jueves, 20 de enero de 2011

Rasgos generales de la función inferior


Marie-Louise von Franz

Existen algunas cualidades generales que caracterizan a la función inferior, cualquier cosa que ella sea. Una de ellas es que la función inferior no está adaptada a la sociedad. Un aspecto es, por ejemplo, su lentitud. Asimilarla e incluso permitirle a la función inferior surgir, toma gran cantidad de tiempo. Si un tipo sentimiento quiere pensar, él se sentará ocho horas a escribir dos páginas –como mucho. Si un tipo pensamiento quiere darse cuenta de su sentimiento, tiene que meditar por horas hasta que sienta que siente, pues él no sabe siquiera lo que siente, no obstante tiene una extraña clase de reacciones simpáticas nerviosas en la parte más baja de su cuerpo y tiene que meditar sobre éstas por largo rato hasta que éstas brotan como una especie de sentimiento. Si usted pregunta a un tipo pensamiento qué siente, por regla general le lanzará una cantidad de respuestas convencionales pero cuando usted le pregunta por lo que verdaderamente siente, él está aturdido y dice que no sabe. Si usted lo deja inquietarse por un largo rato, él lentamente se dará cuenta de lo que en verdad siente. Lo mismo es cierto para la sensación cuando ésta es la función inferior, por lo cual es que cuando los intuitivos comienzan a trabajar sobre su sensación inferior, ellos llegan a ser tremendamente rígidos, demasiado pedantes, y tienen que ser extraordinariamente precisos de un modo terriblemente lento. Esto no se puede remediar; es una etapa que no se puede pasar por alto. Si las personas pierden la paciencia de nuevo y dicen al diablo con eso, y se han sentado todo el día obteniendo solo ese resultado, significa que ellos se dan por vencidos y eso es desesperante, pues simplemente quiere decir que ellos cortan la cuarta función y la reemplazan por alguna especie de mecanismo artificial –por una muletilla. El proceso no puede ser acelerado, o solo en cierta medida, pero nunca a la velocidad de la función superior, y por muy buenas razones, porque si se piensa en la crisis de la vida, los problemas del envejecimiento y los reveces interiores, entonces esta retardación de todo el proceso vital que hace brotar la función inferior es precisamente el asunto que se necesita. De esta manera la lentitud no debería ser tratada con impaciencia ni tratando de educar “la detestable función inferior”; uno debe más bien aceptar realmente el hecho de que en este reino se tiene que perder tiempo y que ese es justamente el valor de ello, porque eso le da al inconsciente una oportunidad para entrar.
Otro aspecto típico de todas las funciones inferiores que además está relacionado con su inadaptación y primitivismo, es su susceptibilidad y tiranía. La mayoría de la gente, cuando se trata ligeramente la cuestión de su función inferior, de alguna manera, se vuelve terriblemente pueril, frívola y quisquillosa; ellos no pueden resistir la más leve crítica porque siempre se sienten atacados pues son inseguros de sí mismos y, con eso, naturalmente ellos tiranizan a todo el mundo a su alrededor; todos tienen que caminar cuidadosamente. Si usted quiere decir algo acerca de la función inferior de otra persona, es como caminar sobre huevos, pues las personas simplemente no pueden resistir ninguna crítica allí, y se requiere un rite d´entrée, esperando el momento preciso de una atmósfera pacífica, y luego cuidadosamente, con un largo discurso introductorio, se podría superar alguna ligera crítica sobre la función inferior. Pero si usted les dispara alguna crítica a las personas, ellos se aturdirán y se volverán absolutamente emocionales y la situación se arruinará. Yo aprendí esto por primera vez con absoluto asombro hace muchos años, cuando estaba estudiando. Una compañera de estudio me mostró un artículo que ella había escrito. Ella era un tipo sentimiento y el artículo era muy bueno, pero en un pasaje menor, donde ella se desvió de un tema a otro, me pareció que había una laguna en la conexión de pensamiento. Lo que ella decía era bastante correcto, pero entre los dos pasajes, para un tipo pensamiento, la transición lógica faltaba, si bien para mí era muy fácil de ver. De manera que le dije que pensaba que era un excelente artículo pero que en una página ella podía hacer una mejor transición, ya que allí había un salto de un tema a otro, y si uno mismo no pensaba bien, no se lograba la conexión inmediata. Ella se puso absolutamente emocional y dijo, “Oh, bien, entonces todo está arruinado, yo debo simplemente quemarlo” y me lo quitó de la mano, diciendo, “¡Yo sé que es basura, debo quemarlo por completo!” Se lo arranqué de la mano y le dije, “¡Por amor a Dios, no lo queme!” “Bueno”, dijo “Yo sabía que usted pensaría que era basura”, y ella siguió así sin cesar. Cuando la tormenta terminó fui capaz de entrar en palabra y dije, “Usted no necesita ni siquiera re-escribirlo; solo necesita insertar una pequeña frase para hacer la transición –solo una oración entre estos dos parágrafos” ¡La tormenta arrancó de nuevo y yo me di por vencida! La vi después y ella me contó que la noche después de eso ella soñó que su casa se incendiaba y que típicamente el fuego arrancaba en el techo. Yo pensé, “¡Dios mío, estos tipos sentimiento!” Para ella, escribir el artículo había sido un logro, publicar algunas reflexiones había estado en el límite de lo que ella podía hacer y entonces no pudo siquiera resistir aquello un poco –no era ni siquiera la crítica-, sino incluso la idea de que podía ser mejorado un poco. Aquel es un caso extremo de lo que siempre pasa con la función inferior en la mayoría de las personas. Ellos tiranizan su medio siendo quisquillosos, pues toda susceptibilidad es una forma de tiranía secreta. Las personas sensitivas son precisamente personas tiránicas –todo el mundo también tiene que adaptarse a ellos en vez de ellos intentar adaptarse a los demás. Pero las personas que están bien adaptadas, sin embargo, por lo general tienen una especie de punto pueril y quisquilloso donde no se puede hablar con ellos de manera razonable y uno tiene que adoptar “modales salvajes” como si estuviéramos tratando con tigres y elefantes.
El ejemplo acerca del artículo escrito por un tipo sentimiento ilustra otro rasgo general, a saber una tremenda carga de emoción, la cual en general se relaciona con la manifestación de la función inferior. Tan pronto como usted entra en este reino, las personas fácilmente se vuelven emocionales. Esto tiene no solo la desventaja que el ejemplo precedente ilustró, sino que hay también un aspecto muy positivo, es decir que en el reino de la función inferior existe una gran concentración de vida, de modo que tan pronto como la función superior está desgastada –comienza a rechinar y a perder aceite como un automóvil viejo- si las personas tienen éxito al cambiar a su función inferior, re-descubrirán un nuevo potencial de vida. Todo en el reino de la función inferior se vuelve excitante, dramático, lleno de posibilidades positivas y negativas. Existe una gran carga y el mundo es como si fuera redescubierto a través de la función inferior. Pero la desventaja es que afuera existe este aspecto desadaptado. Esa es la razón por la que en los cuentos de hadas que he mencionado antes, el tonto, el tercer hijo del grupo de cuatro personas reales, es el único que puede encontrar el agua de vida, o el gran tesoro, pues la función inferior lleva a la renovación de la vida, si uno le permite surgir en su propio reino. Muchas personas descubren relativamente pronto en la vida que el reino de su función inferior es donde ellos son emocionales, quisquillosos e inadaptados, y en consecuencia adquieren el hábito de encubrir esta parte de su personalidad con una falsa reacción sustituta. Por ejemplo, digamos que un tipo pensamiento no puede expresar sus sentimientos normalmente y del modo apropiado en el momento preciso. Puede suceder que él llore cuando oye que el esposo de una amiga ha muerto, pero cuando él se encuentra con la viuda, ninguna palabra de simpatía expresará. Dicha persona, no solo luce muy fría sino que ¡no siente nada! Él tenía todo el sentimiento antes, cuando estaba en casa, pero ahora, en la situación apropiada, no puede sacarlo en el momento preciso. Es por eso que, por ejemplo, los tipos pensamiento son con frecuencia considerados por las demás personas como si no tuvieran sentimientos, lo cual no es absolutamente cierto. No es que ellos no tengan sentimientos sino que ellos no pueden expresarlos en el momento apropiado. Ellos tienen el sentimiento de un modo u otro y en alguna parte cuando le complace al sentimiento, pero no exactamente cuando ellos deberían producirlo. Es un gran error pensar también que los tipos sentimiento no pueden pensar. Ellos piensan muy bien y con mucha frecuencia tienen pensamientos profundos, auténticos y buenos, reflexiones no convencionales, pero los pensamientos vienen y van como quieren. Por ejemplo, es muy difícil para un tipo sentimiento contener su clase correcta de pensamiento durante un examen. Allí él debe pensar, ¡pero el pensamiento simplemente se va! Tan pronto como él está en casa puede pensar de nuevo, pero su pensamiento no obedece, no es suficientemente amigable para brotar en el momento exacto, lo cual hace lucir al tipo sentimiento como si fuera totalmente estúpido. Es considerado por la sociedad como un ser estúpido porque no puede producir su pensamiento a voluntad.
Por consiguiente se requiere una mínima adaptación de la función inferior. Yo, por ejemplo, siendo un tipo pensamiento, no podría simplemente ir a un funeral con mis manos en los bolsillos, silbando y diciendo: “¡Oh, a mí no me importa, yo simplemente no siento nada ahora! ¡Lo siento, trataré de nuevo en casa hasta que sienta que me importa! Esa excusa no sería aceptada. La vida no tiene misericordia con la inferioridad de la función inferior, razón por la cual es que las personas producen una falsa reacción encubierta. Porque no es su reacción verdadera, ellos simplemente toman prestada una forma general del inconsciente colectivo. Es por eso que un tipo sentimiento, cuando se ve presionado por reacciones de pensamiento, le encanta servirse de una gran cantidad de observaciones o pensamientos triviales, los cuales no son sus pensamientos reales; ya que tiene que pensar rápidamente y el pensamiento verdadero no se encuentra aún en el nivel en el que podría ser expresado, él simplemente hace unas pocas observaciones vulgares. Es muy usual para los tipos sentimiento usar el material que ellos han aprendido de memoria, pues algo debe producirse y el pensamiento real no está aún allí. Lo mismo es cierto para los tipos pensamiento, quienes entran en el hábito de producir una clase de sentimiento convencional, amable. Ellos envían flores, llevan chocolates o usan alguna expresión muy ordinaria de sentimiento. Por ejemplo, yo he redactado un tipo de carta de condolencia con ciertas frases que me han impresionado por ser muy bonitas y conmovedoras, y cada vez que yo escribo tal carta, hago un coctel de aquellas frases. Si yo tratara de expresar mis sentimientos verdaderos, ¡me quedaría pegada a dicha carta por tres días! Lo mismo se aplica para los intuitivos con su sensación inferior, pues ellos simplemente tienen las formas técnicas habituales de tratar con ello, sirviéndose de la ayuda prestada de lo colectivo. Por tanto uno no debe engañarse por aquellas reacciones de falsa adaptación, sino siempre vigilar para ver dónde surge la función inferior en su propia forma, y no engañarse al pensar que alguien posee en forma absoluta buen pensamiento o sentimiento. Usted puede observar siempre estas reacciones encubiertas por el hecho de que ellas son fruslerías impersonales, banales y muy colectivas.

Otro problema general relacionado con la función inferior es lo que se podría llamar el dominio que la función superior tiene sobre la función inferior. Cuando alguien intenta encontrar su función inferior y varias veces ha experimentado choques emocionales o dolores al encontrarse con reacciones verdaderas, entonces la función superior inmediatamente dice: “Ah, eso es algo, ahora tenemos que organizarlo”, y luego la función superior, como un águila apresando un ratón, trata de apoderarse de la función inferior y la lleva al interior del reino de la función principal. Por ejemplo, conozco un científico natural, un tipo pensamiento introvertido, muy exitoso. En algún momento en sus cincuenta él se fastidió de su trabajo profesional y empezó a deambular buscando otras posibilidades. Su esposa y su familia podrían haberle dicho mucho acerca de su sentimiento inferior, ¡un campo justo bajo sus narices donde podía haber iniciado algunos experimentos! Él tuvo varios sueños sobre recolectar bellas y raras flores de montaña, lo cual mostraba claramente a lo que el inconsciente estaba apuntando ahora. Él tuvo el típico sentimiento inferior del tipo pensamiento, a saber el raro y muy especial sentimiento –como las flores en las montañas, pues las flores allí tienen un color mucho más intenso que aquellas de los valles, lo cual es típico también del sentimiento inferior de un tipo pensamiento. Pensó que era una buena idea para un hobby e hizo amistad con un botánico con quien fue por días y durante todas sus vacaciones recolectando flores de la montaña, y cualquier intento hecho por las otras personas de decirle que él podía hacer algo con respecto a su sentimiento siempre encontraba como respuesta que él había desistido de su función principal y estaba haciendo algo con su otro lado, ¡que estaba estudiando las flores de la montaña! En consecuencia, (a) él se pegó de la interpretación concretista en vez de tomar el asunto simbólicamente, y (b) hizo además una especie de ciencia de ello, pues se interesó por el conocimiento de aquellas flores, por consiguiente la función principal estaba allí de nuevo y la función inferior, una vez más, fue frustrada.

Para tomar un tipo irracional: existe el intuitivo quien entra en una situación donde él debe usar su sensación inferior. Él se atrae por la idea del corte de piedra, trabajar con arcilla, o algo por ese estilo, la suerte de cosas que con frecuencia ayuda a la sensación inferior a surgir en un intuitivo, pues por tales medios él puede entrar en contacto con alguna clase de material concreto, con la materia. Entonces él quizás modelará algo en arcilla, digamos que modele una estatua infantil de un animal que se vea inofensivo, o algo por el estilo, y luego él experimenta que algo mejora en sí mismo, pero inmediatamente –como un águila- la intuición salta encima y dice “Esto es, eso es lo que debería introducirse en todas las escuelas....” y se adentra en su intuición de nuevo, en todas las posibilidades del modelado de la arcilla, lo que podría contribuir a la educación de la humanidad y lo que ello abarcaría, pues desde allí se tendría la llave de la experiencia de la Divinidad. Usted puede ver cómo el intuitivo siempre produce en todo el mundo –todo se produce pero ¡la única cosa que no está considerada es el modelado de otra figura! La función principal está de nuevo en el tope, habiendo tenido este avivamiento y este vivificante contacto con la tierra, se aleja, asciende al aire una vez más.

Lo mismo pasa con el tipo sentimiento quien, cuando se ve comprometido por la necesidad absoluta, a veces produce unos pocos pensamientos, pero luego rápidamente escapa de este baño caliente y nunca retorna a él. Sin embargo él tiene una gran cantidad de juicios sentimentales acerca de cómo es el pensamiento y el uso que tiene y así sucesivamente, una cantidad de evaluaciones en vez de continuar su intento de pensar. Inmediatamente se evita de nuevo y entonces la función superior trata de apoderarse de la función inferior y de organizarla de algún modo.

De hecho es absolutamente imposible contener la cuarta función, la función inferior, como un pescador jalando un pez con su caña, y todos los intentos como por ejemplo, acelerarla o educarla, de modo que deba surgir en el momento correcto demuestra fracasos. Se puede tratar de forzarla a funcionar en un examen o en una situación de la vida, pero esto resulta positivo solo en cierta medida y solo produciendo o apropiándose de material convencional. Después se puede tener una especie de falsa adaptación con las tres funciones, pero con la cuarta función, no se puede. Insiste en permanecer abajo porque está contaminada con todo el resto del inconsciente y permanece en esa condición. Intentar pescar su función inferior sería como tratar de hacer subir todo el inconsciente colectivo, lo cual es algo que usted no puede hacer. El pez será demasiado grande para su caña de pescar, y si usted lo atrapa, ¿qué hace? ¿Usted lo desenreda de nuevo? Si es así, ¡usted retrocede! Si no cede, pues bien, hay solo una alternativa ¡su pez lo empujará dentro del agua! De esta manera llega el gran conflicto, lo cual significa para el tipo pensamiento, por ejemplo, el famoso sacrificium intellectus –en lenguaje religioso- o, para el tipo sentimiento, el sacrificium de su sentimiento, y teniendo, por decirlo así, la humildad de bajar con sus otras tres funciones a aquel nivel inferior. Esto entonces produce una etapa entre los dos estratos, cerca del nivel donde nada es ni pensamiento ni sentimiento ni sensación ni intuición. Algo nuevo aparece, a saber, una actitud nueva y completamente diferente hacia la vida, en la cual usted usa todas y ninguna de sus funciones todo el tiempo.

Realmente entrar en contacto con la función inferior es algo así como un derrumbamiento interior en determinado punto crucial de la vida de uno, pero tiene la ventaja de que después algunas funciones ya no tiranizan el núcleo del ego, sino que son simplemente utilizadas por él. Si alguien realmente ha pasado por esta transformación, entonces puede pensar a veces, si esa es la reacción adecuada, o permite que la intuición o la sensación entren a funcionar; pero ya no hay ninguna posesión automática de esas funciones. El ego puede admitir una función y reprimirla, semejante a tomar un lápiz o un borrador, de acuerdo a la situación, pero el ego mora, por así decir, en el conocimiento de su propia realidad externa al sistema funcional. Este rompimiento del sistema de las funciones se logra a través del encuentro con la función inferior, por medio del cual se transfiere una conmoción a toda la personalidad. Se puede entonces decir que la función inferior es realmente el puente a la experiencia de todos los estratos más profundos del inconsciente. Ir y quedarse con ella, no simplemente tomar un rápido baño caliente en ella y salir tan pronto como sea posible, sino que permanecer en ella por un largo tiempo, produce un cambio radical en toda la organización de la personalidad. Es por eso que Jung una y otra vez cita un viejo dicho de una legendaria alquimista y autora, María Prophetissa, el cual, traducido al español, dice: “El uno se convierte en dos, el dos se convierte en tres, y por fuera del tercero llega el cuarto como el uno”. El uno se convierte en dos, es decir, usted primero asimila su función principal, luego la primera auxiliar. Esto significa que primero usted tiene una función y luego dos, y después de eso usted asimila una tercera, y así el dos se convierte en tres. Pero el próximo paso no consiste solo en adicionar otra unidad –continuar contando uno, dos, tres, y luego adicionar otra unidad, lo cual produciría el cuatro- sino que ahora comienza un proceso muy complicado: a saber, que “por fuera del tercero llega el cuarto como el uno”, pues por fuera del tercero usted retrocede hacia el uno, de manera que el uno vuelve como el cuarto. Jung una vez me dijo en una conversación privada, que no existe el cuarto en el estrato superior, sino que es tal como se muestra en el diagrama siguiente:

Usted puede ilustrarlo del siguiente modo: hay un ratón, un gato, un perro y un león. Usted puede hacer amistad con los tres primeros animales, si los trata bien, pero entonces llega el león. El se rehúsa a ser incluido como el cuarto sin embargo devorará a los demás, por tanto al final solo queda un animal. Eso es lo que hace la función inferior: cuando brota, devora a todo el resto de la personalidad, y es por eso que la cuarta se convierte en uno, pues ya no es más la cuarta, solo queda el uno –un fenómeno de la vida psíquica total, y ya no más una función- Naturalmente eso es un símil y da una especie de ilustración.

Existe otra posibilidad, y es que el ego no sufra el sacrificium de la función principal como un sacrificio sino que caiga puerilmente en la función inferior, pero entonces no existe mérito en todo el proceso, pues luego las personas de repente abandonan su adaptabilidad y se identifican con la parte inadaptada pueril de ellas mismas, la cual es la función inferior. Ellos tratan de forzar su entorno para aceptarlo, pero eso no es sacrificar la función principal: precisamente lo contrario, es dejar al león devorar a los otros tres animales, lo que significa que usted se vuelve pueril y en tal caso tiene toda la resistencia en el mundo externo. O, en el caso de un extravertido, desaparece gradualmente de la vida y se vuelve un loco solitario. Recuerdo el caso de un intuitivo extravertido quien después de un repentino trastorno en la mitad de la vida, comenzó a usar su sensación introvertida mística en la pintura. Se retiró de la vida activa y produjo la clase más asombrosa y pueril de imágenes solitarias y desapareció anónimamente en esta ocupación. Nada vino de ello porque él evitó el estrépito de la transición; simplemente desperdició una parte y se ajustó a la otra. Es muy importante si yo simplemente caigo en mi función inferior involuntariamente o si atravieso todo el proceso de sufrir y luego sacrificar el aspecto dominante de la función superior. En el caso de un sacrificio, la personalidad del ego permanece incólume –se desprende de las funciones y, en cierto modo, puede luego usarlas como un instrumento y dejarlas a un lado de nuevo. Pero si usted encaja en la función inferior, entonces el antiguo ego armoniza con ella. Se identifica con el aspecto infantil inferior, comienza a ser completamente inadaptado, y luego naturalmente, dichas personas vigorizan alguna clase de complejo de persecución porque todos son demasiado hostiles para ellos. Ellos nunca comprenden por qué todo fracasa, pero piensan que debe ser culpa de alguien más en alguna parte –o ¡de los jesuitas o de los comunistas! Esto se debe a que ellos cayeron en la cuarta función en lugar de atravesar el proceso descrito por María Prophetissa: –el uno se convierte en dos, el dos se convierte en tres y por fuera del tercero llega el cuarto como el uno.

Existe una nueva clase de personalidad que ha separado su conocimiento del ego o su consciencia del ego de la identificación con las cuatro funciones. El ejemplo más próximo posible, y muy convincente, se encuentra en algunas descripciones del comportamiento de los maestros budistas Zen, donde se dice que la puerta de la casa interior está cerrada, pero el maestro encuentra a todo el mundo, todas las situaciones y todas las cosas de la manera más común. Él continúa su vida diaria, adaptado a ella, absolutamente participante de ella de modo normal: si la gente llega para recibir enseñanza, él les enseñará con sentimiento; si se encuentra frente a un problema difícil, él puede pensar al respecto; si es el momento de comer, comerá, y si es el momento de dormir, dormirá. Por tanto él usa su función de la sensación de modo correcto, y cuando se trata de ver en un destello de intuición a través de la otra persona o la situación, eso hará, de manera que su intuición funciona. No obstante, él no será internamente idéntico a ninguna de estas situaciones, él ya no estará atado más a ninguna de ellas y además no solo no estará atado a la situación sino tampoco a las funciones de su propio ego que se encuentran con la situación. Habrá perdido cierta especie de afán infantil por encontrarse con las cosas. Si usted le expone a personas que siguen idénticas a su forma de pensar, un problema de pensamiento, ellas entran en él, lo cual es incluso necesario porque si ellas no aprenden a tener razón al respecto, nunca aprenderán a pensar en forma adecuada y apropiada. Pero después, si usted les expone un problema de pensamiento, ellos permanecen internamente por fuera de él. Aunque apliquen su pensamiento al problema, pueden dejar de pensar de un momento a otro sin tener que continuarlo. La mayoría de las personas, cuando ellas mismas se han fijado un problema, no pueden dejar de pensar en él, lo cual demuestra que están poseídas por su tren de pensamiento. Por ejemplo, está el profesor distraído quien incluso a la hora del almuerzo aún está pensando en su fórmula matemática; no puede parar, lo que demuestra que el pensamiento lo tiene a él. Es difícil aportar ejemplos porque hay muy poca gente que haya alcanzado esa etapa, pero hay muy buenas descripciones del estar separado de las propias funciones conscientes de uno en ciertos ejemplos del Budismo Zen.

Naturalmente hay también diferencias. No tenemos una disciplina monástica pero tenemos que desarrollar nuestra función inferior dentro de la vida diaria. Sin embargo, pienso que nuestro modo de tratar de aproximarnos al problema de la función inferior también impone alguna clase de disciplina a todos los individuos, lo cual tiene una analogía en la vida monástica, no solo en Oriente sino también en Occidente: por ejemplo, permanecer con una dificultad por mucho tiempo, desistiendo de otras ocupaciones para tener suficiente tiempo y energía para este problema principal, practicando cierta clase de ascetismo. Pero la vida monástica, sea en el Este o en Oeste, es un asunto colectivamente organizado. Usted tiene que prepararse cierto tiempo, hacer cierto trabajo, obedecer al superior, y demás, en contraste con lo cual la disciplina con la que se encuentra un individuo dentro del proceso de individuación es impuesta puramente desde adentro. No existen reglas externas, y por tanto el desarrollo es mucho más individual. Eso significa que si usted deja que ello pase espontáneamente en vez de forzar a las personas desde afuera a la disciplina organizada, entonces verá que la disciplina es completamente diferente de persona a persona.

Durante un tiempo analicé a dos hombres que eran amigos; uno era un tipo pensamiento introvertido y el otro un sentimiento extravertido. La disciplina del extravertido era muy severa, pues incluso si él bebía un vaso de vino, o se quedaba en una cena media hora de más, tenía los más terribles sueños. A veces ambos recibían invitaciones, y el introvertido decía que no tenía tiempo, pero pronto soñaba que tenía que ir a la fiesta, mientras que su amigo, quien había recibido la misma invitación, esa misma noche tenía un sueño (naturalmente él ya se había decidido por su traje y sabía a qué dama invitaría para acompañarlo) ¡que le decía que no debía ir! ¡No vaya a la fiesta, quédese en casa! Era realmente divertido ver lo grande que era la agonía para el introvertido por tener que ir a una fiesta ¡como lo triste que era para el otro pobre tipo mantenerse alejado! A veces ellos intercambiaban notas que decían, “¿No es realmente desagradable? ¡Mientras que a mí me gustaría ir y no debo, usted odia ir pero sus sueños le dicen que vaya!” De manera que existe una especie de disciplina, pero es invisible y muy precisamente ajustada. Esa es la ventaja de nuestro modo de abordar el problema, porque usted logra su muy adecuada disciplina monástica privada o llega al servicio militar –invisible para el mundo externo pero muy desagradable.

Es por eso que hay un gran número de personas que de vez en cuando experimentan el problema de la función inferior como meterse en el baño caliente y luego defraudarse por salir de él de nuevo. Entonces ellos continúan más o menos con sus tres funciones, constante y ligeramente incómodos a causa de la no integrada cuarta función. Cuando eso se torna demasiado malo ellos se zambullen un poco, pero tan pronto como se sienten mejor, salen otra vez, y, por principio, se quedan en su mundo trinitario, donde la cuarta es el demonio que permanece en una esquina de sus vidas. Ahora bien, vimos cuánto tiene esto que ver incluso con la imagen de Dios siendo trinitaria o cuaternaria porque, según mi experiencia, las personas que se pegan en este tipo de fase son personas que nunca comprenden muy bien lo que Jung quiere decir por todo el problema de la cuarta función, y nunca comprenden exactamente lo que en realidad significa la individuación. Ellos se quedan, por así decir, con pequeñas visitas a la otra tierra –en el mundo antiguo convencional de la identificación con la consciencia propia. Muchísimas personas, incluso aquellos que han sido objeto de un análisis Junguiano, no logran más que esa clase de visitas a la esfera de la cuarta función para luego saltar de nuevo y después hablar de ello a los demás –en realidad no tratando de mantenerse en ella, porque eso es infernalmente difícil de lograr.

Mientras usted no penetre realmente en esta etapa allí permanece, por así decirlo, lo que yo llamo el demonio en la esquina, y la dificultad de ello es que, personalmente hablando, esto es simplemente el demonio personal, la inferioridad personal de un individuo, pero con él en realidad también entra toda la maldad colectiva además. Eso significa que la pequeña puerta abierta de la función inferior de cada individuo es lo que contribuye a la suma de la gran maldad colectiva en el mundo. Usted podría, por ejemplo, observar eso con mucha facilidad en Alemania cuando el demonio lentamente se posesionó de la situación en el movimiento Nazi. Todo alemán que conocí en ese tiempo que fue engañado por el Nazismo obró así a causa de su función inferior. El tipo sentimiento quedó atrapado por los estúpidos argumentos de la doctrina del partido. El tipo intuitivo quedó atrapado por su dependencia del dinero –él no podía renunciar a su trabajo y no veía cómo podía abordar el problema del dinero, por tanto tuvo que quedarse allí a pesar del hecho de que no estaba de acuerdo. Y así sucesivamente. La función inferior era en cada reino personal la puerta donde algo del mal colectivo podía acumularse. O se podría decir que todo aquel que no había trabajado sobre su función inferior contribuyó a este desastre general –en una pequeña forma- ¡pero la suma de millones de funciones inferiores constituye un enorme demonio! La propaganda contra los judíos era muy inteligentemente elaborada a ese respecto. Por ejemplo, los judíos eran insultados como seres intelectuales destructivos, lo cual convenció completamente a todos los tipos sentimiento –una proyección de su pensamiento inferior. O ellos eran acusados de ser descuidados hacedores de dinero, y eso convenció completamente al intuitivo, pues ellos representaban su sensación inferior y al instante se sabía dónde estaba el demonio, y así continuamente. De esta forma, la propaganda usó las sospechas ordinarias que la gente usualmente tenía contra los demás por causa de su función inferior. Por tanto se puede decir que detrás de cada individuo la cuarta función no es idéntica al principio colectivo del mal, pero es precisamente una pequeña deficiencia; con todo la suma de éstas es realmente responsable de una tremenda cantidad de conflicto.

De esa manera, el proceso de individuación es un problema ético, y alguien sin ninguna moralidad se queda atascado justo al comienzo y no llega a ninguna parte, si eso no se puede cambiar. Pero la palabra perfección no es apropiada; ese es un ideal cristiano que no coincide absolutamente con nuestra experiencia del proceso de individuación. Jung hace énfasis en que el proceso parece tender no hacia la perfección sino hacia la integridad. Esto significa que usted tiene que bajar, y eso significa una relativa disminución del nivel de la personalidad, de modo que este nivel inferior no puede seguir siendo tan oscuro como era antes. Si usted está en el medio, un lado no es tan oscuro y el otro no es completamente tan brillante, y existe más una tendencia a constituir una especie de integridad que no es ni demasiado luminosa ni demasiado oscura. Pero uno tiene que sacrificar cierta cantidad de esfuerzo por la perfección para evitar vigorizar una contraposición demasiado obscura.

En consecuencia hay una obligación social de trabajar en la propia cuarta función porque ello lo hace a uno un individuo menos peligroso, y la suma de los individuos peligrosamente escindidos es lo que da lugar a las guerras y las explosiones sociales. La propaganda siempre intenta despertar esto.

Alguien que practique una mala calidad de propaganda sabrá que no es por el habla razonable que se llega a las masas, sino a través de despertar la emoción, y la emoción puede despertarse en todos al mismo tiempo si usted hace brotar la función inferior, porque esa es la función emocional. Por consiguiente, si usted habla a intelectuales ¡debe despertar sentimientos primitivos! Por ejemplo, si usted habla a profesores universitarios, no debe usar lenguaje científico porque en ese campo sus mentes están claras y ellos verán si usted quiere mentirles a través de las trampas de su discurso, pero si usted justifica su mentira con una gran cantidad de sentimiento y emoción –ya que el promedio de los profesores universitarios tendrán sentimiento inferior- ellos caerán al instante. Hitler tenía el arte de producir esto. Si lee los registros de sus discursos, verá que él hablaba en forma muy diferente a los distintos grupos a los que se dirigía, y que sabía muy bien cómo despertar la función inferior. Un hombre que había estado presente en varios de sus discursos me dijo que Hitler lo hacía por medio de su intuición, o de su propio sentimiento dentro de la situación. Por momentos, él estaría al principio bastante desconcertado. Probaría sus temas como un pianista, mencionando un poco de esto y un poco de aquello, y estaría descolorido y nervioso y sus hombres de la SS se excitarían todos porque el Führer no parecía estar en forma. Pero él solo estaba probando el terreno y luego notaría que si traía a discusión algún tema particular, que despertara emoción, ¡entonces se inclinaría por completo hacia aquel! ¡Eso es demagogia! Cuando siente ese lado inferior, él sabe que los complejos están allí y eso es por lo que va, y que se debe debatir de un modo emocional primitivo, el modo en el cual la función inferior argüiría. Hitler no se proponía esto, era el hecho de que estaba atrapado en su propia inferioridad lo que le daba ese talento. ¡Pero tales ejemplos no están todos en el pasado! Naturalmente la emoción y el sentimiento no están siempre acoplados. Ellos están conectados en un tipo pensamiento. Usted tiene un ejemplo muy bueno en las diferencias nacionales entre los franceses y los alemanes. El lenguaje alemán tiene muchas palabras para el sentimiento las cuales se confunden con la emoción, mientras que la palabra francesa para sentimiento, sentiment, no conlleva nada de emoción, ni una sombra de ello, porque en general el francés, como nación, tiene el sentimiento más diferenciado, por tanto para ellos no es emocional. Es por eso que los franceses siempre se burlan de los sentimientos alemanes –ellos dicen, “Oh, los alemanes con su pesado sentimiento –cerveza y canto y ‘O Heimatland’, y toda esa banalidad sentimental”. Pero un francés tiene sentiment, algo definido sin debilidad o flojera al respecto. Allí usted tiene un ejemplo del tipo sentimiento condenando el sentimiento inferior de una nación cuya superioridad no está en el sentimiento. Los alemanes piensan mucho mejor, pero su sentimiento es más bien primitivo, apasionado y lleno de la atmósfera de lo fijo, ¡pero también lleno de explosivos! Sin embargo ese es un ejemplo típico del sentimiento inferior.

Con una enorme cantidad de devoción y entrenamiento, se puede vigorizar zonas donde la función inferior más o menos funcione muy bien, pero incluso en esos casos, si usted está perturbado por un complejo inconsciente, sucederá que el demonio lo meterá en un accidente de automóvil. Por ejemplo, si un intuitivo es bueno realmente conduciendo autos, el único día que él esté disociado y fuera de sí mismo, será más que probable que algo le sucederá en esta área que sería para otro tipo, porque incluso en dicho caso queda esa puerta que no está completamente cerrada contra los demás impulsos del inconsciente colectivo. Pero de manera cotidiana se puede llegar a la función inferior propia para trabajar en ciertas áreas bastante bien –con una tremenda cantidad de esfuerzo. Este es un problema mucho más grande en las sociedades civilizadas.

Con personas que todavía viven completamente en la naturaleza, tales los como campesinos, los cazadores y los Bosquimanos sobre los que Laurens van der Post escribió, se puede decir que en esa clase de vida no se sobreviviría a menos que se usaran todas las funciones de uno, más o menos. Por ejemplo, un campesino nunca puede volverse tan unilateral como algunos habitantes de la ciudad. Él no puede solo ser un intuitivo; él simplemente tiene que usar su sensación. Pero no puede solo usar ésta porque tiene que planear el cultivo: cuándo debe hacerse la siembra y qué clase de zanahoria o trigo debe ser cultivada, cuánta y cuáles son los precios pues de lo contrario él se arruinaría de inmediato. Él tiene además que usar cierta cantidad de sentimiento porque usted no puede tratar a su familia o sus animales sin éste, y tiene que tener ese cierto olfato para el clima y el futuro en general –qué podría suceder o no- pues de lo contrario él estaría siempre en problemas. Por tanto, en las situaciones naturales las cosas están más o menos dispuestas de manera que uno debe hasta cierto punto usar las cuatro funciones. Por eso es que las personas que viven en condiciones naturales rara vez se vuelven tan unilaterales como las personas de la ciudad. Entre las tribus primitivas y dichas personas usted puede ver que ellos por lo general distribuyen las funciones. Por ejemplo, mi vecino campesino siempre pregunta al pescador que vive con él qué clima hará. Él dice que no sabe cómo el pescador sabe, pero simplemente sabe, por ende él no se molesta pues el pescador siempre tiene la razón. Él confía en la intuición de ese hombre y no usa la suya en ese caso, de suerte que incluso allí las personas tienden a trasladar ciertas funciones a otros que son especialistas. Sin embargo ellos no pueden hacerlo completamente como lo hacen los especialistas de la ciudad. Si por ejemplo, usted es una persona sola y trabaja como un estadígrafo para usted mismo sin compañía, ¡realmente en la práctica usted no necesita sentimiento! Eso, naturalmente, tiene sus consecuencias desagradables, pero en la naturaleza usted no podría hacer eso. 

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