Marie-Louise
von Franz
CAPÍTULO 2. -
DESCRIPCIÓN PRÁCTICA DE LA CUARTA FUNCIÓN (CONTINUACIÓN)
La Relación de
la Función Inferior con otros contenidos del Inconsciente
Ahora debemos
preguntarnos cómo se relaciona la función inferior con la sombra, el ánima y el
Sí Mismo cuando ésta aparece en los sueños. La función inferior se relaciona
con ellas y otorga cierta cualidad a estas figuras. Por ejemplo, la sombra en
un tipo intuitivo a menudo estará personificada por un tipo sensación; se puede
decir que la función inferior está contaminada por la sombra en cada tipo, pues
en un tipo pensamiento aparecerá como una persona de sentimiento primitivo o
relativamente inferior, y así sucesivamente. Entonces, si al interpretar un
sueño usted pregunta por una descripción de esta figura de la sombra, las
personas describirán su propia función inferior. Cuando usted intenta hacer
consciente la sombra o volverse consciente de su propia sombra, la función
inferior dará a la figura del ánima o el ánimus una cualidad especial. Por
ejemplo, la figura del ánima, si es personificada por un ser humano particular,
a menudo aparecerá como una persona de la función opuesta, la cuarta función.
Por otra parte, cuando las personificaciones del Sí Mismo aparezcan lo mismo va
a suceder. Se puede por consiguiente decir que la función inferior es la puerta
a través de la cual entran todas las figuras del inconsciente.
Nuestra esfera
consciente es como un cuarto de cuatro puertas, y será la cuarta puerta aquella
por la cual entrarán la sombra, el ánimus, el ánima y la personificación del Sí
Mismo. Ellas no entrarán como a menudo a través de las otras puertas, lo cual
de cierto modo es obvio, porque la función inferior está tan cerca del
inconsciente y permanece tan bárbara, inferior y subdesarrollada, que es
naturalmente el punto débil en la consciencia a través del cual las figuras del
inconsciente pueden irrumpir. En la consciencia ella es experimentada como un
punto débil, como esa cosa desagradable que nunca lo dejará en paz a usted sino
que siempre le causa conflicto, pues a cada momento que usted siente que ha
adquirido cierto equilibrio interno o cierto punto de vista interior, algo
sucede desde adentro o desde afuera para hacerlo renunciar de nuevo, y es
siempre a través de esa cuarta puerta la cual usted no puede cerrar. Usted
puede mantener las tres puertas de su cuarto interior cerradas, pero en la
cuarta función la cerradura no funciona, y allí, cuando usted menos lo espera,
lo inesperado entrará de nuevo. Gracias a Dios, se puede decir, pues de otra
manera todo el proceso de la vida se petrificaría y se estancaría en una
equivocada clase de consciencia. Es la siempre sangrante herida de la
personalidad consciente, pero a través de ella el inconsciente puede entrar
siempre y engrandecer así la consciencia y producir nueva experiencia.
Mientras usted
no haya desarrollado sus otras funciones, sus funciones auxiliares, ellas
también serán puertas abiertas, así, en una persona que solo ha desarrollado
una función superior, las dos funciones auxiliares operarán del mismo modo y
aparecerán en las personificaciones de la sombra, el ánimus y el ánima. Es solo
cuando usted ha tenido éxito en el desarrollo de tres funciones, en cerrar tres
de sus puertas interiores, que el problema de la cuarta puerta todavía
persiste, pues aquella es la única que al parecer no está destinada para ser
cerrada. Allí uno tiene que sucumbir, tiene que sufrir la derrota, para
desarrollarse más. De manera que si usted atiende a sus propios sueños verá que
estas figuras interiores, si aparecen personificadas como personas reales,
tienden a escoger dichas personificaciones. Otra clase de personificación que
naturalmente tiene que ver con la sombra, es cuando la cuarta función está
contaminada con personificaciones de los niveles más bajos del estrato social
de la población, o con los países subdesarrollados. Esa es una bella expresión
–los países “subdesarrollados”. Es increíble cómo los occidentales en nuestra
arrogancia superior miramos por debajo a los países subdesarrollados y
¡proyectamos nuestras funciones inferiores en ellos! Los países subdesarrollados
están dentro de nosotros mismos, y por ende, naturalmente, dado que este es un
simbolismo obvio, la función inferior de una persona blanca con frecuencia
aparece como un negro salvaje o un indio salvaje. Frecuentemente la función
inferior también se expresa a través de gente exótica de algún tipo: china,
rusa o quien pueda otorgar esa cualidad. El inconsciente intenta de este modo
transmitir la cualidad de algo que es desconocido a la esfera consciente; como
si dijera: es tan desconocido para usted como los chinos son desconocidos en su
cultura. La sombra, el ánimus y el ánima aparecen muy a menudo proyectados
sobre los pueblos asiáticos, africanos o “primitivos”.
Este símil de
sueño para la función inferior es además particularmente apropiado en cuanto que
esta función tiende a tener, de modo negativo, un carácter bárbaro y a causar
posesión. Aunque, por ejemplo, los introvertidos caigan en la extraversión,
ellos lo hacen también de una manera poseída y bárbara. Quiero decir bárbaro en
el sentido de ser incapaces de ejercer control consciente, de ser arrollados,
de ser incapaces de poner freno, incapaces de parar. Este tipo de extraversión
exagerada, forzada, rara vez se encuentra en los extravertidos, pero en los
introvertidos es semejante a un carro sin frenos que prosigue sin el más leve
control de la consciencia. Ese es un hecho bastante conocido, ya que la
extraversión inferior de los introvertidos tiene que manifestarse afuera,
socialmente. Un introvertido puede volverse desagradable y arrogante, pujando y
vociferando tan ruidosamente que el cuarto entero tiene que escuchar y todo el
mundo tiene que advertirlo. Dicha extraversión inferior de repente puede salir
de esta manera cuando un introvertido está borracho. La introversión del
extravertido es tan bárbara y poseída pero no tan visible socialmente ya que un
extravertido se desaparece de la vida si es poseído por la bárbara
introversión. Él se vuelve completamente loco en su propio cuarto pero esto no
es visible para las otras personas. Los extravertidos que caen en su
introversión primitiva gustan de parecer muy importantes. En oscuras alusiones
ellos le aseguran a todo el mundo que están teniendo experiencias místicas muy
profundas acerca de las cuales no pueden hablar, ellas son demasiado importantes
y profundas. De un modo especialmente importante ellos indican que están ahora
profundamente empapados en la imaginación activa y el proceso de individuación,
y usted sabe que tiene que salir inmediatamente, porque ellos tienen que
trabajar en eso. Y entonces se sientan, de una manera poseída durante horas
enteras, incapaces de relajarse e incapaces de zafarse de eso. Si usted los
llama por teléfono dicen que están profundamente consagrados a su proceso de
individuación y no pueden ir a una reunión de té en este momento, y esto se lo
lanza a usted con una especie de actitud defensiva. Usted tiene un extraño
sentimiento de una especie de posesión bárbara. Si esto les sucede a ellos en
la forma del yoga o la antroposofía, entonces habrá ese mismo despliegue de
algo místico de gran importancia en marcha y de una insondable profundidad en
la cual se han sumergido ahora. Existe una mezcla en ello pues en realidad
están constantemente amenazados con volver a su extraversión, lo cual explica
su exagerado énfasis en la falta de tiempo y en no querer contactarse con
nadie. Les encantaría alternar a su extraversión y asistir a todas las
reuniones de té y a todas las cenas, así que en una especie de modo defensivo,
ellos dicen, “No, esto es absolutamente prohibido, ahora estoy en la
profundidad de la psique”. Con frecuencia en esta frase las personas están
seguras de que son el tipo que ahora tienen que vivir. Por ejemplo, los
extravertidos que están en la fase donde ellos deberían asimilar la
introversión siempre jurarán que son y siempre han sido introvertidos y que es
un error el que siempre los han llamado extravertidos. De este modo ellos
tratan de ayudarse a sí mismos a entrar en este otro lado, lo cual es tan
difícil de lograr para ellos. Si intentan expresar sus introvertidas
experiencias interiores ellos por lo general lo hacen con sobreexcitación. Se
vuelven terriblemente emocionales y quieren sentarse en la palabra y tener a
todo el mundo escuchando. Es por eso que para ellos es tan tremendamente único
e importante.
La cualidad
bárbara de la función inferior que está mezclada con el otro tipo actitudinal
es uno de los grandes problemas prácticos y constituye la gran escisión de la
personalidad humana, pues no solamente tiene uno que desviarse de una función a
otra sino que con la cuarta función definitivamente uno tiene que cambiar al
otro tipo actitudinal, y entonces se corre el riesgo (o incluso no se puede
evitar) ser poseído temporalmente por la actitud opuesta y en consecuencia
volverse salvaje e inadaptado. Se puede agradecer a Dios si la función opuesta
de uno está solo personificada por gente primitiva en los sueños, pues ésta muy
a menudo está representada por gente de la Edad de Piedra o incluso por
animales, de manera que la función inferior no ha alcanzado todavía un nivel
primitivo humano; está aún en un nivel completamente animal. La función
inferior en esa etapa habita, por así decirlo, en el cuerpo, y se puede
manifestar solamente en síntomas físicos y no aún en un nivel humano
consciente, ni siquiera en uno primitivo. Cuando usted ve, por ejemplo, cómo
algunas veces un intuitivo introvertido se extiende al sol con semejante goce
de su función inferior se tiene la sensación absoluta de que él es como un
perro sentado a la luz del sol disfrutando del sol o la comida; su sensación
está todavía en el nivel de un perro o un gato o algún otro animal doméstico.
El sentimiento
en un tipo pensamiento muy a menudo no va más allá del nivel del perro. Es más
difícil imaginar que el tipo sentimiento piense como un animal pero incluso eso
es verdad; estas personas tienen el hábito de expresar frases banales que uno
piensa que cualquier vaca, perro o gato podrían haber expresado si pudieran
hablar, pues ellos se mueven en una esfera de completas generalidades. Los perros
algunas veces hacen inútiles intentos de pensar. Mi perro a veces infería
algunas conclusiones terriblemente equivocadas. Él siempre se tendía sobre mi
sofá y yo solía tratar de ahuyentarlo, y desde eso concluyó que a mí no me
gustaba de él que se sentara sobre nada más que el piso. De manera que si lo
colocaba sobre algo, él se azoraba y pensaba que sería castigado. No podía
comprender que era solo el sofá y no ninguna otra pieza de mueble lo que estaba
prohibido. ¡Simplemente había sacado la conclusión equivocada! Es lo mismo que
cuando usted trata de enseñar a los perros a ser limpios en la casa. Ellos
llegan a la conclusión de que lo mismo se aplica a cualquier tipo de suelo
pavimentado y ellos y sus dueños se meten en todo tipo de problemas hasta que a
lo último el pobre perro comprende que ¡es solo en la casa que él tiene que ser
cuidadoso! Ahí se puede ver que un perro tiene una especie de pensamiento
parcial subdesarrollado el cual tiende a sacar la conclusión equivocada. Con
frecuencia me ha impresionado el hecho de que los tipos sentimiento piensan
exactamente de la misma forma, pues cuando usted intenta explicarles algo,
ellos pueden sacar una conclusión completamente general de alguna afirmación
arrolladora que no encaja en la situación de ningún modo y hacen las cosas más
estúpidas. El pensamiento primitivo se inició en sus cabezas y ellos sacaron
algún tipo de conclusión inadaptada sorprendente, la cual condujo a resultados
totalmente equivocados. En este caso se puede decir que el nivel de pensamiento
del tipo sentimiento está cerca del nivel del perro; es tan general e indefenso
y rígido como se puede observar en los animales superiores.
En general, en
la mayoría de las sociedades normales, la gente encubre su función inferior con
una persona. Una de las principales razones de por qué uno desarrolla una
persona es para así no exponer inferioridades, especialmente las inferioridades
de la cuarta función, la cual está contaminada con la naturaleza animal de uno,
con las emociones y los afectos inadaptados de uno.
Cuando Jung
fundó el Club de Psicología en Zúrich, él tenía en mente la intención de
averiguar cómo funcionaría un grupo, o una sociedad, en la cual la función
inferior no estuviera encubierta, sino donde las personas se contactaran mutuamente
a través de ella. El resultado fue absolutamente asombroso. Las personas del
exterior que ingresaban en esta sociedad se sorprendían más allá de su juicio
por el comportamiento rudo y perverso, y por las riñas absolutamente
interminables que este grupo exhibía. Yo visité el Club hace muchos años y aún
entonces nunca hice ningún intento por convertirme en miembro porque me sentí
demasiado tímida. Un día Jung me dijo, “¿No quiere usted unirse al Club de
Psicología o no se atreve?” yo dije, “Yo no me atrevo pero me encantaría”.
Entonces él dijo, “Muy bien, yo voy a ser su padrino” –necesitamos padrinos
para ingresar al Club- “Pero voy a esperar primero para ver si usted tiene un
sueño, si el momento preciso ha llegado” ¿Y qué soñé? Yo soñé que un científico
natural, un viejo que miraba muy parecido a Jung, había integrado un grupo
experimental para averiguar cómo los animales de diferentes especies se
llevaban bien mutuamente. Entré al lugar y había acuarios con peces en ellos,
corrales con tortugas, salamandras y criaturas semejantes, jaulas con pájaros,
perros y gatos, y el viejo estaba sentado en la mitad, tomando notas sobre cómo
se comportaban los animales socialmente unos con otros. Yo descubrí entonces
que yo misma era un pez volador en un acuario y que podía saltar afuera. Le
conté mi sueño a Jung y él dijo, con una sonrisa de satisfacción, “Pienso que
ahora usted está suficientemente madura para unirse al Club de Psicología, ha
comprendido la idea central, su propósito”.
De esta manera
jocosa el inconsciente admitió la idea, a saber, que es realmente un gran
problema, pues como seres conscientes nosotros podemos contactarnos entre sí,
pero en esta función inferior, una persona es un gato, otra una tortuga y una
tercera una liebre –¡existen todos esos animales! Dichas adaptaciones sociales
presentan una gran dificultad. Existen todos los problemas de tener territorio
propio, el propio terreno de uno, pues cada especie animal tiene una tendencia
a tener unos pocos metros de tierra natal. Cada pájaro y cada animal defiende
su territorio contra los intrusos; uno no debe pisar el terreno del otro, y
todos estos complicados rituales se vigorizan de nuevo tan pronto como los
seres humanos se asocian y deponen la persona y tratan verdaderamente de contactarse
entre sí. Entonces uno de verdad siente como si se estuviera moviendo en la
selva o el matorral: no se debe pasar sobre esta serpiente o asustar a aquel
pájaro haciendo un movimiento rápido, y las cosas se vuelven muy complicadas.
Esta necesidad de modales campesinos ha llevado incluso a la creencia de que la
psicología induce el comportamiento social al deterioro, lo cual en gran parte
es bastante cierto. En el Instituto Jung, además, somos en cierto modo un grupo
más desagradable y más difícil para tener relaciones amistosas que, dijéramos,
en una sociedad para criar perros o liebres o un club de pescadores, pues allí
el contacto social en general está en un nivel mucho mejor. Tal acusación ha
sido hecha con frecuencia no solo al Club de Psicología sino también al
Instituto. Pero la verdad es simplemente que no tendemos a encubrir lo que está
pasando por debajo. En todas las demás sociedades o grupos de personas eso se
disimula, se actúa, y se juega a escondidas; por debajo existen todas estas
dificultades pero nunca se llevan a la superficie ni se discuten abiertamente.
Pero en realidad, naturalmente, enfrentar la sombra y la función inferior tiene
el efecto de que las personas se vuelven socialmente más difíciles y menos
convencionalmente adaptadas, y eso crea más fricción. Por otra parte, también
crea una mayor vitalidad: nunca es aburrido, pues hay siempre una tormenta en
una taza de té, excitación, y el grupo es mucho más vivo en vez de tener una
superficie embotada, convencional y correcta. Incluso ha llegado tan lejos eso
en el Club de Psicología, las tendencias animales a tener el reino propio de
uno se volvieron tan fuertes, que la gente comenzó a reservar asientos; estaba
la silla de fulano de tal y usted no podía sentarse en ella; eso era un insulto
mayor, porque fulano de tal siempre se sentaba allí. He notado además que
existen papeles en ciertas sillas sobre las cuales la gente escribe sus
nombres: esta es mi silla –en otras palabras, ¡allí se sienta el perro o el
gato fulano de tal! Ese es un signo muy bueno y yo pensé: “¡Bueno, eso está
mejor, las cosas están mejorando!” Es una restauración de una situación
original y natural. Pero es asombroso qué tan profundamente la función inferior
puede re-conectarlo a uno con la esfera de la naturaleza animal dentro de uno
mismo.
Aparte del modo
jocoso en que lo he descrito, es un hecho muy importante, pues la función
inferior es realmente la conexión con los instintos más profundos de uno, con
las raíces interiores de uno, y es, por decirlo así, aquello que nos conecta
con el pasado total de la humanidad. Las sociedades primitivas ejecutan danzas
con máscaras animales las cuales sirven para conectar a la tribu con sus
fantasmas ancestrales, es decir, con el pasado íntegro de la tribu. En gran
parte hemos perdido tales danzas enmascaradas, si bien existe aún el carnaval
como un remanente. Cualquiera que no conozca su función inferior aún debería ir
a un carnaval enmascarado y ¡averiguar cómo se siente entonces! En tales
ocasiones con frecuencia usted puede reconectarse con su pasado animal y con su
función inferior.
Teóricamente
uno puede, naturalmente, tener todas las funciones de todos modos, pero no será
un problema y no habría mucha intensidad de vida en ello. Jung una vez dijo que
su tipo opuesto no es la cosa más difícil de comprender. Es decir, si usted
tiene sentimiento introvertido, es muy difícil comprender a un tipo pensamiento
extravertido, pero es incluso más difícil comprender a alguien del mismo tipo
funcional con la otra actitud. Eso significa que sería más difícil para un tipo
sentimiento introvertido comprender a un tipo sentimiento extravertido. ¡Allí
uno siente que no sabe cómo le funciona la cabeza a esa persona! Uno no puede
pensar o sentir del mismo modo que ellos. Dichas personas permanecen en gran
medida como un acertijo y son muy difíciles de entender de manera espontánea.
Es por eso que toda la teoría de los tipos es enormemente importante en la
práctica, pues es lo único que puede evitarle a uno malentender por completo a
ciertas personas. Es una guía que a usted le gustaría tener, por lo menos
teóricamente, para cierta comprensión de una persona cuyas reacciones
espontáneas son un acertijo completo, y las cuales usted malinterpretaría
completamente si reaccionara de manera espontánea. En una ocasión observé tal
caso. Un intuitivo hizo la realidad a un lado a tal grado que dio a un tipo
sensación la idea de que el otro era el peor mentiroso que había conocido jamás
en su vida. Nada de lo que esa persona intuitiva decía era del todo correcto,
el tipo sensación lo confrontaba todo y cada hecho particular estaba deformado
o de alguna otra manera, no era completamente correcto, y así sucesivamente.
Por consiguiente el tipo sensación tenía la idea de que esto era simplemente
terrible, que esta persona mintiera desde la mañana hasta la noche – ¡ningún
hecho que ella había citado estaba en lo cierto! Ahora bien, en aquel caso
especial no era una cuestión de mentir, sino de la tremenda unilateralidad y la
completa imprecisión sobre el aspecto real. Pero la acusación de mentir era
incorrecta, y en ese sentido es muy importante comprender los tipos, ya que
entonces una gran cantidad de malentendidos difíciles pueden ser evitados. Yo
fui llamada para resolver la disputa y traté de explicar que en este caso se
trataba de la inexactitud clásica del tipo intuitivo. Usted debe restringir a
dicha persona, interrumpir cada oración y decir, “¿cómo fue exactamente?” Pero
es aún más difícil, como dije, comprender el mismo tipo de función con la otra
actitud. Allí solo se puede en realidad usar la teoría para comprender al otro,
porque con las reacciones espontáneas propias no se puede.
En general, en
el reino de la función inferior, las personas se temen mutuamente, son
terriblemente temerosas porque se sienten imposibilitadas. Recuerdo una vez que
reñí con una mujer de mi mismo tipo –pensamiento introvertido- y nos gritamos
la una a la otra. La noche después yo soñé que una liebre y un cordero estaban
juntos en una jaula, y el cordero estaba sentado sobre una percha temblando con
temor y la liebre, en la otra esquina de la jaula, haciendo lo mismo. De manera
que la explicación del sueño era: sobre la superficie ustedes riñen, pero por
debajo ambas están mortalmente temerosas la una de la otra. La personalidad
sentimiento está mortalmente temerosa de la otra personalidad sentimiento. Así
que yo diría que el único modo de relacionarse en el nivel de la función
inferior es a través de lo que Jung llama la cortesía campesina. En el monte,
si las personas se encuentran unas con otras se detienen a diez metros un rato
y bajan sus lanzas ostentosamente para mostrar que no tienen intenciones
malignas y luego se inclinan, y algunas veces se arrodillan y luego,
lentamente, se mueven la una hacia la otra, se detienen de nuevo y se inclinan
otra vez, y entonces se aseguran mutuamente que no tienen intención de dañarse
y lo único que hacen después es estrechar sus manos, lo cual es muy similar al
modo en que los animales que no se conocen, se aproximan mutuamente. Ellos echan
un vistazo a distancia, avanzan un poco y luego paran de nuevo, luego intentan
leer en los ojos del otro lo que el otro va a hacer. ¡Nosotros hacemos
exactamente la misma cosa! Tan pronto como caemos en la función inferior, nos
comportamos como primitivos unos con otros y por tanto necesitamos todos los
rituales del primitivo al encontrarnos. Uno solo puede compensar la ferocidad,
la incertidumbre y la inadaptación de la función inferior por medio de la
cortesía campesina.
He leído en Les
Rites de Passaje de Van Gennep ejemplos de cómo los exploradores se aproximan a
una población primitiva. Ellos tienen que detenerse cuando se encuentran a
muchas millas de distancia, y luego tres mensajeros de la aldea llegan, y los
aldeanos tienen que asegurarse de que los exploradores no tienen intenciones
malignas y especialmente que no intentan usar la magia negra contra los
habitantes. Los mensajeros entonces regresan, y cuando ellos vuelven, se
intercambian regalos, algunas veces incluso las mujeres son intercambiadas o
pueden ser entregadas a los invitados, quienes duermen con ellas, porque eso
establece una especie de parentesco; si un hombre duerme con la esposa de otro
hombre, él es consanguíneo o semejante a él, ha sido incluido dentro de su
familia. El pueblo Naskapi de la península de Labrador hacía eso y muchos
esquimales solían prestar sus esposas a los extranjeros por la noche para
evitar cualquier tipo de erupción maligna, cualquier pensamiento respecto a que
un huésped podría asesinar a la gente en la casa o que ésta podría asesinar al
huésped, lo cual podía suceder en cualquier momento en aquellas regiones donde
no había policía, pues uno podía simplemente desaparecer para siempre si
visitaba aquella gente. Entre muchos pueblos primitivos existe un intercambio
de sangre; ellos se cortan mutuamente e intercambian la sangre. Existe también
un modo especial de besarse y de intercambiar regalos –todos esos rites de
passage entran en juego tan pronto como usted tiene que relacionarse con la
gente en el nivel de la función inferior.
Podemos ver lo
mismo en la vida cotidiana. Por ejemplo, es posible que usted conozca a alguien
desde hace dos o tres años, pero solo en el nivel convencional de tomar el té o
comer juntos y hablar sobre el clima y la política y cuestiones teóricas, pero
nunca atreverse a tocar los puntos dolorosos de cada uno, o a llevar la
conversación en torno a un punto delicado. Sin embargo un día usted siente que
no es una relación real, que ustedes no están acercándose realmente, y entonces
usted toma un poco de vino, y si la atmósfera es favorable, revela sus puntos
dolorosos e invita al otro a expresar los suyos, y así, gracias a todas las
precauciones de la cortesía campesina ustedes lentamente ¡se aproximan en forma
real! Usted no conoce ninguna otra fórmula que la cortesía campesina pues esa
es la fórmula con la cual se aborda el otro lado, porque los puntos sensibles
por lo general están conectados con la función inferior.
Existe una
diferencia entre la educación personal y la cortesía campesina. Tomemos un
ejemplo práctico: una vez estaba conduciendo a casa con un tipo intuitivo tarde
en la noche, y él olvidó prender el encendido y trató una y otra vez de
arrancar el carro, lo cual no iba a funcionar. Yo me aventuré en forma amable a
preguntarle si lo había encendido. “Naturalmente”, fue la respuesta, pero con
un afecto tal que yo ¡no me atreví a decir nada más! Ahora bien, esa era su
sensación inferior. De modo que nos sentamos durante media hora, y yo estaba
segura de cuál era el problema pero ¡no sabía cómo decírselo! El más ligero
tono de saber más, o de instruir, habría producido una respuesta similar. Me
sentí tan impotente porque yo sabía todo el tiempo cuál era el error pero no
sabía cómo evitar el punto doloroso. De esta manera se ve que la función
inferior y el punto sensible están absolutamente conectados. Si él no hubiera
tenido sensación inferior, no habría sido tan susceptible. Yo hubiera dicho,
“¿lo ha encendido? Y él hubiera dicho, “¡Dios mío!”, y hecho esto habríamos
avanzado, pero en lugar de eso nos sentamos durante una hora en el camino
adivinando cuál podría ser el problema, y yo simplemente no sabía cómo
aproximarme a esta área resentida de la función inferior.
Como usted ve,
se trataba de su prestigio. Debo decir que una gran cantidad de alcohol sumado
al abaissement, hizo que los afectos fueran mucho más explosivos, y como el
hombre era mayor que yo, estaba de por medio el problema de ser descortés. El
tipo de educación que se invocaba no era de la persona; es cuestión de tener
sentimiento real y comprensión por la debilidad de la otra persona y no
arriesgarse a tocar esa debilidad. Si usted da impulso a un afecto, siempre
existe el riesgo de un completo rompimiento, es el filo de la navaja, pues allí
puede haber una escisión definitiva. Sé por ejemplo que una vez un grupo de
doce personas abandonaron el Club de Psicología afectados de una manera
insensata. Ellos ya no iban a discutir más el asunto, sino que simplemente lo
abandonarían, y entre ellos había gente bastante valiosa. Me encontré con uno
de ellos más tarde –un anciano quien estaba terriblemente apenado por ello- y
le pregunté por qué no volvía, sin embargo no podía; dijo que eso estaría en
contra de su sentido del honor. ¡El afecto se había pasado de los límites! Él
había dicho cosas tan desagradables en medio de su cólera que sintió que ya no
podía volver; su orgullo lo hacía imposible. Eso es trágico y muy
desafortunado, y es por eso que la cortesía campesina es necesaria al tratar
con la función inferior, porque el afecto se pasa de la raya muy fácilmente y
entonces la relación se rompe para siempre. Lo mismo puede suceder con dos
personas tanto como con un grupo; ellos muy fácilmente rompen a un grado tal
que no pueden reconciliarse de nuevo. La función inferior además de la carga de
emoción detrás de ella, es un asunto realmente peligroso.
La asimilación
de las funciones es un asunto tan serio que las personas por lo general gastan
mucho tiempo en la asimilación de sus funciones auxiliares y a veces, digamos
en un lapso de por lo menos de ocho a diez años, se convierten en un tipo que
no era su tipo original. En una ocasión, por ejemplo, conocí a una mujer quien
era un tipo sentimiento introvertido; es decir, en el pasado ella había sido un
tipo sentimiento, pero en el periodo en el que nos conocimos, ella ya había
desviado el proceso desarrollando la intuición y en esa etapa tenía tantos
conflictos con su sensación como si hubiera sido una auténtica intuitiva. Ella
estaba en la etapa de ser una intuitiva; ¡incluso juró que ese era su tipo!
Pero si se miraba cuidadosamente su historia pasada, se veía que eso no era
cierto. En los años antes de que nos conociéramos, ella había estado viviendo
principalmente por la intuición, ¡pues su sentimiento estaba ya desgastado y ya
no contenía más vida! Después ella atravesó todas las crisis de tener que
desviarse desde la intuición a la sensación, lo cual se ve con un tipo
principalmente intuitivo; por ejemplo, se volvió completamente inexacta acerca
de los hechos de la realidad y tenía problemas para relacionarse con ellos,
exactamente como lo hace un intuitivo. Ella después declaró con gran énfasis
que siempre había sido un error llamarla un tipo sentimiento, pues ella era una
intuitiva, ¡pero estaba equivocada! Ella tenía razón y estaba equivocada ya que
en la etapa en la que estaba, ella era exactamente como un intuitivo pero eso
se debía a que se encontraba en la etapa de vivir en su segunda función y
estaba precisamente en la crisis de superar la tercera.
El
proceso de asimilar las funciones no es en modo alguno fácil. Asimilar una
función verdaderamente significa vivir por lo menos algunos años completamente
con esa función en primer plano antes de que se pueda sostener que se ha
asimilado. Si una vez usted cocina o cose un poco, eso no significa que usted
ha asimilado su función sensación, y si usted produce un poco de pensamiento un
sábado por la tarde eso no quiere decir que usted ha asimilado su función
pensamiento. Las personas con frecuencia tienen grandes ilusiones respecto a
eso. Significa que todo el énfasis de la vida, durante un tiempo, se descarga
en esa única función. Cambiar a la siguiente función tiene lugar cuando usted
siente que la manera en la que está conduciéndose en el presente se ha vuelto
inanimada, cuando se fastidia con usted mismo y sus actividades, o cuando tiene
el sentimiento constante de que esto no es –entonces ha alcanzado de nuevo la
etapa donde tiene que hacer un cambio a otra función. Por lo general ocurre que
usted no tiene que tomar una decisión en teoría. La mejor manera de saber cómo
cambiar, es simplemente decir, “Bien, todo esto ahora es completamente
aburrido; ya no significa nada para mí. ¿Donde, en mi vida pasada hay una
actividad que yo sienta que podría aún disfrutar? ¿Una actividad en la cual yo
podría todavía hallar placer? Y luego sólo debe elegir una de manera auténtica,
y en ese caso podrá ver que ha pasado a la función inferior.
Paralelos
Arquetípicos del Modelo de las Cuatro Funciones
Con este modelo
de las cuatro funciones, Jung quiso exaltar un modelo heurístico que nos
permitiera comprender mejor el funcionamiento de la consciencia humana. Esto es
una hipótesis de trabajo, no un dogma. Lo sorprendente es que, sin embargo, los
modelos cuaternarios también han surgido en la física y en la teología, modelos
que parecen tener una relación con el modelo de la función de Jung. En física
existe, por ejemplo, los cuatro principios de Wilkinson. De acuerdo con
Wilkinson, se pueden mirar los fenómenos físicos en cuatro formas, explicando
todos los fenómenos desde el punto de vista de los procesos energéticos. Eso
sería análogo a la función sensación, o sentido de percepción, el cual es un
proceso energético –los fotones golpean nuestros ojos y así sucesivamente. El
principio de gravitación tendría cierta analogía con la función pensamiento
–aprestando los hechos en cierto orden, un reino superior y uno inferior. Se
pueden explicar los fenómenos materiales en gran medida desde ese principio o
desde ese ángulo. El principio es la cohesión en el interior del núcleo de un
átomo. Las partículas de la misma carga se repelen mutuamente a cierta
distancia, pero si ellas se aproximan más allá de eso, se atraen las unas a las
otras con una cohesión especialmente fuerte. Eso correspondería a la función
sentimiento de relación y afinidad. Finalmente, el cuarto principio es el que
los físicos llaman “interacción débil”, el cual es un proceso constante,
difuso, muy lento, que disuelve todos los fenómenos materiales. Esta disolución
correspondería a la intuición, la cual siempre tiende a empañar o disolver los
hechos y puede operar solo si lo hace de este modo.
Este es un
interesante punto de vista nuevo que demuestra que Jung, con su intuición,
cuando él expuso este principio de las cuatro funciones, tocó una idea muy
arquetípica de la cual reaparece una analogía desde un ángulo completamente
diferente en la física moderna y que es expuesta por las personas que no han
sido influenciadas por el pensamiento Junguiano. Mi actitud hacia esto es que
la idea de las cuatro funciones es un modelo arquetípico para mirar las cosas y
que tiene las ventajas –y desventajas- de todos los modelos científicos. El
físico Wolfgang Pauli una vez dijo algo que me parece muy convincente, a saber,
que ninguna teoría nueva ni ninguna fructífera invención en el campo de la
ciencia, ha zarpado sin el trabajo de una idea arquetípica. Por ejemplo, las
ideas del espacio tridimensional o tetra-dimensional se basan en una
representación arquetípica, tal como ha funcionado siempre, hasta cierto grado,
de un modo muy productivo y que ha ayudado a explicar muchos fenómenos. Pero
después viene lo que Pauli llama la auto-limitación de esa hipótesis
arquetípica, a saber que si uno sobre-expande la idea a los fenómenos donde no
se aplica, entonces esa misma idea fructífera se vuelve una inhibición para un
progreso científico más amplio. La idea del espacio tridimensional, por
ejemplo, es todavía completamente válida para la mecánica ordinaria, y cada
carpintero y albañil la usa cuando elabora un dibujo o un diseño, pero si usted
intenta aplicar la idea a la microfísica, entonces usted se extravía. Por
consiguiente se puede decir que esa era una idea arquetípica que se originó,
como se puede probar claramente, en la mente científica de los occidentales a
través del dogma de la Trinidad. Kepler, cuando elaboró sus modelos
planetarios, dijo que ¡el espacio tiene tres dimensiones porque existe la
Trinidad! O tome a Descartes quien aseveró la idea de la causalidad diciendo
que estaba basada en el hecho de que Dios nunca tiene caprichos sino que
siempre procede de manera lógica, y por tanto todo tiene que estar conectado
causalmente. Si Dios tuviera ideas y caprichos repentinos, entonces no podría
haber causalidad. De manera que todas las ideas básicas incluso las de la
ciencia natural son modelos arquetípicos, pero ellas trabajan de un modo
fructífero solo si uno no fuerza dentro de ellas los hechos o áreas de hechos
donde ellas no encajan.
Pienso que esta
teoría de las cuatro funciones tiene una especie de valor práctico pero no es
un dogma, lo cual la haría completamente rígida. Es por eso que Jung muy
claramente la propone como un punto de vista heurístico –una hipótesis
fructífera por medio de la cual se pueden averiguar las cosas, pero no algo que
se pueda de ningún modo restringir como un dogma absoluto. Sin embargo, sabemos
en la actualidad que en todas las investigaciones científicas no podemos hacer
más que presentar modelos de pensamiento y ver qué tanto se ajustan los hechos,
y si los hechos no coinciden entonces tenemos que corregir los modelos. A veces
no tenemos que revisar todo el modelo de pensamiento, pero tenemos que decir
que solo se aplica en un área determinada y que tan pronto como se pasa a otra
zona de los hechos, se distorsiona. Personalmente estoy convencida,
especialmente con esta nueva confirmación desde los principios de Wilkinson,
que no hemos agotado aún la fecundidad del modelo, pero eso no significa que no
existan hechos que no encajen dentro de él, lo cual nos obligaría a revisarlo.
El problema del tercero y el cuarto en el simbolismo religioso también se
relaciona con el problema de las cuatro funciones. Para referirnos al diagrama
de la página 23, la constelación arquetípica estaría en la base de la psique,
la tendencia estructural a desarrollar cuatro funciones las cuales se
encuentran en todas las mitologías de cuatro personas, las cuatro direcciones
de la brújula, los cuatro vientos, los cuatro ángulos de las cuatro esquinas
del mundo y todos estos simbolismos de cuatro grupos. Está también en el
simbolismo cristiano, por ejemplo, en el simbolismo de los cuatro evangelistas,
donde tres son animales y uno un ser humano. Existen los cuatro hijos de Horus,
con tres cabezas animales y una humana. Esas son manifestaciones de un
arquetipo estructural básico en la psique humana, de la disposición en un ser
humano que, tan pronto como intenta moldear un modelo de una existencia total
–del mundo cósmico total, de la vida humana total, o algo similar- tiende a
usar un modelo cuádruple. La elección recae naturalmente sobre un modelo
cuádruple más a menudo que sobre cualquiera otro. En la China se encuentra por
todas partes. Estos mandalas cuádruples siempre surgen de un impulso a moldear
un modelo de la existencia total, donde las personas no quieren enfrentar un
hecho único sino que quieren un mapa de los fenómenos generales. Sería por
consiguiente una disposición estructural innata en la psique humana el usar
dichos modelos cuádruples para las totalidades.
El problema de
las cuatro funciones en la consciencia de un individuo sería un producto
secundario de este modelo más básico. Es por eso que, como lo he intentado
explicar con respecto al diagrama de la página 23, no es aconsejable usar los
elementos de las funciones conscientes para explicar las funciones en la
estructura arquetípica. Más bien, debería decirse que el problema de las cuatro
funciones en la consciencia de un individuo es una de las muchas
manifestaciones de esta disposición arquetípica más general. Si, por ejemplo, usted
trata de explicar el modelo de las cuatro montañas en las cuatro direcciones
del mundo en la China, o el de los cuatro vientos en las cuatro esquinas del
mundo, si usted intenta restringirlos diciendo que uno debe ser el pensamiento,
y el otro debe ser otra función, usted nunca llega a ninguna parte; eso no
resulta. Por tanto, yo diría que el arquetipo del cuaternio como modelo de la
explicación de la situación total es más general que las cuatro funciones.
Existe en el ser humano una disposición innata siempre a idear este modelo
cuando intenta establecer una orientación general hacia la vida interior o
exterior. Sería en consecuencia peligroso reducir el dogma de la Trinidad y el
problema de la cuarta persona de la Trinidad, sea la Virgen María o el demonio,
al problema de las funciones. Yo le daría además un giro al revés y diría que
es un problema arquetípico más general, pero en el individuo asume, entre otras
cosas, la forma de –o se acerca al problema de- las cuatro funciones. Por
ejemplo, en la religión cristiana el Diablo es el símbolo del mal absoluto en
la Divinidad, pero sería muy presuntuoso si usted concediera a su pensamiento
inferior o a su sentimiento inferior tan grande honor de llamarlo ¡el demonio
en persona! Eso sería más bien una explicación pomposa de sus inferioridades
–al tiempo que no podría decir que sus relativamente desarrolladas tres
funciones ¡fueran idénticas a la Trinidad! Tan pronto como usted lo presentara
así de bruscamente, vería qué ridícula es la idea, pero puede decir que existe
alguna conexión, puesto que el mal, la negatividad y la destructividad, se
conectan en el individuo con la función inferior. Como ejemplo práctico,
digamos que usted tiene una tendencia innata a intrigar, aún cuando rara vez
intrigará o su sombra intrigante rara vez interferirá con su función principal,
porque está tan bajo su control ético que no puede escabullirse allí; no
obstante se conecta muy fácilmente con la función inferior.
Puedo darle un
ejemplo de algo que me sucedió en una ocasión. Una persona intuitiva tenía que
enviarme una carta con algunas noticias muy agradables para mí, pero ella
estaba tan celosa que traspapeló aquella carta. Ahora bien, ¿su función
sensación inferior le hizo extraviar la carta con las buenas noticias para mí o
fue su intrigante y celosa sombra? ¡Fueron ambas! La celosa e intrigante sombra
la indujo, vía la función inferior. Usted nunca puede acosar a dicha persona;
solo puede decir, “Esa es su sensación inferior, ni lo mencionemos de nuevo”.
Pero es bastante típico que la sombra o el impulso negativo entre a hurtadillas
en la función inferior. Recuerdo el caso de un hombre, un tipo sentimiento,
quien estaba terriblemente celoso porque una mujer en quien estaba interesado,
tenía una tremenda transferencia con Jung, es decir, que el tipo sentimiento se
sintió despreciado por ella. Ella simplemente ni lo iba a mirar, y eso le
partió el corazón. Él no lo pudo superar durante mucho tiempo e incluso
escribió un libro contra la psicología Junguiana, lleno de errores y citas
equivocadas o falsas en el cual él propuso una así llamada mejor filosofía
–mucho mejor que la de Jung- nomina sunt odiosa. En el nivel del sentimiento
–su función superior- este hombre no podía hacer una cosa sucia; él no podía,
por ejemplo, atacar a Jung volviéndose ordinario porque su sentimiento era
demasiado diferenciado. Él vio muy claramente que Jung, quien no podía aliviar
la transferencia de esta mujer, no tenía nada que ver con ello, por ende su
sentimiento se mantuvo decente, pero su pensamiento inferior provocó la
motivación –la cual estaba celosamente podrida y nada más- y produjo la más
asombrosa basura, incluso al extremo de citar equivocadamente ciertas frases de
los libros de Jung. Él no era siquiera capaz de transcribir las citas en forma
adecuada porque había sido enceguecido y arrollado por un impulso sombrío. Los
impulsos sombríos destructivos, los celos, el odio etc., por lo general logran
una vía a la función inferior, porque ese es el punto débil, es decir, donde
nosotros no tenemos constante control de nosotros mismos, donde no somos
constantemente conscientes de las operaciones de nuestras acciones, de modo que
en esta esquina, cualquier tendencia negativa o destructiva ataca y allí se
podría decir que el demonio tiene que ver con la cuarta función, porque éste
llega a la gente a través de ella. En términos medievales podríamos decir que
el demonio quiere destruir a las personas y siempre tratará de llegar a usted
por medio de su función inferior. Ese es el problema de la cuarta puerta de su
cuarto donde los ángeles pueden entrar, ¡pero también los demonios! De esta
manera pienso que el problema de la Trinidad y del demonio como Jung explica en
su artículo “Una Aproximación Psicológica al Dogma de la Trinidad”, sí conecta
con la función problema pero usted no puede reducirlo a la función problema. La
función problema es una subdivisión, no la explicación del problema, pero
prácticamente en el caso individual, desde mi experiencia, está conectada de
este modo. Sin embargo, usted no podría llamar, por ejemplo, a una figura
arquetípica como la Virgen María o el demonio, una personificación de la
función inferior.
No obstante, el
problema de la cuarta función tiene de alguna manera, una dimensión arquetípica
religiosa, y la integración del cuarto elemento dentro de un sistema trinitario
ha ocupado las mentes de muchos alquimistas. Jung se ha expresado extensamente
sobre un notable texto de la Edad Media, el cual está comprometido con este
problema.3
Este texto
alquímico refleja, en forma proyectada, el problema de la cuarta función y una
manera de establecer una base media para este problema insoluble. Se llama el
“Tratado del Alquimista Aristóteles dirigido a Alejandro el Grande sobre la
Piedra Filosofal”. Es probablemente de origen árabe y fue traducido al latín.
Se da la siguiente receta:
Tome la
serpiente y colóquela en el carro con las cuatro ruedas y permítale retornar
tan frecuentemente a la tierra que todo el carro se hunda en las profundidades
del mar y no se deje nada visible sino solo el más negro mar muerto. Allí usted
debe dejar el carro con sus ruedas hasta que muchos vapores se eleven desde la
serpiente, que todo el llano afuera se seque y se vuelva completamente arenoso
y negro. Esta es la tierra que no es tierra, sino una piedra sin peso. Pero
cuando los vapores retornen en forma de lluvia, entonces usted puede extraer el
carro del agua sobre la seca tierra y en ese momento tendrá que poner sus
cuatro ruedas al carro.4
Esta es una
imagen muy extraña. Usted quita las ruedas del carro y las recarga sobre él. Es
interesante que se pueda encontrar esa misma imagen de manera completamente
independiente en el I Ching, donde se dice a veces que uno tiene que quitar las
ruedas del carruaje. Hasta donde yo sé, eso no puede tener ninguna conexión con
la alquimia de Occidente. Cuando usted ha puesto sus cuatro ruedas al carruaje,
puede si lo desea, “continuar hacia el Mar Rojo, corriendo sin correr,
moviéndose sin movimiento”. Jung luego comenta que la serpiente en la alquimia
es el símbolo de Mercurio, la prima materia, la materia con la cual se inicia
el proceso y en la que, además, se personifica una clase de espíritu natural
lleno de opuestos. Como se muestra en el artículo de Jung “El Espíritu
Mercurio”, se pensó de Mercurio como de una clase de espíritu de naturaleza
doble y ambigua. Este Mercurio serpiente está puesto aquí sobre un carruaje.
Las ruedas se interpretan en el texto como las ruedas de los elementos, y el
carruaje o el carro se denomina una tumba esférica, una tumba redonda o
sepulcro. Eso significa que el símil del carro representa la vasija alquímica
en la cual el espíritu del inconsciente está contenido. Jung dice que el
simbolismo describe brevemente las fases esenciales del opus: la serpiente de
Hermes, el aspecto frío de la naturaleza (es decir, el inconsciente), está
atrapada en la vasija redonda que está hecha de vidrio y la cual significa el
Cosmos tanto como el alma. Si se lo mira desde un punto de vista psicológico,
representaría la consciencia del mundo externo e interno. La colocación de las
ruedas en el carruaje indica una cesación de las cuatro funciones: uno las
retira hacia adentro, por así decirlo. La última transformación de estas cuatro
ruedas corresponde a la asimilación psicológica del proceso de integración
mediante la función trascendente. Esta función une los opuestos, que, como
demuestra la alquimia, están ordenados en un quaternio, si atañen a una
totalidad.
No hemos
resuelto el problema que esbocé en el diagrama de la página 23. Dije entonces
que el ego asimila su primera función y está durante un tiempo satisfecho con
aquella. Después de un tiempo asimila una segunda función consciente y vive
tranquilamente con eso –ha arrastrado ambas desde el inconsciente. Luego
arrastra una tercera en el plano de la consciencia la cual contiene las
actividades de la vida. Ahora tres funciones están asimiladas en el nivel
superior, civilizado, sobre el cual intentamos vivir normalmente. He dicho que
no se puede hacer subir la cuarta función a este nivel, no importa cuánto uno
lo intente. Por el contrario, si se intenta demasiado, la cuarta función lo
degradará a uno a un nivel completamente primitivo. Usted puede simplemente
descender de repente a un nivel animal inferior si quiere, y entonces vivir su
función inferior en una forma concreta sin haberla asimilado de ningún modo,
porque en tal caso usted pierde toda la estructura superior de su personalidad
antigua, todo aquello que ha desarrollado hasta entonces. Usted se olvida de
ella; no significa ya nada más para usted.
La cuarta
función es siempre el gran problema: si yo no la vivo, estoy frustrado y medio
muerto y todo es aburrido. Si la vivo, es en un nivel inferior tal que no puedo
hacerlo. La mayoría de las personas no tienen el coraje; otros lo tendrían pero
ven que no es una solución tampoco. Entonces, ¿qué hace usted? Este es el gran
problema, que por lo común llega bastante tarde en la vida, gracias a Dios,
porque solo llega realmente de una manera intensa cuando las otras tres
funciones han sido asimiladas, y en ese momento esta receta química tiene
lugar: a saber, el esfuerzo de asimilar la cuarta función introduciéndola en
una vasija esférica, es decir, dándole un marco de fantasía. Llega en el
momento en que uno solo puede armonizar, no viviendo la cuarta función de un
modo concreto externo o interno, sino dándole la posibilidad de una expresión
de fantasía, sea escribiendo o pintando o danzando, o en cualquier otra forma
de la imaginación activa.
Jung descubrió
que la imaginación activa era prácticamente la única posibilidad de asimilar la
cuarta función. Él descubrió que después de haber asimilado las tres funciones,
él no podía armonizar con su función inferior, y comenzó a jugar –dar a su
función inferior una expresión mediante el juego simbólico. Allí, en la
elección de los medios de la imaginación activa, por lo común se ve mejor cómo
la función inferior entra en juego. Por ejemplo, un tipo intuitivo por lo
general tendrá un deseo auténtico de fijar su imaginación activa con arcilla o
en piedra o haciéndola materialmente visible de alguna forma, quizás haciendo
construcciones. De otra manera, no será real y la función inferior no entrará
en juego. Siendo Jung un intuitivo, lo descubrió al principio por la necesidad
de construir pequeños castillos de arcilla y piedra, y vio que aquello era como
darse cuenta del problema constelado por la cuarta función. Danzar es una rara
forma de imaginación activa la cual he visto que practican usualmente las
personas en quienes el sentimiento es la cuarta función. Algunas veces los
tipos pensamiento, cuando tienen que asimilar su función sentimiento, tienen un
auténtico deseo de expresarlo danzando ciertos ritmos primitivos, de modo que
danzar, como una expresión de la imaginación activa es, hasta donde he visto, típico
de esa función inferior. El sentimiento inferior puede también expresarse en
pinturas muy vistosas, el color en general expresando fuertes humores de
sentimiento. Un tipo sensación imaginará misteriosas o salvajes historias,
fantásticas novelas en las cuales la intuición puede dominar. De manera que
podemos decir que cuando aparece la cuestión de cómo asimilar el problema
psicológico inconsciente fantaseando, la elección está por lo general
relacionada con la función inferior y usualmente es solo a través de la
imaginación activa que se puede establecer la ruta media por la cual, por
decirlo así, las tres funciones superiores se postran y la cuarta surge.
En ese momento
ya no existen cuatro funciones porque se transmite el propio sentimiento de
vida de uno a un centro interior, y las cuatro funciones permanecen solo como
instrumentos que pueden utilizarse a voluntad admitiéndolas y reprimiéndolas de
nuevo. El ego y su actividad consciente ya no son idénticos a ninguna de las
funciones; uno se mueve por fuera de ellas por completo, lo cual es lo que el
texto alquímico representa por medio de la colocación de las cuatro ruedas
sobre el carro. Hay una completa pausa en una especie de centro interior, y las
funciones ya no funcionan más hacia el mundo externo o interno; no hay ruedas
que giren. Se llega a un punto muerto de las cuatro funciones, y luego uno
puede sacarlas a voluntad, como por ejemplo, un aeroplano que puede bajar sus
ruedas para aterrizar y luego retirarlas de nuevo cuando tiene que volar. Esta
es realmente toda la esencia del proceso de individuación. Entonces las cuatro
funciones son como ruedas que han sido puestas en el carro pero que usted puede
colocar a voluntad de nuevo si desea usarlas. En ese momento el problema de las
funciones ya no es relevante; ellas se han vuelto simples instrumentos de una
consciencia que ya no está enraizada en ellas, o de una manera activa impulsada
dentro de las funciones, sino que tiene su base de operación en otra dimensión,
una dimensión que solo puede ser creada por el mundo de la imaginación. Es por
eso que Jung llama a esto la función trascendente. Fantasear este motivo
interno es a lo que él denomina la función trascendente; ello crea los símbolos
de unidad. Esto coincide extrañamente con el simbolismo alquímico, el cual
siempre habla del problema de los cuatro elementos –agua, fuego, aire y tierra-
que están, como en nuestro texto, representados como ruedas que tienen que ser
integradas. Después está la quinta esencia, que no es otro elemento sino que es,
por decirlo así, la esencia de las cuatro y ninguna de las cuatro; es el cuatro
en uno y no el cuatro. Allí se tiene la misma idea: en el cuatro llega una
quinta cosa que no es el cuatro sino que es algo más allá de ellos y se compone
de todos ellos. Eso es lo que los alquimistas llamaron la quinta esencia, la
quinta essentia o la piedra filosofal. Significa un núcleo consolidado de la
personalidad el cual ya no es idéntico o no está identificado con ninguna de
las funciones. Aquí se sale, dijéramos, de la identificación con la propia
consciencia y con el propio inconsciente, y se habita o se intenta habitar en
este plano medio en el cual las cuatro están integradas. Desde entonces, como
dice el texto, uno se mueve sin movimiento, corre sin correr (currens sine
cursu, movens sine motu) y luego comienza otra clase de desarrollo, porque en
la alquimia, así como en el desarrollo de la personalidad, este problema de las
cuatro funciones es solo el primer paso –es bastante difícil ¡lograr incluso
hasta eso!
Lo que nosotros
llamamos imaginación activa es diferente de lo que por lo común se usa en otros
sistemas terapéuticos donde usted les permite a las personas simplemente
fantasear. Se trata de fantasear con la consciencia del ego adoptando su punto
de vista. Usted puede llamar a esta quinta cosa el impulso hacia la
individuación. Cuando éste es todavía inconsciente, es simplemente ese impulso
hacia la individuación, ese elemento de constante descontento y desasosiego que
machaca a las personas hasta que alcanzan un nivel superior una y otra vez en
la vida. El principium individuationis es idéntico a la función trascendente,
pero en la forma especial de la psicología Junguiana no se le permite
simplemente morderlo a uno hasta que se tenga que dar el paso siguiente, sino
que uno se vuelve hacia él directamente e intenta darle forma expresándolo por
medio de la imaginación activa. Y eso, en cierta forma, conduce luego a una
evolución que trasciende el problema de las cuatro funciones, de manera que la
batalla constante de las cuatro funciones llega a un reposo.
Con su núcleo
interno de consciencia usted se queda en la posición media y ya no se
identifica más con lo que sucede en los planos superiores o inferiores. Usted
se queda dentro de su imaginación activa, por decirlo así, y tiene la sensación
de que aquella es donde su proceso de vida continúa, o donde verdaderamente
tiene lugar; el resto son ilustraciones de lo mismo. Por ejemplo, en el plano
uno usted con frecuencia nota los eventos sincronísticos que suceden, y en el
otro están los sueños, pero usted mantiene su consciencia dirigida hacia los
eventos que suceden en el plano medio, es decir, en los eventos que se
desenvuelven dentro de su imaginación activa, el propósito con el cual usted se
mueve a lo largo de la vida. Los otros planos todavía existen para usted, pero
usted no está centrado en ellos.
La totalidad
constituye el centro de la consciencia y las partes que uno puede visitar a
voluntad, pero ellas ya no son esenciales. En realidad, cuando usted habla a
las personas que todavía no han hecho esto, usted siente que ellos son
idénticos a una función: un minuto ellos hablan de los pensamientos y tienen
razón en lo que piensan, o le hablan acerca de los sueños y están en lo cierto,
no son ajenos a ellos. Su ego –el flujo de la vida- es absolutamente idéntico a
una de sus funciones. Por el contrario, cuando el otro proceso ha ocurrido, la
parte central de la personalidad ha salido de las funciones. Todavía se puede
pensar o sentir a voluntad, de acuerdo a los requerimientos de la situación,
pero su consciencia de sí mismo ya no es idéntica a la función. El centro de
gravedad se desplaza desde del ego y su marcha funcional a una posición
intermedia, en atención a las insinuaciones del Sí Mismo.
Para la
comprensión de las cuatro funciones, Jung ha creado un instrumento por medio
del cual gran cantidad de riñas innecesarias y de incomprensiones pueden
suprimirse. Es especialmente útil para apaciguar riñas maritales. Lo que queda
como una tarea para las generaciones futuras es aplicarlo a los grupos étnicos.
Estos también están con frecuencia reglamentados por una función: por ejemplo,
los irlandeses por la intuición, los británicos por la sensación, los alemanes
por el pensamiento y los franceses por el sentimiento. En consecuencia, existe
mucho más por investigar en el futuro.
NOTAS
1. C. G. Jung, Psychological Types, CW
6 (1971).
2.
Ibíd.,
paras. 628ss.
3.
C. G.
Jung, Mysterium Coniunctionis, CW 14 (1963), paras. 260ss.
4.
4.
Ibíd., para. 260.
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