ML von Franz
LA ALQUIMIA GRECO-ÁRABE
La última vez terminamos
mientras hablábamos de un pasaje muy oscuro en el texto de Olimpiodoro. La
cita mencionada decía que se ha de tomar la Chrysokolla, la piedra de oro, a la
que se llamaba el macho, junto con el hombre amasado, lo que evidentemente se
refiere a Adán, que fue amasado o moldeado en barro. Así pues, hay una referencia
indirecta a Adán en el Paraíso, lo que quedaría confirmado por el hecho de que Olimpiodoro
sabía de la existencia de Zósimo. Como ustedes saben, en Psicología y alquimia hay
una referencia a un texto de Zósimo que se refiere a Adán diciendo que fue
creado en el Paraíso a partir de los cuatro elementos, y después cayó en el
mundo. La tarea de la alquimia, para Zósimo, consiste en volver a unir las chispas de luz
de Adán y llevarlo de vuelta al Paraíso. Olimpiodoro, que vivió
doscientos años más tarde, conocía este texto de Zósimo, de modo que es evidente
que aquí se refiere a la reconstrucción de Adán, a la restauración del Adán
caído, que vive como una chispa de luz en cada ser humano, en el ámbito celestial.
Por consiguiente nuestro texto es una variación sobre la idea de que en el
fondo de la materia está, en una forma extensa o disuelta, o en la figura
cósmica de un ser humano, Adán, el primer hombre, llamado con diferentes
nombres, que ha de ser liberado o redimido de la materia.
Los remito a
ustedes a la parte de Psicología y alquimia que se refiere al Adán caído,
al anima caída u hombre, donde Jung menciona diferentes textos que muestran que
esto es un reflejo del proceso de proyección. Recordarán ustedes que dice que
el mito de un ángel, o de Adán, o de la figura de un anima cósmica que cae en
la materia, representa el momento en que esta figura es proyectada en la
materia, lo que significa que las teorías así, que provienen del inconsciente,
en alquimia aportan la idea de que de pronto se busca conscientemente el
símbolo del Sí mismo en la materia. Esto es sin duda lo que sucede con nuestro
texto anterior, el referente al ritual funerario de Osiris y a todos los
rituales funerarios, en el sentido egipcio del término. La búsqueda de la inmortalidad
era de hecho la búsqueda de una esencia incorruptible en el hombre, capaz de
sobrevivir a la muerte, de una parte esencial del ser humano que pudiera ser
preservada. Lo mismo vale para esos poderes desconocidos que también
guían la vida humana. Esta búsqueda se continuó prácticamente hasta el siglo XVII
con todas las teorías posteriores del elixir dela vida, el pharmakon de la vida
y otras. Si se lo traduce en términos psicológicos modernos, algo
inmortal que haya de sobrevivir a la vida podría ser expresado como un aspecto
del Sí mismo, la búsqueda de aquello que hay en el hombre de más
grande, incorruptible y esencial. La parte siguiente del texto se ocupa de la
extracción del oro por obra de las hormigas del territorio etíope. El trasfondo
de esto es el mito de los arimaspianos [en la mitología grecorromana, raza de
hombres con un solo ojo que vivían en constante lucha con los grifos, en el
intento de arrebatarles el oro del cual estos últimos eran guardianes] de la
India, porque ambos países —la India y Etiopía— cargaban por aquel
entonces con la proyección de ser no sólo los países donde sucedían milagros,
sino también aquellos donde la piedad era más notoria. En los últimos escritos
griegos de la época de Alejandro hay muchas cartas apócrifas de Alejandro Magno
a su madre, Olimpia, donde le habla de la India y le cuenta que allí los
brahmanes andan desnudos y que son los hombres más sabios de la tierra y los
más piadosos. Esta misma idea fue proyectada también sobre Etiopía. En las
últimas novelas e informes geográficos escritos en griego se dice siempre que las gentes
negras de Etiopía son las más próximas a Dios y que constituyen el pueblo más
piadoso del mundo. También se puede decir que los griegos, a lo largo
de su evolución intelectual, perdieron cierto aspecto de la religión primitiva:
esa actitud religiosa primitiva e inmediata que, en la medida en que alcanzamos
a ver, es común a todas las civilizaciones primitivas. Un estudio de las
civilizaciones primitivas demuestra que su actitud religiosa hacia la vida es
algo completamente evidente sin más. La religión no era algo aparte de la
cotidianeidad de la vida profana, sino la base, por sí misma evidente, de todo
lo que se hacía, creía y decía. En su estado primitivo, el hombre es naturalmente
religioso y su religión traspasa toda su naturaleza y la totalidad de
sus actividades. A partir de este estado, la civilización griega había ido
evolucionando, pasando por la filosofía presocrática y por la sofística,
siguiendo las diversas evoluciones de la filosofía griega. En Grecia, quizá por
primera vez, las capas altas de una sociedad cultivada habían ido apartándose
de la actitud religiosa primitiva que a partir de entonces se proyectó
primero sobre los indios y los etíopes, y más adelante, de acuerdo con la
literatura griega de épocas posteriores, sobre los egipcios y otros
pueblos afines, a quienes se consideró entonces los más elevados y
más próximos a Dios, y era en su ámbito, según dice nuestro texto, donde
se habría de encontrar el misterio alquímico. Retornar a la actitud primitiva y
evidente hacia la vida es el requisito previo a la experiencia del Sí mismo,
que no puede ser hallado por mediación de la mente consciente ni con la parte
evolucionada de la personalidad, sino que exige primero el retorno a aquella
primitiva actitud humana. El texto prosigue: «Póngase entonces a la esposa, o la
mujer del vapor con el oro que extraen las hormigas, hasta que salga la amarga
agua divina.» De modo que tenemos aquí el motivo de una coniunctio.
Se toma el oro que se ha
extraído de la tierra etíope (la sustancia masculina), y se lo pone con una
sustancia femenina a la que se denomina la mujer del vaho o el vapor.
Pregunta: La actitud religiosa
primitiva, ¿tendría algo que ver con la participation mystique?
M. L. von Franz: Sí, es algo que
tiene todos los síntomas de la religión primitiva, es decir,
la participation mystique: la observación de los acontecimientos
sincrónicos, la observación de los signos, el no actuar sin haber observado
primero los síntomas y signos internos y externos, o —tal como se lo ha
definido— la constante y cuidadosa atención puesta en los factores desconocidos.
De acuerdo con tal definición, la religión significa no actuar jamás
exclusivamente en función del razonamiento consciente, sino prestando
una atención constante a los factores desconocidos que participan teniéndolos
siempre en cuenta. Por ejemplo, si alguien sugiere que nos vayamos a tomar un
café después de la conferencia, si en lo único que pienso es en que tengo tiempo,
porque hasta las 12:30 no almuerzo, eso sería una razonamiento consciente, que
naturalmente es también correcto, pero si soy una persona religiosa me detendré
un momento a pensar, e intentaré percibir si siento que está bien hacer lo
sugerido o si tengo una sensación instintiva de rechazo, o si en ese momento se
cierra de golpe una ventana o si doy un tropezón, porque entonces es
probable que no vaya. Uno puede reírse de eso y considerarlo superstición, y
naturalmente en ese nivel no es diferente de la superstición, pero no se trata
solamente de algo mecánico como la idea de que si se nos cruza en el camino un gato
negro más vale volvernos atrás, sino más bien de que todo el tiempo deberíamos
concentrarnos en el intento de recibir alguna señal de Sí mismo o de
nuestro propio interior. En la filosofía china es el equivalente
de prestar atención constante al Tao, a si lo que en este momento estoy
haciendo está bien, si está en el Tao. Naturalmente, hay también
discusiones personales, uno debate los pros y los contras, pero vivir de manera
religiosa significaría estar constantemente en estado de alerta para
percibir aquellos poderes ignotos que también guían nuestra propia vida. Si no
recibo ninguna indicación contraria, puedo decidir que me tomaré el
café, puesto que tengo tiempo o porque me apetece. El sonido de una
campana no es siempre una advertencia; pero si lo es y la desoímos,
entonces algo anda mal. La actitud religiosa primitiva implica que
constantemente se tengan en consideración estos poderes. Si no me llega una
indicación en contrario, puedo decidir que me tomaré el café, porque tengo
tiempo o porque me apetece. No siempre nos suena un timbre de advertencia,
pero, si suena y uno no le hace caso, entonces algo anda mal. Las actitudes
religiosa y primitiva implican una consideración constante de
estos poderes. Cuando Jung estuvo en África, el guía de su safari era un
musulmán, creo que un chiíta. Todas las mañanas, durante el desayuno, todos los
porteadores negros comentaban sus sueños, tras lo cual el líder del grupo iba a
decir a Jung si ese día seguirían avanzando o no. Jung comprobó que cuando
decían que no continuaban, el aspecto general de los sueños no había sido
favorable, de modo que probablemente sintieran que tenían que esperar un día
más antes de seguir. Jung aceptaba aquellas decisiones e incluso se las
arreglaba para dejarse arrastrar a participar en el comentario de los
sueños, y los hombres se quedaron muy impresionados al descubrir que él se
interesaba por los sueños y sabía algo de ellos, y que incluso podía
interpretarlos mejor, como si pudiera observar lo que estaba sucediendo. Pero
un inglés que algunas semanas después fue al mismo lugar hizo, naturalmente, lo
que hacen la mayoría de los blancos: acusó a los hombres de haraganes e
insistió en que tenían que llegar a destino en cinco días, quiso imponerse por
la fuerza y resultó muerto.
Esta anécdota ejemplifica una
actitud de cuidadosa consideración de todos los aspectos irracionales. Los nativos
actuaban de aquella manera porque podría haber un día de temporal, o podían
encontrarse con un rinoceronte y sufrir un ataque, o tropezar con otro imprevisto.
En la naturaleza uno se enfrenta constantemente con cosas así, y nuestro
inconsciente lo sabe, y cuando se vive en plena naturaleza prestar atención a esos
factores es esencial para la supervivencia. Los animales siempre captan señales
de los terremotos y otros peligros, las reciben instintivamente, y si
prestamos atención nosotros también las recibimos en nuestros sueños, y por eso
aquellos nativos, mostrando una adaptación muy razonable, prestaban atención a
sus sueños todas las mañanas. El otro día tuve un ejemplo de algo semejante cuando
estaba en mi casa de vacaciones. Era evidente que por la parte alta del lago se
acercaba una tormenta. Por supuesto, yo no sabía que fuera a granizar, pero
de pronto mi perra enderezó las orejas, se precipitó dentro de la casa, se
fue al piso alto y escondió la cabeza en mi cama. Yo fui corriendo tras ella a
ver por qué hacía todo aquello, ¡y en ese momento se desató el granizo! Son
advertencias que los animales reciben como por telepatía. Pero en
realidad, telepatía sólo significa tener conocimiento de algo que está lejos,
y eso no explica nada, porque telepatía no es más que una palabra. Lo único que
sabemos es que en el funcionamiento inconsciente e instintivo de los animales
superiores, incluido el hombre, hay una percatación sobrenatural, o mejor dicho
sobrerracional, de cosas sobre las cuales no podríamos tener conocimiento
racional, y que por consiguiente es útil, saludable y muy importante prestarles
atención. Parece que tales impulsos no sólo sirven a la supervivencia
de animales y humanos, sino que tienen una extensión mayor, la de
estar al servicio de una evolución y una madurez superiores, y del bienestar
psicológico de la persona, y por eso los consideramos como el inconsciente
en su aspecto de preservación y de curación. En nuestra definición, y en su
forma más básica, la religión sería simplemente una atención en estado de constante
alerta dirigida hacia estos hechos, en vez de regir y decidir uno su
vida mediante una decisión racional consciente y razonando sobre los pros y los
contras. Por lo tanto, en las sociedades primitivas la religión impregna toda
la vida cotidiana. Antes de que los primitivos salgan a cazar se celebra el
ritual de la caza, y si durante la celebración se produce un accidente, pues no
salen. No hay en ello nada de místico, trascendente ni especial; la actitud
religiosa básica se vincula con la idea de supervivencia, y por ende ser religioso
es una ventaja inmediata, porque asegura la supervivencia. Cuando nos vemos
enfrentados con el fenómeno de la neurosis, cuando la gente se atasca en sus
dificultades, intentamos descubrir qué es lo que tiene que decir el
inconsciente, y lo primero es guiar a los analizandos a prestar más atención a
sus instintos,
tras los cuales está la totalidad del fenómeno de la experiencia religiosa y el
insight religioso. Jung, por cierto, empezó como todos los médicos
—basándose además en su contacto con Freud— con la idea de ayudar a la gente a
volverse más instintiva, para que así pudiera ser más sana, pero después descubrió
que por detrás del instinto estaba también la religión, o que esta última era algo
instintivo y completamente natural, porque el hombre sencillo es hombre
religioso. Por lo tanto hay que volver al hombre interior, natural e inmediato,
y a una actitud religiosa, porque no podemos tener ninguna de estas cosas sin
la otra.
Pregunta: La palabra religión,
¿proviene de religare o de religere?
M. L. von Franz: Respecto de ese
punto se ha planteado una discusión etimológica. Naturalmente, religare y
religere tienen la misma raíz, legere, recoger. Originariamente se refería a
recoger o recolectar leña, pero legere, leer, tiene otra connotación: la
de «recoger» «ir reuniendo» las letras una por una; así es como lee la gente al
comienzo, y como aprenden todavía los niños.
Religare ha sido aceptada como
la interpretación oficial desde la época de san Agustín, basándose en la reflexión
teológica de que significa ligar, volver a ligarlo a uno con Dios. San Agustín
decía que el hombre había sido separado de Dios por el pecado original y que la
tarea de la religión era volver a establecer la ligazón. Ésta no es,
sin duda, una interpretación científica, pero es muy interesante, y refleja
bien cuál es la idea cristiana de la religión. Los etimólogos
modernos piensan que es probable que provenga de la palabra religere, que
querría decir «consideración cuidadosa», un significado que yo he
ampliado considerándolo, por ejemplo, como un estar alerta a los factores
irracionales, pero estos elementos no están en la palabra misma, que significa
simplemente consideración cuidadosa. El «re» indica «hacia atrás», es decir que
significa que uno mira hacia atrás para descubrir si lo que está detrás también
viene o si es dudoso. Uno tiene que estar siempre alerta y asegurarse de qué es
lo que tienen que decir las otras fuerzas acerca de nuestra vida.
Pregunta: ¿Se podría decir que
no es más que superstición?
M. L. von Franz: ¡No! La
superstición sería la mecanización de esta actitud. Por lo general se piensa en
superstición cuando uno toca madera o cuando dice que ver un gato negro
significa mala suerte, o que ver una araña por la mañana es mal signo y
deprime. Todo eso puede ser verdad, pero si se lo aplica mecánicamente, si los
signos se codifican en vez de considerarlos con cuidado, entonces empieza la
superstición. Una araña significa hilar, hilar fantasías. La superstición es que
la araña por la mañana significa mala suerte, y buena suerte por la noche.
Evidentemente, eso quiere decir en realidad que si por la mañana uno está
«flojo» y con sueño, se levanta tarde y se queda sentado a medio vestir,
pensando en sus problemas neuróticos, eso sería la araña de la mañana, que
seguramente trae mala suerte. Pero si después de trabajar todo el día uno enciende
un cigarrillo y se sienta frente a su casa, como hacen los campesinos, a dejar
volar la fantasía, o a filosofar sobre la vida, está perfectamente bien, es
una buenísima manera de prepararse para dormir. Por lo tanto la araña al
anochecer es propicia, y probablemente ése haya sido el significado original de
esta difundida superstición. La araña es un símbolo negativo de la madre,
es la Maya [la gran ilusión cósmica] y cosas semejantes. Cuando aparece
al anochecer, o al anochecer de la vida, está muy bien, pero es muy malo empezar
el día con ella. Sería entretenido si alguno de nosotros escribiera una tesis
sobre las supersticiones más comunes y su significado simbólico. Sería
sumamente interesante, y se lo propongo como tema a cualquiera que no sepa sobre
qué escribir; tomar algunas de las supersticiones comunes y analizarlas, porque
son muy ricas en significados. Lo único que es superstición en el mal sentido de
la palabra es su aplicación mecánica, que no es más que un hábito estúpido y no
tiene nada que ver con la actitud religiosa. Ahora bien, en nuestro texto, con
la sustancia masculina se pone a la esposa de vapor, o la mujer que consiste en
un vapor o un vaho, hasta que sale el agua amarga. Esta es la conjunción de lo
masculino y lo femenino, y el hijo es el agua divina. A la esposa se la
caracteriza como un vaho. Otros textos muestran que en general al vaho o al vapor
se lo considera como la psique de la materia. ¡Todavía hasta 1910 en el
servicio militar suizo se solía dar un breve curso de medicina general, y un
maestro decía que el cerebro era como un tazón de macarrones, y que el vapor
que salía era el alma! ¡Aquel hombre se ajustaba al antiguo modelo alquímico!
Se podría decir que aquella fantasía se remontaba dos mil años, porque en los
viejos textos de alquimia la idea de un vapor o un vaho connotaba siempre la
idea de la psique, de la materia sublimada, de un cuerpo sutil, algo sólo a
medias material. En los informes parapsicológicos, si aparece un espíritu
siempre hay primero algo como un vapor o una niebla, de modo que se puede decir
que una de las ideas más arquetípicas es la de que la psique tiene que ver con
la cualidad de un vapor o un vaho, lo cual expresa la idea de que es algo que
de alguna manera se relaciona con la materia sólida, aunque no coincida con
ella. Es probable que en esto intervenga cierto factor del anima, porque el
texto debe de haber sido escrito por un hombre. Después de la unión de la
sustancia masculina con el vapor venía la divina agua amarga. La
palabra «divina» en griego estbeios, que también significa azufre, de modo
que se lo puede traducir como el agua divina, que es la traducción oficial
generalmente aceptada, o como un agua sulfurosa, ya que al azufre se lo consideraba
una sustancia divina. Es el agua, o el líquido, dela sustancia divina. El
agua en general, incluyendo la orina, recibe la proyección del
conocimiento. En el simbolismo de la Iglesia medieval se hablaba del aqua
doctrinae, y en el dialecto suizo, si alguien sale con un montón de galimatías
sin sentido, decimos que está orinando. Con mucha frecuencia, los trastornos
psicógenos del riñón tiene relación con el hecho de que la gente esté llenándose
de esa agua mala, porque no tiene la actitud correcta o la verdadera conexión
con el conocimiento; simplemente charla mucho de cosas que no tiene bien digeridas,
y eso es como orinar. Por eso se puede decir que el agua tiene que ver con el
conocimiento extraído del inconsciente, del que tanto es posible abusar
como usarlo en forma positiva. En la alquimia el agua podía ser tanto el gran
factor que sana como el que envenena y destruye. Generalmente interpretamos el
agua como el inconsciente, y diferenciamos su significado específico de acuerdo
con el contexto. Si en el sueño de un paciente el agua sube, o si hay una gran
inundación, le diríamos que tuviera cuidado, porque el inconsciente lo está
abrumando; allí el agua sería negativa, pero en cambio, si
uno está en el desierto y tiene sed, el agua es agua de vida. Cristo es
el manantial de vida, y hay varios símiles que quizás ustedes conocen. En todas
las religiones el agua es la sustancia vital, y esto se reduce al hecho de que
la extractio del anima, o ese conocimiento ácueo, es lo que tiene lugar en la
interpretación de una situación psicológica o de un sueño. Si alguien viene con
un problema, en vez de discutir con esa persona nos fijamos en el sueño
que se refiera a la situación; quizá se lo pueda interpretar de una manera que
vivifique a la otra persona y le dé un sentimiento de esperanza y la sensación
de que el problema tiene un significado oculto, aunque tal tez todavía no esté
claro. En un caso así, el conocimiento obtenido desde el inconsciente tiene la
cualidad del agua de vida, porque esa persona, por así decirlo, ha bebido del
agua de vida y se irá con la sensación de que ahora algo está fluyendo y el
período de estancamiento ha pasado. Entonces sigue habiendo cierta tensión
hasta la próxima hora analítica, porque el analizando se pregunta cómo
continuará la aventura interior hasta hacer que la vida arranque de nuevo y una
vez más vuelva a fluir. Por otra parte, todos hemos visto personas anegadas en
el inconsciente, casos esquizoides o fronterizos, o gente que pasa por un
episodio psicótico y que expresa el conocimiento del inconsciente. Sentados en
la cama, o en su celda del asilo, hablan de la creación del mundo o de lo que
es Dios y de lo que ha de hacerse para salvar al mundo, diciendo que todos
los médicos del asilo son unos tontos y que ellos mismos son los que saben, y
así en ese estilo. Eso es conocimiento del inconsciente; es agua, y está
incluso lleno de sabiduría, pero el que habla tiene la cabeza debajo del
agua, y el conocimiento es el que tiene a la persona, no ésta el conocimiento. Esa
pobre persona está literalmente ahogada en la sabiduría del inconsciente, y no
quiere salir porque siente que se ahoga en algo muy bueno y maravilloso, y por
eso la mayoría de ellos se niegan a curarse. Si se lo ve desde un punto de
vista razonable, este estado es malísimo, porque estas gentes llegan a un grado
tal de inadaptación que hay que mantenerlas en confinamiento. Tienen demasiada
agua de vida, aunque lo que dicen no es disparatado. Si uno tiene el suficiente
conocimiento simbólico, se puede entender del principio al fin lo que dice
un psicótico, tal como si fuera el habla normal. En nuestro texto tenemos la
situación normal, es decir que el agua divina ha de ser producida como resultado
de la coniunctio, que en términos psicológicos sería lo que hacemos todos los
días. Unimos nuestra actitud consciente con el inconsciente, por ejemplo, cuando
interpretamos sueños. De ese modo alcanzamos ese conocimiento vivificante, la
sensación de entender, y eso sería el agua. Pero aquí se dice que el agua es
amarga. ¿Por qué?
Respuesta: Porque es la verdad.
M. L. von Franz: ¡Sí,
naturalmente! Muchas veces no tenemos una reacción muy feliz, sino todo lo contrario,
porque con frecuencia la verdad que proviene del inconsciente es muy amarga.
Es una píldora difícil de tragar porque contiene críticas muy obvias de nuestras
actitudes, y esta experiencia es amarga. Eso explica además la resistencia
contra la psicología, porque hay muchas personas que no quieren tomar píldoras amargas.
Tienen la vaga sensación de que andan muy despistadas, y de que sólo podrían
recuperar la salud si se avienen a tragar ciertas críticas; están firmemente decididas
a defenderse si la crítica viene de afuera, pero es muy difícil e incómodo si
la crítica viene desde adentro porque en ese caso el analista puede lavarse las
manos y decir que lo siente mucho, pero que el sueño es del analizando, que no
se trata de nada que haya dicho el analista, y entonces el paciente tiene que
tragárselo. El texto sigue diciendo que el filósofo Petasios también habla de
la obra de la misma manera, diciendo que lo que mantiene oprimida a la esfera
de fuego es el plomo. El mismo filósofo, en una interpretación de sí mismo,
dice que esto proviene del agua macho. Olimpiodoro dice que por lo tanto parece
que el agua macho fuera lo mismo que la esfera de fuego, que según vimos en la
primera parte del texto era la tumba de Osiris, que había sido sofocado en el
plomo. Es decir que tenemos a Osiris, a la esfera de fuego y al agua macho,
y están los tres sofocados en el plomo, el enemigo.
En el conocimiento de la
antigüedad tardía, el plomo era el metal del planeta Saturno y tenía sus mismas cualidades:
por el lado negativo, la depresión, y positivamente, la depresión creativa. Saturno
es el dios de los mutilados, de los criminales y de los tullidos, pero también
lo es de las gentes artísticas y creativas. En nuestro lenguaje
moderno, eso significaría la extraña cualidad de ciertas depresiones en las que
uno se siente literalmente como plomo. Sin pensar en ningún símil alquímico, es
frecuente que la gente diga: «Hoy me siento como [si fuera] de plomo». En una
depresión intensa, uno se siente incapaz de levantarse de la silla, y hasta de
abrir la boca para explicar que está deprimido; no hace más que estar sentado
como un bloque de materia inerte. Cuando alguien está en este estado, sus confesiones
tienen innumerables símiles con el plomo. Tal como implica la palabra, en
una depresión la persona está aplastada, comprimida, en general
porque una parte de la libido psicológica está baja y hay que buscar cómo
subirla; la verdadera energía de la vida ha resbalado a una capa más profunda de
la personalidad, y sólo es posible alcanzarla mediante una depresión. Es
decir que, a menos que haya una psicosis latente, una depresión debe ser
estimulada, diciéndole a la persona que entre en ella y esté deprimida, en
vez de tratar de rehuirla poniendo la radio o leyendo Selecciones, y si
las depresiones dicen que la vida no significa nada y que nada vale la pena,
pues aceptarlo y decir: «bueno, ¿y qué?». Escuchar, profundizar y profundizar,
hasta volver a alcanzar el nivel de energía psicológica de donde puede surgir
alguna idea creativa de modo que, súbitamente, en el fondo, pueda surgir un
impulso de vida y de creatividad que había sido pasado por alto. Las personas
que son profesionalmente creativas, como los artistas por ejemplo, saben que es
probable que antes de cada actuación o trabajo nuevo tengan una depresión así. También
se las puede tener en escala menor; yo, por ejemplo, siempre me deprimo antes
de una conferencia, porque la libido empieza por bajar. Son ritmos menores de
algo que en la depresión se produce en gran escala, y significa que uno ha
pasado por alto ciertos factores creativos que se han configurado por
debajo del nivel consciente y que al atraer la libido causan indiferencia y
falta de energía. También puede ser un síntoma pre-psicótico,
como bien lo saben los psiquiatras. Lo que emerge después también es un
contenido creativo, pero aflora en una medida tal que puede destruir la
personalidad. En estos casos hay que reflexionar con cuidado antes de
animar a la persona a que se hunda en la depresión porque, aunque el
mecanismo es el mismo, existe el riesgo de que lo que aflore sea demasiado
fuerte y haga estallar la personalidad. El plomo es, por lo tanto, esa
pesadez e indiferencia, ese sentimiento de la nada que cubre o sofoca el
contenido del inconsciente.
Tal como dice el texto que
brevemente les expuse en la última hora, en este plomo existe incluso el elemento
de locura. Esto se refiere a otro hecho porque, si se profundiza en los estados
depresivos de la gente, por lo general en el fondo se encuentran o bien
contenidos creativos, o un violento deseo que no se ha llegado a sacrificar. Con
frecuencia, las personas deprimidas sueñan con leones voraces o con otros animales
que las devoran, pero en especial con leones, y eso significa que la
persona está deprimida porque está frustrada en la satisfacción de sus deseos
salvajes. Quieren tenerlo todo: ocupar el puesto más alto, tener el
hombre más apuesto o la mujer más hermosa, dinero y todo lo demás. Tienen los
deseos salvajes de un niño a quien le gustaría comérselo todo, pero al mismo
tiempo tienen la inteligencia suficiente para saber que la vida no es así, que
no pueden tener lo que quieren, de manera que el deseo se enrosca sobre sí y se
convierte en depresión y hosquedad. Una depresión así tiene la calidad de un
deseo hoscamente frustrado, y explica por qué, tras una relación amorosa desdichada,
la gente se hunde en una depresión terrible. Su león se ha visto frustrado y ha
regresado hoscamente a su guarida. Algunas personas llevan dentro de sí un niño
frustrado. Por lo general son muy correctas y corteses, y plantean pocas
exigencias al analista, pero ser demasiado cortés, correcto y considerado es
siempre sospechoso. Uno sabe que a esa gente le gustaría devorarse completamente
al analista, como el león, imponiéndole exigencias infantiles y haciéndole
escenas, ya sea porque el analista terminó la hora cinco minutos antes,
o porque contestó el teléfono o les cambió la hora, ¡o estuvo con gripe!
Estas personas de un nivel de exigencia infantil lo compensan siendo muy correctas,
sabiendo que si admiten sus exigencias hará su aparición el león devorador, y
el analista devolverá el golpe, algo que a ellas les ha pasado con frecuencia
en la vida cuando, tras haber escondido sus sentimientos, un día se arriesgan y
como resultado reciben un palo en la cabeza. Entonces el niño herido vuelve a
retraerse, amargamente frustrado, y aparece la depresión, el león devorador. Es
una parte de la naturaleza primitiva, de las reacciones arcaicas que tienen
todos los conflictos de querer comer y no poder, de modo que se instala la manía
depresiva. Ése es el simbolismo de la locura en el plomo, pero también contiene a
Osiris, el hombre inmortal, y con sólo que acepte uno esa zona interior,
llegará al contenido creativo donde se oculta el Sí mismo. Se podría decir
que el niño frustrado es un aspecto que encubre una imagen del Sí mismo, y que
el león que devora también es un aspecto del Sí mismo. Esto se ve muy claro si
se toma la imagen del león devorador. Si creo que tendría que ser el primero en
todo, tener la pareja más apuesta, tener dinero, ser feliz y así sucesivamente,
eso es una fantasía paradisíaca, y eso, ¿qué es? ¡Una proyección del Sí mismo!
De modo que en realidad lo infantil es el deseo de experimentarlo todo en el
aquí y ahora. La fantasía como tales totalmente legítima, tiene la idea de la coniunctio,
de un estado perfecto y armonioso. Es una idea religiosa, pero, si se la
proyecta sobre la vida exterior y se la quiere tener allí, en el aquí y ahora,
es imposible. La forma en que la persona quiere realizar la fantasía es infantil,
pero en sí la fantasía es valiosa y no hay en ella nada de malo ni de enfermo. Así
que precisamente en esa zona loca y no dominada de la persona, en la zona
salvaje y problemática, está el símbolo del Sí mismo. Eso le da el impulso, y
es por eso por lo que las personas nunca saben qué hacer, porque no
pueden reprimirlo; o, si son razonables y se resignan a renunciar a la cosa y
se dan cuenta de lo infantil que es y entienden que hay que resignarse y adaptarse
a la vida, entonces sienten que se han curado, pero que los han despojado
de sus mejores posibilidades y se sienten frustrados.
Una vez tuve un analizando que
vino a Europa a hacerse un análisis junguiano, mientras su mejor amigo iniciaba
un análisis freudiano. Pasado un año, decidieron volver a encontrarse. El
analizando freudiano dijo que estaba curado y que regresaría a su país; al haberse
dado cuenta del desatino de todas sus ilusiones neuróticas, iba a empezar a
ganarse la vida, y quería buscar mujer para casarse. El otro dijo que no
estaba curado en absoluto, sino que seguía muy loco, en pleno caos, y aunque
veía con algo más de claridad su camino, todavía le quedaba mucho por resolver. El paciente freudiano le dijo entonces que aquello era algo muy raro, porque aunque a él lo habían liberado de todos sus demonios, ¡lamentablemente, también habían desaparecido sus ángeles! El
análisis había puesto una tapadera en la zona loca, pero la fantasía religiosa
de perfección, la fantasía romántica, la fantasía del Sí mismo, todas ésas
también llevaban ahora una tapadera, de modo que ese hombre era ahora un animal
resignado, socialmente adaptado y que funciona, pero todos sus sueños
románticos de verdad, de vida y de auténtico amor —que indudablemente en ambos
jóvenes eran fantasías infantiles— también estaban sepultados. La gran
dificultad, por consiguiente, para retornar al lenguaje alquímico, reside en
extraer a Osiris del plomo, en salvar la fantasía que es dadora de vida y al
mismo tiempo podarle la puerilidad del deseo de realizarse. Es algo
tremendamente sutil. Toda la tarea consiste en salvar el núcleo, la fantasía
del Sí mismo, y despojarlo de todo lo pueril, del deseo primitivo y de todo lo
demás que lo circunda, lo que significaría sacar a Osiris del ataúd de plomo. Eso
es lo que el alquimista hizo en forma proyectada cuando dijo que al hombre
divino había que extraerlo del ataúd de plomo o de la materia corruptible. Creo
que ahora podemos pasar a un texto árabe, obra de un hombre que se llamó Muhammad
ibn Umail al Tamini, pero es suficiente hablar de Muhammad ibn Umail, porque al
Tamini, «el Tamin», se refiere solamente a la tribu islámica a la cual
pertenecía. Este hombre vivió aproximadamente entre los años 900 y960, es decir
a comienzos del siglo x, de acuerdo con nuestras fechas. Uno de sus escritos ha
sido publicado en lengua árabe en The
Memoirs of the Asiatic Society of Bengal, que se imprimió en Calcuta en
1933, según un manuscrito que el señor Stapleton encontró en Hyderabad. Stapleton
expresa que en Hyderabad haya próximamente otro centenar de manuscritos del mismo
autor, con títulos tan interesantes como promisorios, como La perla de la
sabiduría, La escondida lámpara de la alquimia y otros semejantes, pero si se escribe
allí para preguntar por ellos no se obtiene respuesta. Desde el siglo XII o
comienzos del XIII, este hombre ha sido famoso en la alquimia europea. El
escrito que voy a presentarles fue traducido al latín a fines del siglo XII o
comienzos del XIII, y se ha convertido en uno de los escritos medievales más
famosos en el mundo alquímico latino. En estos textos en latín su nombre figura
como Sénior, y hasta 1933 nadie supo quién era Sénior. Incluso el famoso J. Ruska
afirmó autorizadamente que Sénior no era un árabe, sino que ésa era una tergiversación
latina. Pero a Ruska no hay que creerle nunca, porque está siempre dudando, y
se equivocó por completo al sostener que a aquel texto se lo tomaba erróneamente
por árabe. Ahora tenemos el original y sabemos que el nombre Sénior es
simplemente la traducción latina de «el Jeque», que en realidad quiere decir
«el Anciano», y esto explica cómo a Muhammadibn Umail llegaron a llamarlo
Sénior. El texto latino se publicó con el título De chemia, lo cual
significa que es un libro sobre química, pero el verdadero título en árabe es Agua
de plata y tierra estrellada.
La edición presenta el
texto árabe a un lado y el latino al otro, para que sea posible compararlos. La
traducción latina es muy correcta y sólo se desvía en detalles casi sin importancia.
Después de que Muhammad ibn Umail hubo dejado el país, su mejor amigo, un
chiíta, fue quemado por hereje. En el mundo islámico, los sunnitas eran la
secta oficial y —en términos muy generales— la escisión entre ellos y los
chiítas se debía al hecho de que la interpretación que estos últimos daban al
Corán era un poco más mística y simbólica. Por ejemplo, no se tomaban el
Corán al pie de la letra, sino que permitían una interpretación simbólica, en
tanto que los sunnitas insistían en una obediencia literal a las reglas y en su
verdad literal. Los chiítas desarrollaron un amplio sistema místico de interpretación
simbólica, y en ese sentido se los podría comparar con los místicos de la Edad Media,
que también intentaban interpretar simbólicamente la Biblia, a diferencia de
otras tendencias. Se podría establecer una comparación con el paralelismo de la
escisión entre tendencias talmúdicas y cabalísticas en la tradición judía. Los
chiítas corresponderían a la tradición cabalística, los verdaderos introvertidos
que se orientaban más bien a una interpretación simbólica psicológica y a una
vivencia personal de la verdad religiosa, en contraste con las gentes de mentalidad
más literal, que insistían más bien en el dogma y en el texto sagrado. Les daré
el texto árabe tal como es, con todas sus complejidades, como hice con el texto
griego, para que puedan experimentar plenamente el impacto de esta forma
de expresión.
Yo y mi querida Obouail [la
terminación es femenina] entramos en la Barba. [Barba quiere decir exactamente
eso, y por cierto que todo el mundo decía que no se podía entrar en
una barba y nadie sabía qué significaba eso, pero está simplemente en lugar de
«Birba», es decir, pirámide, que era evidentemente algo que el traductor no
había entendido, causando con ello gran confusión.] Yo entré en la Birba y en cierta
casa subterránea, y después yo y al Hassan, o sea Hassan, vimos todas las
prisiones ardientes de José, y yo ví sobre el techo las nueve águilas pintadas
con las alas extendidas como si volaran y las patas abiertas, y en los talones
de cada águila había un gran arco, como el que usan tambiénlos que practican
tiro con arco. Sobre las paredes de esa casa, a derecha e izquierda del que
entra, vi las imágenes de seres humanos de pie. No podían haber sido más
perfectas ni hermosas, ni haber tenido ropas más bellas de todos los colores. Tenían
las manos extendidas hacia el centro de la habitación y estaban mirando cierta
estatua en mitad de la misma, cerca de la pared de la cámara interior, que estaba
de frente a ellas. La estatua estaba representada sentada en un trono, similar
al trono del doctor, y sobre él estaba la estatua, y sobre la estatua, sobre su
falda y por encima de sus brazos extendidos con las manos abiertas sobre
las rodillas, había una plancha de mármol, que fue extraída de eso [de qué no
se sabe], de la longitud de un brazo y el ancho de una mano, y los dedos de la
estatua se doblaban sobre el borde de la tableta que ésta sostenía. La tableta
tenía la apariencia de un libro abierto de frente a la persona que entraba, como
si la estatua quisiera enseñárselo.
Esto suena complicado, pero
significa simplemente que en el fondo de la habitación había una figura sentada
que, con los dedos doblados, sostenía una tableta que parecía un libro abierto
que aparentemente la figura quería mostrar a la persona que entraba.
En esa parte de la habitación en
donde estaba sentada la estatua había imágenes de infinitas cosas, y letras
escritas en un lenguaje bárbaro [lo que significa simplemente un lenguaje no
árabe]. Esta tableta que uno veía en la falda de la estatua estaba dividida por
una línea en el medio, que separaba los dos lados. En la parte inferior estaba
la imagen dedos pájaros inclinados el uno hacia el otro, uno de los cuales era
alado y el otro no, y cada uno sujetaba con el pico la cola del otro. Vistos
esquemáticamente, los pájaros estarían tendidos el uno sobre el otro, cada uno
con la cabeza hacia la cola del otro, uno alado y el otro sin alas. Era como si
quisieran volar juntos o como si el pájaro sin alas estuviera deteniendo al
otro, esto es, que el pájaro de arriba quería llevarse al de abajo, pero el
pájaro de abajo lo retenía y le impedía levantar vuelo. Los dos pájaros estaban
ligados uno con el otro, eran homogéneos y de la misma sustancia, y estaban
pintados en una esfera como si fueran la imagen de dos cosas en una. Cerca de
la cabeza del pájaro que volaba, y por encima de ella, estaban representados el
sol y la luna. Esto estaba cerca de los dedos de la estatua, y en la otra parte
de la tableta —es decir, hacia la derecha— había otra esfera u objeto redondo
que miraba hacia los pájaros, y en total había cinco ritmos temporales [una
cosa más que queda inexplicada], es decir, debajo de los pájaros y de la esfera.
Por encima de esta esfera está la imagen de la luna y otra esfera. Del otro lado,
cerca de los dedos de la estatua, está la imagen del sol, que emite sus rayos
como la imagen de dos en uno. Enfrente hay una imagen del sol con un rayo que
cae hacia abajo y juntos harían tres, es decir los dos planetas — el sol y
la luna— y el rayo de los dos en uno, y desde el rayo una parte desciende y
llega a la parte inferior de la tableta que rodea la esfera negra y está
dividida por esta esfera, ala que rodea, lo que en conjunto hace dos, tres y el
tercero. Lo que está claro por lo que antecede es que el sol y la luna están
uno junto a la otra, con la luna de frente al que mira a la derecha y el sol a
la izquierda, y debajo hay una esfera negra que los rayos penetran. La tercera
tiene la forma de una luna creciente, cuya parte interna es blanca sin negrura,
pero está rodeada por una esfera negra, y la forma es como la forma de dos en
uno de un sol simple, y ésa es la imagen de uno en uno y ésos son otra vez
cinco, y juntos hacen diez, de acuerdo con el número de las águilas y la tierra
negra. Ahora les he dicho todo esto y he escrito un poema y sinla gracia de
Dios, cuyo nombre sea bendito, no tendríamos este secreto. Para que puedan
ustedes entenderlo y pensar y meditar sobre él, les he copiado la imagen de la
tableta, y lo que las imágenes son será explicado en mi poema y después ustedes
pueden mirar los capítulos y ver lo que significaba cada figura. Ahora ya he
explicado esas diez figuras y he mostrado las figuras en mi poema y ciertamente
uno no podría hacer nada sin mi poema, pero quiero manifestarles a ustedes algo
que todos los sabios han ocultado hasta ahora: quién hizo esta estatua en esta
casa, en que se describe toda la ciencia en una figura simbólica que enseña su
sabiduría sobre esta piedra y se la muestra a quienes son capaces de entenderla.
Yo sé que esta estatua era la imagen de un sabio. [Esta estatua representa a
Hermes, de modo que eso significa que Hermes inventó la ciencia y dibujó las
figuras. ]Ahora tenemos que encontrar lo que todo esto significa. La estatua es
la figura de un sabio, y sobre la falda tiene la ciencia oculta que describe
por medio de figuras simbólicas como para dirigir al que sabe y entiende. El
sabio que entiende debe mirar hacia el interior con sutileza, y debe conocer
los términos de la sabiduría y debe entender un lenguaje oscuro y simbólico. Después,
cuando compare con nuestras imágenes ese lenguaje tan oscuro, separará lo uno
de lo otro y se convertirá en el soberano de la piedra secreta. A esto sigue
otra parte que tiene un título nuevo, Carta del Sol a la Luna creciente, y que,
como verán ustedes, es una carta de amor.
—En una gran debilidad te daré
luz de mi belleza hasta que haya yo alcanzado la perfección. [El sol será
exaltado a la altura suprema. ] Primero la luna dice al sol: —Tú me necesitas
como el gallo necesita a la gallina, y yo necesito tus obras, oh Sol, sin
interrupción, porque tú eres de carácter perfecto, el padre de todas
las luces, la alta luz, el gran Maestro y Señor. Yo soy la luna creciente,
húmeda y fría, y tú eres el sol, caliente y seco. «Cuando nos hayamos unido en
la igualdad de posiciones de nuestra casa, en la cual no sucede nada más sino que
lo pesado tiene consigo la luz, en la cual permaneceremos, entonces yo seré
como una mujer que está abierta a su marido y que es veraz en la palabra, y
cuando nos hayamos unido, permaneciendo en el vientre de esta casa cerrada,
entonces halagándote recibiré tu alma, y tú te harás con mi belleza y por
mediación de tu cercanía adelgazaré y ambos seremos exaltados en una exaltación
espiritual, o elevados en una exaltación espiritual. »Cuando ascendamos en el
orden de los Jeques [o de los ancianos], la sustancia resplandeciente de tu luz
se unirá con mi luz, y tú y yo seremos como la mezcla de vino y aguadulce, y yo
detendré mi fluir y quedaré después envuelta en tu negrura y eso tendrá el
color de la tinta negra, pero después de tu disolución y de mi coagulación,
cuando hayamos entrado en la casa del amor, mi cuerpo se coagulará y estaré en
mi vacío.
Eso significa probablemente que
la luna ha menguado por completo, es decir, que es la luna nueva. A esto el sol
replica: —Si eso haces, y no me haces daño, oh Luna, y si mi cuerpo retorna,
entonces te daré una nueva virtud de penetración y después de eso serás
poderosa en la batalla del fuego de la licuefacción y la purgación y no habrá
ya disminución ni oscuridad, como sucede con el cobre y el plomo, y ya no te defenderás
más de mí porque ya no serás rebelde.
El sol dice, por lo tanto: si no
quieres hacerme daño en esta coniunctio —porque la luna podría hacer daño
al sol— entonces yo te haré poderosa en la batalla del fuego, y tú ya no
serás corruptible como loes el cobre, y no te defenderás luego de mí, del
sol, porque ya no tendrás sentimientos de rebeldía. Entonces la luna, que
se caracteriza porque crece y decrece y es hostil al sol, y por ser oscura y
corruptible, perderá todas esas cualidades negativas y se convertirá en una luz
sólida como lo es el sol. El sol continúa: —Bendito sea quien piense en
mis palabras; mi dignidad note será arrebatada y no perderá su valor, tal como
no lo pierde un león, al ser debilitado por la carne [el león es aquí otra
imagen del sol], pero si me sigues yo no te negaré ni te despojaré del crecimiento
del plomo, sino que entonces mi luz será extinguida y toda mi belleza será
extinguida, pero ellos tomarán del cobre de mi cuerpo puro y de la gordura del
plomo verificándolo en el silogismo de su peso, pero sin sangre de cabra, y
entonces uno hará una destilación entre lo que es falso y lo que es verdadero. »Yo
soy lo duro, el hierro seco, soy el fermento fuerte, todo lo bueno está en mí,
la luz del secreto de los secretos por mi mediación se genera, y toda cosa
activa es mi acción. Lo que tiene luz se crea en la oscuridad de la luz [todo
lo que brilla ha sido creado en la oscuridad], pero después de haber sido
llevado a la perfección me recuperaré de mi enfermedad y de mi debilidad, y
entonces aparecerá ese gran líquido de la cabeza y de la cola y ésas son las
dos cualidades y las diez órdenes o pesos, cinco de los cuales son sin oscuridad,
y cinco de ellas relucientes de belleza. Este es el final de la carta. Después
de esto Sénior promete dar una explicación, pero el texto no hace
más que seguir de la misma manera. La explicación que da es simplemente lo que
nosotros llamaríamos una amplificación, muy llena de significado por cierto,
pero que aun así no es una explicación. Actualmente sabemos que Muhammad íbn
Umailfue uno de esos condenados ladrones que violaban las pirámides y se
introducían en las cámaras mortuorias. En aquellos tiempos los árabes
destruyeron gran número de pirámides, robando todo el oro que contenían, de modo
que hoy por hoy la mayoría de ellas están vacías; pero Sénior —o Muhammad
ibn Umail— no lo hizo impulsado por el afán de encontrar oro y robarlo, como la
mayoría de los otros lo hacían, sino porque proyectó en la cámara mortuoria de
las pirámides el secreto alquímico. Tal como veremos en sucesivas partes del
libro, él creía que los egipcios sabían alquimia, y que lo que se había de
encontrar en la cámara última de la pirámide era el secreto de la alquimia,
pero no pudo leer lo que estaba escrito en el antiguo lenguaje egipcio, y por
eso lo tacha de lenguaje bárbaro; como ustedes saben, todo eso era antes de
Champollion. Entonces, él creía que en aquellos misteriosos signos jeroglíficos
estaba escrito el secreto de la alquimia, y, tal como lo describe en otro texto,
en un ataúd de oro encontró una reina momificada que tenía un par de tijeras y
unos pequeños tazones de oro, y estaba absolutamente seguro de que aquélla era
la reina de la alquimia, por así decirlo, la sabia profetisa de la alquimia, y
de que los instrumentos escondidos en el ataúd de la reina egipcia eran alusiones
simbólicas a la obra alquímica. Ésta es una de las cosas extrañas de la
proyección en el pasado. Muhammad proyectó en la momificación la totalidad del
simbolismo del opus alquímico. Pero lo que es aún más interesante es que ahora
sabemos, por lo que les dije antes, que de hecho la alquimia se originó en
el culto egipcio de la muerte, que la química dela momificación desempeñó un
papel enorme, que en realidad los egipcios momificaban a sus muertos para obtener
la inmortalidad y divinizar a la persona muerta, y que la alquimia intentaba
hacer lo mismo, es decir, producir el hombre inmortal, obtener la inmortalidad.
Por consiguiente hay un anzuelo muy bueno para que el viejo Sénior haga su
proyección; él se limitó a proyectar toda la historia hacia atrás [en el
tiempo]sobre la momificación egipcia, y a eso se debe que ayudara tan
apasionadamente a violar y destruir las cámaras funerarias de las pirámides. Naturalmente,
observaba todo lo que allí veía e intentaba descubrir si había alusiones a la
obra de la alquimia. La imagen de esa estatua que sostiene una tableta es un
tópico que reaparece en muchos otros textos alquímicos; no es nada específico
de Sénior. Todos ustedes conocen, por las conferencias de Jung sobre
Zaratustra, la tabula es maragdina, la tabla de esmeralda. Es un texto clásico,
a cuyas sentencias aisladas Jung ha dado interpretación, de manera que no
necesito detenerme en él. La forma más antigua de un texto así se encuentra en
los escritos de Gabir, que serían del siglo VII, y a partir de la totalidad
de esta versión, la más vieja del hallazgo de la tabula, está claro que la
historia se remonta a fuentes griegas. Debe de haber habido un relato griego
sobre una estatua de Hermes encontrada en una tumba y que tenía el secreto
sobre las rodillas. Esa historia se convirtió en un tópico dentro de la literatura
alquímica en numerosos escritos alquímicos, por ejemplo en el Kitab al
Habib, o también en el Libro de Krates, y empieza siempre de la misma manera: «Entré
en la tumba y encontré una estatua con una tableta, sobre la cual estaba… », y
a eso sigue una especie de explicación. Entonces, en la época de Sénior aquello
se había convertido en un tema de la literatura. Eso es un paralelo con la
tabla de esmeralda, y hay otras variaciones nuevas. Sénior añade algo que no he
encontrado en ninguno de los otros relatos del hallazgo de la tableta, a saber,
las nueve o diez águilas que, en la imagen, disparan con arco y flecha sobre la
estatua. También ha cambiado el contenido de la tableta, porque lo que hay sobre
ella no son sentencias de sabiduría, como en las otras versiones, sino dos
dibujos simbólicos, uno el de los dos pájaros que tratan de apartarse volando
el uno del otro, y el otro del sol yla luna y la esfera negra, y, hasta donde
yo puedo ver, ésta es la contribución de Sénior. Ahora tomaré parte de la
información que se da enel resto del libro, porque no puedo leérselo todo. De acuerdo
con él, las águilas representan la sustancia sublimada o volátil, y por ende
algo similar a la esposa del vapor en el texto que ya vimos. A las sustancias volátiles
como vapores y vahos se las simbolizaba muy frecuentemente con pájaros, porque
se decía que tales sustancias habían adquirido cualidades espirituales. El arco
y la flecha son muy misteriosos y no se los explica nunca en todo el libro, de
modo que la alternativa es dejarlos sin explicar o darles una explicación psicológica.
Hermes está rodeado por las nueve águilas que le disparan con arco y flecha. En
su explicación posterior del texto, Sénior se limita a saltarse este motivo,
pero a partir del resto del texto se puede conjeturar que las águilas
representan las sustancias espiritualizadas. ¿Qué dirían ustedes que
representan el arco y la flecha? Imaginen que fuera el dibujo de un paciente.
¿Qué dirían ustedes entonces de
las águilas que disparan contra Hermes? Tenemos que empezar por amplificar el
arco y la flecha. ¿Qué les sugiere esto?
Respuesta: Eros.
M. L. von Franz: Sí, es la idea
más obvia. . . El niño Cupido con sus torpes flechas y toda la bibliografía
dela antigüedad, relacionada con el arco y la flecha y la forma en que Cupido a
veces hasta le dispara una flecha a Zeus en muy mal momento y lo tiene en su
poder. Un arco y una flecha indicarían dirección, algo que apunta a un objeto. La
libido ha sido encauzada, como sucede cuando uno se enamora, va nadando por el
río de la vida y súbitamente le disparan, y cuando uno se va a casa está de la
mañana a la noche pensando en esa mujer, o en aquel hombre. De pronto toda la
libido está dirigida y concentrada allí. Uno no quiere pensar en ello,
pero después empieza a preguntarse si mañana encontrará a esa persona en el
mismo lugar, y así en ese estilo, porque es ahí donde está la energía. Por lo
tanto, se puede decir que el arco y la flecha tienen que ver con la
orientación súbita de la libido inconsciente; tienen que ver con la proyección,
porque una flecha es un proyectil, y mediante la proyección la libido
queda apuntada. Es lo mismo que si uno odia a alguien. Incluso hay un dicho que
pregunta —creo que es un dicho hindú— quién está más próximo a Dios, si el hombre
que lo ama o el que lo odia. Y la respuesta es que el que lo odia, porque él
pensará en Dios con más frecuencia y con mayor intensidad incluso que el hombre
que lo ama, porque su arco y su flecha están constantemente apuntados: ésa es
la dirección de la libido mediante la proyección.
Se puede decir que todas las fuerzas
disociadas del pensamiento y del alma están ahora concentradas en lo que
hay en esa tableta, es decir, que en torno de ello está concentrada toda la
atención psicológica. Están las dos alas de la tableta, como dos partes de un
libro, y de un lado está el problema de los dos pájaros y del otro el de la
unión del sol y de la luna. Evidentemente, el problema de los dos pájaros es una
variación del Ouroboros como en la vieja alquimia, porque en los antiguos
textos griegos encontramos un dibujo de la serpiente que se come la cola. Por lo
general la cabeza tiene estrellas y el resto es negro, lo cual sería la
oposición secreta. En el antiguo texto griego eso se explica como que la cabeza
es diferente dela cola. Es una imagen maravillosa si uno dice que es una sola
cosa, pero que hay una oposición entre la cabeza y la cola. De ahí que haya
dichos tales como:«Toma la cabeza, pero cuídate de la cola», o «A menos que la
cabeza haya integrado la cola, toda la sustancia es nada». Es mucho lo que se
dice sobre la cabeza y la cola, yla forma en que deben relacionarse entre sí,
de modo que describe bien los opuestos que son secretamente uno. Es una especie
de t'ai chi europeo, como el símbolo del Yin Yang, los opuestos en uno.
Comentario: Las águilas me dan la impresión
de tener alguna relación con Apolo, porque se dice que pueden mirar al
sol, y por cierto que Apolo tiene el arco, lo mismo que Cupido, el niño alado.
M. L. Von Franz: Apolo es el representante
del principio de la conciencia, pero eso no contradice la interpretación.
El arco y la flecha de Apolo se referirían a la atención prestada por amor, a
la concentración de la libido mental mediante el amor. De acuerdo con la teoría
escolástica del conocimiento, sólo se puede llegar al conocimiento por el amor,
lo que significa que sólo se llega a conocer algo amándolo,
estando fascinado por aquello. Entonces, el anima está siempre por detrás de la
búsqueda de la verdad. Si uno tiene que aprender un tema que no ama, donde
no ha proyectado nada, lo que significa que no se tiene relación con él, que no
significa nada para uno y no está conectado con el fluir de su libido, tiene
que esforzarse y sudar aprendiéndolo para el examen, pero diez minutos después
ya ha vuelto a olvidarlo. En cambio, si uno está fascinado, lo cual significa que
se ha producido una proyección, uno se emociona y muy fácil y rápidamente
toma conciencia en una medida enorme. Este es todo el secreto de la
enseñanza y del aprendizaje. Se puede decir que ésos son simplemente dos
aspectos de lo que como descripción general se podría llamar atención, que
se crea ya sea por la concentración de la conciencia o por el amor, y por
detrás de ambos hay una proyección. En la fascinación siempre está en juego la
proyección.
Comentario: Usted habla de proyección, pero
éstas son todas figuras arquetípicas.
M. L. von Franz: Sí, y eso plantea la
cuestión de silos arquetipos se proyectan. Yo creo que sí. Por cierto que en
nuestra idea de la proyección es así. Piense usted qué es lo que en realidad
sucede. Sabemos muy bien que nunca hacemos la proyección, sino que ésta se
hace sola. Por mí misma no proyecto nada; ésa es nuestra manera de hablar, pero
no es verdad. El hecho es que de pronto me encuentro en la situación de
proyectar, y cuando he visto que era una proyección puedo empezar a hablar de
ella, pero antes no. Por ejemplo, alguien que haya proyectado la sombra
insistirá en que el otro es una mala persona y seguirá en ese mismo tono, pero
quizá dos años después, en el curso de un análisis, se dará cuenta de que
estaba proyectando su sombra sobre el otro. Entonces, ¿quién proyectaba? He ahí
un gran misterio. Cuando los griegos se enamoraban, tenían la modestia
suficiente para no decir que se habían enamorado, sino que lo expresaban con
más precisión al decir que el dios del amor les había disparado una de sus
flechas. Y eso es lo que realmente sucede: uno siente de pronto la dolorosa
picadura que uno mismo no se ha hecho; se encuentra con que le dispararon. Por
lo tanto, se puede hablar del arquetipo del dios del amor. Si se adentran
ustedes en la historia de Eros, se encontrarán con que es una variación de
Hermes; el Eros de la antigüedad es similar al Hermes Cilenio. En la
antigüedad, cuando era un dios de la fertilidad en Beocia, se lo representaba
exactamente como en las estatuas de Hermes. Por consiguiente, se puede decir
que los griegos aludían a una variación del dios Hermes. Es un símbolo del Sí
mismo, o de la totalidad, que hace la proyección. Creo que lo correcto es
decirlo así. Si me encuentro en una situación de proyección, eso es algo amañado por
el Sí mismo.
Comentario: Aquí el águila se relaciona con
Eros, o con Apolo, de modo que los dioses están proyectando sobre los dioses.
M. L. von Franz: Sí, usted tiene razón, y por
lo tanto podemos decir en general que siempre es el inconsciente, o algún
aspecto de él, lo que produce la proyección. Es el Sí mismo o un dios. Siempre
es un dios el que produce la proyección, lo que significa que es siempre un
arquetipo, que no es el complejo del yo el que lo hace. El paso siguiente es
preguntar sobre qué proyecta el dios del inconsciente. Generalmente proyecta
sobre objetos externos, ya sean seres humanos o cosas. ¿O puede suceder
que un arquetipo proyecte sobre otro arquetipo? Yo creo que sí, que es algo que
ocurre con frecuencia, y eso sería un proceso de unificación en los sistemas de
religión. Tomemos por ejemplo el politeísmo. En la mayoría de los sistemas
religiosos politeístas se da el conocimiento secreto de que todos son aspectos
de un solo dios. Hasta los griegos lo sabían; en el estoicismo, la filosofía
tardía de los griegos, se dice siempre que en realidad hay un solo dios y que
todos los otros —Atenea, Hermes y los demás— no son más que aspectos diferentes
de ese uno, de modo que se puede decir que dentro del politeísmo griego hay un
monoteísmo latente. Lo mismo sucede con Elohim en el monoteísmo judío. Cuando
Dios creó el mundo, dijo «Hagamos», y siempre se ha supuesto que el «nosotros»
se refería a«los» Elohim. Es decir que hay también un politeísmo secreto dentro
del monoteísmo, que aparece también en las figuras del Malak Jahvé, el ángel de
Dios. A veces Jahvé interviene personalmente, y a veces envía al Malak Jahvé,
que es más o menos un aspecto de Él. Se puede decir en general que en cualquier
sistema monoteísta, como en el judeocristiano, hay una tendencia secreta hacia
el politeísmo, que aun sin ser totalmente consciente ni admitida, existe, así
como en los sistemas politeístas hay una tendencia secreta al monoteísmo, para
asegurar que todos aquellos múltiples dioses en realidad no son más que
aspectos diferentes de un dios único. Si se lo expresa en términos psicológicos,
esto significaría que la multitud de configuraciones arquetípicas son todas en
realidad una en el Sí mismo, aunque de hecho en la vida práctica el Sí mismo se
manifieste muy a menudo en aspectos aislados que preferimos llamar arquetipos
diferentes. El problema es si hay muchos arquetipos o si el arquetipo del Sí
mismo es en realidad el único. Por ejemplo, cuando alguien está dominado
por el arquetipo de la madre, se habla de un complejo materno, pero si nos
adentramos en el tema encontraremos siempre que en ello está la totalidad del
Sí mismo. Un complejo arquetípico conduce siempre al símbolo del Sí mismo. De
modo que aquí hay nuevamente un monoteísmo secreto en el politeísmo, ya sea que
el énfasis se ponga en uno o en el otro. Si lo múltiple apunta hacia lo uno, yo
diría que en el inconsciente hay una tendencia a poner toda la energía sobre el
Sí mismo y a apartarla de los diferentes arquetipos aislados. Los múltiples
arquetipos tienden a concentrarse en torno del único arquetipo, del que se podría
decir que refleja la tendencia del inconsciente mismo hacia una
mayor conciencia. Se podría decir que las águilas son como una asamblea de
dioses reunida en torno del único Dios, lo que interpretado
psicológicamente significaría que muchos arquetipos comienzan a caer en un
orden que se concentra en el arquetipo del Sí mismo. El arquetipo del
Sí mismo empieza a ser dominante y la disociación en múltiples arquetipos
comienza a ordenarse en torno de un centro. De ello se seguiría que si en la
psique de alguien domina un único arquetipo, digamos el arquetipo de la madre,
o el del anima, o el que fuere, en esa persona hay cierto monto de
unilateralidad. Es sólo cuando el arquetipo del Sí mismo comienza a hacerse cargo
del proceso cuando la cosa se unifica y todo va ocupando su lugar; de hecho, yo
diría que el sentimiento de unidad es una representación simbólica del momento
en que los múltiples arquetipos comienzan a ceder su energía a uno solo.
Comentario: Estaba pensando en algo
ligeramente diferente, apartándome un poco de los arquetipos y acercándome más
a la actitud de las religiones primitivas, tales como la experiencia del dios
en el árbol, oel espíritu en el árbol. El paralelo que yo vería en este caso es
el siguiente: quizás haya un espíritu en el árbol y los arquetipos estén siendo
proyectados en el árbol, de modo que Dios esté realmente en el árbol y los
dioses estén proyectando en Dios. Esto, por cierto, una conjetura.
M. L. Von Franz: Sí, lo es, y yo no puedo
darle una respuesta. Usted puede creerlo o no, porque una cosa así no se puede
demostrar. En realidad, eso simplemente toca la cuestión de si, en el caso de
que se proyecte realmente una imagen arquetípica, hay también una realidad
trascendental que haga la proyección. Pero no tenemos medios de verificar una
cosa así, de modo que es cuestión de creencia, y usted puede creerlo o no. Yo
lo creo, pero no tengo la intención de convencer a nadie, porque no tengo
pruebas.
Comentario: Si usted vuelve a la actitud
religiosa primitiva y trata de analizarla, diciendo que eso no es más que
una proyección, entonces inmediatamente algo ha sido proyectado, y no se lo
puede tomar más que en ese nivel.
M. L. von Franz: En eso está completamente
equivocado. Si lee la definición de proyección del doctor Jung, verá que
dice categóricamente que sólo se puede hablar de proyección cuando se
ha planteado la duda. Por lo tanto, nos equivocamos al decir que el
primitivo proyecta en el árbol. Ésa es nuestra manera de hablar, porque dudamos
de que Dios esté en el árbol, y por ende podemos decir que sería una
proyección para nosotros, pero como en el primitivo no se plantea ninguna duda,
no tenemos derecho a decir que él proyecta. Busque la simple definición que da
Jung de la proyección en Tipos
psicológicos.
Allí verá que sólo se puede hablar de
proyección cuando ha surgido la duda, y que hasta entonces no es legítimo
aseverar que haya una proyección. Sólo cuando siento inseguridad dentro de mí
puedo empezar a hablar de proyección, no antes. La proyección implica que
yo ya no estoy del todo convencida, que en cierta medida estoy ya fuera de la participation
mystique, o identidad arcaica; hasta entonces no hay proyección. Naturalmente,
el que lo ve desde afuera duda, y por eso si uno toma un caso moderno,
digamos que X se enamora de Y, el espectador dirá que allí hay
una proyección del animus.
Pero para la persona a quien le sucede no hay
proyección, y desde el punto de vista analítico sería un error decir que la
hay; eso sería infestar a la otra persona con la propia duda. Para X ese hombre
es ahora su amado, y no simplemente una imagen del animus. Si yo dudo porque no
estoy en la misma participation, no tengo derecho a envenenar al otro con
esa duda. Tengo que esperar hasta que la paciente empiece a sentir cierta inquietud,
hasta que el hombre que ama no se comporte como ella había esperado que lo
haría. Una vez que se manifieste ese estado de inquietud, puede decirle que
quizás haya proyectado en ese hombre algo que es de ella. Pero en tanto que no
haya ninguna inquietud, no tengo el derecho de cortar esa participation diciendo
que es una proyección; ése es un grave error que se comete con gran
frecuencia. Nosotros ya no creemos que los árboles y los animales sean dioses,
pero sería un error afirmar que eso es una proyección en el caso del primitivo,
porque lo que para nosotros es proyección, para él es la vivencia total de la
realidad. Es su verdad. Si yo tuviera que ir a África y volverme emocionalmente
negra, no hablaría de la proyección de los primitivos en la forma en que
solía hacerlo. Diría que ahora veo que los primitivos tienen razón: Dios está en
el árbol. Pero en tanto que permanezca en Europa, y el primitivo diga que
Dios está en el árbol, mientras que yo no veo en él nada de divino. . . en ese
caso podría hablar de proyección. El uso de la palabra depende del estado en
que yo estoy. Cuando dudo, puedo usarla, pero si en mí no hay duda, no; y
jamás debo usar esa palabra para emponzoñar la realidad de otra persona. Las
proyecciones mueren en forma autónoma; de pronto la cosa ha
desaparecido, y eso sucede sin ninguna cooperación consciente. Esas cosas son
hechos psicológicos per se. Después yo puedo decir que hubo una proyección, pero eso es
sólo una verdad relativa, no absoluta.
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