Marie-Louise von
Franz
Existen algunas cualidades generales que caracterizan a la función inferior, cualquier cosa que ella sea. Una de ellas es que la función inferior no está adaptada a la sociedad. Un aspecto es, por ejemplo, su lentitud. Asimilarla e incluso permitirle a la función inferior surgir, toma gran cantidad de tiempo. Si un tipo sentimiento quiere pensar, él se sentará ocho horas a escribir dos páginas –como mucho. Si un tipo pensamiento quiere darse cuenta de su sentimiento, tiene que meditar por horas hasta que sienta que siente, pues él no sabe siquiera lo que siente, no obstante tiene una extraña clase de reacciones simpáticas nerviosas en la parte más baja de su cuerpo y tiene que meditar sobre éstas por largo rato hasta que éstas brotan como una especie de sentimiento. Si usted pregunta a un tipo pensamiento qué siente, por regla general le lanzará una cantidad de respuestas convencionales pero cuando usted le pregunta por lo que verdaderamente siente, él está aturdido y dice que no sabe. Si usted lo deja inquietarse por un largo rato, él lentamente se dará cuenta de lo que en verdad siente. Lo mismo es cierto para la sensación cuando ésta es la función inferior, por lo cual es que cuando los intuitivos comienzan a trabajar sobre su sensación inferior, ellos llegan a ser tremendamente rígidos, demasiado pedantes, y tienen que ser extraordinariamente precisos de un modo terriblemente lento. Esto no se puede remediar; es una etapa que no se puede pasar por alto. Si las personas pierden la paciencia de nuevo y dicen al diablo con eso, y se han sentado todo el día obteniendo solo ese resultado, significa que ellos se dan por vencidos y eso es desesperante, pues simplemente quiere decir que ellos cortan la cuarta función y la reemplazan por alguna especie de mecanismo artificial –por una muletilla. El proceso no puede ser acelerado, o solo en cierta medida, pero nunca a la velocidad de la función superior, y por muy buenas razones, porque si se piensa en la crisis de la vida, los problemas del envejecimiento y los reveces interiores, entonces esta retardación de todo el proceso vital que hace brotar la función inferior es precisamente el asunto que se necesita. De esta manera la lentitud no debería ser tratada con impaciencia ni tratando de educar “la detestable función inferior”; uno debe más bien aceptar realmente el hecho de que en este reino se tiene que perder tiempo y que ese es justamente el valor de ello, porque eso le da al inconsciente una oportunidad para entrar.
Otro aspecto típico
de todas las funciones inferiores que además está relacionado con su
inadaptación y primitivismo, es su susceptibilidad y tiranía. La mayoría de la
gente, cuando se trata ligeramente la cuestión de su función inferior, de
alguna manera, se vuelve terriblemente pueril, frívola y quisquillosa; ellos no
pueden resistir la más leve crítica porque siempre se sienten atacados pues son
inseguros de sí mismos y, con eso, naturalmente ellos tiranizan a todo el mundo
a su alrededor; todos tienen que caminar cuidadosamente. Si usted quiere decir
algo acerca de la función inferior de otra persona, es como caminar sobre
huevos, pues las personas simplemente no pueden resistir ninguna crítica allí,
y se requiere un rite d´entrée, esperando el momento preciso de una atmósfera
pacífica, y luego cuidadosamente, con un largo discurso introductorio, se
podría superar alguna ligera crítica sobre la función inferior. Pero si usted
les dispara alguna crítica a las personas, ellos se aturdirán y se volverán
absolutamente emocionales y la
situación se arruinará. Yo aprendí esto por primera vez con absoluto asombro
hace muchos años, cuando estaba estudiando. Una compañera de estudio me mostró
un artículo que ella había escrito. Ella era un tipo sentimiento y el artículo
era muy bueno, pero en un pasaje menor, donde ella se desvió de un tema a otro,
me pareció que había una laguna en la conexión de pensamiento. Lo que ella decía
era bastante correcto, pero entre los dos pasajes, para un tipo pensamiento, la
transición lógica faltaba, si bien para mí era muy fácil de ver. De manera que
le dije que pensaba que era un excelente artículo pero que en una página ella
podía hacer una mejor transición, ya que allí había un salto de un tema a otro,
y si uno mismo no pensaba bien, no se lograba la conexión inmediata. Ella se
puso absolutamente emocional y dijo, “Oh, bien, entonces todo está arruinado,
yo debo simplemente quemarlo” y me lo quitó de la mano, diciendo, “¡Yo sé que
es basura, debo quemarlo por completo!” Se lo arranqué de la mano y le dije, “¡Por
amor a Dios, no lo queme!” “Bueno”, dijo “Yo sabía que usted pensaría que era
basura”, y ella siguió así sin cesar. Cuando la tormenta terminó fui capaz de
entrar en palabra y dije, “Usted no necesita ni siquiera re-escribirlo; solo
necesita insertar una pequeña frase para hacer la transición –solo una oración
entre estos dos parágrafos” ¡La tormenta arrancó de nuevo y yo me di por
vencida! La vi después y ella me contó que la noche después de eso ella soñó
que su casa se incendiaba y que típicamente el fuego arrancaba en el techo. Yo
pensé, “¡Dios mío, estos tipos sentimiento!” Para ella, escribir el artículo
había sido un logro, publicar algunas reflexiones había estado en el límite de
lo que ella podía hacer y entonces no pudo siquiera resistir aquello un poco –no
era ni siquiera la crítica-, sino incluso la idea de que podía ser mejorado un
poco. Aquel es un caso extremo de lo que siempre pasa con la función inferior
en la mayoría de las personas. Ellos tiranizan su medio siendo quisquillosos,
pues toda susceptibilidad es una forma de tiranía secreta. Las personas
sensitivas son precisamente personas tiránicas –todo el mundo también tiene que
adaptarse a ellos en vez de ellos intentar adaptarse a los demás. Pero las
personas que están bien adaptadas, sin embargo, por lo general tienen una
especie de punto pueril y quisquilloso donde no se puede hablar con ellos de
manera razonable y uno tiene que adoptar “modales salvajes” como si estuviéramos
tratando con tigres y elefantes.
El ejemplo acerca del
artículo escrito por un tipo sentimiento ilustra otro rasgo general, a saber
una tremenda carga de emoción, la cual en general se relaciona con la
manifestación de la función inferior. Tan pronto como usted entra en este
reino, las personas fácilmente se vuelven emocionales. Esto tiene no solo la
desventaja que el ejemplo precedente ilustró, sino que hay también un aspecto
muy positivo, es decir que en el reino de la función inferior existe una gran
concentración de vida, de modo que tan pronto como la función superior está
desgastada –comienza a rechinar y a perder aceite como un automóvil viejo- si
las personas tienen éxito al cambiar a su función inferior, re-descubrirán un
nuevo potencial de vida. Todo en el reino de la función inferior se vuelve
excitante, dramático, lleno de posibilidades positivas y negativas. Existe una
gran carga y el mundo es como si fuera redescubierto a través de la función
inferior. Pero la desventaja es que afuera existe este aspecto desadaptado. Esa
es la razón por la que en los cuentos de hadas que he mencionado antes, el
tonto, el tercer hijo del grupo de cuatro personas reales, es el único que
puede encontrar el agua de vida, o el gran tesoro, pues la función inferior
lleva a la renovación de la vida, si uno le permite surgir en su propio reino.
Muchas personas descubren relativamente pronto en la vida que el reino de su
función inferior es donde ellos son emocionales, quisquillosos e inadaptados, y
en consecuencia adquieren el hábito de encubrir esta parte de su personalidad
con una falsa reacción sustituta. Por ejemplo, digamos que un tipo pensamiento
no puede expresar sus sentimientos normalmente y del modo apropiado en el
momento preciso. Puede suceder que él llore cuando oye que el esposo de una
amiga ha muerto, pero cuando él se encuentra con la viuda, ninguna palabra de
simpatía expresará. Dicha persona, no solo luce muy fría sino que ¡no siente
nada! Él tenía todo el sentimiento antes, cuando estaba en casa, pero ahora, en
la situación apropiada, no puede sacarlo en el momento preciso. Es por eso que,
por ejemplo, los tipos pensamiento son con frecuencia considerados por las demás
personas como si no tuvieran sentimientos, lo cual no es absolutamente cierto.
No es que ellos no tengan sentimientos sino que ellos no pueden expresarlos en
el momento apropiado. Ellos tienen el sentimiento de un modo u otro y en alguna
parte cuando le complace al sentimiento, pero no exactamente cuando ellos deberían
producirlo. Es un gran error pensar también que los tipos sentimiento no pueden
pensar. Ellos piensan muy bien y con mucha frecuencia tienen pensamientos
profundos, auténticos y buenos, reflexiones no convencionales, pero los
pensamientos vienen y van como quieren. Por ejemplo, es muy difícil para un
tipo sentimiento contener su clase correcta de pensamiento durante un examen.
Allí él debe pensar, ¡pero el pensamiento simplemente se va! Tan pronto como él
está en casa puede pensar de nuevo, pero su pensamiento no obedece, no es
suficientemente amigable para brotar en el momento exacto, lo cual hace lucir
al tipo sentimiento como si fuera totalmente estúpido. Es considerado por la
sociedad como un ser estúpido porque no puede producir su pensamiento a
voluntad.
Por consiguiente se
requiere una mínima adaptación de la función inferior. Yo, por ejemplo, siendo
un tipo pensamiento, no podría simplemente ir a un funeral con mis manos en los
bolsillos, silbando y diciendo: “¡Oh, a mí no me importa, yo simplemente no
siento nada ahora! ¡Lo siento, trataré de nuevo en casa hasta que sienta que me
importa! Esa excusa no sería aceptada. La vida no tiene misericordia con la
inferioridad de la función inferior, razón por la cual es que las personas
producen una falsa reacción encubierta. Porque no es su reacción verdadera,
ellos simplemente toman prestada una forma general del inconsciente colectivo.
Es por eso que un tipo sentimiento, cuando se ve presionado por reacciones de
pensamiento, le encanta servirse de una gran cantidad de observaciones o
pensamientos triviales, los cuales no son sus pensamientos reales; ya que tiene
que pensar rápidamente y el pensamiento verdadero no se encuentra aún en el
nivel en el que podría ser expresado, él simplemente hace unas pocas
observaciones vulgares. Es muy usual para los tipos sentimiento usar el
material que ellos han aprendido de memoria, pues algo debe producirse y el
pensamiento real no está aún allí. Lo mismo es cierto para los tipos
pensamiento, quienes entran en el hábito de producir una clase de sentimiento
convencional, amable. Ellos envían flores, llevan chocolates o usan alguna
expresión muy ordinaria de sentimiento. Por ejemplo, yo he redactado un tipo de
carta de condolencia con ciertas frases que me han impresionado por ser muy
bonitas y conmovedoras, y cada vez que yo escribo tal carta, hago un coctel de
aquellas frases. Si yo tratara de expresar mis sentimientos verdaderos, ¡me
quedaría pegada a dicha carta por tres días! Lo mismo se aplica para los
intuitivos con su sensación inferior, pues ellos simplemente tienen las formas
técnicas habituales de tratar con ello, sirviéndose de la ayuda prestada de lo
colectivo. Por tanto uno no debe engañarse por aquellas reacciones de falsa
adaptación, sino siempre vigilar para ver dónde surge la función inferior en su
propia forma, y no engañarse al pensar que alguien posee en forma absoluta buen
pensamiento o sentimiento. Usted puede observar siempre estas reacciones
encubiertas por el hecho de que ellas son fruslerías impersonales, banales y
muy colectivas.
Otro problema general
relacionado con la función inferior es lo que se podría llamar el dominio que
la función superior tiene sobre la función inferior. Cuando alguien intenta
encontrar su función inferior y varias veces ha experimentado choques
emocionales o dolores al encontrarse con reacciones verdaderas, entonces la
función superior inmediatamente dice: “Ah, eso es algo, ahora tenemos que
organizarlo”, y luego la función superior, como un águila apresando un ratón,
trata de apoderarse de la función inferior y la lleva al interior del reino de
la función principal. Por ejemplo, conozco un científico natural, un tipo
pensamiento introvertido, muy exitoso. En algún momento en sus cincuenta él se
fastidió de su trabajo profesional y empezó a deambular buscando otras
posibilidades. Su esposa y su familia podrían haberle dicho mucho acerca de su
sentimiento inferior, ¡un campo justo bajo sus narices donde podía haber
iniciado algunos experimentos! Él tuvo varios sueños sobre recolectar bellas y
raras flores de montaña, lo cual mostraba claramente a lo que el inconsciente
estaba apuntando ahora. Él tuvo el típico sentimiento inferior del tipo
pensamiento, a saber el raro y muy especial sentimiento –como las flores en las
montañas, pues las flores allí tienen un color mucho más intenso que aquellas
de los valles, lo cual es típico también del sentimiento inferior de un tipo
pensamiento. Pensó que era una buena idea para un hobby e hizo amistad con un
botánico con quien fue por días y durante todas sus vacaciones recolectando
flores de la montaña, y cualquier intento hecho por las otras personas de
decirle que él podía hacer algo con respecto a su sentimiento siempre
encontraba como respuesta que él había desistido de su función principal y
estaba haciendo algo con su otro lado, ¡que estaba estudiando las flores de la
montaña! En consecuencia, (a) él se pegó de la interpretación concretista en
vez de tomar el asunto simbólicamente, y (b) hizo además una especie de ciencia
de ello, pues se interesó por el conocimiento de aquellas flores, por
consiguiente la función principal estaba allí de nuevo y la función inferior,
una vez más, fue frustrada.
Para tomar un tipo
irracional: existe el intuitivo quien entra en una situación donde él debe usar
su sensación inferior. Él se atrae por la idea del corte de piedra, trabajar
con arcilla, o algo por ese estilo, la suerte de cosas que con frecuencia ayuda
a la sensación inferior a surgir en un intuitivo, pues por tales medios él
puede entrar en contacto con alguna clase de material concreto, con la materia.
Entonces él quizás modelará algo en arcilla, digamos que modele una estatua
infantil de un animal que se vea inofensivo, o algo por el estilo, y luego él
experimenta que algo mejora en sí mismo, pero inmediatamente –como un águila-
la intuición salta encima y dice “Esto es, eso es lo que debería introducirse
en todas las escuelas....” y se adentra en su intuición de nuevo, en todas las
posibilidades del modelado de la arcilla, lo que podría contribuir a la educación
de la humanidad y lo que ello abarcaría, pues desde allí se tendría la llave de
la experiencia de la Divinidad. Usted puede ver cómo el intuitivo siempre
produce en todo el mundo –todo se produce pero ¡la única cosa que no está
considerada es el modelado de otra figura! La función principal está de nuevo
en el tope, habiendo tenido este avivamiento y este vivificante contacto con la
tierra, se aleja, asciende al aire una vez más.
Lo mismo pasa con el
tipo sentimiento quien, cuando se ve comprometido por la necesidad absoluta, a
veces produce unos pocos pensamientos, pero luego rápidamente escapa de este baño
caliente y nunca retorna a él. Sin embargo él tiene una gran cantidad de
juicios sentimentales acerca de cómo es el pensamiento y el uso que tiene y así
sucesivamente, una cantidad de evaluaciones en vez de continuar su intento de
pensar. Inmediatamente se evita de nuevo y entonces la función superior trata
de apoderarse de la función inferior y de organizarla de algún modo.
De hecho es
absolutamente imposible contener la cuarta función, la función inferior, como
un pescador jalando un pez con su caña, y todos los intentos como por ejemplo,
acelerarla o educarla, de modo que deba surgir en el momento correcto demuestra
fracasos. Se puede tratar de forzarla a funcionar en un examen o en una situación
de la vida, pero esto resulta positivo solo en cierta medida y solo produciendo
o apropiándose de material convencional. Después se puede tener una especie de
falsa adaptación con las tres funciones, pero con la cuarta función, no se
puede. Insiste en permanecer abajo porque está contaminada con todo el resto
del inconsciente y permanece en esa condición. Intentar pescar su función
inferior sería como tratar de hacer subir todo el inconsciente colectivo, lo
cual es algo que usted no puede hacer. El pez será demasiado grande para su caña
de pescar, y si usted lo atrapa, ¿qué hace? ¿Usted lo desenreda de nuevo? Si es
así, ¡usted retrocede! Si no cede, pues bien, hay solo una alternativa ¡su pez
lo empujará dentro del agua! De esta manera llega el gran conflicto, lo cual
significa para el tipo pensamiento, por ejemplo, el famoso sacrificium
intellectus –en lenguaje religioso- o, para el tipo sentimiento, el sacrificium
de su sentimiento, y teniendo, por decirlo así, la humildad de bajar con sus
otras tres funciones a aquel nivel inferior. Esto entonces produce una etapa
entre los dos estratos, cerca del nivel donde nada es ni pensamiento ni
sentimiento ni sensación ni intuición. Algo nuevo aparece, a saber, una actitud
nueva y completamente diferente hacia la vida, en la cual usted usa todas y
ninguna de sus funciones todo el tiempo.
Realmente entrar en
contacto con la función inferior es algo así como un derrumbamiento interior en
determinado punto crucial de la vida de uno, pero tiene la ventaja de que después
algunas funciones ya no tiranizan el núcleo del ego, sino que son simplemente
utilizadas por él. Si alguien realmente ha pasado por esta transformación,
entonces puede pensar a veces, si esa es la reacción adecuada, o permite que la
intuición o la sensación entren a funcionar; pero ya no hay ninguna posesión
automática de esas funciones. El ego puede admitir una función y reprimirla,
semejante a tomar un lápiz o un borrador, de acuerdo a la situación, pero el
ego mora, por así decir, en el conocimiento de su propia realidad externa al
sistema funcional. Este rompimiento del sistema de las funciones se logra a
través del encuentro con la función inferior, por medio del cual se transfiere
una conmoción a toda la personalidad. Se puede entonces decir que la función
inferior es realmente el puente a la experiencia de todos los estratos más
profundos del inconsciente. Ir y quedarse con ella, no simplemente tomar un rápido
baño caliente en ella y salir tan pronto como sea posible, sino que permanecer
en ella por un largo tiempo, produce un cambio radical en toda la organización
de la personalidad. Es por eso que Jung una y otra vez cita un viejo dicho de
una legendaria alquimista y autora, María Prophetissa, el cual, traducido al
español, dice: “El uno se convierte en dos, el dos se convierte en tres, y por
fuera del tercero llega el cuarto como el uno”. El uno se convierte en dos, es
decir, usted primero asimila su función principal, luego la primera auxiliar.
Esto significa que primero usted tiene una función y luego dos, y después de
eso usted asimila una tercera, y así el dos se convierte en tres. Pero el próximo
paso no consiste solo en adicionar otra unidad –continuar contando uno, dos,
tres, y luego adicionar otra unidad, lo cual produciría el cuatro- sino que
ahora comienza un proceso muy complicado: a saber, que “por fuera del tercero
llega el cuarto como el uno”, pues por fuera del tercero usted retrocede hacia
el uno, de manera que el uno vuelve como el cuarto. Jung una vez me dijo en una
conversación privada, que no existe el cuarto en el estrato superior, sino que
es tal como se muestra en el diagrama siguiente:
Usted puede ilustrarlo
del siguiente modo: hay un ratón, un gato, un perro y un león. Usted puede
hacer amistad con los tres primeros animales, si los trata bien, pero entonces
llega el león. El se rehúsa a ser incluido como el cuarto sin embargo devorará
a los demás, por tanto al final solo queda un animal. Eso es lo que hace la
función inferior: cuando brota, devora a todo el resto de la personalidad, y es
por eso que la cuarta se convierte en uno, pues ya no es más la cuarta, solo
queda el uno –un fenómeno de la vida psíquica total, y ya no más una función-
Naturalmente eso es un símil y da una especie de ilustración.
Existe otra
posibilidad, y es que el ego no sufra el sacrificium de la función principal
como un sacrificio sino que caiga puerilmente en la función inferior, pero
entonces no existe mérito en todo el proceso, pues luego las personas de
repente abandonan su adaptabilidad y se identifican con la parte inadaptada
pueril de ellas mismas, la cual es la función inferior. Ellos tratan de forzar
su entorno para aceptarlo, pero eso no es sacrificar la función principal:
precisamente lo contrario, es dejar al león devorar a los otros tres animales,
lo que significa que usted se vuelve pueril y en tal caso tiene toda la
resistencia en el mundo externo. O, en el caso de un extravertido, desaparece
gradualmente de la vida y se vuelve un loco solitario. Recuerdo el caso de un
intuitivo extravertido quien después de un repentino trastorno en la mitad de
la vida, comenzó a usar su sensación introvertida mística en la pintura. Se
retiró de la vida activa y produjo la clase más asombrosa y pueril de imágenes
solitarias y desapareció anónimamente en esta ocupación. Nada vino de ello
porque él evitó el estrépito de la transición; simplemente desperdició una
parte y se ajustó a la otra. Es muy importante si yo simplemente caigo en mi
función inferior involuntariamente o si atravieso todo el proceso de sufrir y
luego sacrificar el aspecto dominante de la función superior. En el caso de un
sacrificio, la personalidad del ego permanece incólume –se desprende de las
funciones y, en cierto modo, puede luego usarlas como un instrumento y dejarlas
a un lado de nuevo. Pero si usted encaja en la función inferior, entonces el
antiguo ego armoniza con ella. Se identifica con el aspecto infantil inferior,
comienza a ser completamente inadaptado, y luego naturalmente, dichas personas
vigorizan alguna clase de complejo de persecución porque todos son demasiado
hostiles para ellos. Ellos nunca comprenden por qué todo fracasa, pero piensan
que debe ser culpa de alguien más en alguna parte –o ¡de los jesuitas o de los
comunistas! Esto se debe a que ellos cayeron en la cuarta función en lugar de
atravesar el proceso descrito por María Prophetissa: –el uno se convierte en
dos, el dos se convierte en tres y por fuera del tercero llega el cuarto como
el uno.
Existe una nueva clase
de personalidad que ha separado su conocimiento del ego o su consciencia del
ego de la identificación con las cuatro funciones. El ejemplo más próximo
posible, y muy convincente, se encuentra en algunas descripciones del
comportamiento de los maestros budistas Zen, donde se dice que la puerta de la
casa interior está cerrada, pero el maestro encuentra a todo el mundo, todas
las situaciones y todas las cosas de la manera más común. Él continúa su vida
diaria, adaptado a ella, absolutamente participante de ella de modo normal: si
la gente llega para recibir enseñanza, él les enseñará con sentimiento; si se
encuentra frente a un problema difícil, él puede pensar al respecto; si es el
momento de comer, comerá, y si es el momento de dormir, dormirá. Por tanto él
usa su función de la sensación de modo correcto, y cuando se trata de ver en un
destello de intuición a través de la otra persona o la situación, eso hará, de
manera que su intuición funciona. No obstante, él no será internamente idéntico
a ninguna de estas situaciones, él ya no estará atado más a ninguna de ellas y
además no solo no estará atado a la situación sino tampoco a las funciones de
su propio ego que se encuentran con la situación. Habrá perdido cierta especie
de afán infantil por encontrarse con las cosas. Si usted le expone a personas
que siguen idénticas a su forma de pensar, un problema de pensamiento, ellas
entran en él, lo cual es incluso necesario porque si ellas no aprenden a tener
razón al respecto, nunca aprenderán a pensar en forma adecuada y apropiada.
Pero después, si usted les expone un problema de pensamiento, ellos permanecen
internamente por fuera de él. Aunque apliquen su pensamiento al problema,
pueden dejar de pensar de un momento a otro sin tener que continuarlo. La mayoría
de las personas, cuando ellas mismas se han fijado un problema, no pueden dejar
de pensar en él, lo cual demuestra que están poseídas por su tren de
pensamiento. Por ejemplo, está el profesor distraído quien incluso a la hora
del almuerzo aún está pensando en su fórmula matemática; no puede parar, lo que
demuestra que el pensamiento lo tiene a él. Es difícil aportar ejemplos porque
hay muy poca gente que haya alcanzado esa etapa, pero hay muy buenas
descripciones del estar separado de las propias funciones conscientes de uno en
ciertos ejemplos del Budismo Zen.
Naturalmente hay también
diferencias. No tenemos una disciplina monástica pero tenemos que desarrollar
nuestra función inferior dentro de la vida diaria. Sin embargo, pienso que
nuestro modo de tratar de aproximarnos al problema de la función inferior también
impone alguna clase de disciplina a todos los individuos, lo cual tiene una
analogía en la vida monástica, no solo en Oriente sino también en Occidente:
por ejemplo, permanecer con una dificultad por mucho tiempo, desistiendo de
otras ocupaciones para tener suficiente tiempo y energía para este problema
principal, practicando cierta clase de ascetismo. Pero la vida monástica, sea
en el Este o en Oeste, es un asunto colectivamente organizado. Usted tiene que
prepararse cierto tiempo, hacer cierto trabajo, obedecer al superior, y demás,
en contraste con lo cual la disciplina con la que se encuentra un individuo
dentro del proceso de individuación es impuesta puramente desde adentro. No
existen reglas externas, y por tanto el desarrollo es mucho más individual. Eso
significa que si usted deja que ello pase espontáneamente en vez de forzar a
las personas desde afuera a la disciplina organizada, entonces verá que la
disciplina es completamente diferente de persona a persona.
Durante un tiempo
analicé a dos hombres que eran amigos; uno era un tipo pensamiento introvertido
y el otro un sentimiento extravertido. La disciplina del extravertido era muy
severa, pues incluso si él bebía un vaso de vino, o se quedaba en una cena
media hora de más, tenía los más terribles sueños. A veces ambos recibían invitaciones,
y el introvertido decía que no tenía tiempo, pero pronto soñaba que tenía que
ir a la fiesta, mientras que su amigo, quien había recibido la misma invitación,
esa misma noche tenía un sueño (naturalmente él ya se había decidido por su
traje y sabía a qué dama invitaría para acompañarlo) ¡que le decía que no debía
ir! ¡No vaya a la fiesta, quédese en casa! Era realmente divertido ver lo
grande que era la agonía para el introvertido por tener que ir a una fiesta ¡como
lo triste que era para el otro pobre tipo mantenerse alejado! A veces ellos
intercambiaban notas que decían, “¿No es realmente desagradable? ¡Mientras que
a mí me gustaría ir y no debo, usted odia ir pero sus sueños le dicen que vaya!”
De manera que existe una especie de disciplina, pero es invisible y muy
precisamente ajustada. Esa es la ventaja de nuestro modo de abordar el
problema, porque usted logra su muy adecuada disciplina monástica privada o
llega al servicio militar –invisible para el mundo externo pero muy
desagradable.
Es por eso que hay un
gran número de personas que de vez en cuando experimentan el problema de la
función inferior como meterse en el baño caliente y luego defraudarse por salir
de él de nuevo. Entonces ellos continúan más o menos con sus tres funciones,
constante y ligeramente incómodos a causa de la no integrada cuarta función.
Cuando eso se torna demasiado malo ellos se zambullen un poco, pero tan pronto
como se sienten mejor, salen otra vez, y, por principio, se quedan en su mundo
trinitario, donde la cuarta es el demonio que permanece en una esquina de sus
vidas. Ahora bien, vimos cuánto tiene esto que ver incluso con la imagen de
Dios siendo trinitaria o cuaternaria porque, según mi experiencia, las personas
que se pegan en este tipo de fase son personas que nunca comprenden muy bien lo
que Jung quiere decir por todo el problema de la cuarta función, y nunca
comprenden exactamente lo que en realidad significa la individuación. Ellos se
quedan, por así decir, con pequeñas visitas a la otra tierra –en el mundo antiguo
convencional de la identificación con la consciencia propia. Muchísimas
personas, incluso aquellos que han sido objeto de un análisis Junguiano, no
logran más que esa clase de visitas a la esfera de la cuarta función para luego
saltar de nuevo y después hablar de ello a los demás –en realidad no tratando
de mantenerse en ella, porque eso es infernalmente difícil de lograr.
Mientras usted no
penetre realmente en esta etapa allí permanece, por así decirlo, lo que yo
llamo el demonio en la esquina, y la dificultad de ello es que, personalmente
hablando, esto es simplemente el demonio personal, la inferioridad personal de
un individuo, pero con él en realidad también entra toda la maldad colectiva
además. Eso significa que la pequeña puerta abierta de la función inferior de
cada individuo es lo que contribuye a la suma de la gran maldad colectiva en el
mundo. Usted podría, por ejemplo, observar eso con mucha facilidad en Alemania
cuando el demonio lentamente se posesionó de la situación en el movimiento Nazi.
Todo alemán que conocí en ese tiempo que fue engañado por el Nazismo obró así a
causa de su función inferior. El tipo sentimiento quedó atrapado por los estúpidos
argumentos de la doctrina del partido. El tipo intuitivo quedó atrapado por su
dependencia del dinero –él no podía renunciar a su trabajo y no veía cómo podía
abordar el problema del dinero, por tanto tuvo que quedarse allí a pesar del
hecho de que no estaba de acuerdo. Y así sucesivamente. La función inferior era
en cada reino personal la puerta donde algo del mal colectivo podía acumularse.
O se podría decir que todo aquel que no había trabajado sobre su función
inferior contribuyó a este desastre general –en una pequeña forma- ¡pero la
suma de millones de funciones inferiores constituye un enorme demonio! La
propaganda contra los judíos era muy inteligentemente elaborada a ese respecto.
Por ejemplo, los judíos eran insultados como seres intelectuales destructivos,
lo cual convenció completamente a todos los tipos sentimiento –una proyección de
su pensamiento inferior. O ellos eran acusados de ser descuidados hacedores de
dinero, y eso convenció completamente al intuitivo, pues ellos representaban su
sensación inferior y al instante se sabía dónde estaba el demonio, y así
continuamente. De esta forma, la propaganda usó las sospechas ordinarias que la
gente usualmente tenía contra los demás por causa de su función inferior. Por
tanto se puede decir que detrás de cada individuo la cuarta función no es idéntica
al principio colectivo del mal, pero es precisamente una pequeña deficiencia;
con todo la suma de éstas es realmente responsable de una tremenda cantidad de
conflicto.
De esa manera, el
proceso de individuación es un problema ético, y alguien sin ninguna moralidad
se queda atascado justo al comienzo y no llega a ninguna parte, si eso no se
puede cambiar. Pero la palabra perfección no es apropiada; ese es un ideal
cristiano que no coincide absolutamente con nuestra experiencia del proceso de
individuación. Jung hace énfasis en que el proceso parece tender no hacia la
perfección sino hacia la integridad. Esto significa que usted tiene que bajar,
y eso significa una relativa disminución del nivel de la personalidad, de modo
que este nivel inferior no puede seguir siendo tan oscuro como era antes. Si
usted está en el medio, un lado no es tan oscuro y el otro no es completamente
tan brillante, y existe más una tendencia a constituir una especie de
integridad que no es ni demasiado luminosa ni demasiado oscura. Pero uno tiene
que sacrificar cierta cantidad de esfuerzo por la perfección para evitar
vigorizar una contraposición demasiado obscura.
En consecuencia hay
una obligación social de trabajar en la propia cuarta función porque ello lo
hace a uno un individuo menos peligroso, y la suma de los individuos
peligrosamente escindidos es lo que da lugar a las guerras y las explosiones
sociales. La propaganda siempre intenta despertar esto.
Alguien que practique
una mala calidad de propaganda sabrá que no es por el habla razonable que se
llega a las masas, sino a través de despertar la emoción, y la emoción puede
despertarse en todos al mismo tiempo si usted hace brotar la función inferior,
porque esa es la función emocional. Por consiguiente, si usted habla a
intelectuales ¡debe despertar sentimientos primitivos! Por ejemplo, si usted
habla a profesores universitarios, no debe usar lenguaje científico porque en
ese campo sus mentes están claras y ellos verán si usted quiere mentirles a
través de las trampas de su discurso, pero si usted justifica su mentira con
una gran cantidad de sentimiento y emoción –ya que el promedio de los
profesores universitarios tendrán sentimiento inferior- ellos caerán al
instante. Hitler tenía el arte de producir esto. Si lee los registros de sus
discursos, verá que él hablaba en forma muy diferente a los distintos grupos a
los que se dirigía, y que sabía muy bien cómo despertar la función inferior. Un
hombre que había estado presente en varios de sus discursos me dijo que Hitler
lo hacía por medio de su intuición, o de su propio sentimiento dentro de la
situación. Por momentos, él estaría al principio bastante desconcertado. Probaría
sus temas como un pianista, mencionando un poco de esto y un poco de aquello, y
estaría descolorido y nervioso y sus hombres de la SS se excitarían todos
porque el Führer no parecía estar en forma. Pero él solo estaba probando el
terreno y luego notaría que si traía a discusión algún tema particular, que
despertara emoción, ¡entonces se inclinaría por completo hacia aquel! ¡Eso es
demagogia! Cuando siente ese lado inferior, él sabe que los complejos están allí
y eso es por lo que va, y que se debe debatir de un modo emocional primitivo,
el modo en el cual la función inferior argüiría. Hitler no se proponía esto,
era el hecho de que estaba atrapado en su propia inferioridad lo que le daba
ese talento. ¡Pero tales ejemplos no están todos en el pasado! Naturalmente la
emoción y el sentimiento no están siempre acoplados. Ellos están conectados en
un tipo pensamiento. Usted tiene un ejemplo muy bueno en las diferencias
nacionales entre los franceses y los alemanes. El lenguaje alemán tiene muchas
palabras para el sentimiento las cuales se confunden con la emoción, mientras
que la palabra francesa para sentimiento, sentiment, no conlleva nada de emoción,
ni una sombra de ello, porque en general el francés, como nación, tiene el
sentimiento más diferenciado, por tanto para ellos no es emocional. Es por eso
que los franceses siempre se burlan de los sentimientos alemanes –ellos dicen, “Oh,
los alemanes con su pesado sentimiento –cerveza y canto y ‘O Heimatland’, y
toda esa banalidad sentimental”. Pero un francés tiene sentiment, algo definido
sin debilidad o flojera al respecto. Allí usted tiene un ejemplo del tipo
sentimiento condenando el sentimiento inferior de una nación cuya superioridad
no está en el sentimiento. Los alemanes piensan mucho mejor, pero su
sentimiento es más bien primitivo, apasionado y lleno de la atmósfera de lo
fijo, ¡pero también lleno de explosivos! Sin embargo ese es un ejemplo típico
del sentimiento inferior.
Con una enorme
cantidad de devoción y entrenamiento, se puede vigorizar zonas donde la función
inferior más o menos funcione muy bien, pero incluso en esos casos, si usted
está perturbado por un complejo inconsciente, sucederá que el demonio lo meterá
en un accidente de automóvil. Por ejemplo, si un intuitivo es bueno realmente
conduciendo autos, el único día que él esté disociado y fuera de sí mismo, será
más que probable que algo le sucederá en esta área que sería para otro tipo,
porque incluso en dicho caso queda esa puerta que no está completamente cerrada
contra los demás impulsos del inconsciente colectivo. Pero de manera cotidiana
se puede llegar a la función inferior propia para trabajar en ciertas áreas
bastante bien –con una tremenda cantidad de esfuerzo. Este es un problema mucho
más grande en las sociedades civilizadas.
Con personas que todavía
viven completamente en la naturaleza, tales los como campesinos, los cazadores
y los Bosquimanos sobre los que Laurens van der Post escribió, se puede decir
que en esa clase de vida no se sobreviviría a menos que se usaran todas las
funciones de uno, más o menos. Por ejemplo, un campesino nunca puede volverse
tan unilateral como algunos habitantes de la ciudad. Él no puede solo ser un
intuitivo; él simplemente tiene que usar su sensación. Pero no puede solo usar ésta
porque tiene que planear el cultivo: cuándo debe hacerse la siembra y qué clase
de zanahoria o trigo debe ser cultivada, cuánta y cuáles son los precios pues
de lo contrario él se arruinaría de inmediato. Él tiene además que usar cierta
cantidad de sentimiento porque usted no puede tratar a su familia o sus
animales sin éste, y tiene que tener ese cierto olfato para el clima y el
futuro en general –qué podría suceder o no- pues de lo contrario él estaría
siempre en problemas. Por tanto, en las situaciones naturales las cosas están más
o menos dispuestas de manera que uno debe hasta cierto punto usar las cuatro
funciones. Por eso es que las personas que viven en condiciones naturales rara
vez se vuelven tan unilaterales como las personas de la ciudad. Entre las
tribus primitivas y dichas personas usted puede ver que ellos por lo general
distribuyen las funciones. Por ejemplo, mi vecino campesino siempre pregunta al
pescador que vive con él qué clima hará. Él dice que no sabe cómo el pescador
sabe, pero simplemente sabe, por ende él no se molesta pues el pescador siempre
tiene la razón. Él confía en la intuición de ese hombre y no usa la suya en ese
caso, de suerte que incluso allí las personas tienden a trasladar ciertas
funciones a otros que son especialistas. Sin embargo ellos no pueden hacerlo
completamente como lo hacen los especialistas de la ciudad. Si por ejemplo,
usted es una persona sola y trabaja como un estadígrafo para usted mismo sin
compañía, ¡realmente en la práctica usted no necesita sentimiento! Eso,
naturalmente, tiene sus consecuencias desagradables, pero en la naturaleza
usted no podría hacer eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario