miércoles, 19 de enero de 2011

La relación de la función inferior con otros contenidos del inconsciente


Marie-Louise von Franz
CAPÍTULO 2. - DESCRIPCIÓN PRÁCTICA DE LA CUARTA FUNCIÓN (CONTINUACIÓN)
La Relación de la Función Inferior con otros contenidos del Inconsciente
Ahora debemos preguntarnos cómo se relaciona la función inferior con la sombra, el ánima y el Sí Mismo cuando ésta aparece en los sueños. La función inferior se relaciona con ellas y otorga cierta cualidad a estas figuras. Por ejemplo, la sombra en un tipo intuitivo a menudo estará personificada por un tipo sensación; se puede decir que la función inferior está contaminada por la sombra en cada tipo, pues en un tipo pensamiento aparecerá como una persona de sentimiento primitivo o relativamente inferior, y así sucesivamente. Entonces, si al interpretar un sueño usted pregunta por una descripción de esta figura de la sombra, las personas describirán su propia función inferior. Cuando usted intenta hacer consciente la sombra o volverse consciente de su propia sombra, la función inferior dará a la figura del ánima o el ánimus una cualidad especial. Por ejemplo, la figura del ánima, si es personificada por un ser humano particular, a menudo aparecerá como una persona de la función opuesta, la cuarta función. Por otra parte, cuando las personificaciones del Sí Mismo aparezcan lo mismo va a suceder. Se puede por consiguiente decir que la función inferior es la puerta a través de la cual entran todas las figuras del inconsciente.
Nuestra esfera consciente es como un cuarto de cuatro puertas, y será la cuarta puerta aquella por la cual entrarán la sombra, el ánimus, el ánima y la personificación del Sí Mismo. Ellas no entrarán como a menudo a través de las otras puertas, lo cual de cierto modo es obvio, porque la función inferior está tan cerca del inconsciente y permanece tan bárbara, inferior y subdesarrollada, que es naturalmente el punto débil en la consciencia a través del cual las figuras del inconsciente pueden irrumpir. En la consciencia ella es experimentada como un punto débil, como esa cosa desagradable que nunca lo dejará en paz a usted sino que siempre le causa conflicto, pues a cada momento que usted siente que ha adquirido cierto equilibrio interno o cierto punto de vista interior, algo sucede desde adentro o desde afuera para hacerlo renunciar de nuevo, y es siempre a través de esa cuarta puerta la cual usted no puede cerrar. Usted puede mantener las tres puertas de su cuarto interior cerradas, pero en la cuarta función la cerradura no funciona, y allí, cuando usted menos lo espera, lo inesperado entrará de nuevo. Gracias a Dios, se puede decir, pues de otra manera todo el proceso de la vida se petrificaría y se estancaría en una equivocada clase de consciencia. Es la siempre sangrante herida de la personalidad consciente, pero a través de ella el inconsciente puede entrar siempre y engrandecer así la consciencia y producir nueva experiencia.
Mientras usted no haya desarrollado sus otras funciones, sus funciones auxiliares, ellas también serán puertas abiertas, así, en una persona que solo ha desarrollado una función superior, las dos funciones auxiliares operarán del mismo modo y aparecerán en las personificaciones de la sombra, el ánimus y el ánima. Es solo cuando usted ha tenido éxito en el desarrollo de tres funciones, en cerrar tres de sus puertas interiores, que el problema de la cuarta puerta todavía persiste, pues aquella es la única que al parecer no está destinada para ser cerrada. Allí uno tiene que sucumbir, tiene que sufrir la derrota, para desarrollarse más. De manera que si usted atiende a sus propios sueños verá que estas figuras interiores, si aparecen personificadas como personas reales, tienden a escoger dichas personificaciones. Otra clase de personificación que naturalmente tiene que ver con la sombra, es cuando la cuarta función está contaminada con personificaciones de los niveles más bajos del estrato social de la población, o con los países subdesarrollados. Esa es una bella expresión –los países “subdesarrollados”. Es increíble cómo los occidentales en nuestra arrogancia superior miramos por debajo a los países subdesarrollados y ¡proyectamos nuestras funciones inferiores en ellos! Los países subdesarrollados están dentro de nosotros mismos, y por ende, naturalmente, dado que este es un simbolismo obvio, la función inferior de una persona blanca con frecuencia aparece como un negro salvaje o un indio salvaje. Frecuentemente la función inferior también se expresa a través de gente exótica de algún tipo: china, rusa o quien pueda otorgar esa cualidad. El inconsciente intenta de este modo transmitir la cualidad de algo que es desconocido a la esfera consciente; como si dijera: es tan desconocido para usted como los chinos son desconocidos en su cultura. La sombra, el ánimus y el ánima aparecen muy a menudo proyectados sobre los pueblos asiáticos, africanos o “primitivos”.
Este símil de sueño para la función inferior es además particularmente apropiado en cuanto que esta función tiende a tener, de modo negativo, un carácter bárbaro y a causar posesión. Aunque, por ejemplo, los introvertidos caigan en la extraversión, ellos lo hacen también de una manera poseída y bárbara. Quiero decir bárbaro en el sentido de ser incapaces de ejercer control consciente, de ser arrollados, de ser incapaces de poner freno, incapaces de parar. Este tipo de extraversión exagerada, forzada, rara vez se encuentra en los extravertidos, pero en los introvertidos es semejante a un carro sin frenos que prosigue sin el más leve control de la consciencia. Ese es un hecho bastante conocido, ya que la extraversión inferior de los introvertidos tiene que manifestarse afuera, socialmente. Un introvertido puede volverse desagradable y arrogante, pujando y vociferando tan ruidosamente que el cuarto entero tiene que escuchar y todo el mundo tiene que advertirlo. Dicha extraversión inferior de repente puede salir de esta manera cuando un introvertido está borracho. La introversión del extravertido es tan bárbara y poseída pero no tan visible socialmente ya que un extravertido se desaparece de la vida si es poseído por la bárbara introversión. Él se vuelve completamente loco en su propio cuarto pero esto no es visible para las otras personas. Los extravertidos que caen en su introversión primitiva gustan de parecer muy importantes. En oscuras alusiones ellos le aseguran a todo el mundo que están teniendo experiencias místicas muy profundas acerca de las cuales no pueden hablar, ellas son demasiado importantes y profundas. De un modo especialmente importante ellos indican que están ahora profundamente empapados en la imaginación activa y el proceso de individuación, y usted sabe que tiene que salir inmediatamente, porque ellos tienen que trabajar en eso. Y entonces se sientan, de una manera poseída durante horas enteras, incapaces de relajarse e incapaces de zafarse de eso. Si usted los llama por teléfono dicen que están profundamente consagrados a su proceso de individuación y no pueden ir a una reunión de té en este momento, y esto se lo lanza a usted con una especie de actitud defensiva. Usted tiene un extraño sentimiento de una especie de posesión bárbara. Si esto les sucede a ellos en la forma del yoga o la antroposofía, entonces habrá ese mismo despliegue de algo místico de gran importancia en marcha y de una insondable profundidad en la cual se han sumergido ahora. Existe una mezcla en ello pues en realidad están constantemente amenazados con volver a su extraversión, lo cual explica su exagerado énfasis en la falta de tiempo y en no querer contactarse con nadie. Les encantaría alternar a su extraversión y asistir a todas las reuniones de té y a todas las cenas, así que en una especie de modo defensivo, ellos dicen, “No, esto es absolutamente prohibido, ahora estoy en la profundidad de la psique”. Con frecuencia en esta frase las personas están seguras de que son el tipo que ahora tienen que vivir. Por ejemplo, los extravertidos que están en la fase donde ellos deberían asimilar la introversión siempre jurarán que son y siempre han sido introvertidos y que es un error el que siempre los han llamado extravertidos. De este modo ellos tratan de ayudarse a sí mismos a entrar en este otro lado, lo cual es tan difícil de lograr para ellos. Si intentan expresar sus introvertidas experiencias interiores ellos por lo general lo hacen con sobreexcitación. Se vuelven terriblemente emocionales y quieren sentarse en la palabra y tener a todo el mundo escuchando. Es por eso que para ellos es tan tremendamente único e importante.
La cualidad bárbara de la función inferior que está mezclada con el otro tipo actitudinal es uno de los grandes problemas prácticos y constituye la gran escisión de la personalidad humana, pues no solamente tiene uno que desviarse de una función a otra sino que con la cuarta función definitivamente uno tiene que cambiar al otro tipo actitudinal, y entonces se corre el riesgo (o incluso no se puede evitar) ser poseído temporalmente por la actitud opuesta y en consecuencia volverse salvaje e inadaptado. Se puede agradecer a Dios si la función opuesta de uno está solo personificada por gente primitiva en los sueños, pues ésta muy a menudo está representada por gente de la Edad de Piedra o incluso por animales, de manera que la función inferior no ha alcanzado todavía un nivel primitivo humano; está aún en un nivel completamente animal. La función inferior en esa etapa habita, por así decirlo, en el cuerpo, y se puede manifestar solamente en síntomas físicos y no aún en un nivel humano consciente, ni siquiera en uno primitivo. Cuando usted ve, por ejemplo, cómo algunas veces un intuitivo introvertido se extiende al sol con semejante goce de su función inferior se tiene la sensación absoluta de que él es como un perro sentado a la luz del sol disfrutando del sol o la comida; su sensación está todavía en el nivel de un perro o un gato o algún otro animal doméstico.
El sentimiento en un tipo pensamiento muy a menudo no va más allá del nivel del perro. Es más difícil imaginar que el tipo sentimiento piense como un animal pero incluso eso es verdad; estas personas tienen el hábito de expresar frases banales que uno piensa que cualquier vaca, perro o gato podrían haber expresado si pudieran hablar, pues ellos se mueven en una esfera de completas generalidades. Los perros algunas veces hacen inútiles intentos de pensar. Mi perro a veces infería algunas conclusiones terriblemente equivocadas. Él siempre se tendía sobre mi sofá y yo solía tratar de ahuyentarlo, y desde eso concluyó que a mí no me gustaba de él que se sentara sobre nada más que el piso. De manera que si lo colocaba sobre algo, él se azoraba y pensaba que sería castigado. No podía comprender que era solo el sofá y no ninguna otra pieza de mueble lo que estaba prohibido. ¡Simplemente había sacado la conclusión equivocada! Es lo mismo que cuando usted trata de enseñar a los perros a ser limpios en la casa. Ellos llegan a la conclusión de que lo mismo se aplica a cualquier tipo de suelo pavimentado y ellos y sus dueños se meten en todo tipo de problemas hasta que a lo último el pobre perro comprende que ¡es solo en la casa que él tiene que ser cuidadoso! Ahí se puede ver que un perro tiene una especie de pensamiento parcial subdesarrollado el cual tiende a sacar la conclusión equivocada. Con frecuencia me ha impresionado el hecho de que los tipos sentimiento piensan exactamente de la misma forma, pues cuando usted intenta explicarles algo, ellos pueden sacar una conclusión completamente general de alguna afirmación arrolladora que no encaja en la situación de ningún modo y hacen las cosas más estúpidas. El pensamiento primitivo se inició en sus cabezas y ellos sacaron algún tipo de conclusión inadaptada sorprendente, la cual condujo a resultados totalmente equivocados. En este caso se puede decir que el nivel de pensamiento del tipo sentimiento está cerca del nivel del perro; es tan general e indefenso y rígido como se puede observar en los animales superiores.
En general, en la mayoría de las sociedades normales, la gente encubre su función inferior con una persona. Una de las principales razones de por qué uno desarrolla una persona es para así no exponer inferioridades, especialmente las inferioridades de la cuarta función, la cual está contaminada con la naturaleza animal de uno, con las emociones y los afectos inadaptados de uno.
Cuando Jung fundó el Club de Psicología en Zúrich, él tenía en mente la intención de averiguar cómo funcionaría un grupo, o una sociedad, en la cual la función inferior no estuviera encubierta, sino donde las personas se contactaran mutuamente a través de ella. El resultado fue absolutamente asombroso. Las personas del exterior que ingresaban en esta sociedad se sorprendían más allá de su juicio por el comportamiento rudo y perverso, y por las riñas absolutamente interminables que este grupo exhibía. Yo visité el Club hace muchos años y aún entonces nunca hice ningún intento por convertirme en miembro porque me sentí demasiado tímida. Un día Jung me dijo, “¿No quiere usted unirse al Club de Psicología o no se atreve?” yo dije, “Yo no me atrevo pero me encantaría”. Entonces él dijo, “Muy bien, yo voy a ser su padrino” –necesitamos padrinos para ingresar al Club- “Pero voy a esperar primero para ver si usted tiene un sueño, si el momento preciso ha llegado” ¿Y qué soñé? Yo soñé que un científico natural, un viejo que miraba muy parecido a Jung, había integrado un grupo experimental para averiguar cómo los animales de diferentes especies se llevaban bien mutuamente. Entré al lugar y había acuarios con peces en ellos, corrales con tortugas, salamandras y criaturas semejantes, jaulas con pájaros, perros y gatos, y el viejo estaba sentado en la mitad, tomando notas sobre cómo se comportaban los animales socialmente unos con otros. Yo descubrí entonces que yo misma era un pez volador en un acuario y que podía saltar afuera. Le conté mi sueño a Jung y él dijo, con una sonrisa de satisfacción, “Pienso que ahora usted está suficientemente madura para unirse al Club de Psicología, ha comprendido la idea central, su propósito”.
De esta manera jocosa el inconsciente admitió la idea, a saber, que es realmente un gran problema, pues como seres conscientes nosotros podemos contactarnos entre sí, pero en esta función inferior, una persona es un gato, otra una tortuga y una tercera una liebre –¡existen todos esos animales! Dichas adaptaciones sociales presentan una gran dificultad. Existen todos los problemas de tener territorio propio, el propio terreno de uno, pues cada especie animal tiene una tendencia a tener unos pocos metros de tierra natal. Cada pájaro y cada animal defiende su territorio contra los intrusos; uno no debe pisar el terreno del otro, y todos estos complicados rituales se vigorizan de nuevo tan pronto como los seres humanos se asocian y deponen la persona y tratan verdaderamente de contactarse entre sí. Entonces uno de verdad siente como si se estuviera moviendo en la selva o el matorral: no se debe pasar sobre esta serpiente o asustar a aquel pájaro haciendo un movimiento rápido, y las cosas se vuelven muy complicadas. Esta necesidad de modales campesinos ha llevado incluso a la creencia de que la psicología induce el comportamiento social al deterioro, lo cual en gran parte es bastante cierto. En el Instituto Jung, además, somos en cierto modo un grupo más desagradable y más difícil para tener relaciones amistosas que, dijéramos, en una sociedad para criar perros o liebres o un club de pescadores, pues allí el contacto social en general está en un nivel mucho mejor. Tal acusación ha sido hecha con frecuencia no solo al Club de Psicología sino también al Instituto. Pero la verdad es simplemente que no tendemos a encubrir lo que está pasando por debajo. En todas las demás sociedades o grupos de personas eso se disimula, se actúa, y se juega a escondidas; por debajo existen todas estas dificultades pero nunca se llevan a la superficie ni se discuten abiertamente. Pero en realidad, naturalmente, enfrentar la sombra y la función inferior tiene el efecto de que las personas se vuelven socialmente más difíciles y menos convencionalmente adaptadas, y eso crea más fricción. Por otra parte, también crea una mayor vitalidad: nunca es aburrido, pues hay siempre una tormenta en una taza de té, excitación, y el grupo es mucho más vivo en vez de tener una superficie embotada, convencional y correcta. Incluso ha llegado tan lejos eso en el Club de Psicología, las tendencias animales a tener el reino propio de uno se volvieron tan fuertes, que la gente comenzó a reservar asientos; estaba la silla de fulano de tal y usted no podía sentarse en ella; eso era un insulto mayor, porque fulano de tal siempre se sentaba allí. He notado además que existen papeles en ciertas sillas sobre las cuales la gente escribe sus nombres: esta es mi silla –en otras palabras, ¡allí se sienta el perro o el gato fulano de tal! Ese es un signo muy bueno y yo pensé: “¡Bueno, eso está mejor, las cosas están mejorando!” Es una restauración de una situación original y natural. Pero es asombroso qué tan profundamente la función inferior puede re-conectarlo a uno con la esfera de la naturaleza animal dentro de uno mismo.
Aparte del modo jocoso en que lo he descrito, es un hecho muy importante, pues la función inferior es realmente la conexión con los instintos más profundos de uno, con las raíces interiores de uno, y es, por decirlo así, aquello que nos conecta con el pasado total de la humanidad. Las sociedades primitivas ejecutan danzas con máscaras animales las cuales sirven para conectar a la tribu con sus fantasmas ancestrales, es decir, con el pasado íntegro de la tribu. En gran parte hemos perdido tales danzas enmascaradas, si bien existe aún el carnaval como un remanente. Cualquiera que no conozca su función inferior aún debería ir a un carnaval enmascarado y ¡averiguar cómo se siente entonces! En tales ocasiones con frecuencia usted puede reconectarse con su pasado animal y con su función inferior.
Teóricamente uno puede, naturalmente, tener todas las funciones de todos modos, pero no será un problema y no habría mucha intensidad de vida en ello. Jung una vez dijo que su tipo opuesto no es la cosa más difícil de comprender. Es decir, si usted tiene sentimiento introvertido, es muy difícil comprender a un tipo pensamiento extravertido, pero es incluso más difícil comprender a alguien del mismo tipo funcional con la otra actitud. Eso significa que sería más difícil para un tipo sentimiento introvertido comprender a un tipo sentimiento extravertido. ¡Allí uno siente que no sabe cómo le funciona la cabeza a esa persona! Uno no puede pensar o sentir del mismo modo que ellos. Dichas personas permanecen en gran medida como un acertijo y son muy difíciles de entender de manera espontánea. Es por eso que toda la teoría de los tipos es enormemente importante en la práctica, pues es lo único que puede evitarle a uno malentender por completo a ciertas personas. Es una guía que a usted le gustaría tener, por lo menos teóricamente, para cierta comprensión de una persona cuyas reacciones espontáneas son un acertijo completo, y las cuales usted malinterpretaría completamente si reaccionara de manera espontánea. En una ocasión observé tal caso. Un intuitivo hizo la realidad a un lado a tal grado que dio a un tipo sensación la idea de que el otro era el peor mentiroso que había conocido jamás en su vida. Nada de lo que esa persona intuitiva decía era del todo correcto, el tipo sensación lo confrontaba todo y cada hecho particular estaba deformado o de alguna otra manera, no era completamente correcto, y así sucesivamente. Por consiguiente el tipo sensación tenía la idea de que esto era simplemente terrible, que esta persona mintiera desde la mañana hasta la noche – ¡ningún hecho que ella había citado estaba en lo cierto! Ahora bien, en aquel caso especial no era una cuestión de mentir, sino de la tremenda unilateralidad y la completa imprecisión sobre el aspecto real. Pero la acusación de mentir era incorrecta, y en ese sentido es muy importante comprender los tipos, ya que entonces una gran cantidad de malentendidos difíciles pueden ser evitados. Yo fui llamada para resolver la disputa y traté de explicar que en este caso se trataba de la inexactitud clásica del tipo intuitivo. Usted debe restringir a dicha persona, interrumpir cada oración y decir, “¿cómo fue exactamente?” Pero es aún más difícil, como dije, comprender el mismo tipo de función con la otra actitud. Allí solo se puede en realidad usar la teoría para comprender al otro, porque con las reacciones espontáneas propias no se puede.
En general, en el reino de la función inferior, las personas se temen mutuamente, son terriblemente temerosas porque se sienten imposibilitadas. Recuerdo una vez que reñí con una mujer de mi mismo tipo –pensamiento introvertido- y nos gritamos la una a la otra. La noche después yo soñé que una liebre y un cordero estaban juntos en una jaula, y el cordero estaba sentado sobre una percha temblando con temor y la liebre, en la otra esquina de la jaula, haciendo lo mismo. De manera que la explicación del sueño era: sobre la superficie ustedes riñen, pero por debajo ambas están mortalmente temerosas la una de la otra. La personalidad sentimiento está mortalmente temerosa de la otra personalidad sentimiento. Así que yo diría que el único modo de relacionarse en el nivel de la función inferior es a través de lo que Jung llama la cortesía campesina. En el monte, si las personas se encuentran unas con otras se detienen a diez metros un rato y bajan sus lanzas ostentosamente para mostrar que no tienen intenciones malignas y luego se inclinan, y algunas veces se arrodillan y luego, lentamente, se mueven la una hacia la otra, se detienen de nuevo y se inclinan otra vez, y entonces se aseguran mutuamente que no tienen intención de dañarse y lo único que hacen después es estrechar sus manos, lo cual es muy similar al modo en que los animales que no se conocen, se aproximan mutuamente. Ellos echan un vistazo a distancia, avanzan un poco y luego paran de nuevo, luego intentan leer en los ojos del otro lo que el otro va a hacer. ¡Nosotros hacemos exactamente la misma cosa! Tan pronto como caemos en la función inferior, nos comportamos como primitivos unos con otros y por tanto necesitamos todos los rituales del primitivo al encontrarnos. Uno solo puede compensar la ferocidad, la incertidumbre y la inadaptación de la función inferior por medio de la cortesía campesina.
He leído en Les Rites de Passaje de Van Gennep ejemplos de cómo los exploradores se aproximan a una población primitiva. Ellos tienen que detenerse cuando se encuentran a muchas millas de distancia, y luego tres mensajeros de la aldea llegan, y los aldeanos tienen que asegurarse de que los exploradores no tienen intenciones malignas y especialmente que no intentan usar la magia negra contra los habitantes. Los mensajeros entonces regresan, y cuando ellos vuelven, se intercambian regalos, algunas veces incluso las mujeres son intercambiadas o pueden ser entregadas a los invitados, quienes duermen con ellas, porque eso establece una especie de parentesco; si un hombre duerme con la esposa de otro hombre, él es consanguíneo o semejante a él, ha sido incluido dentro de su familia. El pueblo Naskapi de la península de Labrador hacía eso y muchos esquimales solían prestar sus esposas a los extranjeros por la noche para evitar cualquier tipo de erupción maligna, cualquier pensamiento respecto a que un huésped podría asesinar a la gente en la casa o que ésta podría asesinar al huésped, lo cual podía suceder en cualquier momento en aquellas regiones donde no había policía, pues uno podía simplemente desaparecer para siempre si visitaba aquella gente. Entre muchos pueblos primitivos existe un intercambio de sangre; ellos se cortan mutuamente e intercambian la sangre. Existe también un modo especial de besarse y de intercambiar regalos –todos esos rites de passage entran en juego tan pronto como usted tiene que relacionarse con la gente en el nivel de la función inferior.
Podemos ver lo mismo en la vida cotidiana. Por ejemplo, es posible que usted conozca a alguien desde hace dos o tres años, pero solo en el nivel convencional de tomar el té o comer juntos y hablar sobre el clima y la política y cuestiones teóricas, pero nunca atreverse a tocar los puntos dolorosos de cada uno, o a llevar la conversación en torno a un punto delicado. Sin embargo un día usted siente que no es una relación real, que ustedes no están acercándose realmente, y entonces usted toma un poco de vino, y si la atmósfera es favorable, revela sus puntos dolorosos e invita al otro a expresar los suyos, y así, gracias a todas las precauciones de la cortesía campesina ustedes lentamente ¡se aproximan en forma real! Usted no conoce ninguna otra fórmula que la cortesía campesina pues esa es la fórmula con la cual se aborda el otro lado, porque los puntos sensibles por lo general están conectados con la función inferior.
Existe una diferencia entre la educación personal y la cortesía campesina. Tomemos un ejemplo práctico: una vez estaba conduciendo a casa con un tipo intuitivo tarde en la noche, y él olvidó prender el encendido y trató una y otra vez de arrancar el carro, lo cual no iba a funcionar. Yo me aventuré en forma amable a preguntarle si lo había encendido. “Naturalmente”, fue la respuesta, pero con un afecto tal que yo ¡no me atreví a decir nada más! Ahora bien, esa era su sensación inferior. De modo que nos sentamos durante media hora, y yo estaba segura de cuál era el problema pero ¡no sabía cómo decírselo! El más ligero tono de saber más, o de instruir, habría producido una respuesta similar. Me sentí tan impotente porque yo sabía todo el tiempo cuál era el error pero no sabía cómo evitar el punto doloroso. De esta manera se ve que la función inferior y el punto sensible están absolutamente conectados. Si él no hubiera tenido sensación inferior, no habría sido tan susceptible. Yo hubiera dicho, “¿lo ha encendido? Y él hubiera dicho, “¡Dios mío!”, y hecho esto habríamos avanzado, pero en lugar de eso nos sentamos durante una hora en el camino adivinando cuál podría ser el problema, y yo simplemente no sabía cómo aproximarme a esta área resentida de la función inferior.
Como usted ve, se trataba de su prestigio. Debo decir que una gran cantidad de alcohol sumado al abaissement, hizo que los afectos fueran mucho más explosivos, y como el hombre era mayor que yo, estaba de por medio el problema de ser descortés. El tipo de educación que se invocaba no era de la persona; es cuestión de tener sentimiento real y comprensión por la debilidad de la otra persona y no arriesgarse a tocar esa debilidad. Si usted da impulso a un afecto, siempre existe el riesgo de un completo rompimiento, es el filo de la navaja, pues allí puede haber una escisión definitiva. Sé por ejemplo que una vez un grupo de doce personas abandonaron el Club de Psicología afectados de una manera insensata. Ellos ya no iban a discutir más el asunto, sino que simplemente lo abandonarían, y entre ellos había gente bastante valiosa. Me encontré con uno de ellos más tarde –un anciano quien estaba terriblemente apenado por ello- y le pregunté por qué no volvía, sin embargo no podía; dijo que eso estaría en contra de su sentido del honor. ¡El afecto se había pasado de los límites! Él había dicho cosas tan desagradables en medio de su cólera que sintió que ya no podía volver; su orgullo lo hacía imposible. Eso es trágico y muy desafortunado, y es por eso que la cortesía campesina es necesaria al tratar con la función inferior, porque el afecto se pasa de la raya muy fácilmente y entonces la relación se rompe para siempre. Lo mismo puede suceder con dos personas tanto como con un grupo; ellos muy fácilmente rompen a un grado tal que no pueden reconciliarse de nuevo. La función inferior además de la carga de emoción detrás de ella, es un asunto realmente peligroso.
La asimilación de las funciones es un asunto tan serio que las personas por lo general gastan mucho tiempo en la asimilación de sus funciones auxiliares y a veces, digamos en un lapso de por lo menos de ocho a diez años, se convierten en un tipo que no era su tipo original. En una ocasión, por ejemplo, conocí a una mujer quien era un tipo sentimiento introvertido; es decir, en el pasado ella había sido un tipo sentimiento, pero en el periodo en el que nos conocimos, ella ya había desviado el proceso desarrollando la intuición y en esa etapa tenía tantos conflictos con su sensación como si hubiera sido una auténtica intuitiva. Ella estaba en la etapa de ser una intuitiva; ¡incluso juró que ese era su tipo! Pero si se miraba cuidadosamente su historia pasada, se veía que eso no era cierto. En los años antes de que nos conociéramos, ella había estado viviendo principalmente por la intuición, ¡pues su sentimiento estaba ya desgastado y ya no contenía más vida! Después ella atravesó todas las crisis de tener que desviarse desde la intuición a la sensación, lo cual se ve con un tipo principalmente intuitivo; por ejemplo, se volvió completamente inexacta acerca de los hechos de la realidad y tenía problemas para relacionarse con ellos, exactamente como lo hace un intuitivo. Ella después declaró con gran énfasis que siempre había sido un error llamarla un tipo sentimiento, pues ella era una intuitiva, ¡pero estaba equivocada! Ella tenía razón y estaba equivocada ya que en la etapa en la que estaba, ella era exactamente como un intuitivo pero eso se debía a que se encontraba en la etapa de vivir en su segunda función y estaba precisamente en la crisis de superar la tercera.
El proceso de asimilar las funciones no es en modo alguno fácil. Asimilar una función verdaderamente significa vivir por lo menos algunos años completamente con esa función en primer plano antes de que se pueda sostener que se ha asimilado. Si una vez usted cocina o cose un poco, eso no significa que usted ha asimilado su función sensación, y si usted produce un poco de pensamiento un sábado por la tarde eso no quiere decir que usted ha asimilado su función pensamiento. Las personas con frecuencia tienen grandes ilusiones respecto a eso. Significa que todo el énfasis de la vida, durante un tiempo, se descarga en esa única función. Cambiar a la siguiente función tiene lugar cuando usted siente que la manera en la que está conduciéndose en el presente se ha vuelto inanimada, cuando se fastidia con usted mismo y sus actividades, o cuando tiene el sentimiento constante de que esto no es –entonces ha alcanzado de nuevo la etapa donde tiene que hacer un cambio a otra función. Por lo general ocurre que usted no tiene que tomar una decisión en teoría. La mejor manera de saber cómo cambiar, es simplemente decir, “Bien, todo esto ahora es completamente aburrido; ya no significa nada para mí. ¿Donde, en mi vida pasada hay una actividad que yo sienta que podría aún disfrutar? ¿Una actividad en la cual yo podría todavía hallar placer? Y luego sólo debe elegir una de manera auténtica, y en ese caso podrá ver que ha pasado a la función inferior.

Paralelos Arquetípicos del Modelo de las Cuatro Funciones
Con este modelo de las cuatro funciones, Jung quiso exaltar un modelo heurístico que nos permitiera comprender mejor el funcionamiento de la consciencia humana. Esto es una hipótesis de trabajo, no un dogma. Lo sorprendente es que, sin embargo, los modelos cuaternarios también han surgido en la física y en la teología, modelos que parecen tener una relación con el modelo de la función de Jung. En física existe, por ejemplo, los cuatro principios de Wilkinson. De acuerdo con Wilkinson, se pueden mirar los fenómenos físicos en cuatro formas, explicando todos los fenómenos desde el punto de vista de los procesos energéticos. Eso sería análogo a la función sensación, o sentido de percepción, el cual es un proceso energético –los fotones golpean nuestros ojos y así sucesivamente. El principio de gravitación tendría cierta analogía con la función pensamiento –aprestando los hechos en cierto orden, un reino superior y uno inferior. Se pueden explicar los fenómenos materiales en gran medida desde ese principio o desde ese ángulo. El principio es la cohesión en el interior del núcleo de un átomo. Las partículas de la misma carga se repelen mutuamente a cierta distancia, pero si ellas se aproximan más allá de eso, se atraen las unas a las otras con una cohesión especialmente fuerte. Eso correspondería a la función sentimiento de relación y afinidad. Finalmente, el cuarto principio es el que los físicos llaman “interacción débil”, el cual es un proceso constante, difuso, muy lento, que disuelve todos los fenómenos materiales. Esta disolución correspondería a la intuición, la cual siempre tiende a empañar o disolver los hechos y puede operar solo si lo hace de este modo.
Este es un interesante punto de vista nuevo que demuestra que Jung, con su intuición, cuando él expuso este principio de las cuatro funciones, tocó una idea muy arquetípica de la cual reaparece una analogía desde un ángulo completamente diferente en la física moderna y que es expuesta por las personas que no han sido influenciadas por el pensamiento Junguiano. Mi actitud hacia esto es que la idea de las cuatro funciones es un modelo arquetípico para mirar las cosas y que tiene las ventajas –y desventajas- de todos los modelos científicos. El físico Wolfgang Pauli una vez dijo algo que me parece muy convincente, a saber, que ninguna teoría nueva ni ninguna fructífera invención en el campo de la ciencia, ha zarpado sin el trabajo de una idea arquetípica. Por ejemplo, las ideas del espacio tridimensional o tetra-dimensional se basan en una representación arquetípica, tal como ha funcionado siempre, hasta cierto grado, de un modo muy productivo y que ha ayudado a explicar muchos fenómenos. Pero después viene lo que Pauli llama la auto-limitación de esa hipótesis arquetípica, a saber que si uno sobre-expande la idea a los fenómenos donde no se aplica, entonces esa misma idea fructífera se vuelve una inhibición para un progreso científico más amplio. La idea del espacio tridimensional, por ejemplo, es todavía completamente válida para la mecánica ordinaria, y cada carpintero y albañil la usa cuando elabora un dibujo o un diseño, pero si usted intenta aplicar la idea a la microfísica, entonces usted se extravía. Por consiguiente se puede decir que esa era una idea arquetípica que se originó, como se puede probar claramente, en la mente científica de los occidentales a través del dogma de la Trinidad. Kepler, cuando elaboró sus modelos planetarios, dijo que ¡el espacio tiene tres dimensiones porque existe la Trinidad! O tome a Descartes quien aseveró la idea de la causalidad diciendo que estaba basada en el hecho de que Dios nunca tiene caprichos sino que siempre procede de manera lógica, y por tanto todo tiene que estar conectado causalmente. Si Dios tuviera ideas y caprichos repentinos, entonces no podría haber causalidad. De manera que todas las ideas básicas incluso las de la ciencia natural son modelos arquetípicos, pero ellas trabajan de un modo fructífero solo si uno no fuerza dentro de ellas los hechos o áreas de hechos donde ellas no encajan.
Pienso que esta teoría de las cuatro funciones tiene una especie de valor práctico pero no es un dogma, lo cual la haría completamente rígida. Es por eso que Jung muy claramente la propone como un punto de vista heurístico –una hipótesis fructífera por medio de la cual se pueden averiguar las cosas, pero no algo que se pueda de ningún modo restringir como un dogma absoluto. Sin embargo, sabemos en la actualidad que en todas las investigaciones científicas no podemos hacer más que presentar modelos de pensamiento y ver qué tanto se ajustan los hechos, y si los hechos no coinciden entonces tenemos que corregir los modelos. A veces no tenemos que revisar todo el modelo de pensamiento, pero tenemos que decir que solo se aplica en un área determinada y que tan pronto como se pasa a otra zona de los hechos, se distorsiona. Personalmente estoy convencida, especialmente con esta nueva confirmación desde los principios de Wilkinson, que no hemos agotado aún la fecundidad del modelo, pero eso no significa que no existan hechos que no encajen dentro de él, lo cual nos obligaría a revisarlo. El problema del tercero y el cuarto en el simbolismo religioso también se relaciona con el problema de las cuatro funciones. Para referirnos al diagrama de la página 23, la constelación arquetípica estaría en la base de la psique, la tendencia estructural a desarrollar cuatro funciones las cuales se encuentran en todas las mitologías de cuatro personas, las cuatro direcciones de la brújula, los cuatro vientos, los cuatro ángulos de las cuatro esquinas del mundo y todos estos simbolismos de cuatro grupos. Está también en el simbolismo cristiano, por ejemplo, en el simbolismo de los cuatro evangelistas, donde tres son animales y uno un ser humano. Existen los cuatro hijos de Horus, con tres cabezas animales y una humana. Esas son manifestaciones de un arquetipo estructural básico en la psique humana, de la disposición en un ser humano que, tan pronto como intenta moldear un modelo de una existencia total –del mundo cósmico total, de la vida humana total, o algo similar- tiende a usar un modelo cuádruple. La elección recae naturalmente sobre un modelo cuádruple más a menudo que sobre cualquiera otro. En la China se encuentra por todas partes. Estos mandalas cuádruples siempre surgen de un impulso a moldear un modelo de la existencia total, donde las personas no quieren enfrentar un hecho único sino que quieren un mapa de los fenómenos generales. Sería por consiguiente una disposición estructural innata en la psique humana el usar dichos modelos cuádruples para las totalidades.
El problema de las cuatro funciones en la consciencia de un individuo sería un producto secundario de este modelo más básico. Es por eso que, como lo he intentado explicar con respecto al diagrama de la página 23, no es aconsejable usar los elementos de las funciones conscientes para explicar las funciones en la estructura arquetípica. Más bien, debería decirse que el problema de las cuatro funciones en la consciencia de un individuo es una de las muchas manifestaciones de esta disposición arquetípica más general. Si, por ejemplo, usted trata de explicar el modelo de las cuatro montañas en las cuatro direcciones del mundo en la China, o el de los cuatro vientos en las cuatro esquinas del mundo, si usted intenta restringirlos diciendo que uno debe ser el pensamiento, y el otro debe ser otra función, usted nunca llega a ninguna parte; eso no resulta. Por tanto, yo diría que el arquetipo del cuaternio como modelo de la explicación de la situación total es más general que las cuatro funciones. Existe en el ser humano una disposición innata siempre a idear este modelo cuando intenta establecer una orientación general hacia la vida interior o exterior. Sería en consecuencia peligroso reducir el dogma de la Trinidad y el problema de la cuarta persona de la Trinidad, sea la Virgen María o el demonio, al problema de las funciones. Yo le daría además un giro al revés y diría que es un problema arquetípico más general, pero en el individuo asume, entre otras cosas, la forma de –o se acerca al problema de- las cuatro funciones. Por ejemplo, en la religión cristiana el Diablo es el símbolo del mal absoluto en la Divinidad, pero sería muy presuntuoso si usted concediera a su pensamiento inferior o a su sentimiento inferior tan grande honor de llamarlo ¡el demonio en persona! Eso sería más bien una explicación pomposa de sus inferioridades –al tiempo que no podría decir que sus relativamente desarrolladas tres funciones ¡fueran idénticas a la Trinidad! Tan pronto como usted lo presentara así de bruscamente, vería qué ridícula es la idea, pero puede decir que existe alguna conexión, puesto que el mal, la negatividad y la destructividad, se conectan en el individuo con la función inferior. Como ejemplo práctico, digamos que usted tiene una tendencia innata a intrigar, aún cuando rara vez intrigará o su sombra intrigante rara vez interferirá con su función principal, porque está tan bajo su control ético que no puede escabullirse allí; no obstante se conecta muy fácilmente con la función inferior.
Puedo darle un ejemplo de algo que me sucedió en una ocasión. Una persona intuitiva tenía que enviarme una carta con algunas noticias muy agradables para mí, pero ella estaba tan celosa que traspapeló aquella carta. Ahora bien, ¿su función sensación inferior le hizo extraviar la carta con las buenas noticias para mí o fue su intrigante y celosa sombra? ¡Fueron ambas! La celosa e intrigante sombra la indujo, vía la función inferior. Usted nunca puede acosar a dicha persona; solo puede decir, “Esa es su sensación inferior, ni lo mencionemos de nuevo”. Pero es bastante típico que la sombra o el impulso negativo entre a hurtadillas en la función inferior. Recuerdo el caso de un hombre, un tipo sentimiento, quien estaba terriblemente celoso porque una mujer en quien estaba interesado, tenía una tremenda transferencia con Jung, es decir, que el tipo sentimiento se sintió despreciado por ella. Ella simplemente ni lo iba a mirar, y eso le partió el corazón. Él no lo pudo superar durante mucho tiempo e incluso escribió un libro contra la psicología Junguiana, lleno de errores y citas equivocadas o falsas en el cual él propuso una así llamada mejor filosofía –mucho mejor que la de Jung- nomina sunt odiosa. En el nivel del sentimiento –su función superior- este hombre no podía hacer una cosa sucia; él no podía, por ejemplo, atacar a Jung volviéndose ordinario porque su sentimiento era demasiado diferenciado. Él vio muy claramente que Jung, quien no podía aliviar la transferencia de esta mujer, no tenía nada que ver con ello, por ende su sentimiento se mantuvo decente, pero su pensamiento inferior provocó la motivación –la cual estaba celosamente podrida y nada más- y produjo la más asombrosa basura, incluso al extremo de citar equivocadamente ciertas frases de los libros de Jung. Él no era siquiera capaz de transcribir las citas en forma adecuada porque había sido enceguecido y arrollado por un impulso sombrío. Los impulsos sombríos destructivos, los celos, el odio etc., por lo general logran una vía a la función inferior, porque ese es el punto débil, es decir, donde nosotros no tenemos constante control de nosotros mismos, donde no somos constantemente conscientes de las operaciones de nuestras acciones, de modo que en esta esquina, cualquier tendencia negativa o destructiva ataca y allí se podría decir que el demonio tiene que ver con la cuarta función, porque éste llega a la gente a través de ella. En términos medievales podríamos decir que el demonio quiere destruir a las personas y siempre tratará de llegar a usted por medio de su función inferior. Ese es el problema de la cuarta puerta de su cuarto donde los ángeles pueden entrar, ¡pero también los demonios! De esta manera pienso que el problema de la Trinidad y del demonio como Jung explica en su artículo “Una Aproximación Psicológica al Dogma de la Trinidad”, sí conecta con la función problema pero usted no puede reducirlo a la función problema. La función problema es una subdivisión, no la explicación del problema, pero prácticamente en el caso individual, desde mi experiencia, está conectada de este modo. Sin embargo, usted no podría llamar, por ejemplo, a una figura arquetípica como la Virgen María o el demonio, una personificación de la función inferior.
No obstante, el problema de la cuarta función tiene de alguna manera, una dimensión arquetípica religiosa, y la integración del cuarto elemento dentro de un sistema trinitario ha ocupado las mentes de muchos alquimistas. Jung se ha expresado extensamente sobre un notable texto de la Edad Media, el cual está comprometido con este problema.3
Este texto alquímico refleja, en forma proyectada, el problema de la cuarta función y una manera de establecer una base media para este problema insoluble. Se llama el “Tratado del Alquimista Aristóteles dirigido a Alejandro el Grande sobre la Piedra Filosofal”. Es probablemente de origen árabe y fue traducido al latín. Se da la siguiente receta:
Tome la serpiente y colóquela en el carro con las cuatro ruedas y permítale retornar tan frecuentemente a la tierra que todo el carro se hunda en las profundidades del mar y no se deje nada visible sino solo el más negro mar muerto. Allí usted debe dejar el carro con sus ruedas hasta que muchos vapores se eleven desde la serpiente, que todo el llano afuera se seque y se vuelva completamente arenoso y negro. Esta es la tierra que no es tierra, sino una piedra sin peso. Pero cuando los vapores retornen en forma de lluvia, entonces usted puede extraer el carro del agua sobre la seca tierra y en ese momento tendrá que poner sus cuatro ruedas al carro.4
Esta es una imagen muy extraña. Usted quita las ruedas del carro y las recarga sobre él. Es interesante que se pueda encontrar esa misma imagen de manera completamente independiente en el I Ching, donde se dice a veces que uno tiene que quitar las ruedas del carruaje. Hasta donde yo sé, eso no puede tener ninguna conexión con la alquimia de Occidente. Cuando usted ha puesto sus cuatro ruedas al carruaje, puede si lo desea, “continuar hacia el Mar Rojo, corriendo sin correr, moviéndose sin movimiento”. Jung luego comenta que la serpiente en la alquimia es el símbolo de Mercurio, la prima materia, la materia con la cual se inicia el proceso y en la que, además, se personifica una clase de espíritu natural lleno de opuestos. Como se muestra en el artículo de Jung “El Espíritu Mercurio”, se pensó de Mercurio como de una clase de espíritu de naturaleza doble y ambigua. Este Mercurio serpiente está puesto aquí sobre un carruaje. Las ruedas se interpretan en el texto como las ruedas de los elementos, y el carruaje o el carro se denomina una tumba esférica, una tumba redonda o sepulcro. Eso significa que el símil del carro representa la vasija alquímica en la cual el espíritu del inconsciente está contenido. Jung dice que el simbolismo describe brevemente las fases esenciales del opus: la serpiente de Hermes, el aspecto frío de la naturaleza (es decir, el inconsciente), está atrapada en la vasija redonda que está hecha de vidrio y la cual significa el Cosmos tanto como el alma. Si se lo mira desde un punto de vista psicológico, representaría la consciencia del mundo externo e interno. La colocación de las ruedas en el carruaje indica una cesación de las cuatro funciones: uno las retira hacia adentro, por así decirlo. La última transformación de estas cuatro ruedas corresponde a la asimilación psicológica del proceso de integración mediante la función trascendente. Esta función une los opuestos, que, como demuestra la alquimia, están ordenados en un quaternio, si atañen a una totalidad.
No hemos resuelto el problema que esbocé en el diagrama de la página 23. Dije entonces que el ego asimila su primera función y está durante un tiempo satisfecho con aquella. Después de un tiempo asimila una segunda función consciente y vive tranquilamente con eso –ha arrastrado ambas desde el inconsciente. Luego arrastra una tercera en el plano de la consciencia la cual contiene las actividades de la vida. Ahora tres funciones están asimiladas en el nivel superior, civilizado, sobre el cual intentamos vivir normalmente. He dicho que no se puede hacer subir la cuarta función a este nivel, no importa cuánto uno lo intente. Por el contrario, si se intenta demasiado, la cuarta función lo degradará a uno a un nivel completamente primitivo. Usted puede simplemente descender de repente a un nivel animal inferior si quiere, y entonces vivir su función inferior en una forma concreta sin haberla asimilado de ningún modo, porque en tal caso usted pierde toda la estructura superior de su personalidad antigua, todo aquello que ha desarrollado hasta entonces. Usted se olvida de ella; no significa ya nada más para usted.
La cuarta función es siempre el gran problema: si yo no la vivo, estoy frustrado y medio muerto y todo es aburrido. Si la vivo, es en un nivel inferior tal que no puedo hacerlo. La mayoría de las personas no tienen el coraje; otros lo tendrían pero ven que no es una solución tampoco. Entonces, ¿qué hace usted? Este es el gran problema, que por lo común llega bastante tarde en la vida, gracias a Dios, porque solo llega realmente de una manera intensa cuando las otras tres funciones han sido asimiladas, y en ese momento esta receta química tiene lugar: a saber, el esfuerzo de asimilar la cuarta función introduciéndola en una vasija esférica, es decir, dándole un marco de fantasía. Llega en el momento en que uno solo puede armonizar, no viviendo la cuarta función de un modo concreto externo o interno, sino dándole la posibilidad de una expresión de fantasía, sea escribiendo o pintando o danzando, o en cualquier otra forma de la imaginación activa.
Jung descubrió que la imaginación activa era prácticamente la única posibilidad de asimilar la cuarta función. Él descubrió que después de haber asimilado las tres funciones, él no podía armonizar con su función inferior, y comenzó a jugar –dar a su función inferior una expresión mediante el juego simbólico. Allí, en la elección de los medios de la imaginación activa, por lo común se ve mejor cómo la función inferior entra en juego. Por ejemplo, un tipo intuitivo por lo general tendrá un deseo auténtico de fijar su imaginación activa con arcilla o en piedra o haciéndola materialmente visible de alguna forma, quizás haciendo construcciones. De otra manera, no será real y la función inferior no entrará en juego. Siendo Jung un intuitivo, lo descubrió al principio por la necesidad de construir pequeños castillos de arcilla y piedra, y vio que aquello era como darse cuenta del problema constelado por la cuarta función. Danzar es una rara forma de imaginación activa la cual he visto que practican usualmente las personas en quienes el sentimiento es la cuarta función. Algunas veces los tipos pensamiento, cuando tienen que asimilar su función sentimiento, tienen un auténtico deseo de expresarlo danzando ciertos ritmos primitivos, de modo que danzar, como una expresión de la imaginación activa es, hasta donde he visto, típico de esa función inferior. El sentimiento inferior puede también expresarse en pinturas muy vistosas, el color en general expresando fuertes humores de sentimiento. Un tipo sensación imaginará misteriosas o salvajes historias, fantásticas novelas en las cuales la intuición puede dominar. De manera que podemos decir que cuando aparece la cuestión de cómo asimilar el problema psicológico inconsciente fantaseando, la elección está por lo general relacionada con la función inferior y usualmente es solo a través de la imaginación activa que se puede establecer la ruta media por la cual, por decirlo así, las tres funciones superiores se postran y la cuarta surge.
En ese momento ya no existen cuatro funciones porque se transmite el propio sentimiento de vida de uno a un centro interior, y las cuatro funciones permanecen solo como instrumentos que pueden utilizarse a voluntad admitiéndolas y reprimiéndolas de nuevo. El ego y su actividad consciente ya no son idénticos a ninguna de las funciones; uno se mueve por fuera de ellas por completo, lo cual es lo que el texto alquímico representa por medio de la colocación de las cuatro ruedas sobre el carro. Hay una completa pausa en una especie de centro interior, y las funciones ya no funcionan más hacia el mundo externo o interno; no hay ruedas que giren. Se llega a un punto muerto de las cuatro funciones, y luego uno puede sacarlas a voluntad, como por ejemplo, un aeroplano que puede bajar sus ruedas para aterrizar y luego retirarlas de nuevo cuando tiene que volar. Esta es realmente toda la esencia del proceso de individuación. Entonces las cuatro funciones son como ruedas que han sido puestas en el carro pero que usted puede colocar a voluntad de nuevo si desea usarlas. En ese momento el problema de las funciones ya no es relevante; ellas se han vuelto simples instrumentos de una consciencia que ya no está enraizada en ellas, o de una manera activa impulsada dentro de las funciones, sino que tiene su base de operación en otra dimensión, una dimensión que solo puede ser creada por el mundo de la imaginación. Es por eso que Jung llama a esto la función trascendente. Fantasear este motivo interno es a lo que él denomina la función trascendente; ello crea los símbolos de unidad. Esto coincide extrañamente con el simbolismo alquímico, el cual siempre habla del problema de los cuatro elementos –agua, fuego, aire y tierra- que están, como en nuestro texto, representados como ruedas que tienen que ser integradas. Después está la quinta esencia, que no es otro elemento sino que es, por decirlo así, la esencia de las cuatro y ninguna de las cuatro; es el cuatro en uno y no el cuatro. Allí se tiene la misma idea: en el cuatro llega una quinta cosa que no es el cuatro sino que es algo más allá de ellos y se compone de todos ellos. Eso es lo que los alquimistas llamaron la quinta esencia, la quinta essentia o la piedra filosofal. Significa un núcleo consolidado de la personalidad el cual ya no es idéntico o no está identificado con ninguna de las funciones. Aquí se sale, dijéramos, de la identificación con la propia consciencia y con el propio inconsciente, y se habita o se intenta habitar en este plano medio en el cual las cuatro están integradas. Desde entonces, como dice el texto, uno se mueve sin movimiento, corre sin correr (currens sine cursu, movens sine motu) y luego comienza otra clase de desarrollo, porque en la alquimia, así como en el desarrollo de la personalidad, este problema de las cuatro funciones es solo el primer paso –es bastante difícil ¡lograr incluso hasta eso!
Lo que nosotros llamamos imaginación activa es diferente de lo que por lo común se usa en otros sistemas terapéuticos donde usted les permite a las personas simplemente fantasear. Se trata de fantasear con la consciencia del ego adoptando su punto de vista. Usted puede llamar a esta quinta cosa el impulso hacia la individuación. Cuando éste es todavía inconsciente, es simplemente ese impulso hacia la individuación, ese elemento de constante descontento y desasosiego que machaca a las personas hasta que alcanzan un nivel superior una y otra vez en la vida. El principium individuationis es idéntico a la función trascendente, pero en la forma especial de la psicología Junguiana no se le permite simplemente morderlo a uno hasta que se tenga que dar el paso siguiente, sino que uno se vuelve hacia él directamente e intenta darle forma expresándolo por medio de la imaginación activa. Y eso, en cierta forma, conduce luego a una evolución que trasciende el problema de las cuatro funciones, de manera que la batalla constante de las cuatro funciones llega a un reposo.
Con su núcleo interno de consciencia usted se queda en la posición media y ya no se identifica más con lo que sucede en los planos superiores o inferiores. Usted se queda dentro de su imaginación activa, por decirlo así, y tiene la sensación de que aquella es donde su proceso de vida continúa, o donde verdaderamente tiene lugar; el resto son ilustraciones de lo mismo. Por ejemplo, en el plano uno usted con frecuencia nota los eventos sincronísticos que suceden, y en el otro están los sueños, pero usted mantiene su consciencia dirigida hacia los eventos que suceden en el plano medio, es decir, en los eventos que se desenvuelven dentro de su imaginación activa, el propósito con el cual usted se mueve a lo largo de la vida. Los otros planos todavía existen para usted, pero usted no está centrado en ellos.
La totalidad constituye el centro de la consciencia y las partes que uno puede visitar a voluntad, pero ellas ya no son esenciales. En realidad, cuando usted habla a las personas que todavía no han hecho esto, usted siente que ellos son idénticos a una función: un minuto ellos hablan de los pensamientos y tienen razón en lo que piensan, o le hablan acerca de los sueños y están en lo cierto, no son ajenos a ellos. Su ego –el flujo de la vida- es absolutamente idéntico a una de sus funciones. Por el contrario, cuando el otro proceso ha ocurrido, la parte central de la personalidad ha salido de las funciones. Todavía se puede pensar o sentir a voluntad, de acuerdo a los requerimientos de la situación, pero su consciencia de sí mismo ya no es idéntica a la función. El centro de gravedad se desplaza desde del ego y su marcha funcional a una posición intermedia, en atención a las insinuaciones del Sí Mismo.
Para la comprensión de las cuatro funciones, Jung ha creado un instrumento por medio del cual gran cantidad de riñas innecesarias y de incomprensiones pueden suprimirse. Es especialmente útil para apaciguar riñas maritales. Lo que queda como una tarea para las generaciones futuras es aplicarlo a los grupos étnicos. Estos también están con frecuencia reglamentados por una función: por ejemplo, los irlandeses por la intuición, los británicos por la sensación, los alemanes por el pensamiento y los franceses por el sentimiento. En consecuencia, existe mucho más por investigar en el futuro.
NOTAS
1.     C. G. Jung, Psychological Types, CW 6 (1971).
2.     Ibíd., paras. 628ss.
3.     C. G. Jung, Mysterium Coniunctionis, CW 14 (1963), paras. 260ss.
4.     4. Ibíd., para. 260.
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