sábado, 1 de septiembre de 2012

... Vírgenes negras....


Si algo llama la atención de Nuestra Señora de las Cruces es el color de su rostro, del niño y las manos, es decir “la piel” de la Sagrada Imagen. Y es que nuestra virgen se trata de una talla de las clasificadas vírgenes negras.
En este apartado vamos a intentar ofrecer información sobre el rico simbolismo y misterio que tienen todas las estatuas de esta denominación. Para ello se presenta una información que es un resumen de lo mucho que han dicho los especialistas acerca de este tema.
Los investigadores han estudiado muchas tallas de la multitud de las que existen y que son veneradas en catedrales y santuarios de Europa, sobre todo de Francia y España.
La tez oscura de la virgen motiva perplejidad y un gran enigma sobre el significado que pueda tener el moreno color de la madre de Dios, un simbolismo que tendrá que ver los esoteristas medievales que recogieron el legado de las diosas prehistóricas y de sus sucesoras paganas, Isis, Belisana o Artemisa.
Comenzaremos hablando de el simbolismo del color negro; éste presenta dos aspectos opuestos, como le sucede a muchos simbolismos: un aspecto benéfico y otro maléfico. Este último, que es el más habitualmente considerado, evoca en el orden material la noche y las tinieblas opuestas a la luz del día, junto con sus peligros; en el orden psicológico, la ignorancia, la ceguera, la pesadez y la materialidad; y en el orden del espíritu, finalmente, la negación de la luz y de la inteligencia espiritual, incluso el satanismo. En su aspecto benéfico, por el contrario, el color negro simboliza el misterio, lo inexpresable, lo indecible, la interioridad y particularmente el Conocimiento.
No hace falta decir que el color de las representaciones negras de la Virgen ha de entenderse en este segundo aspecto, y enseguida comprobaremos que el negro nos lleva a tres bloques de estudio e hipótesis.
Comenzaremos en primer lugar, el carácter ctónico de María asimilada a la tierra: porque el negro evoca la tierra, su superficie, que la mayoría de las veces es oscura, pero más todavía su interior, su profundidad misteriosa, que aflora en grutas y cavernas, esos lugares privilegiados de las manifestaciones de la Virgen , y en sus sustitutos rituales, las criptas. Estos lugares evocan el «seno» de la tierra, en el que la vida se elabora en lo «negro», que nos remite así inmediatamente al seno materno. El seno materno está en relación con todo el misterio de la vida, y la gestación del trigo en la tierra es imagen de la del embrión en el vientre de la madre. Por eso el negro de la tierra, como el de las aguas profundas, tiene dos sentidos: el color visible de su interioridad y el misterio de la gestación oculta de la vida. y tal vez habría que recordar aquí, a propósito del color negro, la relación de la tierra con la luna, porque hay una «luna negra» durante los períodos oscuros del astro en los que actúa sobre las gestaciones, y hemos dicho que, por esta razón, las entidades divinas de tipo ctónico son también entidades lunares, como Artemisa-Diana.
En el mismo orden de ideas, puede mencionarse también el «sol negro», nombre que se daba antaño al solsticio de invierno. El «sol negro» es el sol de Navidad, el sol, si puede decirse así, de la noche de Navidad, pues tradicionalmente la Virgen dio a luz a Jesús a la hora de «medianoche», en la «gruta» de Belén, como canta el Ofertorio de la misa en la octava de la festividad:
«Mientras un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche alcanzaba la mitad de su curso, desde lo alto de los Cielos Tu Palabra omnipotente, Señor, se lanzó desde el trono real».
Continuaremos en segundo lugar con la relación existente entre las Vírgenes negras y las piedras negras adoradas en muchos lugares del planeta.
Las piedras negras, que no son otra cosa que rocas meteóricas, fueron conservadas por multitud de civilizaciones debido a la fama que tenían de poseer poderes divinos, así los romanos las requisaron en los países conquistados para venerarlas todas juntas en un templo construido para ello.
Esta veneración por las piedras negras celestes llegó hasta la Edad Media. El ejemplar más famoso, puesto que su culto persiste hasta nuestros días, es el de la negra roca basáltica conservada en el valle de Arabia donde se le adora en el templo llamado Kaaba. Cuando los musulmanes conquistaron La Meca en el año 683 y se apoderaron del templo la Kaaba , destruyeron 360 ídolos que se encontraban en su interior, pero respetaron, sin embargo la mencionada piedra negra.
Resumiendo, tal respeto a la piedras negras es por el simbolismo que las une al origen de la Vida y su renovación cíclica, por construir la plasmación material del estado espiritual. El mundo comenzó a existir cuando Dios cogió la Piedra de Fundación y la lanzó al abismo de las posibilidades, y asi se construyó el mundo sobre ella.
Por lo tanto, las Vírgenes negras tienen ese color evocando el color de esas piedras “mágicas” que representan el comienzo del universo. Así mismo la Virgen Maria es el comienzo de la vida de Jesucristo, salvador espiritual de las personas.
Finalizaremos en tercer lugar con el carácter espiritual de Maria que nos lleva directamente a considerar el culto rendido a la Virgen negra por parte del mundo de la alquimia.
Las Vírgenes negras se encontraban en las criptas de las Catedrales, lugares donde los alquimistas encontraban la representación de la materia con la que debían trabajar.
Antes de continuar, hay que recordar que la perspectiva intelectual de las épocas en las que se practicaba la alquimia, no era otra que la de intentar purificar al sujeto y convertirlo en la Gran Obra que tenia que ser por la salvación de Jesucristo.
Para comprender bien lo que quieren decir los autores herméticos cuando plantean esta especie de ecuación: Virgen negra = tierra del alquimista, conviene recordar todo lo que hemos dicho anteriormente sobre los tres niveles en los que se sitúa el simbolismo de la tierra aplicado a la virgen: el nivel metafísico, en el que la palabra remite a la materia prima o Prakriti; el nivel cosmológico, en el que remite a la sustancia del cosmos; y finalmente el nivel propiamente material, en el que designa la tierra mineral. Si tantos textos religiosos han juzgado conveniente cantar a María con este símbolo, ¿no es porque es una imagen particularmente expresiva de que ella que es la Madre ? La Virgen María «es» la tierra, en el sentido de que encarna, por haberla realizado en sí misma, la Sustancia universal y, así, es la «Reina del Mundo» o, para emplear los términos de Villon, la «Regente terrena».
La Virgen negra nos enseña que «bajo tierra», como en una cripta, está escondida «la luz mineral», en lo más profundo de un «cuerpo despreciado», dicen los alquimistas al hablar de la «materia lejana» de la Obra. «Despreciado» pero no despreciable, lo que nos sugiere las palabras del Cantar de los Cantares que la Edad Media aplicó a la Virgen negra: Nigra sum sed formosa, «Negra soy, pero hermosa». Porque si bien la tierra, nuestra tierra, situada en el punto inferior del cosmos, puede por ello aparecer desde cierto punto de vista como un «elemento» poco glorioso, el menos glorioso de los cuatro, es ella sin embargo quien, por otro lado, encierra las energías vitales, salidas de la luz celeste, que hacen surgir toda la naturaleza vegetal. En la oscuridad, la estatua negra nos enseña que, en lo profundo de su cuerpo, se esconde la Luz del mundo; por eso algunas de esas estatuas llevan en el vientre un sol radiante.
En suma, la Virgen negra, en la perspectiva alquímica , es el prototipo al que debe conformarse el alma del individuo; el alma tiene que volverse «virgen negra», tiene que volverse «humilde tierra», es decir, «aniquilarse» en la perfecta humildad para alcanzar el estado de materia prima , de materia virgen apta para recibir el influyo del Espíritu. El hombre sólo puede hacerlo con ayuda de María, y por eso los alquimistas le atribuyeron ese papel. Ella es realmente la Virgo paritura , la que da a luz a la «piedra» igual que da a luz a Cristo; es decir, da a luz al alma. Y los alquimistas no son los únicos que lo comprendieron; también el pueblo cristiano ha sentido –en menor grado sin duda– que la Virgen negra es la Virgen iniciadora que hace morir y resucitar mediante la luz. Su color negro significa que la Virgen atraviesa el negro por el hombre y así lo hace pasar a la Luz.
En la actualidad, nosotros apenas pensamos ya en términos alegóricos y no estamos introducidos en el mundo de los símbolos. Pero como vemos nos encontramos con que muchas de las imágenes que adoramos o alrededor de la cual nos reunimos para celebrar actos religiosos, están llenos de un gran simbolismo, que aun no queda muy claro en estos momentos.
Nos podemos quedar, si acaso, con que, el papel de las imágenes negras de María tienen que llevar al devoto que la contemple ha transmutarse; en distintos grados y cada cual según sus posibilidades. Porque huelga decir que no pretendemos que todos alcanzasen con ello la perfecta «pobreza de espíritu»; incluso hay que decir que sólo eran una pequeña minoría lo que lo conseguían. Pero todos, repetimos, encontraron allí, al menos si tenían voluntad recta, un medio de operara un cambio en su vida. Precisemos bien, por lo demás, que tampoco pretendemos que las estatuas o las imágenes negras de la Virgen fuesen las únicas que cumpliesen tal función, lo cual sería ridículo; lo que decimos es simplemente que la imagen negra, tal vez a causa de la fascinación, era más particularmente apropiada para provocar en el alma del fiel un choque adecuado para hacerle operar un regreso. 
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este articulo fue tomado de http://www.virgendelascruces.org/LVN.htm

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