptarse a la realidad de la misma forma como lo habían hecho todos los individuos de su especie; la llamó si-mismo. El sí-mismo es el arquetipo, desde el cual nacen todas las estructuras psiquicas: la sombra, el yo, la persona, el animus y el anima. (Stevens, 1999, 53)

La persona, es también un complejo funcional; es la parte de la personalidad que permite al individuo adaptarse a la sociedad (Jung, 1943, 555): “La persona” es la cara con la cual el hombre se relaciona con los demás, que nace de la necesidad de ajustarse a las expectativas de los padres, profesores y sociedad. En ese momento, unas características se considerarían mejores que otras y menos censurables. Todas aquéllas consideradas indeseables, formarán otro complejo o una subpersonalidad; a eso, JUNG, le denominó sombra. (Stevens, 1999, 54)

La sombra tiene características opuestas a las manifestadas en la persona, por lo que persona y sombra son complementarias y mutuamente compensatorias, en las debilidades y fortalezas de la que una y otra carece o que una y otra presenta. Se trata de dos personalidades profundamente opuestas pero coexistentes en un mismo sujeto. La sombra es una subpersonalidad disociada, negada de luz y relegada en una zona gris del inconsciente personal[2]. (Stevens, 1999, 55)

La sombra permanece dinámicamente activa aún inconsciente, porque los aspectos rechazados del yo se mantienen portando algún tipo de sentimiento de identidad personal que, periódicamente, se sienten como cargas y culpas, a las que se les teme, porque pueden presentarse en la persona y hacer que el sujeto sea víctima de algún tipo de rechazo social.

Reconocer la sombra es un proceso difícil y una experiencia dolorosa, por lo que, el yo recurre a mecanismos de defensa para ocultarla; uno de ellos, es la proyección, que niega la existencia de esa característica en uno mismo y la proyecta en otros. Se trata de un proceso de conservación del yo, fuera del espectro de la voluntad conciente. (Stevens, 1999, 55)

Una fase fundamental del tratamiento junguiano es hacer conciente la personalidad de la sombra. Así se establece un acercamiento a la persona y se fomenta la integración de ambos complejos en la personalidad en su conjunto (Stevens, 1999, 56). Una forma de hacer este proceso es escuchando lo que uno mismo dice respecto de otro que resulta desagradable para uno. Las referencias que se puedan hacer darán luces a esa sombra. Sin embargo, no es conveniente decirle al otro que aquello que ha dicho se refiere a sí mismo y es parte de su sombra, ya que podrá sentirse agredido con el comentario y lo rechazará como retrato de su realidad.

La sombra, como todo complejo fundamental, tiene su núcleo arquetípico en “el enemigo” (Stevens, 1999, 57) y forma parte de nuestro equipo de adaptación; se activa tempranamente, pero se va engrosando con aquellas características que los padres consideran inadecuadas. La sombra es una manifestación personal e intrapsíquica y parte de un compromiso de adaptación entre el sí mismo y la sociedad, en la cual hay acuerdo en que uno sigue siendo lo que no debe ser, siempre y cuando aquello no se exprese públicamente[3] (Stevens, 1999, 57).

II.b) ¿Qué es la sombra? Una primera mirada hecha por Jung y junguianos.
JUNG se refirió a la sombra en su libro “Sobre la Psicología del Inconsciente” y la definió como la personalidad inconsciente de nuestro mismo sexo, inferior y censurable; ese otro yo que nos llena de embarazo y de vergüenza: “el aspecto “negativo” de la personalidad, la suma de todas aquellas cualidades desagradables que desearíamos ocultar, las funciones insuficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal” (Jung y otros, 2001, 34). Veintiocho años más tarde, en 1945, dijo que era lo que una persona no quería ser: “uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo conciente la oscuridad, un procedimiento trabajoso e impopular” (Jung y otros, 2001, 35). Jung terminó demostrando que afrontar la sombra y el mal es un “secreto individual” equiparable al de experimentar a Dios, una experiencia tan poderosa que puede transformar completamente la vida de una persona (Jung y otros, 2001, 35).

Zweig y Abrams, dicen que la sombra son todos los sentimientos y capacidades rechazados y desterrados por el ego, que alimentan el poder oculto del lado oscuro de la naturaleza humana (Jung y otros, 2001, 17) cuyos rasgos no serían todos necesariamente negativos[4].

Miller, la distingue como “parte de aquello que queremos ser pero que no nos atrevemos a ser” (Jung y otros, 2001, 90), Bly piensa que es “el gran saco que todos arrastramos”. Indica que todos los seres humanos tendríamos un saco de iguales proporciones (Jung y otros, 2001, 41), por lo que no habría unos individuos con más sombra que otros[5]. Dice que pasaríamos los primeros veinte años de nuestra vida decidiendo qué partes de nosotros mismos deberíamos meter en el saco y el resto de la vida, ocupados en tratar de vaciarlo” (Jung y otros, 2001, 41).... que todo lo que ingresa a esta bolsa regresa e involuciona hacia estadios previos del desarrollo (Jung y otros, 2001, 42) y la mayoría de los hombres de nuestra cultura echarían en ese saco las facetas femeninas de su personalidad[6] (Jung y otros, 2001, 42). Bly sí distingue diferentes tipos de sacos, a los que caracteriza por sus contenidos –o sus pesos- y “cuanto más repleto se halla, menor es la energía de la que se dispone”, porque esa energía es inaccesible (Jung y otros, 2001, 48),

Frey-Rohn señala que “la sombra permanece conectada con las profundidades olvidadas del alma, con la vida y la vitalidad; ahí puede establecerse contacto con lo superior, lo creativo y lo universalmente humano” (Jung y otros, 2001, 17).

II.c) ¿Cómo reconocer nuestra sombra? Opiniones junguianas.
Nuestra sombra sólo puede verse indirectamente y a través de rasgos y acciones de otros, sólo podemos darnos cuenta de ella fuera de nosotros mismos, por ejemplo, a través de nuestra admiración o rechazo a determinada cualidad que otro presenta y ante la cual, nuestra reacción, se torna desproporcionada. El mecanismo que operaría aquí es el de la proyección, tratando de expulsar de nosotros esa característica y atribuyéndosela al no-yo (Jung y otros, 2001, 18).

Sanford dice que “la sombra suele ser la que ríe y se divierte, por ello es muy probable que quienes carezcan de sentido del humor tengan una sombra muy reprimida” (Jung y otros, 2001, 18). Miller apoya esta idea indicando que el sentido del humor y las respuestas que suscita en nosotros el humor es importante de ser investigado dado que, muchas veces, es la sombra la que habla en esas ocasiones (Jung y otros, 2001, 91) y quien niega y reprime su sombra no encontrará divertido “el chiste” sino que lo censurará agriamente (Jung y otros, 2001, 92)

Molly Tuby sugiere que la sombra puede descubrirse en los sentimientos exagerados respecto de los demás, en el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo, en aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas, en las acciones impulsivas o inadvertidas, en aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados, en las rabias exageradas por errores de otros (Jung y otros, 2001, 19).

También puede reconocerse cuando nos avergonzamos, enrabiamos o descubrimos que nuestra conducta ha sido extemporánea. Sin embargo, así como se asoma, se esconde, rápidamente para no ser sorprendida y no amenazar la propia imagen (Jung y otros, 2001, 19).

Laing dice que la negación es un gran impedimento para “ver” la propia sombra, ya que “el rango de lo que pensamos y hacemos está limitado por aquello de lo que no nos damos cuenta. Y porque no nos damos cuenta de que no nos damos cuenta, no podemos hacer nada al respecto. Y hasta que nos demos cuenta de que no nos damos cuenta, aquello seguirá moldeando nuestro pensamiento y nuestra acción” (Jung y otros, 2001, 20).

Zweig y Abrams observan que puede uno encontrarse con su sombra a mitad de la vida, cuando las propias necesidades y valores más profundos buscan nuevos horizontes, y nos obligan a romper con los viejos hábitos y a cultivar potencialidades relegadas (Jung y otros, 2001, 20). También la depresión podría ser consecuencia de una confrontación con este lado oscuro personal y paralizante (Jung y otros, 2001, 20); pero esta necesidad interna de descender al mundo subterráneo podría postergarse de muchas formas, entre ellas, por una larga jornada laboral, excesivas distracciones, antidepresivos y otras (Jung y otros, 2001, 20).

Von Franz expresa que la sombra de una persona del sexo opuesto resulta menos molesta y por lo tanto más fácil de disculpar... que en los sueños y en los mitos, se presenta como una persona del mismo sexo que el soñador (Jung y otros, 2001, 80).... que es importante hacerse amiga(o) de ella, lo cual sólo depende de uno mismo y que, si la ignoramos, se convertirá en una hostil enemiga (Jung y otros, 2001, 84). Miller complementa, diciendo que la relación que hacemos con la sombra -en los sueños- es con miedo, desagrado, de la misma forma que lo haríamos con quien considerásemos inferior (Jung y otros, 2001, 93)

Bly advierte que estos contenidos sombríos son proyectados por nuestro psiquismo, desplegándose en nuestro exterior en tamaño y dimensión proporcional a la represión a la que han sido sometidos (Jung y otros, 2001, 44) Cita el lamentable ejemplo de Marilyn Monroe, quien fuera foco de las proyecciones de millones de varones norteamericanos -que proyectaron en ella sus aspectos femeninos internos- y, dado que ningún sujeto puede sorportar tanta inconsciencia, la única respuesta posible fue su muerte (Jung y otros, 2001, 47)

Miller comenta que hay varios métodos para observar la sombra. Algunos son: pedir feedback a otras personas, develar el contenido de las proyecciones, examinar los lapus linguis y conductuales que se nos producen cuando vemos que otros nos perciben de forma diferente de como quisiéramos, examinar nuestro sentido del humor, analizar los sueños, ensueños y fantasías (Jung y otros, 2001, 85) En este sentido, es importante ver cuán flexibles somos ante determinadas circunstancias, qué actitudes de los otros nos molestan especialmente y cuáles nos afectan sensiblemente; listar aquellas condiciones personales de los otros que valoramos y aquellas que despreciamos; registrar qué nos deja “tomados” y afecta nuestro humor; considerar las cualidades de los otros que nos pasan inadvertidas y las que pensamos que sí tienen, pero que no se avalan por la experiencia empírica.

A nivel grupal también existe sombra y, en el caso de una familia, ésta está representada, según Brinton Pereira- por la “oveja negra” (Jung y otros, 2001, 101) También las características de este complejo pueden observarse en las parejas de hermanos -y hermanas-, porque la constitución de sus respectivas identidades ha debido conformarse en oposición, vale decir, lo que uno “es”, el otro “no debe ser”; sus personalidades han seguido caminos opuestos (Jung y otros, 2001, 123) y eso que ha quedado reprimido en uno y en otro, constituye su sombra. Algunas veces, también las parejas, se conforman de sus opuestos, de ese otro que posee los aspectos que uno se ha negado a desarrollar (Jung y otros, 2001, 138)

II.d) Algunas reflexiones y comentarios personales

1. La sombra: “consecuencia” inevitable de la materia.
Zweig y Abrams prácticamente comienzan el libro que editaron[7], diciendo que “todo lo que posee sustancia posee también una sombra” (Jung y otros, 2001, 33). Por otra parte, Bohm dice que “la materia no es sino luz atrapada por la gravitación” (Bohm, 1983, 34). En consecuencia, es la densidad de la materia la que impide a la luz traspasar; la materia es “un obstáculo” a la luz, porque se interpone en su camino. La materia da “facilidades” a la vida de la oscuridad, a la noche del alma... porque “la sombra –en sí misma- no tiene existencia, no se produce ni se orienta, no tiene ley propia” (Chevalier, 1991); la sombra depende de la materia, aunque ella no es materia, no contiene. La sombra evoca su propia ausencia y trae a la memoria lo que existe fuera de ella. La sombra es la apariencia: recuerda que, aquello que opácamente representa, es lo ausente, lo que falta; la sombra es la mancha...

Chevalier (1991) dice que “sombra es lo que se opone a la luz y también la propia imagen de las cosas fugitivas, irreales y cambiantes”. Así, también es oscuridad, ignorancia, indiferencia. ... La muerte va enlutada y sombría; la noche va inconsciente y velada.... Las sombras son siluetas inasibles, escurridizas, sigilosas. Las sombras, no “son” y en la sombra, lo ausente, lo dormido y lo negado, es el sol.

Si la materia es realmente luz atrapada, la luz puede volverse un obstáculo a sí misma. ¿será el motivo por el cual sus contenidos deban reconocerse por reflejo?... una luz que se mira a si misma, se encandila y puede desfigurar a los objetos que mira. Si así fuera, el conocimiento de la propia sombra tendría que ser un acto de fe; o bien, sus “frutos”, de tal contundencia que no quedara más que reconocerlos como propios. No cabe duda que este proceso ha de ser doloroso.... porque para hacerlo, primero han de verse sus efectos... y con ello se rompen las idealizaciones que uno se ha hecho de si mismo... y esa realidad, lo devuelve a uno bruscamente a la mortalidad... a la humanidad.

2. La sombra: presencia del no-ser en uno mismo.
Los seres humanos vivimos esta vida para “ser”, estamos en ése camino, eso es la individuación. Somos y no somos a la vez: “somos” lo que hemos hecho conciente y “no somos” aquello que permanece indiferenciado. Cuánto de ser y de no-ser tenga cada uno de nosotros, depende solamente del nivel de conciencia alcanzado, porque todo aquello que permanezca restringido o defensivo dará cuenta de la cantidad de luz atrapada que gravita alrededor de si misma[8] y es a eso lo que se llama sombra. Pareciera ser que, en esta vida somos luz y somos sombra, somos ser y somos no-ser; vivos y muertos a la vez caminamos por este sendero, cual dioses y luciferes... porque, un poco de ambos somos en esta tierra, hombres y mujeres.

La sombra es muerte, como la piedra y dura también como ella. La inerte, descarnada y negra sombra atrapa a la vida y cuando su densidad es muy grande no permite a la conciencia traspasar. A menor conciencia, mayor instintividad. Y entonces, la única solución es disolverla, diluirla y des-focarla, para facilitar que fluya la luz y pueda devolvérsele su armonía. Si no existieran estos focos caóticos de haces desordenados, se conformaría la unidad. La muerte se vuelve así necesaria, cuando la indiferencia material se estanca, anquilosa la vida y la solidifica. En tal caso, la única forma de redimir a ese ser cronificado es distindiendo su materia... tal vez por eso podría el ser engendrarse ininterrumpidamente[9]... para diluirse, licuarse y después hacerse gas... y hacerse luz participante en el ser universal; porque, actualizado ya podría tal vez entonces volverse inmortal.

Nuestra alma desconocida. Jung dice que la inconsciencia es crepuscular hasta la oscuridad (2001, 23) y, al contrario de la conciencia, se contiene de elementos desconocidos y heterogéneos (Campbel, 1997). Qué brutales parecen ser estos elementos con-fundidos e inexistentes…. Me pregunto si ¿todos los elementos del inconsciente podrán ser igualmente desconocidos? … porque, como todo lo mundano, debieran haber grados o niveles. Así pudiera pensarse en que al menos haya dos formas de ser desconocido: una, ser completamente desconocido y otra, desconocido también, pero parcialmente. A nivel psicológico, podría considerarse, tal vez, como relativamente desconocidos aquellos contenidos que atañen a lo social -de la propia dinámica y de la historia personal y cultural- y aquéllos que responden a energías y fuerzas del universo y del cosmos[10]; y podrían ser totalmente desconocidos, aquellos contenidos que pertenecen, por ejemplo, a los sueños, a la espiritualidad, a los estados no ordinarios de conciencia… entre los que se encontrarán los arquetipos, las ideas inmanentes y otros inefables del inconsciente colectivo Podría decirse también que algunos contenidos desconocidos se encuentran más cercanos a la conciencia, por lo que podríamos tal vez acceder a ellos con mayor facilidad… podríamos también sentirnos algo más responsables de sus destinos… porque, el inconsciente personal está cargado de inexistencia, de figuras incontenidas, de siluetas insustanciales y todo aquello que no se ha materializado en el hombre se ha convertido en su sombra... todo eso es lo que le falta... Entonces, pareciera ser que hay sombras que no son... pero que pudieramos hacerlas ser.

3. La sombra: ¿la tenemos o nos tiene?
Jung se preguntaba si éramos nosotros los que poseíamos una sombra o era la sombra la que nos poseía a nosotros. Indicaba que la sombra, por definición, inconsciente, hace que no siempre sea posible saber si se está o no sometido a su dominio (Jung y otros, 2001, 33).

Y tratando de responder esa pregunta, pareciera ser que la sombra nunca se posee, siempre se proyecta y es inasible; si se la poseyera, podría manipulársela y no se puede. Sin embargo, tal vez, como colijo de Zweig[11], podria uno compartir con su sombra como con un amigo siempre atento, dispuesto y solidario, un compañero incondicional, una especie de ángel de la guarda[12], un amigo íntimo, un amigo del alma...

Pareciera ser posible, sin embargo, que la sombra sí nos poseyera. En este caso, entraríamos -como un complejo- en su enigma y –cual protagonista trágico- distraídos de nosotros mismos, nos dejaríamos tomar por ella. Esa condición podría ser identificable por nuestro grado de rigidez, sequedad, dureza, frialdad, limitación y torpeza; todas las características, en definitiva, más bien propias de la piedra. Pero, también podría estar tomado aquel que vive al servicio de su apariencia; el que actúa siempre, como si estuviera en un escenario; el que está dispuesto a representar cualquier rol y en cualquier obra, porque necesita -como el oxígeno- el aplauso. Tal vez, también Narciso estuvo poseído de su sombra.... y claramente, Sísifo, en una relación posesiva y simbiótica de él con su piedra y de su piedra con él... compitiendo por ver quién le hacía sombra a quien. Lamentablemente, la sombra parece ser una de las formas de vivir la vida en la materia...

4. La sombra, el inconsciente y sus habitantes.
En algún momento comencé a pensar –un poco en serio un poco en broma- en estos seres indiferenciados que anhelan hacerse alma -y que Hillman llamó “sustancias emocionales que buscan ser individuadas”-. Relacioné esos contenidos con los habitantes del inconsciente colectivo, seres errantes que han ido quedando incompletos y que buscan tal vez “encarnarse” o materializarse para tener otra vez la oportunidad de realizarse... aquellos seres abandonados por sus “dueños/ egos” que los fueron olvidando en sus inconscientes personales y que, con el tiempo, desesperanzados, debieron constituirse como habitantes del colectivo... para pertenecer a alguna parte. La ocurrrencia no debe tener nada de original y posiblemente pueda ser parte de alguna narración literaria de cualquier calidad; sin embargo, no me ha sido posible abandonarla. Porque ¿si el ser goza de inmortalidad, vuelvo a preguntarme, quienes son los muertos, por qué o para qué mueren?... y la pregunta podría ser hecha a la inversa ¿Si el ser goza de mortalidad, quienes no son los muertos, porqué y para qué no mueren?... y en ese momento, parece que hay una instancia que los abarca ambos.... y... parece que los dos son los mismos. Y entonces pienso que tal vez haya vivos muertos y muertos muertos; y tal vez los vivos muertos sean los vivos que están vacíos y los muertos muertos sean los que han quedado incompletos. Y tal vez haya más categorías y existan los muertos vivos y los vivos vivos; y entonces, los muertos vivos pudieran ser aquellos que sin completarse quisieron eliminarse y los vivos vivos sean otros que, aunque muertos siguen latiendo porque ya forman parte del universo... y tal vez haya otros, que encarnarán de nuevo... ¡ deben haber muchas razas ahí dentro[13] !

5. La Sombra de la Humanidad... ¿o la sombra de Dios?
En agosto del año 2006, la comunidad científica mundial de astrofísica redefinió las características de los astros y declaró que las de Plutón ya no respondían a los nuevos parámetros de lo que se llamaría planeta[14]. En agosto de ese año Plutón dejó de ser “errante”. El astro había sido des-cubierto el año 1931 y se ubicaba en los confines del sistema solar en una zona de tinieblas, donde la luz del Sol sería inapreciable. A pocos años de su descubrimiento, Químicos de la Universidad de California, habían obtenido algunos elementos artificiales por manipulación del uranio y denominaron Plutonio al elemento número atómico 94; ése elemento, con el tiempo, comenzó a ser utilizado en armamentos nucleares.....

La mitología latina llamó Plutón al dios del inframundo. ¿Coincidencia que sea justamente éste el planeta que los hombres desean hacer “invisible a la conciencia”? En Astronomía se le conoce como el “planeta” más lento[15] en completar la elíptica del Sol –248 años-. Astrológicamente, su tránsito entre signos, coincide con las mayores catástrofes que registra la humanidad[16]; es un planeta de los denominados “transaturnianos”[17] –junto con Urano y Neptuno[18]-, porque sus características influyen esencial e ineludiblemente en el devenir individual, marcando a los coetáneos con devenires colectivos y compartidos, especialmente en aquellas áreas que se ven irradiadas por sus energías, aspectadas positiva o negativamente[19]-.

La mitología griega llamó Hades[20] a este mismo dios, cuyo dominio es el reino en el que habitan los muertos, espacio dividido en cuatro sectores: el Tártaro, donde están los castigados eternos; los Campos Elíseos, lugar de luz y felicidad, donde descansan los héroes, inmortalizados en la mente de los hombres; los Campos de Asfódelo, en el que yacen los muertos con pálidas flores; y el reino de Perséfone (Chevalier, 1991). Hades se ubica en el interior de la Tierra, en el mundo primitivo más arcaico más instintivo, donde también está el reino de los minerales, de la plata, del oro y de otros metales preciosos. Representa el poder que impulsa a la renovación, a la muerte y al renacimiento (Hamaker-Zondag, 1978).

Con estos antecedentes, resulta fácil asociar que, el acuerdo de la comunidad científica tuvo por consecuencia eliminar al Dios del mundo subterráneo, del ámbito del conocimiento inmediato... alejarlo de la conciencia humana... tanto personal como colectiva.

Uno podrá preguntarse, aunque resulte arbitrario, si este acto ¿representa o no el deseo inconsciente de eliminar el mal de la conciencia? Y si no lo representa ¿tampoco lo simboliza? ¿No es sintomático que en una Era en la cual se privilegia la “levedad”, la “eficiencia”, la “alegria”, la “juventud”, se elimine simbólicamente al más claro representante de la Muerte y del Mal?... porque cuando hablamos de Plutón, el dios que no quiere seguir desterrado y busca ser individuado, hablamos de Satán....de Mefistófeles.... de la Sombra... y esa sombra parece querer hacerle honor al nombre de su dios y convencernos de que no existe, que es invisible....

III. Conclusiones

“Es la sombra la que hiere y es la sombra la que tiene los remedios... es la sombra la que guarda el Santo Grial”, comentaba yo en un trabajo anterior[21]; una sombra, al parecer inevitable en nuestra condición humana... porque el mediodía es sólo un instante y de serlo eternamente, podría pasarnos como a Selene[22]. Es su integración al conciente lo que permite dar un paso a la totalidad; una totalidad que no siendo perfecta es completa. Eso significa que el Alma podrá participar en el mundo y el hombre, intervenir en él con todo su ser, incluidos sus instintos e impulsos arcaicos –que podrán ser menos arcaicos si tienen opción de ser individuados-. Integrándose la sombra, el hombre se “convierte”, dice Jung en el difícil hombre que es, lo cual es importante de tener en cuenta. El hombre sin haber integrado su sombra es un ser incompleto, pero civilizado; el hombre integrado podría traer al presente cualquier contenido del colectivo, proyectándolo peligrosamente. Sin embargo, el hombre integrado es el hombre completo y la alteridad del otro queda muy clara. (Jung, 1981)

Creo que la sombra es a la luz, lo que la noche al día; hay que aprender a caminar por ambos. En la actualidad, las dos instancias podrían llegar a ser muy peligrosas. Las defensas –o los policías- parecen darnos mayor seguridad a la luz del sol; pero esas mismas defensas a veces se vuelven en contra nuestra. Entonces, nuevamente y como siempre, habría que buscar el justo medio. Si permitimos que la noche tenga sus habitantes y se defina por sus reglas, será como que los hombres y las mujeres fuesen dos grupos ajenos, en los que ni uno ni otro se relacionan. Como dice Connie Zweig, habría que comenzar por “romancear” con ella.

La sombra ha sido demasiado postergada y, aunque estoy cierta de que tendrá bellezas, por el momento, son méramente estéticas e inspiradoras. Los sentimientos de indiferencia hacen que los individuos se vuelvan hoscos y se sientan inferiores, probablemente eso ha hecho que la sombra esté cargada de municiones y preparada para eliminarnos a la primera oportunidad. También nuestro ego está presto a quitarla de el medio, cada vez que nos avergüenza y expone con sus lapsus. Mientras se mantenga “desconocida”, la conducta de sus habitantes se vuelve amenazante e imprevisible.

La sombra es indiferenciación y el problema del bien y del mal podrá quedar resuelto cuando los hombres hayamos evolucionado mas; sólo entonces la balanza podrá inclinarse hacia la creación más que hacia la destrucción: la sombra no puede tapar al sol, quien lo hace es el ego –la materia-; el proceso inverso, sin embargo, es posible: el sol puede iluminar las sombras.

Lamentablemente, también podrá producirse una escisión completa entre sombra y sol. Del hombre y su conciencia depende la vida del planeta. Habrá que reflexionar si realmente el problema de la sombra podría llegar a ser de vida o muerte. Especialmente el occidente, la ciencia y la razón deben pensar si lo que se busca ees l ser o el no ser.

IV. Referencias Bibliográficas

BOHM, D. (1983) The Matter and Meaning: The super-implicate order (entrevista con R.Weber), en ReVision, primavera de 1983, 34
CAMPBELL, J (1997) “El Vuelo del Ganso Salvaje”. Ed.Kairós
CHEVALIER, J. Y GHEERBRANT, A. (1991) “Diccionario de los Símbolos”. Ed. Herder
GROF, S., LAING, R., FORNFIELD, J., ASSAGIOLI, R., DASS, R., OTROS (1998) El poder curativo de las Crisis. Barcelona: Kairós
HAMAKER-ZONDAG (1978) “Astropsicología” Editorial EDAF, SA Jorge Juan, 30, Madrid
JUNG, CG (1981) "Recuerdos, sueños y pensamientos", Seix Barral, 1981, pág 419
JUNG, CG (1943) Tipos Psicológicos. Buenos Aires: Sudamericana
JUNG, CG (2001) Los Complejos y el Inconsciente. Madrid: Alinaza Editorial
JUNG, CG (2003) AION Contribución a los simbolismos del sí mismo. Barcelona: Paidós
JUNG, CG (1990) Símbolos de Transformación. Barcelona: Paidós
JUNG, CG (1968) Realidad del Alma. Buenos Aires: Losada
JUNG, CG, CAMPBELL, J., VON FRANZ, ML., BLY, R., WILBER, K Y OTROS (2001) Encuentro con la Sombra. Barcelona: Kairós.
STEVENS, A. (1999) Jung o la Búsqueda de la Identidad. Madrid: Debate SA
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[1] Profesora de Filosofía, Licenciada en Educación, Magíster en Administración Educacional, Magíster Psicología Clínica Junguiana 2006-2007
[2] Sanford, en relación a lo mismo, dice que la integración de la sombra siempre corre pareja a la disolución de la falsa persona (Jung y otros, 2001, 59)
[3] La intervención terapéutica sólo es necesaria cuando esta apariencia implica algún tipo de padecimiento neurótico, en el cual la energía psíquica se ha bloquedo en algún contenido específico, ya que está impidiendo el normal desarrollo del proceso de individuación, impidiendo el equilibrio de la personalidad y la adaptación social (Stevens, 1999, 57).
[4] Zweig y Abrams indican que la sombra se forma porque, los padres transmiten a sus hijos –con pautas disfuncionales de conductas- los problemas que ellos no han logrado resolver en su propia vida (Jung y otros, 2001, 99); y porque “la adaptación del ser humano a la sociedad requiere la creación de un ego que sirva como principio organizador del desarrollo de la conciencia” que va acatando lo que transmiten los padres (Jung y otros, 2001, 99). Así, la personalidad se forma de influencias recibidas desde el exterior, asumiendo lo que se considera “bueno” y reprimiendo lo que se considera “malo”, con lo cual el proceso de formación del ego es el mismo que el de la formación de la sombra (Jung y otros, 2001, 100). El niño llega a la conclusión que algunos pensamientos y sentimientos son inaceptables y deben ser eliminados; paga, con su pérdida de integridad, la obediencia y a sus padres (Jung y otros, 2001, 105). Ese vacío lo cubre con un falso yo, cuyo objetivo es encubrir los aspectos reprimidos de su ser y protegerlo de nuevas heridas.
[5] En virtud del término que se utiliza para definir este complejo funcional llamado sombra, esta aseveración parece razonable: siendo los individuos del “mismo tamaño” sus sombras no podrían ser de tamaños diferentes en las mismas condiciones. También podremos consentir en que siendo la sombra un “reflejo sin contenido”, carece de “densidad”, motivo por el cual es figura y no fondo; en tal sentido las diferentes sombras de cada uno de los individuos podrían, efectivamente, ser “iguales”. ¿Será el concepto “sombra” -utilizado por Jung- tan equivalente a la sombra que deja el árbol en un día soleado?
Pareciera ser que, la sombra humana tuviera densidad y en ese sentido, las sombras de los diferentes humanos no serían tan iguales. Podría haber unas sombras más densas que otras, dependiendo de la frustración en su desarrollo concedido por “la persona”. Podrá haber, tal vez, individuos cuyas vidas se desenvuelvan a horas más cercanas al mediodía, proyectando sombras más pequeñas pero menos figurativas y menos formadas –no dando señas realmente del objeto al que sombran-. Podrá haber, tal vez, otras sombras cuyas vidas se desarrollarán en horas más tardías, proyectándose más largas y también más precisas. Podrá haber egos con grandes aspiraciones para sí mismos que repriman con mayor fuerza a esos contenidos inconscientes, produciendo en ellos algún tipo de deseo de venganza que, a la primera ocasión, puedan manifestarse con gran fuerza.
Posiblemente, todos tenemos sombra, por ser seres corpóreos y, seguramente, todos tenemos momentos de “iluminación” -horas de “medios días”-; pero hay sombras que, tal vez se manifiestan a horas muy sombrías y esas sombras no parecen ser iguales a las otras….. porque no podría yo creer que “todo es cuestión de oportunidades…” Las conductas no sólo son resultado de lo “de afuera” también hay una esencia “desde dentro” que comanda las acciones y de alguna manera, las dirige; no todo podrá ser cuestión de “caminos” que se presentan; también habrá de haber ”destinos” que se quieran…
…. Pero eso, al parecer, no es cuestión de sombra, sino de ego; el mal estaría en el ego y no en la sombra –según dice Kunkel (Jung y otros, 2001, 54). El ego contendría el material con el cual podrá elaborar las acciones y la calidad de su sombra.
[6] Parece bastante lógico que así sea, y no sólo los hombres, también las mujeres. Las conductas masculinas son las valoradas por la sociedad: la ciencia, productividad, eficiencia, resultados, etc. ¿a qué fin dar crédito a los procesos, las alianzas, el diálogo?
[7] “Encuentro con la Sombra: El poder del lado oscuro de la naturaleza humana”.
[8] Cuando la luz gravita sobre uno mismo, estamos “enganchados”; cuando permitimos que gire libremente –no imanada por nuestros propios complejos- los hechos suceden y nosotros no sucedemos con ellos. El hombre libre, no sucede con los hechos, no depende de los hechos, sino por el contrario, fluye con ellos.
[9] Alude a T.Final Nº18 “Reflexiones en torno y retorno a la totalidad, donde en rigor, nunca hemos estado”
[10] Ambas áreas, básicamente inconscientes, podrían eventualmente y por alguna situación excepcional, ser percibidas por la conciencia vigilia
[11] En su libro “Romance con la Sombra” (1999) Barcelona: Plaza & Janés Editores, S.A.
[12] Esta opción estaría condicionada a poder mirarla de frente, a que no nos sorprendiera, conocer sus movimientos y formas de presentación.
[13]Grof dice que en los años de experiencia que lleva practicando y enseñando respiración holotrópica –con lo cual pueden accederse a estados no ordinarios de conciencia- ha sido testigo de relatos de muchas personas que han “visto” seres animados de todas formas: monstruos, dioses, bestias, hadas, seres mitológicos de todo tipo, etc…. Que recuerdan “aquellos contenidos del inconsciente colectivo descritos por Jung” (Grof, 1998, 23-57)
[14] Etimológicamente significa “errante”.
[15] También sabemos, que el más “denso”
[16] Hamaker-Zondag, analista junguiana, considera que los planetas son símbolos de impulsos arquetípicos. Plutón fue descubierto en el período que va entre las dos guerras mundiales; se trata de un poder colectivo que se manifiesta en los desastres generales. ...[…]… puede bloquear todos los accesos al mundo superior si ignoramos su reino..[…]… el complejo de poder plutoniano emerge del inconsciente colectivo simultáneamente con el ego. ..[…]… es un factor crítico de la psique..[…]… el hombre tiene dificultad para experimentar lo que nos trae y mayor todavía para manejarlo...[…]… señala la transición desde el ego al ser…(1978, 179-183),
[17]En astrología se llama “transaturniano” a aquellos astros que afectan factores impersonales y que están más allá del entendimiento de la psique (Hamaker-Zondag, 1978, 171).
[18] Los latinos Plutón, Neptuno y Júpiter, son equivalentes a los griegos, Hades, Poseidón y Zeus.
[19]Esta información astrológica se refiere a la Carta Natal. La Carta Natal refleja la disposición en la que encontraban los planetas al momento del nacimiento personal –que para efectos didácticos se ubica al centro (el sujeto), quedando entonces posicionado en el centro de su Universo-. La Carta o mapa del cielo está dividida en doce Casas que representan 12 aspectos de la vida. Originalmente –hora sideral- cada Casa es un signo zodiacal; pero al convertirse en hora natal, estos signos ven afectados sus límites. Cada signo zodiacal es regido por un Dios olímpico; y esos mismos Dioses son los planetas que giran elípticamente alrededor del sol en nuestra vía láctea. De los territorios de cada uno de esos dioses, 6 están en la vida externa o en el “hacer” y los otros 6 están en el interior del ser humano o en el “ser”; a su vez aspectados por los mismos dioses que giran en una determinada disposición alrededor del propio universo. La cumbre de nuestro “hacer” en el mundo es llamado Medio Cielo -atravesada en un determinado signo y una determinada Casa, representando un aspecto de la vida en lo público; por contraposición, en el terreno del “ser” se encuentra el Fondo Cielo, es decir, el inconsciente colectivo-. Los dioses/ planetas se encuentran dispuestos en un determinado grado de los 360º de la circunferencia –que representa el “cielo” personal- y, por lo tanto, también a determinados grados de distancia con los otros dioses/ planetas. Algunos de esas distancias se consideran positivas –30º, 60º y 120º- y, por tanto, harían resurgir –en el dueño de la Carta- las características positivas de esos dioses/ planetas en los aspectos de la vida personal en el que se encuentran; otras, serian negativas, significando contrario –45º 90º y 180º- (Hamaker-Zondag, 1978).
[20] Etimológicamente, “invisible”
[21] Artículo ¿Qué es la enfermedad?
[22] Selene/Luna quiso ver el rayo de Zeus. El mito dice que ese rayo fue el que la quemó y dejó sin luz propia.

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