miércoles, 5 de mayo de 2010

La Relación Suegra-Nuera

La Relación Suegra-Nuera
ML Paula Durán H. y María Paz Soublette
I. Introducción
Los mitos no nos dicen cómo,
Ellos sencillamente nos dan el fondo invisible
Que nos hace empezar a imaginar,
a cuestionar, a profundizar 1
(Hillman, 1975)
De aucerdo a un artículo escrito por Galias, la relación nuera-suegra tiene raíces en el inconsciente colectivo. Esto se demuestra en parte, en el hecho que, cuando se la alude, produce disimulados comentarios y, cuando se la vive, las personas que participan de esa relación, se ven envueltas en suspicacias, dificultades y/o actitudes defensivas hacia la otra persona. Todas estas reacciones suelen ser extremadamente intensas, incluso desproporcionadas a la realidad de lo que se haya desarrollado en la relación. Estas reacciones de adversidad y/o resistencias se presentan hacia los roles de suegra y nuera, con independencia de si están o no asumidos por personas en concreto. Claro está que, una vez “ocupados los cargos –de nuera y suegra-”, intensos sentimientos se trasladan a las personas que los encarnan.
El análisis de los arquetipos divinos implicados en esos roles facilitará la comprensión de las razones por las cuales esta relación se hace difícil para ambas mujeres, examinar los cambios que una y otra están protagonizando en sus respectivas vidas, y distinguir las posibilidades que les están ofrecidas a cada una.
La metodología utilizada fue hacer un compendio de las ideas centrales del artículo mencionado, para luego profundizar en aquellos aspectos que resultan más interesantes para nuestro propoósito y para lo cual se hizo uso de lecturas y bibliografía de conocimiento previo o que cayeron sincrónicamente en nuestras manos. A continuación se anotan algunos comentarios.
II. Antecedentes del Artículo
Con el fin de contextualizar el trabajo realizado hacemos a continuación una síntesis de lo expuesto por la autora.
Los primeros dos capítulos responden a un análisis de los roles de nuera y suegra, en forma independiente, puntualizando que ambas están asumiendo una nueva etapa en sus respectivas vidas y que, tanto la suegra como la nuera, se ven atrapadas en esta coyuntura existencial en el momento en que se formaliza la relación del hijo-novio con la novia-nuera. En la suegra, lo central observable –y a partir de lo cual se desencadena una serie de reacciones- es que experimenta una segunda gran separación del hijo; la primera ha sido al momento de darlo a luz, cuando una parte de ella se independiza para comenzar a “ser” otro, al inicio sólo físicamente. En la nuera, también lo central observable –y a partir de lo cual debe tomar muchas decisiones que privilegiarán que su propia vida tome formas más o menos definitivas, al menos por algunos años- es la gran cantidad de cambios que debe asimilar en poco tiempo, comenzando por su nuevo rol de esposa.
La autora continúa con lo que denomina el “encuentro nuera-suegra”, en el que, una está haciéndose adulta y la otra está envejeciendo; en el que una está alegre por el inicio de una nueva vida y la otra está triste, por el mismo motivo; en el que, finalmente, pueden ser vistas mutuamente como rivales que se disputan el mismo “bien”, el hijo-marido.
Haciendo honores a Junito y Neuman por sus respectivos trabajos analíticos en torno a las diosas en el Mito de Eros y Psiqué, Galias transcribe el Mito para destacar, en el capítulo siguiente, la ingenuidad con que Psiqué asume su nueva condición de casada; los celos con que Afrodita recibe a Psiqué, las pruebas que le impone y a las que no se resiste Psiqué; las ayudas recibidas por Psiqué para librar correctamente los duelos; la reconciliación final.
Los últimos capítulos, uno en el que se refiere a Afrodita-Psiqué como polaridad simbólica y otro a la relación suegra-nuera en un plano arquetípico, nos parecen interesantes de profundizar y poder analizar con mayor detención. Nos hemos centrado en ellos.
III. Análisis
Nos enfrentamos al análisis de posibles caminos para el reencuentro entre suegra y nuera. Dos roles asumidos por mujeres: una iniciando la 2nda etapa de su vida; otra, iniciando la 3era. A su vez, somos dos mujeres quienes analizamos el texto y estos roles; y quienes hacemos, necesariamente una conexión con nuestras Psiqué y Afrodita internas. Estamos, por decirlo metafóricamente, en una verdadera mesa redonda compuesta por entre 6 y 8 mujeres que comentan sus experiencias.
1. Afrodita – Psiqué como polaridad simbólica. Reconocer a estas diosas como dimensiones arquetípicas de nuestras experiencias personales es un primer aprendizaje. Psiqué es nuestra niña ingenua, inexperta que proyecta su animus externamente en Eros. Afrodita le aporta vivacidad; ella es intensa, creativa, conciente; es quien prepara y transforma a Psiqué para la relación simétrica que quiere alcanzar y consolidar. Si a nivel de nuestro desarrollo individual, tenemos dificultades de interacción entre nuestra Afrodita – Psiqué internas, la suegra real asumirá como Afrodita y la nuera real asumirá como Psiqué.2 (Galias, 1993) Esto significa que el “problema” suegra-nuera se presentará en el “exterior” –con nuestra suegra-nuera real-, cuando esté presente esa dificultad o conflicto en el interior de nosotras mismas. Si el desajuste está presente en la nuera y no en la suegra, la nuera se identificará con Psiqué evaluada y exigida y proyectará en su suegra las características de una Afrodita bruja; si, por el contrario, este desajuste sólo está presente en la suegra, es ella quien se sentirá identificada con Afrodita y sobrecargará a su nuera de responsabilidades de las que ella se exime. En definitiva, el “problema” existe porque debe ser solucionado; si no existe es porque esa relación Afrodita-Psiqué es armónica en nuestro interior.
Galias finaliza el capítulo diciendo que “estas polaridades estarán siempre activas en nuestro desarrollo, frente a cada relación erótica, sea con una persona o con una situación; más con el matrimonio, habrá una reactivación de ellas, ya sea en la personalidad de la suegra o de la nuera o en ambas”.3 (Galias, 1993)
2. Afrodita-Psiqué, dos mujeres que pueden ser una espejo de la otra. Una de la etapas del proceso de individuación es el encuentro con la sombra y la integración de esos contenidos a la conciencia. La sombra es el aspecto “negativo” de la personalidad, la suma de todas aquellas cualidades desagradables que desearíamos ocultar, las funciones insuficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal”4 (Jung, 2001)
En el 1er punto se destacaron las dos mujeres como polaridad simbólica. En éste queremos tomar sólo algunos de los aspectos de una y otra personalidad y no sus arquetipos completos. Como en cualquier relación, con mayor facilidad en la que se da entre dos personas del mismo sexo, los contenidos de la sombra pueden identificarse a través de aquellas características que el otro nos muestra y que nos producen reacciones desproporcionadas de rechazo. Aquellos rasgos “del otro” que nos son en extremo desagradables son más bien reflejos sombríos y nos hablan de contenidos inconscientes con los cuales debemos establecer lazos de amistad.
En la relación suegra nuera cada una de estas mujeres parece que suele activarse la fantasía que establecer una relación con otra persona es poseerla como un bien material. La nuera le ha “robado” a la suegra su bien más preciado, su hijo y la suegra quiere sentirse “poseedora absoluta” de la atención del mismo.
3. Arquetipo del animus en la suegra y nuera. El animus es una estructura psíquica que conecta al yo con la imagen y la experiencia del sí mismo, procura el vínculo entre la conciencia individual y el inconsciente colectivo. Así como la persona es el complejo funcional que aporta una barrera protectora entre el yo y el exterior, el animus relaciona con los sujetos –objetos internos- y provee de la “actitud interna”, el cómo se trata uno internamente, a través de la imaginación, impresiones, ideas, estados de ánimo y emociones subjetivas. Por tanto, en la medida en que el animus, moldeado por el inconsciente, de la mujer se encuentra desarrollado y armónico, la puerta que permite el ingreso de los contenidos colectivos filtrará correctamente.5 (Stein, 2004)
La mujer en su 2nda etapa de la vida -Psiqué- tiene un animus -imagen interior que tiene la mujer de la personalidad masculina- que se proyecta en su novio-marido; desde ahí van interactuando anima/marido y animus/mujer iniciando y evolucionando mutuamente en sus respectivos desarrollos. La conciencia de Psiqué debe ser preparada para la entrada del arquetipo del animus en su campo de conciencia. En la 3era etapa de la vida, la mujer, -Afrodita- tiene un animus que ya no necesita proyectarse al exterior, sino interactuar internamente, con lo cual va desarrollando su espiritualidad, en unión con el arquetipo de alteridad que le facilita establecer relaciones. Este es el proceso que nuestra Afrodita está viviendo, no sin dolor; la emancipación de su hijo Eros -en concreto- permitirá un duelo en que este animus se internalice concientemente o se incorpore definitivamente y permita el matrimonio sagrado, única posibilidad de lograr la dinámica de la alteridad y optar a la totalidad.
4. Relación suegra-nuera en un plano arquetípico. Esta relación puede ser una gran oportunidad, tanto para la nuera como para la suegra, para desarrollar aspectos que quedaron regresivos en su pasado. Para la “hija” podrá significar expandir aspectos de hija y madre interna que podrá humanizar con una figura “indirecta” representada por la suegra. Para ello necesita reconectarse con su niña interior y sustentarse en una madre sustituta. Es para ambas un momento de reivindicación, ajustes, enmiendas o completación de roles que fueron ejercidos en un momento de menor experiencia que la actual. El mismo proceso puede darse para la “madre”. El desempeño del rol de mujer para quienes no tenían modelos femeninos –por la represión de lo femenino o porque la forma de ser mujer del feminismo fue adquiriendo, las mujeres, características masculinas- facilita el que muchas mujeres hayan querido una madre que nunca fue o que nunca pudo ser, motivo por el cual necesiten reformular en ellas las características de esa madre que desean ser, es decir, re-madrarse.6 (Jung, 1994). Las relaciones con los otros siempre serán una oportunidad para expandir y ampliar nuestra conciencia, siempre nos abrirán la posibilidad de ser más y mejor persona, siempre serán motivo de humanización.
5. Lo propio de la mujer es relacionarse. ¿Qué pasa con la nuera y la suegra que se confrontan? La creación de vínculos es una de las formas de romper la urna de cristal de Blanca Nieves; una forma de acercarse a la Bella Durmiente; una forma de despertar y abrirse a la conciencia. Lo propio de la mujer es relacionarse; lo propio de la suegra y nuera, como mujeres, es relacionarse. Si no lo hacen, suponemos que está actuando algún modelo que no les pertenece, suponemos que sus conductas están contaminadas. De esta premisa surge nuestra última reflexión.
6. La necesidad de un nuevo arquetipo: lo femenino conciente. Lo femenino surgido desde el interior, re-encantado de su origen y no como una reacción necesaria a la oportunidad que despertaba. Las diosas, nuestros modelos, “no sólo están subordinadas a los dioses, están definidas como seres relacionadas con los hombres en su misma esencia, cada una de un modo particular: Hera es esposa, Atenea es hija del padre, Afrodita es la amante sensible, Artemisa es la que rehuye de los hombres. Representadas así, desde la perspectiva de la psicología masculina, se las ha sentimentalizado y denigrado”.7 (Downing, 1999). Se requiere ahora de “imágenes que afirmen que el amor que las mujeres recibimos de las mujeres, de la madre, hermana, hija, amante, amiga, es tan profundo y tan digno de confianza, necesario y sustentador como lo es el amor simbolizado por el padre, hermano, hijo, marido.”8 (Jung, 1994). “Lo auténticamente femenino es el valor, la creatividad, la confianza en uno mismo, la lealtad, la flexibilidad, la tenacidad, la capacidad de intuir claramente, la tendencia a la soledad y la intensidad de la pasión.”9 (Jung 1994).
Esto puede observarse en la fecundidad de “los círculos de mujeres”, en los que el interés se focaliza más en lo colectivo que en lo individual. En nuestro siglo hemos asistido a múltiples organizaciones femeninas, todas de asombrosa entrega, fines altruistas y comunitarios, pero que además a cada una de sus participantes aportan un gozo maravilloso de su condición de ser mujer.
La enmienda arquetípica, el aporte al inconsciente colectivo, de la relación nuera-suegra, es una oportunidad que tiene la mujer hoy, en este siglo. La mujer puede retomar su condición esencial de mujer mujer.
IV. Comentarios
La primera reacción a la lectura una vez terminada produjo, al menos en una de nosotras, incomodidad respecto a la forma con que la autora del artículo había enfrentado esta relación, ya que “responsabilizaba” del problema a una u otra de las dos mujeres, eximiendo de plano a Eros que, finalmente, se presenta como al centro de la disputa. No sólo Eros constela la dificultad, sino –y la autora lo indica, respaldada por una cita al mismísimo Jung- “si el hijo hubiese resuelto correctamente su problema con su madre, éste no hubiese sido transferido a la nuera” Sorprende que el artículo omita un análisis al problema que efectivamente existe y que no ha sido resuelto.
También llaman la atención, las características del “hijo” que se presenta y la forma cómo se describe la situación que se va produciendo en la suegra, en la nuera, en sus nuevas condiciones, ya que las interacciones en las que está incluido, lo dejan como si él nada pudicese hacer o decidir, porque siempre está esta “madre” satisfaciendo necesidades que él aún no ha manifestado. Pensamos que el estereotipo de “madre” e “hijo” utilizado son “no integrados” y, si la relación “suegra-nuera” es efectivamente arquetípica, eso no sería motivo para que el conflicto no se manifestara igualmente, aunque posiblemente con una intensidad menor.
Hay algunos puntos no destacados que sí merecen ser señalados, por ejemplo: a) ¿porqué se produce un problema de relación entre dos personas cuya característica arquetipal es relacionarse?, ¿es lógico que ello se dé o están estos arquetipos contaminados y deben reinventarse?; b) La madre de la nuera atraviesa por las mismas circunstancias “dramáticas” que acusa la madre del marido; en virtud de lo cual parece razonable proponer alguna alternativa en que ambas se comprendan y solidaricen, permitiendo que los jóvenes las encuentren a ambas disponibles cuando las requieran.
Bibliografía

1 Hillman, James, “Re-Visioning Psychology” (Nueva York: Harper&Row, 1975), pg.158
2 Galias, I.(1993) “A relaçao sogra-nora, un tema que pede resgate”. San Pablo: Junguiana11, 44-65
3 Ibid.
4 Jung, CG, Campbell, otros “Encuentro con la Sombra”, Ed.Kairós. Barcelona 2001, pg 34
5 Stein, Murray, “El Mapa del Alma según Jung”, Ed.Luciérnaga, Julio 2004. Pgs. 169-200
6 Jung, CG, Campbell, otros “Espejos del Yo”, Ed. Kairós, Barcelona 1994, pgs. 246-257
7 Downing, Christine. “La Diosa”, Ed. Kairós, Barcelona, 1999
8 Ibid. 6
9 Ibid

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