El «Omphalos»
y los Bétulos
René
Guenón
Según lo que cuenta M. Ossendowski, el «Rey
del Mundo» apareció antaño varias veces,
en la India y en Siam, «bendiciendo al pueblo con una manzana de oro coronada
de un cordero»; y este detalle toma toda su importancia cuando se le aproxima a
lo que Saint-Yves dice del «Ciclo del Cordero y del Carnero»[i]. Por otro lado, y esto es
todavía más destacable, existen en la simbólica cristiana innumerables
representaciones del Cordero sobre una montaña de donde descienden cuatro ríos,
que son evidentemente idénticos a los cuatro ríos del Paraíso terrestre[ii].
Ahora bien, hemos dicho que el Agarttha,
anteriormente al comienzo del Kali-Yuga,
llevaba otro nombre, y este nombre era el de Paradêsha, que, en sánscrito, significa «región suprema», lo que se
aplica perfectamente al centro espiritual por excelencia, designado también
como el «Corazón del Mundo»; es de esta palabra de donde los Caldeos han hecho Pardes y los occidentales Paraíso. Tal es el sentido original de
esta última palabra, y esto debe acaba de hacer comprender por qué hemos dicho
precedentemente que lo que se trata es siempre, bajo una forma o bajo otra, la
misma cosa que el Pardes de la
Kabbala hebraica.
Por otra parte, si uno se remite a lo que hemos dicho y explicado
sobre el simbolismo del «Polo», es fácil ver también que la montaña del Paraíso
terrestre es idéntica a la «montaña polar», de la que se trata, bajo nombres
diversos, en casi todas las tradiciones: ya hemos mencionado el Mêru de los Hindúes y el Alborj de los Persas, así como el Montsalvat de la leyenda occidental del
Grial; citaremos también la montaña de Qâf
de los árabes[iii], e
incluso el Olimpo de los griegos,
que, bajo muchos aspectos, tiene la misma significación. Se trata siempre de
una región que, como el Paraíso terrestre, ha devenido inaccesible a la
humanidad ordinaria, y que está situada fuera del alcance de todos los
cataclismos que trastornan al mundo humano al final de algunos períodos
cíclicos. Esta región es verdaderamente la «región suprema»; por lo demás,
según algunos textos védicos y avésticos, su situación habría sido
primitivamente polar, incluso en el sentido literal de esta palabra; y,
cualesquiera que pueda ser su localización a través de las diferentes fases de
la historia de la humanidad terrestre, permanece siempre polar en el sentido
simbólico, puesto que representa esencialmente el eje fijo alrededor del cual
se cumple la revolución de todas las cosas.
La montaña figura naturalmente el «Centro del Mundo» antes del Kali-Yuga, es decir, cuando existía en
cierto modo abiertamente y no era todavía subterráneo; así pues, corresponde a
lo que se podría llamar su situación normal, fuera del período obscuro cuyas
condiciones especiales implican una suerte de inversión del orden establecido.
Por lo demás, es menester agregar que, a parte de estas consideraciones que se
refieren a las leyes cíclicas, los símbolos de la montaña y de la caverna
tienen uno y otro su razón de ser, y que hay entre ellos un verdadero
complementarismo[iv];
además, la caverna puede ser considerada como situada en el interior de la
montaña misma, o inmediatamente debajo de ésta.
Hay también otros símbolos que, en las tradiciones antiguas,
representan el «Centro del Mundo»; uno de los más destacables es quizás el del Omphalos, que se encuentra igualmente en
casi todos los pueblos[v]. La
palabra griega omphalos significa
«ombligo», pero designa también, de una manera general, todo lo que es centro,
y más especialmente el cubo de una rueda; en sánscrito, la palabra nâbhi tiene igualmente estas diferentes
acepciones, y, en las lenguas célticas y germánicas, hay igualmente derivados
de la misma raíz, que se encuentran bajo las formas nab y nav[vi]. Por
otra parte, en galo, la palabra nav o naf, que es evidentemente idéntica a estas
últimas, tiene el sentido de «jefe» y se aplica incluso a Dios; así pues, es la
idea del Principio central la que se expresa aquí[vii].
Por lo demás, el sentido de «cubo» tiene, a este respecto, una importancia muy
particular, porque la rueda es por todas partes un símbolo del Mundo realizando su
rotación alrededor de un punto fijo, símbolo que debe ser aproximado
por tanto al de swastika; pero, en
éste, la circunferencia que representa la manifestación no está trazada, de
suerte que es el centro mismo el que es designado directamente: el swastika no es una figura del Mundo,
sino más bien de la acción del Principio respecto del Mundo.
El símbolo del Omphalos
podía estar colocado en un lugar que fuera simplemente el centro de una región
determinada, centro espiritual, por lo demás, más bien que centro geográfico,
aunque los dos hayan podido coincidir en algunos casos; pero, si ello era así,
es porque este punto era verdaderamente, para el pueblo que habitaba la región
considerada, la imagen visible del «Centro del Mundo», de igual modo que la
tradición propia de ese pueblo no era mas que una adaptación de la tradición
primordial bajo la forma que convenía mejor a su mentalidad y a sus condiciones
de existencia. Se conocer sobre todo, de ordinario, el Omphalos del tempo de Delfos; este templo era realmente el centro
espiritual de la Grecia antigua[viii], y
sin insistir sobre todas las razones que podrían justificar esta aserción, solo
haremos destacar que era allí donde se juntaba, dos veces al año, el consejo de
los Anfictiones, compuesto por los representantes de todos los pueblos
helénicos, y que formaba por lo demás el único lazo efectivo entre aquellos
pueblos, lazo cuya fuerza residía precisamente en su carácter esencialmente
tradicional.
La representación material del Omphalos
era generalmente una piedra sagrada, lo que se denomina frecuentemente un
«bétulo»; y esta última palabra parece no ser otra cosa que el hebreo Beith-El, «casa de Dios», el mismo
nombre que Jacob dio al lugar donde el Señor se había manifestado a él en un
sueño: «Y Jacob se despertó de su sueño y dijo: Ciertamente el Señor está en
este lugar, y yo no lo sabía. Y se asustó y dijo: ¡Cuán temible es este lugar!
Es la casa de Dios y la puerta de los Cielos. Y Jacob se levantó de madrugada, y
tomando la piedra de la que había hecho su cabecera la erigió como un pilar, y
vertió óleo sobre su cima (para consagrarla). Y Jacob dio a este lugar el
nombre de Beith-El: pero el primer
nombre de esta ciudad era Luz»[ix]. Ya
hemos explicado más atrás la significación de esta palabra Luz; por otra parte
se dice también que Beith-El, «casa
de Dios», devino después Beith-Lehem, «casa
del pan», la ciudad donde nació Cristo[x].; la relación
simbólica que existe entre la piedra y el pan sería por lo demás muy
digna de atención[xi]. Lo
que es menester precisar todavía, es que el nombre Beith-El no se aplica solo al lugar, sino también a
la piedra misma: «Y esta piedra, que he erigido como un pilar, será la
casa de Dios»[xii].
Así pues, es esta piedra la que debe ser propiamente el «habitáculo Divino» (mishkan), según la designación que se
daría más tarde al Tabernáculo, es decir, la sede de la Shekinah; todo esto se vincula naturalmente a la cuestión de las
«influencias espirituales» (berakoth),
y, cuando se habla del «culto de las piedras», que fue común a tantos pueblos
antiguos, es menester comprender bien que este culto no se dirigía a las
piedras, sino a la Divinidad de la que eran residencia.
La piedra que representa el Omphalos
podía tener la forma de un pilar, como la piedra de Jacob; es muy probable que,
entre los pueblos célticos, algunos menhires tuvieran esta significación; y los
oráculos se daban junto a estas piedras, como en Delfos, lo que se explica
fácilmente desde que eran consideradas como la morada de la Divinidad; por lo demás,
la «casa de Dios» se identifica naturalmente al «Centro del Mundo». El Omphalos podía ser representado también
por una piedra de forma cónica, como la piedra negra de Cybeles, u
ovoide; el cono recordaba la montaña sagrada, símbolo del «Polo» o del «Eje
del Mundo»; en cuanto a la forma ovoide, se refiere
directamente a otro símbolo muy importante, el del «Huevo el Mundo»[xiii].
Es menester agregar también que, si el Omphalos
era representado lo más habitualmente por una piedra, también ha podido
serlo a veces por un montículo, una suerte de túmulo, que es todavía una imagen
de la montaña sagrada; así, en China, en el centro de cada reino o Estado
feudal, se elevaba antaño un montículo en forma de pirámide cuadrangular,
formado con la tierra de las «cinco regiones»: las cuatro caras correspondía a
los cuatro puntos cardinales, y la cima al centro mismo[xiv].
Cosa singular, vamos a encontrar estas «cinco regiones» en Irlanda, donde la
piedra en pie del jefe estaba, de una manera semejante, elevada en el centro de
cada dominio[xv].
En efecto, es Irlanda el que, entre los países célticos,
proporciona el mayor número de datos relativos al Omphalos; antaño estaba dividida en cinco reinos, de los cuales uno
llevaba el nombre de Mide, que es la
antigua palabra céltica medion,
«medio» , idéntico al latín medius[xvi].
Este reino Mide, que había sido
formado de porciones sacadas de los territorios de los otros cuatro, había
detenido el patrimonio propio del rey supremo de Irlanda, al que otros cuatro,
había devenido el patrimonio propio del rey supremo de Irlanda, al que los
otros reyes estaban subrodinados[xvii].
En Ushnagh, que representa bastante exactamente el centro del país, estaba
erigida una piedra gigantesca llamada «ombligo de la Tierra», y designada
también bajo el nombre de «piedra de las porciones», porque marcaba el lugar
donde convergían, en el interior del reino de Mide, las líneas separativas de
los cuatro reinos primitivos. Allí se tenía anualmente, el primero de mayo, una
asamblea general enteramente comparaba a la reunión anual de los Druidas en el
«lugar consagrado central» de la Galia, en el país de los Carnutos; y aquí se
impone igualmente la aproximación con la asamblea de os Anfictiones en Delfos.
Esta división de Irlanda en cuatro reinos, más la región central
que era la residencia del jefe supremo, se vincula a tradiciones extremadamente
antiguas. En efecto, por esta razón, Irlanda fue llamada la [xviii],
pero esta denominación, lo mismo que la de «isla verde» (Erin), se aplicaba anteriormente a otra tierra mucho más
septentrional, hoy día desconocida, quizás desaparecida, Ogygia o antes Thulé, que
fue uno de los principales centros espirituales, si no incluso el centro
supremo de un cierto periodo. El recuerdo de esta «isla de los cuatro Señores»
se encuentra hasta en la tradición china, lo que parece no haber sido precisado
nunca; he aquí un texto taoísta que da fe de ello: «El emperador Yao se esforzó
mucho, y se imaginó haber reinado idealmente bien. Después de que hubo visitado
a los cuatro Señores, en la lejan isla de Kou-chee (habitada por «hombres
verdaderos», tchennjen, es decir,
hombres reintegrados al «estado primordial»), reconoció que lo había estropeado
todo. El ideal, es la indiferencia (o más bien el desapego, en la actividad «no
actuante» del sobre-hombre[xix].
que deja girar la rueda cósmica»[xx]. Por
otra parte, los «cuatro Señores» se identifican a los cuatro Mahârâjas o «grandes reyes» que, según
las tradiciones de la India y del Tíbet, presiden en los cuatro puntos
cardinales[xxi];
corresponden al mismo tiempo a los elementos: el Señor supremo, el quinto, que
reside en el centro, sobre la montaña sagrada, representa entonces el Éther (Akâsha), la «quintaesencia» de los
hermetistas, el elemento primordial del que proceden los otros cuatro[xxii]; y
tradiciones análogas se encuentran también en la América central. «isla de los cuatro Señores»
[i] Recordaremos
aquí la alusión que ya hemos hecho en otra parte a la relación que existe entre
el Agni védico y el símbolo del
Cordero (El Esoterismo de Dante, ed.
Francesa de 1957, pp. 69-70; El Hombre y
su devenir según el Vêdanta, ed. Francesa, p. 43); el carnero representa en
la India el vehículo de Agni. Por
otra parte, M. Ossendowski indica en varias ocasiones que el culto de Râma existe también en Mongolia; así
pues, en eso hay otra cosa que Budismo, contrariamente a lo que pretenden la
mayoría de los orientalistas. Por otra parte, se nos ha comunicado, sobre los
recuerdos del «Ciclo de Ram» que subsistirían todavía actualmente en Camboya,
reseñas que nos han parecido tan extraordinarias que hemos preferido no hacer
constancia de ellas; no mencionaremos pues este hecho sino como memoria.
[ii] Señalamos
también las representaciones del Cordero sobre el Libro sellado con siete
sellos de que se habla en el Apocalipsis;
el Lamaísmo tibetano posee igualmente siete sellos misteriosos, y no pensamos
que esta aproximación sea puramente accidental.
[iii] Se
dice de Qâf que no se puede alcanzar «ni por tierra ni por mar», y, entre sus
otras designaciones, tiene la de «Montaña de los Santos», lo que hay que
aproximar a la «Montaña de los Profetas» de Anne-Catherine Emmerich.
[iv] Este
complementarismo es el de los dos triángulos dispuestos en sentido inverso uno
de otro, que forman el «sello de Salomón»; es comparable también al de la lanza
y de la copa, que ya hemos tratado más atrás y a muchos otros símbolos
comparables a éstos.
[v] W.H.
Roscher, en una obra titulada Omphalos, aparecida en 1913, ha reunido una
cantidad considerable de documentos que establecen estrecho para los pueblos
más diversos; pero ha cometido el error de pretender que este símbolo está
ligado a la idea que se hacían estos pueblos de la forma de la tierra, porque
se imagina que se trata de la creencia en un centro de la superficie de la
tierra, en el sentido más groseramente literal; esta opinión implica un
desconocimiento completo de la significación profunda del simbolismo.
Utilizaremos en lo que sigue un cierto número de reseñas contenidas en un
estudio de M.J.Loth sobre El Omphalos
chez les Celtes, aparecido en la Revue
del Études anciennes (julio.septiembre de 1915)
[vi] En
alemán, nabe, cubo, y nabel, ombligo; de igual modo, en
inglés, nave y navel, donde esta última palabra tiene también el sentido
general de centro o de medio. El griego omphalos y el latín umbilicus provienen
por lo demás de una simple modificación de la misma raíz.
[vii] Agni,
en el Rig-Vêda, es llamado «ombligo de la Tierra», lo que se vincula también a
la misma idea; el swastika, como ya lo hemos dicho, es frecuentemente un
símbolo de Agni.
[viii] Había
en Grecia otros centros espirituales, pero reservados más particularmente a la
iniciación a los Misterios, como Eleusis y Samotracia, mientras que Delfos
tenía un papel social que concernía directamente a todo el conjunto de la
colectividad helénica.
[ix] Génesis,
XXVIII, 16-19
[x] Por
lo demás, se observará la similitud fonética de Beith-Lehem con la forma
Beith-Elohim, que figura también en el texto del Génesis.
[xi] «Y
el tentador, acercándose, dijo a Jesús: Si tú eres el Hijo de Dios, ordena que
estas piedras devengan panes” (San Mateo,
IV, 3; San Lucas, IV, 3). Estas
palabras tienen un sentido misterioso, en relación con lo que indicamos aquí:
Cristo debía cumplir una semejante transformación, pero espiritualmente, y
no materialmente como le pedía el
tentador; ahora bien, el orden espiritual es análogo al orden material, pero en
sentido inverso, y la marca del demonio es tomar todas las cosas al revés. Es
Cristo mismo quien, como manifestación del Verbo, es «el pan vivo descendido
del Cielo», de donde la respuesta: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boda de Dios»; y, agregaremos también que es esto por lo
que los oráculos han cesado. A propósito de este pan que se identifica a la
«carne»del Verbo manifestado, puede ser interesante señalar también que la
palabra árabe lahm» que es la misma
que el hebreo lehem, tiene precisamente la significación de «carne» en lugar de
la de «pan».
[xii] Génesis,
XXVIII, 22
[xiii] A
veces, y en particular sobre algunos omphaloi griegos, la piedra esta rodeada
por una serpiente; se ve también esta serpiente enrollada en la base o en la
cima de los mojones caldeos, que deben ser considerados como verdaderos
«bétulos». Por lo demás, el símbolo de la piedra, como el del árbol (otra
figura del «Eje del Mundo»), está, de una manera general, en estrecha conexión
con el de la serpiente y es lo mismo para el huevo, concretamente en los Celtas
y los Egipcios. Un ejemplo destacable de figuración del Omphalos es el «bétulo»
de Kermanria, cuya forma general es la de un cono irregular, redondeado en la
cima, y del que una de cuyas caras lleva el signo de swastika. M.J.Leoth, en el
estudio que hemos citado más atrás, ha dado fotografías de este «bétulo», así
como de algunas otras piedras del mismo género.
[xiv] El
número 5 tiene, en la tradición china, una importancia simbólica muy
particular.
[xv] Brehon
Laws, citadas por J.Loth
[xvi] Se
observará que la China es designada también bajo el nombre de «Imperio del
Medio»
[xvii] La
capital del reino de Mide era Tara; ahora bien, en sánscrito, el término Târâ
significa «estrella» y designa más particularmente a la estrella polar.
[xviii] El
nombre de San Patricio, que no se conocer de ordinario más que bajo su forma
latinizada, era originalmente Corhraige, que significa «el servidor de los
cuatro»
[xix] Puesto
que el «hombre verdadero» está colocado en el centro, ya no participa en el
movimiento de las cosas, sino que, en realidad, dirige este movimiento por su
sola presencia, porque en él se refleja al «Actividad del Cielo»
[xx] Tchoang-Tseu,
cap. I; traducción del P.L.Wieger, p. 213. SE dice que el emperador Yao reinó
en el año 2356 antes de Cristo.
[xxi] Se
podría hacer también aquí una aproximación con los cuatro Awtâd del esoterismo
islámico.
[xxii] En
las figuras cruciales, tales como el swastika, este elemento primordial está
representado igualmente por el punto central, que es el Polo; los otros cuatro
elementos, así como los cuatro puntos cardinales, corresponden a los cuatro
brazo de la cruz, que simbolizan por otra parte el cuaternario en todas sus
aplicaciones.