Marie-Louise
von Franz
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INTRODUCCIÓN
Aunque el tema
de este artículo es la función inferior, no se puede hablar al respecto sin
discutir todo el problema de las cuatro funciones y esbozar también la función
superior ya que todo está entrelazado. Yo presupongo que el lector está
familiarizado con el libro de Jung sobre los tipos psicológicos,(1) e intentaré ilustrarlo de acuerdo con mis experiencias prácticas.
Tipos Psicológicos es uno de los primeros libros de
Jung. Cuando él lo escribió y estaba intentando averiguar acerca de los tipos,
estaba en muchos aspectos luchando en la oscuridad; desde entonces él ha hecho
muchos descubrimientos, los cuales se encuentran en sus otras obras, y estos
son los que tengo la intención de vincular. Uno a menudo se encuentra con
personas que no entienden cómo aparece la tipología en la vida práctica.
Muchas personas que hablan acerca de los tipos no pueden siquiera descubrir
cuál es su propio tipo, lo cual se debe por lo general a su falta de
experiencia práctica. Desde que el libro fue escrito, la idea de las cuatro
funciones de la consciencia y el funcionamiento de la personalidad humana
consciente en esta forma cuádruple, ha demostrado ser enormemente productiva,
y el problema de las cuatro funciones ha evolucionado crecientemente en el
pensamiento de Jung y además aparece en su pensamiento en la forma religiosa
del problema del tres y el cuatro.
El problema
del tres y el cuatro, especialmente en la imagen de Dios, ha resultado tan
enormemente importante que las personas tienden a proyectar la función
problema en esta cuestión religiosa. Lo mismo ocurre en la interpretación
mitológica, pues dondequiera que la gente encuentra símbolos cuaternarios
–dígase en la mitología indígena de América del Norte, donde uno se vuelve
hacia los cuatro puntos cardinales o donde las pinturas de arena son
obviamente de una estructura cuádruple- se dice que aquello significa las
cuatro funciones, y se fija ese concepto al tema mitológico. Existen tres
errores aquí. Primero, tomar los conceptos Junguianos y fijarlos como con un
prendedor de seguridad en el material mitológico, es una empresa completamente
estéril en sí misma, pues ello tergiversa los hechos fundamentales. En segundo
lugar, usar los conceptos sin pensar en lo que realmente quieren decir y en
qué se basan. Y tercero, en este caso especial es un error fundamental, porque
si usted piensa por un momento, se da cuenta que lo que podemos ver en el
material mitológico es material inconsciente. Los Navajos, por ejemplo, no han
concebido sus pinturas de arena y sus mandalas de manera consciente; dirían
que les fueron revelados a ellos o a sus chamanes. Por consiguiente, aquellos
primitivos e incluso evolucionados temas mitológicos cuaternarios son
auto-manifestaciones del inconsciente colectivo, de manera que no podemos
identificarlos con un fenómeno consciente, mientras que las funciones son
modos de comportamiento de la consciencia. Tenemos que mirarlos más bien del
siguiente modo.
La consciencia
evoluciona en la temprana infancia, como es sabido, desde el inconsciente.
Desde nuestro punto de vista, el inconsciente es un hecho primario y la
consciencia un hecho secundario. Por tanto la totalidad inconsciente y la
estructura de la personalidad total existen en el tiempo antes que la
personalidad consciente y podrían considerarse según se muestra en el diagrama
siguiente.
La consciencia
en sí misma es un campo de representaciones, ya que las representaciones son
solo llamadas conscientes en la medida en que se asocian con el complejo del
ego. Si uno dice, “Yo sé que esto es así y así”, eso significa que esto es
consciente para mí, es un hecho en mi campo de consciencia. Cuando las
funciones se desarrollan en el campo de la consciencia –A, B, C, D, en el
diagrama- allí surge desde abajo, primero digamos, la función del pensamiento,
la cual luego se convierte en una de las principales funciones del ego, que
usa principalmente la operación de pensar en la organización de su campo de
consciencia. Lentamente otra función aparece y gradualmente todas ellas –bajo
condiciones favorables- aparecen en el campo de la consciencia. De este modo
se obtiene una estructura cuádruple en la consciencia la cual refleja
exactamente la estructura pre-consciente cuádruple. Tenemos un cuaternio de
funciones en la consciencia porque existe ya una tendencia innata para
construir dicha estructura cuádruple en el inconsciente. Los productos
mitológicos por regla general reflejan la estructura básica (el círculo), pero
ellos no representan su espejismo en la consciencia, por decirlo así. Esto es
debido a que si nosotros intentamos fijar los conceptos del pensamiento,
sentimiento, y así sucesivamente en el fenómeno mitológico, siempre la pasamos
mal, porque estamos tratando de conectar de manera equivocada. Es como si
intentáramos identificar el resultado con la causa. Si, por consiguiente,
tenemos un fenómeno cuádruple en la mitología, es mejor decir que representa
la estructura arquetípica general de la psique, la cual, entre otras cosas, ha
producido la tendencia siempre a desarrollarse en las cuatro funciones en la
estructura de la consciencia.
La cuestión ha
sido planteada con frecuencia en el sentido de por qué en la tierra debe haber
cuatro funciones. ¿Por qué no tres o cinco? Eso no se puede responder
teóricamente; es simplemente cuestión de revisar los hechos y de ver si se
puede descubrir más o menos funciones y otra tipología que fuera igualmente
justificada. Para Jung fue un gran descubrimiento cuando él más tarde encontró
la confirmación de su idea concebida de manera más intuitiva, en el hecho de
que en todas partes en los mitos y el simbolismo religioso, aparece el
problema de la estructura cuádruple de la psique y que, estudiando el
comportamiento de sus pacientes, él aparentemente había hallado una estructura
básica de la psique.
Naturalmente,
la estructura cuádruple básica de la psique, la cual significa más que solo
las funciones conscientes, está en general representada, si aparece, como una
auto-manifestación puramente primitiva del inconsciente, usualmente como un
cuaternio indiferenciado. Existen los cuatro principios más o menos de la
misma clase: cuatro colores, o ángeles o dioses, etc. Cuanto más se relacionan
con la consciencia, más tienden a convertirse en tres animales y un ser
humano, o tres dioses buenos y uno malo, y después se llega a aquellos
mandalas más diferenciados donde los cuatro polos de la estructura cuaternaria
son diferentes entre sí. Esto es particularmente cierto si se está tratando
con material que ha sido elaborado en gran medida de manera consciente, cuando
se encuentra el problema clásico del tres y del cuatro, respecto del cual Jung
ha escrito bastante. Esto significa que cuando, desde esta estructura básica,
una u otra función se hace consciente, o cuando bajo condiciones óptimas tres
funciones se hacen conscientes, esto tiene el efecto de que la estructura
básica también cambia, pues ni en la psicología ni en ningún otro campo de la
realidad existe un curso unilateral de acción; porque si el inconsciente
vigoriza un campo de la consciencia, la repercusión de dicho cambio produce
una alteración en la estructura inconsciente también. Por consiguiente, en los
sueños y en el material mitológico se encuentra que esta estructura básica
también aparece en forma alterada, de lo cual puede concluirse que una parte
del problema de las funciones se ha hecho ya consciente de modo que, debido a
la oposición, incluso la estructura básica tiene esta forma cambiada o
modificada. Además hay mandalas que se encuentran principalmente en las
civilizaciones superiores, tales como las imágenes de los cuatro evangelistas
donde tres son animales y una un ser humano. Este tema apareció previamente en
la mitología egipcia en los cuatro hijos de Horus, representado con tres
animales y una cabeza humana, así mismo como los otros tergiversados mandalas,
en los cuales existe una cierta tensión dentro de la estructura, por lo
general entre el tres y el cuatro en particular.
Me gustaría
dar un breve bosquejo del modelo de las cuatro funciones en la psicología
Junguiana. Jung primero diferenció dos tipos actitudinales: el extravertido y
el introvertido. En el extravertido, la libido habitualmente fluye de manera
consciente hacia el objeto, pero existe también una inconsciente oposición
secreta hacia el sujeto. Para el extravertido el movimiento oculto hacia el
sujeto es por lo general un factor inconsciente. En el caso del introvertido
ocurre lo opuesto, ya que él siente como si un objeto lo abrumara de manera constante,
de modo que tiene que retirarse continuamente de éste pues todo recae en él;
está constantemente abrumado por las impresiones, pero no es consciente del
hecho de que él secretamente está tomando prestada, o prestando, energía
psíquica al objeto a través de su propia extraversión inconsciente.
Expresado
brevemente, eso representa la diferencia entre el extravertido y el
introvertido y entonces, si usted toma las cuatro funciones de sensación,
pensamiento, sentimiento e intuición, cada una de las cuales puede ser
extravertida o introvertida, obtiene ocho tipos: pensamiento extravertido,
pensamiento introvertido; sentimiento extravertido, sentimiento introvertido;
intuición extravertida, intuición introvertida, sensación extravertida,
sensación introvertida.
Antes de
seguir adelante con ejemplos prácticos, me gustaría caracterizar la función
inferior en su comportamiento general. Se puede decir que todas las funciones
superiores en un individuo, sea en un caso pensamiento y en otro sentimiento,
tienen una tendencia a comportarse de cierto modo, y que la función inferior
en un individuo, independientemente de lo que pueda ser, tiene un tipo de
comportamiento general. El comportamiento de la función inferior está
estupendamente reflejado en muchos mitos y particularmente en muchos cuentos
de hadas, donde existe un modelo muy extendido de la estructura siguiente. Un
rey tuvo tres hijos. Él prefería a sus dos hijos mayores y el más joven era
considerado como un ser estúpido o tonto. El rey luego señala una tarea en la
cual los hijos deben encontrar el agua de vida, o la más bella novia, o
ahuyentar a un enemigo secreto que cada noche roba los caballos, o las
manzanas doradas del jardín real. En general los dos hijos mayores se exponen
y no llegan a ninguna parte o se quedan atascados, y luego el tercero, ensilla
su caballo y todos se ríen y le dicen que él debería mejor quedarse en casa
junto a la estufa, a donde él pertenece, pero es él quien por regla general
ejecuta la gran tarea. Esta cuarta figura –él es el tercer hijo pero la cuarta
figura en la disposición- tiene, de acuerdo con los mitos, cualidades
diferentes. Algunas veces es el más estúpido o el más joven, a veces es un
poco torpe y algunas otras un completo tonto.
Existen
diferentes versiones, pero él siempre está en alguna categoría semejante. En
un bello cuento de hadas ruso, es considerado como un completo idiota y los
dos hermanos mayores cabalgan sobre maravillosos caballos del establo de su
padre, pero el más joven toma un pequeño caballo peludo y lo monta de manera
equivocada –con la cabeza hacia la cola del caballo- y sale mal, ridiculizado
por todos. Él es, por supuesto, Iván el héroe ruso, quien hereda todo. La
historia del tonto o el idiota a veces ocurre por fuera de la disposición
general de las cuatro figuras, de manera que él es el héroe muy desde el
comienzo. Luego está el tema del pulgar o el lisiado, o muy a menudo del
soldado que ha desertado o que ha sido herido y relevado del ejército y está
perdido en los bosques, donde comienza la gran aventura. O puede ser un pobre
campesino quien se convierte en rey o hereda el reino, y en todos estos desde
el mismo comienzo de la historia, usted sabe que ello atañe a algo más que las
cuatro funciones, ya que el tonto es una figura religiosa arquetípica que
abarca más que solo la función inferior; él implica una parte total de la
personalidad humana, o incluso de la humanidad misma, y representaría lo que
quedó atrás y que por tanto aún tiene la totalidad original de la naturaleza,
de modo que tiene principalmente un sentido religioso. Pero en la mitología,
tan pronto como el tonto aparece como el cuarto en un grupo de personas,
tenemos cierto derecho para asumir que él refleja el comportamiento general de
una función inferior.
He intentado a
menudo, al interpretar los cuentos de hadas, ir más lejos en los detalles y
llamar al rey la función pensamiento y al cuarto hijo la función sentimiento,
pero en mi experiencia, eso no funciona. Usted tiene que torcer el material y
hacer algunos trucos deshonestos si fuerza el material de este modo. De esta
forma, he llegado a la conclusión de que no podemos ir tan lejos, y que
debemos solo decir que en la mitología dicho tercer hijo, o tonto, simplemente
representa un símbolo del comportamiento general de la función inferior,
cualquiera que sea; no es ni individual ni específica, sino una estructura
general. Eso es absolutamente correcto pues si se estudian los casos
individuales, se verá que la función inferior tiende a comportarse después de
todo a la manera de semejante héroe “tonto”, el tonto divino o héroe idiota,
quien representa la parte despreciada de la personalidad, la parte ridícula e
inadaptada pero también aquella parte que reconstruye la conexión con la
totalidad inconsciente de la persona.
Hay algo más
en lo que hay que ser cauteloso y es que en los diversos mitos donde el tercer
hijo tonto encuentra el agua de la vida o el pájaro de oro, vence al dragón o
conduce a casa a la bella princesa o hereda el reino, etcétera, uno está muy
tentado a interpretarlo como el puente al inconsciente, porque los precedentes
son todos símbolos de lo que asumimos que se encuentra en el inconsciente. No
obstante, no debemos olvidar que todo el proceso mitológico simboliza todo en
el inconsciente, ni tampoco que para un introvertido el inconsciente muy a
menudo ¡aparece afuera! Por tanto, es bastante correcto decir que el tercer
hijo o la cuarta figura en la disposición, establece el puente al
inconsciente, pero esto no debe implicar que el inconsciente sea siempre experimentado
como estando “adentro”, pues eso solo se aplica a un extravertido ya que la
función inferior tiene el tipo actitudinal opuesto de la función consciente.
Un tipo pensamiento introvertido tendrá sentimiento extravertido inferior
mientras que un intuitivo extravertido tendrá sensación introvertida inferior
y así sucesivamente.
Se puede decir
que la función inferior siempre establece el puente hacia el inconsciente, y
en el caso de un introvertido está por lo general avanzando hacia una
proyección inconsciente la cual aparece afuera. De este modo podría decirse
que la función inferior está siempre dirigida hacia el inconsciente y al mundo
simbólico, pero no está dirigida al interior o al exterior; esto último varía
individualmente. Si la función inferior de un introvertido se mueve afuera,
entonces significa que la esfera exterior adquirirá una cualidad simbólica
para esa persona. Por ejemplo un tipo pensamiento introvertido tiene una
función sentimiento inferior, por tanto el movimiento será hacia los objetos
externos, es decir, hacia las otras personas; pero tales personas externas
tendrán un significado simbólico para la persona, siendo conductoras de los
símbolos del inconsciente. El significado simbólico de un hecho inconsciente
aparece afuera, como la cualidad de un objeto externo, prima vista. Pero si un introvertido con su habitual modo de
introyectar dice que no necesita telefonear a la señora fulana de tal, pues
ella es precisamente el símbolo de su ánima y por tanto es simbólica, y la
persona externa no importa pues solamente sucedió que su proyección cayó allí,
entonces él nunca llegará al fondo de su función inferior o nunca la asimilará
como un problema. Esta es la razón por la cual el sentimiento de un tipo
pensamiento introvertido en general es auténticamente extravertido, y con tal
trampa él simplemente intenta agarrarse a su función inferior por medio de su
función superior y la jala hacia adentro. Él introyecta en el momento
equivocado a fin de mantener la predominancia de su función superior sobre su
función inferior. Un introvertido que quiere asimilar su función inferior debe
relacionarse con los objetos externos, pero teniendo presente que ellos son
simbólicos. Él no debe, sin embargo, sacar la conclusión de que son solo simbólicos y que por eso se puede
prescindir de ellos. Eso es un truco muy asqueroso y deshonesto que muchos
introvertidos desempeñan con su función inferior. Naturalmente los
extravertidos hacen la misma cosa, solo que de un modo menos directo. Por
consiguiente, no debe decirse que la función inferior esté dirigida hacia el
interior, o vuelta hacia dentro del inconsciente, sino que la función inferior
está dirigida hacia el inconsciente, sea que éste último aparezca en el
interior o el exterior, y que es siempre la conductora de las experiencias
simbólicas, las cuales pueden venir desde adentro o desde afuera.
En el caso de
los extravertidos, he visto con frecuencia que el inconsciente aparece
directamente desde adentro como una visión o como una fantasía. De este modo
con frecuencia me ha impresionado el hecho de que los extravertidos, cuando
ellos se acercan a su otro lado, tienen una relación mucho más pura con el
mundo interior que el introvertido. ¡Incluso he sido bastante celosa! He visto
que ellos tienen una relación ingenua, auténtica y pura con los hechos
internos, ¡pues pueden tener una visión y tomarla inmediatamente de manera
seria, bastante ingenuamente! En un introvertido ésta es siempre tergiversada
por su sombra extravertida, la cual arroja dudas sobre ella. De este modo
puede decirse que si un extravertido cae en su introversión, será
especialmente auténtico, puro y profundo. Es por eso que usualmente los
extravertidos están tan orgullosos de esto que alardean ruidosamente que son
grandes introvertidos. Ellos tratan de convertir en una pluma su gorra –lo
cual es de nuevo típicamente extravertido- ¡y con eso arruinan todo! Pero
realmente, si ellos no echan a perder todo con la vanidad, los extravertidos
pueden tener una introversión mucho más infantil, ingenua, pura y realmente
auténtica que los introvertidos. Los introvertidos por su parte, si despiertan
a su extraversión inferior, pueden esparcir un brillo de vida y ¡convertir su
medio en un festival simbólico mejor que cualquier extravertido! Un introvertido
puede dar a la vida exterior una profundidad de significado simbólico y el
sentimiento de la vida como un festejo mágico de alguna clase, lo cual el
extravertido no puede. Si un extravertido va a una fiesta, piensa que todo el
mundo es maravilloso y está listo para decir: “¡Vamos, hagamos que esta fiesta
funcione!” Pero eso es simplemente una técnica, y la fiesta nunca alcanza en
realidad la profundidad mágica, o sucede muy rara vez; permanece en el nivel
de la superficie amable. Pero si un introvertido puede manifestarse con su
extraversión de modo correcto él puede crear una atmósfera donde las cosas
exteriores se vuelven simbólicas: tomar un vaso de vino con un amigo se
convierte en algo parecido a una comunión, y así sucesivamente. Con el
introvertido ello está vinculado con el exterior, al tiempo que con el
extravertido ello está realmente adentro, si él se abre paso al otro lado.
En los Tipos Psicológicos, Jung habla del
empobrecimiento general de las actitudes del pensamiento extravertido e introvertido
cuando éstas comienzan a desgastarse. Él dice:
Mientras el extravertido
realmente se rechaza a sí mismo en su completa dispersión entre los objetos,
el introvertido, para librarse a sí mismo de todos y cada uno de los
contenidos, tiene que contentarse con su mera existencia. En ambos casos el
desarrollo más amplio de la vida está atestado por fuera del dominio del
pensamiento en la región de otras funciones psíquicas que habían existido
hasta ahora en relativa inconsciencia. El extraordinario empobrecimiento del
pensamiento introvertido en relación a los hechos objetivos encuentra
compensación en una abundancia de hechos inconscientes. Siempre que la
consciencia, casada con la función del pensamiento, se confina dentro del más
pequeño y más vacío círculo posible –aunque aparente contener la plenitud de
la divinidad- la fantasía inconsciente se enriquece de manera
proporcionada.... (2).
Este es solo
un ejemplo del gran problema que Jung consideró para describir cómo la lenta
extralimitación de la función superior conduce a su degeneración neurótica. Él
alude también a un hecho que juega un gran papel, a saber que en el caso de
una persona que no ha sido analizada, la función inferior se intrusa dentro de
la superior y la falsifica. Aquí, por ejemplo, él describe lo que pasa cuando
al pensamiento introvertido se le exige un esfuerzo excesivo. Hubo una
maravillosa demostración de esto hace algún tiempo en el caso de un profesor
de filosofía quien realizó un ataque a la psicología del inconsciente en un periódico
de Zúrich, el Neue Zurcher Zeitung.
Él es un alumno de Heidegger y una demostración absoluta del pensamiento
introvertido excesivamente esforzado o sometido. Esto tiene el efecto de que
su ser no puede afirmar nada más allá de que ¡la vida es un fenómeno
ontológico de la existencia! Él enriquece su afirmación con unos cuantos
adjetivos solemnes más, ¡pero eso es todo a lo que asciende! Este pensamiento,
que “la existencia realmente existe”, expresa una plenitud divina para él,
como también lo fue para Parménides, y él no puede dejar de tranquilizarnos
acerca de tal existencia a lo largo de varias páginas. Y luego dice, “Sin
embargo el inconsciente sería un misterioso teatro de marionetas y fantasmas”.
Allí tiene usted una ilustración absoluta de lo que Jung dice: “La fantasía
inconsciente se enriquece proporcionalmente por una multitud de hechos
arcaicamente formados, un verdadero pandemonio de factores mágicos”. Eso es
exactamente lo que este profesor expuso en sus artículos –que la idea del
inconsciente era terrible, que era precisamente un pandemonio teatral, y luego
salvó su posición consciente diciendo que simplemente no existía, ¡que era
solo una invención de los psicólogos! Esa fue una bella ilustración práctica
de lo que Jung, en las frases citadas dice. Para agregar a lo que Jung dice
allí, si usted excede una de las actitudes conscientes, no solo la empobrece y
pierde su fertilidad, sino que además la contra-función inconsciente (en un
tipo pensamiento sería sentimiento) se inmiscuye en la función principal
pasando sus límites, y la falsifica. Eso era obvio en los artículos de este
profesor, lo cual demuestra que el sentimiento estaba realmente interesado en
instruir a la humanidad en cuanto a lo absurdo de la idea de la psicología del
inconsciente. Él perdió íntegramente el estilo objetivo al cual estamos
acostumbrados en la discusión científica, y sintió que era un profeta cuya
misión era salvar a la humanidad de algún veneno maligno; de esta manera, se
veía que su moral entera o su función del sentimiento contaminó a su
pensamiento. Su pensamiento se volvió subjetivo en vez de objetivo y era obvio
que él no había leído siquiera la literatura sobre la psicología del
inconsciente, ¡ni siquiera los principales libros! Él solo estaba
profundamente interesado en salvar a la humanidad de semejante doctrina
venenosa.
Otra forma en
que la función inferior con frecuencia se intrusa sobre la superior es visible
en el muy aterrizado y realista tipo sensación introvertido. Los tipos
sensación, sean introvertidos o extravertidos, son por lo general bastante
buenos en su relación con el dinero y en no ser demasiado extravagantes, pero
si semejante tipo exagera esto, entonces su intuición inferior se complica.
Por ejemplo, conocí un tipo sensación quien se volvió locamente tacaño y
prácticamente no pudo ya progresar más en la vida –bien, en Suiza ¡todo cuesta
algo! Cuando uno intentaba averiguar donde se originó esta repentina tacañería
–hasta ahora él había sido solo moderadamente tacaño como la mayoría de la gente
en Suiza- se notaba que él producía cualquier cantidad de presentimientos
oscuros: podría tener un accidente y ser incapaz de trabajar y apoyar a su
familia, algo podría suceder a su familia, su esposa podría tener una larga
enfermedad, su hijo podría fallar en sus estudios y necesitar más años de lo
usual, su madrastra, una mujer muy rica, podría repentinamente enfurecerse con
él y dejar su dinero a otra familia en vez de a la suya, etcétera, etcétera.
Aquellos son ejemplos de los oscuros temores de lo que podría suceder, lo cual
es típico de una intuición negativa inferior. Solo se contemplaban las oscuras
posibilidades pero él no encaraba el hecho de que tenía semejantes
expectaciones melancólicas del futuro, pero las primeras apariciones de su
intuición inferior en cambio, reforzaron su sensación de un modo equivocado
haciéndolo tacaño. La vida ya no fluyó más pues todo fue falsificado por la
invasión de la intuición inferior. En este caso, cuando llega el tiempo del
desarrollo de las otras funciones, existen por lo general varios fenómenos: la
función superior degenera como un carro viejo que comienza a irse a pique y
desgastarse, el ego se fastidia de la función superior porque todo lo que
usted puede hacer muy bien se vuelve aburrido y, más allá de eso, la función
inferior, en vez de aparecer en su propio campo, tiende a invadir a la función
principal, dándole una sacudida inadaptada y neurótica. Uno se confronta en
estos términos con un neurótico mixtum
compositum de un tipo pensamiento quien ya no puede pensar más, o un tipo
sentimiento quien ya no presenta más ningún sentimiento agradable. Luego hay
una etapa transicional donde las personas no son ni pez ni carne ni buen
arenque rojo, ¡sino sólo terribles! Antiguamente eran buenos pensadores, pero ya
no pueden pensar más y no han alcanzado un nuevo nivel. Es por tanto muy
importante conocer el tipo de uno y reconocer lo que el inconsciente está
ahora proyectando, de lo contrario uno está atrapado desde atrás.
La
diferenciación de los tipos realmente arranca en la primera infancia. Por
ejemplo, las dos actitudes de extraversión e introversión se pueden ver en un
niño de un año o un año y medio, si bien no siempre de manera muy clara. Jung
en una ocasión habló de un niño que no entraba a un cuarto antes de que
hubieran sido dichos los nombres de los muebles del cuarto –mesa, silla y así
sucesivamente- después de lo cual se movería hacia un objeto en el cuarto. Eso
es típico de una actitud definitivamente introvertida, en la cual el objeto es
aterrador y tiene que ser desterrado o puesto en su lugar por una palabra: un
gesto propicio por el cual el objeto se hace conocido y no puede portarse mal,
pues una mesa debe seguir siendo una mesa, a fin de que usted pueda caminar
hacia ella. En semejantes pequeños detalles, si uno sabe cómo buscarlos se
puede observar la tendencia hacia la introversión o extraversión en un niño
muy pequeño. Las funciones naturalmente no se presentan tan tempranamente en
todos los casos, pero en la etapa del Jardín usualmente se puede observar el
desarrollo de una función principal por una preferencia hacia alguna
ocupación, o por el comportamiento del niño hacia otro niño; pues tanto los
niños como los adultos tienden a hacer frecuentemente lo que ellos pueden
hacer bien y a no hacer las cosas que no pueden hacer bien. Probablemente la
mayoría de ustedes hizo igual que yo con su trabajo de escuela; si usted fue
talentoso en matemáticas, eso es lo que hacía primero y dejaba todo lo que
para usted no era bueno para el final y nunca hacía primero las cosas que no
le gustaban, lo cual es algo que muy pocas personas hacen, pues la tendencia
natural es aplazar las acciones o desatracar sobre otras personas los asuntos
en los cuales usted no se siente superior. A través de semejante comportamiento
natural la unilateralidad innata se incrementa cada vez más. Y luego viene la
actitud familiar según la cual el niño que es muy inteligente debe estudiar
después o el niño que es talentoso en materias prácticas debe convertirse en
un ingeniero, de manera que el medio refuerza las tendencias unilaterales
existentes, los así llamados “dotados”. De este modo existe un incremento en
el desarrollo de la función superior y un lento retraso del otro lado de la
personalidad. Este es un proceso inevitable e incluso tiene grandes ventajas.
Mucha gente encaja justo dentro de este modelo y usted puede descubrir su tipo
inmediatamente, pero otros pueden ser muy difíciles de definir. Incluso las
personas mismas tienen conflictos para averiguar su propio tipo, lo cual es
muy frecuente debido al hecho de que son tipos tergiversados. Este es un
acontecimiento no muy habitual, pero sucede en casos donde alguien
naturalmente tendría que convertirse en un tipo sentimiento o un intuitivo,
pero fue forzado por el ambiente a desarrollar otra función. Supóngase un
muchacho que nace como un tipo sentimiento en una ambiciosa familia
intelectual. Todo su entorno ejercerá presión sobre él para convertirlo en
intelectual, y su posibilidad original como un tipo sentimiento estará frustrada
o desperdiciada. Por lo general, en semejante caso él es incapaz de volverse
un tipo pensamiento –lo que sería un paso demasiado remoto- pero él bien
podría desarrollar la sensación o la intuición, una de las funciones
auxiliares, a fin de estar relativamente mejor adaptado a su medio, pues su
función principal está simplemente “afuera”, en el medio en el cual él crece.
Los tipos
tergiversados tienen ventajas y desventajas. La desventaja es que desde muy al
comienzo ellos no pueden desarrollar completamente su disposición principal,
la cual permanece por consiguiente un poco debajo de la marca que ellos
habrían alcanzado si se hubieran desarrollado de modo unilateral. Por otra
parte, han sido forzados por anticipado a hacer algo que en la segunda mitad
de la vida ellos habrían tenido que hacer de todos modos. En el análisis, uno
puede con frecuencia ayudar a las personas a desviarse hacia atrás al tipo
original, y ellos son entonces capaces de restablecer alguna otra función muy
rápidamente y alcanzar una etapa desarrollada, pues la disposición original es
una ayuda en esa dirección. Ellos son como un pez que puede ahora retornar
felizmente a su agua.
Lo que
determina la disposición básica original no es conocido. Jung, en una breve
descripción al final de los Tipos
Psicológicos, dice que probablemente tiene una base biológica. ÉL señala,
por ejemplo, las dos formas en las que una especie animal se adapta a la
realidad: propagándose tremendamente con un mecanismo de defensa muy pequeño,
por ejemplo en pulgas y piojos o conejos; o vigorizando en forma tremenda los
mecanismos de defensa, como en erizos o elefantes, entre los cuales la
propagación se reduce a un grado relativamente pequeño. De esta manera, ya en
la naturaleza existen dos posibilidades para habérselas con la realidad
externa: o usted mismo se defiende contra ella, manteniéndola a distancia
mientras reconstruye o vigoriza su propia vida interponiendo un mecanismo de
defensa contra la abrumadora realidad, o se derrama, por decirlo así, en ella y
de ese modo, la vence o conquista –lo cual también se corresponde con los
impulsos sexuales y de poder. La base es una de estas dos. Aquello sería un
introvertido y un extravertido funcionando en la esfera biológica.
Cuando Jung
publicó sus libros sobre los tipos, no se había dado a conocer mucho sobre el
comportamiento animal, pero si usted estudia los libros modernos verá que
entre los animales, en la mayoría de modelos de comportamiento, hay un mixtum compositum de factores internos
y externos. En estos términos algunos aspectos del comportamiento animal
vienen más de adentro, es decir, entran en juego sin ningún estímulo externo,
mientras otro comportamiento animal depende más del estímulo externo. Es
sabido que los monos antropoides superiores son incapaces de ejecutar el acto
sexual a menos que hayan observado a otro mono y de ese modo aprendido,
mientras que con otros animales sin haber visto alguna vez a animales de su
especie apareándose, el instinto interior es suficiente. Pero si en un
zoológico los monos superiores son criados sin que alguna vez hayan visto a un
compañero consorte, de esta forma ellos permanecen ignorantes, lo mismo que un
ser humano. Por tanto es obvio que el comportamiento de un animal depende en
parte de un factor externo y en parte está condicionado por una disposición
innata y que existe una interacción mutua entre los factores internos y
externos.
Existe además
algunas veces cierta incertidumbre en el comportamiento animal. Se han
realizado experimentos incubando huevos de cigüeña evitando a los huevos tener
contacto con el grupo social. Cuando los pájaros producidos de tales huevos
son liberados en el tiempo que deberían volar a África del Norte, aquellas
crías de huevos cuyo grupo vuela sobre Yugoslavia volarán sobre ese país, y
aquellos producidos de huevos de pájaros que vuelan sobre España volarán sobre
España a África –lo cual prueba que ellos confían completamente en su
disposición innata interior la cual les dice cómo alcanzar África. Pero si una
cría de cigüeña del grupo Yugoslavo se pone con los pájaros que vuelan sobre
España, el pájaro volará con ellos y no seguirá su disposición innata. Esto
muestra las dos posibilidades muy claramente: ser influenciado por los
factores externos, por la influencia social de afuera, o simplemente seguir la
disposición innata.
Otra gran
pregunta siempre es si cuando un animal que ejecuta el acto sexual o lucha o
se alimenta, está solo siguiendo un impulso o actuando como una máquina, o si
tiene algo parecido a una representación interior. Adolf Portmann da un
ejemplo especial que muestra que mientras que un animal está actuando
instintivamente, puede tener representaciones internas de lo que hace. Las ideas y representaciones son palabras
peligrosas que los zoólogos tratan de evitar, pero ellos admiten que en la así
llamada mente de un animal son imágenes internas. Se han realizado
experimentos con un pájaro solitario en una jaula en la cual no tenía
oportunidad de poner en práctica su instinto natural para pelear. Otro pájaro
de la misma variedad fue introducido en la jaula y los dos disfrutaron de una
gran lucha. Esto es vitalmente importante para un animal macho; contribuye a
su bienestar si puede luchar con otro macho de su especie. Después de un rato
el enemigo fue removido de la jaula, pero más tarde el pájaro repitió toda la
pelea con un pájaro imaginario en una esquina de la jaula, obviamente teniendo
una imagen del otro pájaro en su así llamada mente. Existe una analogía
–aunque las palabras humanas son peligrosas y Portmann tartamudea cuando da
este ejemplo- pero podemos ciertamente decir que hay una forma previa de lo
que llamaríamos una representación interior –una imagen de recuerdo. Es lo que
uno mismo hace algunas veces: uno tiene una pelea con alguien y luego en el
camino a casa uno repasa totalmente la cosa en la mente con esta persona.
Otra
dificultad para definir el propio tipo o el de otras personas es que si la
gente ya ha alcanzado la etapa de estar fastidiada con su función principal,
con frecuencia le aseguran con absoluta sinceridad que ellos pertenecen al
tipo opuesto del que realmente son. El extravertido jura que él es
profundamente introvertido, y viceversa. Esto viene del hecho de que la
función inferior subjetivamente se siente que es la verdadera. Se considera a
sí misma la actitud más importante o auténtica, por tanto un tipo pensamiento,
ya que él sabe que todo en su vida importa desde el aspecto del sentimiento,
le asegurará a usted que él es un tipo sentimiento. En este caso, cuando se
está tratando de encontrar el propio tipo, uno nunca debe preguntarse, “¿Qué
es lo que más me importa?” sino mas bien “¿Qué es lo que más hago
habitualmente?” Un extravertido puede ser constantemente extravertido pero le
asegurará, y lo dirá de veras, que él es profundamente introvertido y que solo
está interesado en el mundo interior. Eso no es un engaño, es como él se
siente, pues sabe que aunque pueda ser solo por un minuto al día, en ese
minuto en el cual él se introvierte está cerca de sí mismo: allí él es real.
Además en la
esfera de la función inferior uno está agobiado, uno es infeliz, se hace un
gran problema de uno, se está constantemente impresionado por las cosas, y por
consiguiente, en cierto modo, la intensidad de la vida es con frecuencia mucho
más grande en el reino de la función inferior, especialmente si la función
superior está ya desgastada, de manera que naturalmente se tiende a definir el
propio tipo de uno erróneamente. En la práctica, es más útil cuando uno quiere
determinar el tipo preguntar cuál es la mayor cruz para la persona, dónde está
su mayor sufrimiento, dónde siente que siempre se frustra y sufre el infierno.
Eso por lo general apunta a la función inferior. Muchas personas, además,
desarrollan dos funciones superiores tan bien que es muy difícil decir si la
persona es un pensamiento-intuitivo o un intuitivo con buen pensamiento, pues
las dos parecen ser casi igualmente buenas. A veces la sensación y el
sentimiento están tan bien desarrollados en un individuo que usted tendría
dificultad para acertar cuál es la primera, pero la persona
intuitiva-pensamiento ¿sufre más por frustrarse con los hechos de la sensación
o por los problemas del sentimiento? Aquí usted puede decidir cuál es la
primera, con la otra bien desarrollada segunda función.
Yo presupongo
aquí que se conoce el esquema de Jung de los tipos, en el cual las dos
funciones racionales, pensamiento y sentimiento son opuestas mutuamente, y de
la misma manera la intuición y la sensación, tal como se muestra en el
diagrama siguiente.
Muy a menudo
alguien dirá ingenuamente que es un tipo pensamiento y que ahora va a
desarrollar su sentimiento, ¡qué ilusión! Si usted es un tipo pensamiento,
usted primero puede ir a la sensación o a la intuición; esa es su elección,
naturalmente influenciado por la disposición. A continuación pasa a la opuesta
de las dos funciones secundarias y por último a la inferior, pero no puede
cruzar directamente a la función opuesta. La razón es muy simple y es que
ellas se excluyen entre sí por completo, son incompatibles. Tome el ejemplo de
un funcionario quien tiene que planear la evacuación de la población de una
ciudad de la mejor forma posible bajo determinadas condiciones.
Desafortunadamente su propia esposa e hijos están en la misma ciudad. Si él
cede a sus sentimientos, no desarrollará un buen plan racional. Él simplemente
debe borrarlos de su mente y decirse a sí mismo que su trabajo ahora es
planear la evacuación tan bien como pueda y considerará a sus propios
sentimientos como sentimentalismo –es decir, los despreciará para liberarse a
sí mismo. O de lo contrario tomará una decisión doble en la cual los demás
tienen que ir en una dirección y su familia en otra, lo cual es desleal; pero
es un hecho que en ciertas situaciones de la vida, el sentimiento y el
pensamiento son bastante incompatibles y solo uno de los dos puede operar. Uno
no puede hacer un salto directo desde la una a la otra, pero puede asimilar el
pensamiento con la sensación o hacer que funcionen relativamente juntas muy
fácil, y se puede combinar las otras dos con mucha facilidad, de manera que en
el salto desde una función auxiliar a la otra usted no sufrirá tanto como si
tuviera que saltar a la función opuesta, porque cuando uno tiene que pasar de
la intuición a la sensación, se puede no obstante usar el antiguo pensamiento
como juez, y cuando la intuición y la sensación pelean como locas, uno puede
separarse de esa lucha por medio del pensamiento.
Tomemos como
ejemplo práctico un tipo pensamiento quien de manera primaria acopla su
pensamiento con su intuición. El filósofo Nietzsche es un caso. Uno es
bastante dudoso frente al hecho de si él tenía muy buen pensamiento o muy
buena intuición; esta última es la mayor en su caso, pero las dos están muy
bien combinadas y se mueven juntas. Kant también estaría más bien en el lado
pensamiento-intuición. Dicho filósofo, si él quiere ampliar su campo de
consciencia, podría producir hechos. Por lo general un filósofo, después de
haber desarrollado en la juventud (el introvertido infiere todo desde adentro)
cierto concepto de sus ideas, tendrá la necesidad de confrontar sus ideas
teóricas e intuitivas con los hechos. Allí él entrará en cierta tensión entre
su intuición y el lado con el que mira los hechos, porque los dos no se mueven
juntos tampoco, pero él no estará en el completo infierno porque si la tensión
es demasiado mala, él siempre se puede separar de la situación y decidir por
su pensamiento; solo cuando llega a la función opuesta él tiene que renunciar.
La raíz de su anterior actitud del ego hacia la vida es excluida. En este caso
usted no puede saltar directamente, pero si usted tiene que dar el salto, es
útil si ya ha desarrollado las dos auxiliares, las cuales no batallan tanto
dentro de usted, antes de tener que sacrificar la función principal. Naturalmente,
toda su vida usted se topa con la una y con la otra, pero aunque se pueda
chocar con el funcionamiento momentáneo en otro campo, eso no es lo que se
quiere decir con asimilar o desarrollar otra función.
Si yo analizo
un tipo pensamiento, nunca lo empujo al sentimiento de una vez; veo que las
otras funciones sean asimiladas primero. Es un error olvidar la etapa
intermedia, pues eso no funciona. Tome, por ejemplo, un tipo pensamiento que
se enamora perdidamente de una persona completamente inadecuada debido a su
sentimiento inferior. Si él ya ha desarrollado la sensación, lo cual implica
cierto sentido de realidad y cierta cantidad de intuición –la capacidad para
darse cuenta que hay gato encerrado- entonces no caerá en la tontería
completa. Pero si él es un tipo pensamiento unilateral y se enamora de una
persona inapropiada y no tiene sentido de realidad ni intuición, entonces allí
sucederá lo que es tan bellamente representado en la película El Ángel Azul donde el profesor se
convierte en un payaso de circo al servicio de una vampiresa, porque no ha
habido campos intermedios de donde él pudiera asirse –él es golpeado por su
función inferior. Pero si su analista pudiera ver que, si bien él aún no tiene
mucho sentimiento, por lo menos ha desarrollado cierto sentido de realidad,
entonces puede vencer la dificultad con esa función intermedia. Pienso que es
algo para tener en cuenta si uno es un analista –que uno nunca puede saltar a
la función inferior. Por supuesto la vida lo hace, ¡pues a la vida no le importa!
Pero el proceso analítico no debe ir en esa dirección y normalmente no lo
hace, si uno sigue las insinuaciones dadas en los sueños, pues uno ve que la
tendencia del proceso es que el desarrollo debe estar en un movimiento
serpentino, la manera normal en la que el inconsciente intenta levantar la
función inferior.
Otra
dificultad de las etapas tempranas, cuando se está desarrollando la función
principal propia pero sin tocar todavía el problema de la función inferior,
consiste en la tendencia en las familias a distribuir las funciones: un
miembro es el introvertido de la familia y otro se convierte en el ingeniero
práctico de la familia, un tercero es el visionario y profeta de la familia y
así sucesivamente, y los demás felices desisten porque uno de los miembros
puede hacerlo mucho mejor, así que ¿por qué molestarse si usted está derrotado
¡desde el comienzo!? Esto exalta maravillosamente los grupos vitales que
funcionan bien y solo entran en conflicto cuando se desintegran. Existe una
tendencia muy fuerte en la mayoría de las familias y también en otros grupos,
a resolver el problema de la función distribuyendo las funciones y confiando
en la buena función del otro. En el matrimonio, como Jung señaló, se tiende a
casarse con el tipo opuesto, y de nuevo se está libre de la desagradable tarea
de confrontar la propia función inferior, al menos así lo piensa uno por el
momento. Esa es una de las grandes bendiciones y una fuente de felicidad en
las primeras etapas de un matrimonio, cuando repentinamente todo el peso de la
propia función inferior se ha ido y se vive en una encantadora unidad bendita
con el otro ¡y todo el problema está resuelto! Es solo si uno de los
compañeros muere, o si surge en uno de ellos la necesidad de desarrollar la
función inferior en lugar de dejar esos aspectos de la vida al otro, que el
problema comienza. Sin embargo con frecuencia en las primeras etapas del
matrimonio se elige esta solución simbiótica y las personas no son conscientes
de lo que están haciendo.
Lo mismo
sucede además en la elección de los analistas. Con frecuencia las personas
escogen el tipo opuesto como analista. Por ejemplo, el tipo sentimiento no
puede pensar y por tanto admira a una persona que puede pensar; de esta manera
busca un analista con una fuerte función de pensamiento. Pero eso no es
recomendable, porque si usted está siempre con alguien que lo sabe todo tan
bien, usted acaba desanimándose y renunciando por completo, y solo le dejará
todo el pensamiento a los demás. Usted se siente muy feliz porque ahora el
pensamiento está atendido, pero esto no es bueno. Jung, por ejemplo, siempre
gustaba de enviar personas con los mismos puntos ciegos entre sí, pues él
decía que si dos idiotas se sientan juntos y ninguno puede pensar, entonces
ellos entrarán en un conflicto tal que ¡por lo menos uno de ellos comenzará a
pensar! ¡No importa si es el analista primero o el paciente! Sería, por
supuesto, lo mismo con las otras funciones; la persona solo se sienta y espera
a que la otra lo haga. Entonces ¡algo podría ocurrir! Si uno va al tipo
opuesto, esto es algo que debe tenerse en cuenta, y el analista que debería
ser el más responsable, debe ser especialmente cuidadoso de no exhibir su
función superior demasiado. Él debe entonces, contra su sentimiento real,
pretender constantemente que no sabe o que se siente incapaz, o que no tiene
idea, etc. Él tiene que renunciar a su función superior para no paralizar los
primeros tímidos intentos que su analizando podría hacer en este campo,
desaprobándolos por medio de su superioridad. Lo mismo es válido para un
intuitivo. El intuitivo por lo general se mete en problemas con respecto a sus
asuntos monetarios tales que si se encuentra a un compañero que se haga cargo
de eso y haga el presupuesto de la renta y llene las formas de impuesto sobre
las rentas por él, nunca se convertirá en el héroe que dice: “¡No, yo no puedo
hacerlo, por lo tanto debo aprender, por favor déjamelo a mí!”. Él suspirará
con alivio y lo arrojará todo sobre el escritorio del tipo sensación y se
sentirá muy feliz, pero entonces nunca logrará ningún contacto con la
realidad. Usted ve esta clase de asociación en el análisis y en la vida
familiar así como en la vida tribal primitiva, donde el curandero en general
es el introvertido-vidente del tipo intuitivo, quien cuida el enlace con el
futuro y la germinación de las ideas y posibilidades. Además existe el tipo
sensación quien es el buen y eficiente cazador o explorador, mientras que los
caciques, que pertenecen a los tipos sentimiento y racional, guardan el orden
ya sea con la función del sentimiento o con la función del pensamiento.
Entonces nadie tiene que desarrollar nada; la gente solo se atiene a esas
tribales funciones principales de la consciencia mientras que ellos permanecen
en la dichosa inconsciencia.
También sucede
que las personas desatracan las funciones inferiores sobre los sirvientes. En
los países donde aún hay sirvientes, ¡eso se hace con el más grande regocijo!
El sirviente es un símbolo conveniente para la función inferior y naturalmente
la gente tiende a contratar a alguien que pueda hacer las cosas que ellos no
pueden y que esté dispuesto a hacer las cosas de las que ellos desean zafarse,
por consiguiente, escogerán al sirviente con ese punto de vista en la mente.
Las secretarias también pueden desempeñar la misma función y, de este modo,
usted puede archivar el problema de desarrollar las funciones retardadas; pero
entonces tiene otros conflictos, porque todo el asunto permanece en la
proyección y el sirviente se comporta con el empleador como la función
inferior se comporta con la función superior: él aparentemente se somete ¡pero
secretamente lo tiraniza! Las personas que no pueden cocinar o siquiera coser
un botón, son tiranizadas por una criada quien en virtud del hecho de que ella
puede hacer estas cosas, lo decide todo. No puede ser desechada porque el
empleador estaría perdido sin ella, en estos términos ellos son tiranizados
desde el exterior de la misma manera como lo serían desde su propia función
inferior interna. Muchos de los así llamados problemas sociales son realmente
el problema proyectado de la función inferior, el cual con frecuencia se
representa en los sueños bajo la apariencia de las personas de los estratos
simples de la población o los obreros. El inconsciente los usa como un símil
para mostrar qué de la función inferior ha persistido en ese nivel, pero las
personas no entienden esto y proyectan, pues desprecian y temen a los obreros
al mismo tiempo. Se puede decir que alguien que no tiene desahogo y que no
conoce su propia función inferior es socialmente desadaptado. Él no puede
armonizar con la gente simple y tenderá a tener problemas o a supeditarlos,
porque les teme en secreto. Desde luego en las organizaciones sociales donde
existen minorías raciales, hay una tendencia incluso más grande de parte de la
mayoría a proyectar la función inferior. En tal caso surge incluso el hermoso
hecho simbólico de que la función inferior es, por así decirlo, de otra raza,
verdaderamente muy diferente de uno mismo; se siente extraña y diferente de lo
que uno es, de manera que una persona de otro medio racial es un gancho
apropiado sobre el cual colgar la proyección, y eso perturba las relaciones
sociales en sumo grado. Por tanto, desarrollar la función inferior propia es,
en cierto modo, una obligación social también. Hasta que uno haya hecho esto y
se haya ocupado de la propia función inferior, se tenderá al comportamiento
unilateral y asocial, porque esa es la manera original. Tome las cuatro castas
de la India, por ejemplo: usted solo distribuye ciertas funciones y por
consiguiente se mantiene alejado de los problemas manteniendo así su
unilateralidad.
Al bosquejo
general de la función inferior también pertenece el hecho de que ésta es por
lo general lenta en contraste con la función superior. Jung la llama infantil
y tiránica. Esta lentitud es de hecho uno de los grandes problemas de la
función inferior, lo cual es una razón de por qué las personas odian comenzar
a trabajar sobre ella, pues la reacción de la función superior se manifiesta
en forma rápida y bien adaptada mientras que muchas personas no tienen idea de
dónde está realmente su función inferior. Por ejemplo, los tipos pensamiento
no tienen idea de si ellos tienen sentimiento o qué clase de sentimiento es.
Ellos tienen que sentarse durante media hora y meditar en cuanto a si tienen
algún sentimiento acerca de algo, y si es así, qué es. Si usted pregunta a un
tipo pensamiento qué siente, él por lo general responde con un pensamiento o
da una rápida reacción convencional, y si usted luego insiste en saber qué en
realidad siente, él no sabe, y desarraigarlo de sus entrañas, por así decirlo,
puede tomar media hora. O si un intuitivo llena una forma de impuestos,
necesita una semana donde a otras personas les tomaría un día. Él simplemente
no puede hacerlo, o si lo hace con precisión, se demora eternamente. Conozco
una mujer introvertida intuitiva -¡ir con ella a escoger una blusa! ¡Nunca
más! Toma una eternidad, ¡hasta que la tienda entera enloquece! Pero ello no
puede acelerarse y no ayuda impacientarse. Es terrible, y naturalmente eso es
tan desalentador respecto a desarrollar la función inferior, porque uno no
tiene el tiempo.
A veces las
personas tienen dos funciones muy altamente desarrolladas y las otras dos
están muy subdesarrolladas. Eso sucede cuando un temperamento muy fuerte e
impulsivo logra que el desarrollo de la función principal marche muy bien.
Puede decirse que esa es la desventaja de la eficiencia. Las personas
perezosas nunca tienen tales funciones tan fuertemente divididas como las
personas eficientes, de manera que las personas perezosas tienen su
peculiaridad – ¡por sí mismas! Ellos nunca exageran la unilateralidad, la
eficiencia de la función principal, y entonces desde luego las otras funciones
no están completamente tan sumergidas. Existe también otro punto que nunca se
debe olvidar: esta teoría de las funciones no dice nada sobre el nivel
cualitativo. Por ejemplo, un tipo sensación puede no ser un ingeniero
particularmente eficiente o práctico, mientras que otro tipo sensación podría
ser muy altamente diferenciado. El nivel cualitativo total de la personalidad
puede ser muy diferente, y hay muchos tipos pensamiento que no se vuelven
Einstein, a pesar de que el pensamiento sea su función principal. Así, si
nosotros decimos que este es tal o cual tipo, ello se refiere simplemente al
funcionamiento habitual y no a su cualidad.
El nivel de la
cualidad parece ser un asunto otorgado. Hay un viejo dicho que dice que usted
no puede hacer un bolso de seda de la oreja de una marrana, pero por otra
parte es muy peligroso juzgar prácticamente desde el comienzo diciendo que
este chico nunca llegará muy lejos, o que no progresará mucho. Algunas veces
ocurren cosas bastante sorpresivas. Es muy difícil juzgar el nivel de manera práctica,
pero yo diría que existe algo como un nivel que no puede ser trascendido y que
es más o menos innato.
A veces por
medio del tratamiento analítico usted puede mejorar el nivel general
inesperadamente. Sin embargo, usted nunca puede probar científicamente que lo
ha hecho. Puede cuando bien decir que ese nivel existía y que estaba
simplemente obstaculizado en la salida. Usted no puede resolver la cuestión.
Según el resultado, usted puede decir que el análisis puede desarrollar el
nivel cualitativo, o que éste estaba allí y que el proceso simplemente ha
removido el obstáculo.
Hoy día damos
demasiada importancia a las pruebas C. I. (Cociente de Inteligencia). Yo diría
que existe también un “C. I. del sentimiento”. Los franceses tienen una
expresión que habla de la intelligence
du coeur –la inteligencia del corazón. Existen personas que no pueden
pensar pero que tienen una tremenda inteligencia del corazón y son entonces
considerados en general altamente inteligentes, no obstante su inteligencia
reside en el corazón, por así decirlo. Las mujeres con frecuencia tienen esta
inteligencia del corazón y se echan al bolsillo a un muy inteligente esposo
con ella. Lo mismo funciona para la intuición y la sensación. Todas ellas
pueden ser altamente inteligentes, ¡o bastante estúpidas! Esa es la razón por
la que nosotros preferimos hablar de la diferenciación de las funciones, más
bien que del C. I. de una persona.
NOTAS
(1) C. G. Jung, Psychological Types,
CW 6 (1971).
(2) Ibíd., paras. 628ss.
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